Las últimas semanas el Instituto
Nacional Penitenciario (INPE) se ha colocado al centro de las fauces caninas de
un lobo o de un cocodrilo. Así: la huelga del personal del INPE, el
enfrentamiento con el Poder Judicial por el traslado de Antauro Humala, la gran
fiesta de cumpleaños de (a) “Lito” en una cárcel de máxima “inseguridad” y el
probable cierre de los E.P. de Yanamayo y Challapalca, son algunas perlas
negras.
Sus autoridades permanecen inmutables,
imperturbables e indiferentes a toda crítica, parece que se han colocado una
piel de rinoceronte encima y se aferran al cargo, como trapecista a trapecio de
circo provinciano. Con seguridad la pita se romperá por el lado más débil como siempre.
En medio de toda esta trifulca, nuevamente
una carta muy sentida, escrita por el ex presidente Fujimori, ha tocado las
fibras más sensibles del pueblo peruano. No solo está privado de su libertad,
sino que, se le niega su derecho a expresar y explicar su verdad, una verdad
que el pueblo, el gran soberano, necesita conocer y apreciar su situación
física.
Está claro que existe un temor
soterrado entre sus enemigos políticos, del que no son indiferentes los dos garantes
de este gobierno, que ven un peligro
para su estabilidad e influencia mediática, el darle la palabra a Fujimori.
A este paso paquidérmico y quelonio, es
improbable que el gobierno autorice la entrevista de marras y que este tema sea
aprovechado como una cortina de humo para tapar el indulto, cuya decisión está
en manos Ollanta Humala.
No hay comentarios:
Publicar un comentario