Australian War Memorial

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EXTERIOR DE MEMORIA DE LA GUERRA-AUSTRALIA

lunes, 30 de enero de 2017

La campaña diplomática y de desinformación chilena en la guerra de 1879


En la actualidad, informes internacionales sobre compra de armas, indican que Chile en el periodo comprendido entre 2000 y 2014, gastó aproximadamente en armas $ 20,000 millones de dólares, casi nada. En el ranking mundial de países que compra armas, ocupa el puesto 24 a nivel mundial en gasto de armamento.

Sus principales proveedores son USA con 31%, Alemania con 15% y otros países con 54%. Según el portal chileno El ciudadano, este tremendo gasto en armas equivale a 130 años de educación gratuita y de calidad para su pueblo. Según el portal web, la guerra de las FFAA chilenas ha sido contra su pueblo.

En los últimos años hubo muchas protestas de estudiantes en Chile, por las pensiones altas y la baja calidad de educación que reciben. Estas protestas se repiten anualmente y casi siempre por las mismas razones, chocan con la indiferencia del gobierno. Fueron y son duramente reprimidos por la fuerza pública.

En el pasado, durante la guerra que Chile declaró a Perú, este país no dejó nada al azar, todo estuvo tan bien planificado y preparado con mucha antelación, no solo su frente interno azuzado por la prensa sensacionalista, en las que destacaban preponderantemente La Patria y el Mercurio de Valparaíso, con discursos incendiarios.

Tampoco, descuidaron el frente externo que estaba debidamente planificado y organizado: la adquisición de armas y la movilización de su servicio diplomático en Europa, EE.UU., y países de Sudamérica. No solo para impedir la venta de armas al Perú, sino para llevar a cabo una campaña de desinformación, sobre las verdaderas causas de la guerra que habían provocado, según su propia versión.

En esta acción fue crucial las acciones de Alberto Blest Gana embajador plenipotenciario en Europa, acreditado en París y Londres, quien junto a su secretario Carlos Morla Vicuña, tuvieron una intensa campaña a favor de la compra de armas y municiones para Chile y frustrar toda adquisición de armamento para el Perú.

Según el historiador chileno Gonzalo Bulnes Pinto, en su obra Guerra del Pacífico. De Tarapacá a Lima (paginas 454-455), dentro de las actividades que cumplió esta dupla de diplomáticos chilenos estuvo:
1.      “Comprar las armas, paños, municiones grandes i chicas, en una palabra elementos militares i navales i despacharlos ocultamente a Chile en los vapores que hacían el comercio del Pacifico, o en buques especiales, rodeándolos con cuantas precauciones eran posibles para evitar que los agentes del Perú pidieran su retención o se apoderaran de ellos en el viaje.
2.      Impedir con la mayor dilijencia que el Perú adquiriese buques de guerra.
3.      Entenderse con los tenedores de bonos de la deuda peruana i conseguir ponerlos del lado de Chile.
4.      Atender las cuestiones diplomáticas que suscitaba la guerra”.

La primera de las actividades fue cuidadosa y le permitió a Chile disponer de armas antes de la batalla de Tarapacá. Así, llegó de Europa artillería, municiones, rifles; además de, cañones, luces eléctricas y proyectiles para su escuadra.

Recordemos que el exceso de confianza, descuido y falta de previsión de Manuel Pardo y Lavalle, hizo que la marina y el ejército, fueran descuidadas en su renovación de armamento y munición siete años antes de esta infausta guerra.

Entre agosto y noviembre de 1874, al regreso de Europa temporalmente José Antonio de Lavalle, le informa a su amigo Manuel Pardo que había visto en Londres los dos navíos que Chile había mandado construir, colocando en inferioridad naval a los nuestros, Pardo le replicó “Yo también he hecho construir ya dos blindados que se llaman el Buenos Aires y el Bolivia”.

El otro cometido que se impusieron fue frustrar e impedir que el Perú comprara buques de guerra, para reemplazar a la Independencia. Según refiere Gonzalo Bulnes, “esta fue una jestion laboriosa, de suma atencion, que exijia vivir con el ojo atento sobre todas las cancillerias i todos los astilleros, porque se sabia que el Perú tenia en Europa dinero listo para la operacion i ponia en ella un grande interes, facil de comprender”.

Así, Blest Gana y su secretario Morla Vicuña, recabaron información de sus agentes, colaboradores e informantes diseminados en cancillerías, puertos y astilleros europeos. Impidieron la compra de dos buques que el gobierno francés había puesto en venta, Le Solferino i La Gloive, eran antiguos; pero, de gran poder y superiores a los buques de la escuadra chilena. Ambos acorazados estaban en el Havre.

Después del combate de Angamos, muerte de Grau y la captura del Monitor Huáscar, con esa misma modalidad, pero en este caso utilizando el soborno, impidieron la adquisición de un buque turco el “Felhz Bolend de 2,500 toneladas, nueve pulgadas de blindaje, doble hélice, de 500 caballos i trece millas de andar”.

Alberto Blest Gana, comisionó al marino Luis A. Lynch, quien viajó a Constantinopla, en cuya bahía se encontraba el buque en cuestión y con la ayuda del oficial inglés Hobbart Bajá, jefe de la flota turca puso en ejecución el plan ideado por Blest Gana, para que hiciera abortar esta operación, lo que logro gracias al soborno de 6 mil libras esterlinas, en dos partes, inicialmente 3,000 y luego de seis meses los 3,000 restantes.

La posición de los diferentes países frente a la guerra de Chile contra Perú, no era desconocida por los sureños. En virtud de ello, planificaron una campaña diplomática, cuya finalidad era cambiar la manera de pensar de la opinión pública y autoridades de algunos países especialmente de Sudamérica que no estaban conformes con este conflicto en la puerta de sus casas.

¿Cuál era la actitud de los países de Europa y Sudamérica sobre la guerra que Chile declaró a Bolivia y Perú? Luego de la declaración de guerra al Perú, el 5 de abril de 1879, Chile acreditó a ministros plenipotenciarios en diferentes países, con la misión general de informar a la opinión pública de estos países, sobre las causas de la guerra, que según su versión Perú había desfigurado y que presentaba a Chile como agresor.

“el Gobierno de Chile acreditó ministros diplomáticos en el Ecuador, Colombia, Arjentina, Brasil i los Estados Unidos. Los titulares de esos cargos fueron respectivamente don Joaquin Godoi; don Domingo Godoi, hermano del anterior primero, i despues don Francisco Valdes Vergara en clase de Encargado de negocios; don Manuel Balmaceda, don José: Victorino Lastatarria, don Francisco Solano Astaburuaga. Don Domingo Godoi no llegó a su destino por haber sido extraido en el Callao del vapor que lo conducía y llevado a Tarma junto con su secretario, don Belisario Vial…”.

Para cada país habían establecido una misión especial, para el caso de Ecuador, Joaquín Godoy, permaneció en Ecuador desde abril de 1879 hasta finales de 1880, se encargaría de buscar una alianza con este país, aprovechando que entre Perú y Ecuador había un problema limítrofe no resuelto.

En Ecuador había dos tendencias, Guayaquil abiertamente a favor de Perú y Quito a favor de Chile, según Gonzalo Bulnes, Joaquín Godoy logró modificar esa percepción en Guayaquil. Pero, Godoy no puedo lograr una alianza ofensiva con Ecuador que era su objetivo máximo; pero, sí logró el objetivo mínimo, la neutralidad de este país en el conflicto.

La situación de relaciones con Colombia era de la mayor importancia para Chile, por esa razón habían designado como plenipotenciario a Domingo Godoy, detenido en el Callao, lo que de alguna manera frustraría inicialmente las gestiones de la diplomacia chilena en Panamá, para evitar que Perú recibiera armas y municiones a través del Istmo.

La Cancillería colombiana resolvió no atender la solicitud chilena, debido a que el tránsito de mercaderías por el ferrocarril de Panamá, era libre. Ante esta situación, Domingo Santa María, ministro de Relaciones Exteriores de Chile, dirigió la siguiente minuta a los representantes nacionales en dicho país:

“La conducta de la autoridad colombiana, negándose con frívolas escusas, a atender la solicitud que le hacía nuestro cónsul para que impidiera el embarque de elementos bélicos destinados a Bolivia i el Perú, elementos cuya existencia no podía allí ponerse en duda, ha causado en mi Gobierno una penosa impresión. Estábamos muy lejos de aguantar que los agentes del poder público de Colombia, que en toda ocasión ha mantenido con Chile relaciones de constante i leal amistad, pudieran faltar, en daño de nuestro país, a los deberes que una severa neutralidad les impone (Archivo General del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, 1879-1881, vol. 62A, fojas 12-13)”.

En Colombia, Chile acreditó a Valdés Vergara como Encargado de negocios, con la finalidad de impedirá que se siga utilizando el Istmo de Panamá para el traslado de armamento y munición con destino al Perú; Chile apeló a un tratado firmado con Colombia en 1842, que indicaba que “ninguna de las partes contratantes franqueara auxilios de ninguna clase a los enemigos de la otra con el objeto de facilitar las operaciones de guerra”. Fue inútil toda gestión chilena, esta situación favorecía a Perú.

La acción de Valdés Vergara se facilitó con el cambio de gobierno en el estado de Panamá, en remplazó de Rivas Cazorla de gran afinidad con el Perú, se designó a Gerardo Ortega, quien prohibió el tránsito de armas para los beligerantes y su comercio a todos los residentes en el Istmo. Toda gestión realizada por este diplomático fue infructuosa.

Con respecto a las relaciones de Chile con Argentina antes de la declaración de guerra eran muy tensas, como resultado del litigio sobre la propiedad de la Patagonia, del Estrecho de Magallanes y de unas islas, problema que se había iniciado con la fundación de Punta Arenas en 1843, la firma de un tratado firmado por Manuel Montt en 1856.

Durante los prolegómenos de la guerra del Pacífico, la situación entre Chile y Argentina, era tensa motivado por la autorización que Chile concedió a embarcaciones extranjeras para extraer guano de la Patagonia, embarcaciones que fueron detenidas por fuerzas argentinas dos veces.

En 1877 y 1878, se habló de guerra entre estos dos países, sino se llevó a cabo esta contienda fue porque Argentina carecía de una escuadra, lo que motivó la gestión para que Perú les vendiera la “Independencia” o el “Huáscar” que no pudieron conseguir. Esto obligó a la Argentina negociar con Chile “una fórmula provisional de modus vivendi o statu quo. Las relaciones entre ambos países estaban interrumpidas.

El 6 de diciembre de 1878 se firmó el tratado Fierro-Sarratea, no contenía una definición de la línea fronteriza, y establecía la fórmula antes dicha, por un periodo de catorce meses, prorrogable por un año más “Durante ese lapso, el gobierno de Chile ejercería la jurisdicción sobre las aguas y costas, canales e islas adyacentes del estrecho de Magallanes y el de la Argentina sobre las aguas, costas e islas adyacentes del Atlántico. Mientras rigiera el statu quo, cada parte debía seleccionar dos representantes, los cuales formarían un tribunal mixto que resolvería las cuestiones. El tribunal debía elegir a su vez a un quinto individuo para actuar como arbitro iuris en todos los puntos no acordados por las dos partes”.

Este convenio fue ratificado por el Congreso chileno, se designó como ministro plenipotenciario de Chile en Argentina a José Manuel Balmaceda, quien gestionó ante el Congreso argentino la aprobación del tratado; según Gonzalo Bulnes, “El presidente Avellaneda había suscrito el pacto de mala gana, cediendo a una necesidad imperiosa y por la negativa del Perú de cederle un buque de su escuadra”.

Perú no podía aceptar la propuesta de ceder uno de sus buques a la Argentina, porque ya habían llegado a Chile los dos acorazados “Blanco Encalada” y Cochrane”. Cuando Balmaceda llega a Buenos Aires, encuentra un clima enrarecido por dos grupos, quienes propugnaban un movimiento de resistencia contra arreglo con Chile, se organizaron en una sociedad patriótica, que estaba a favor de Perú.

Según Gonzalo Bulnes el representante plenipotenciario de Perú en Buenos Aires era Aníbal Víctor de la Torre, “quien a juzgar por su correspondencia secreta se consagró con la mayor actividad a encender la discordia y a contrarrestar los esfuerzos conciliadores de Balmaceda”. Que más iban para contrarrestar el plan general chileno de desinformar a la opinión pública argentina, sobre las verdaderas causas de la declaratoria de guerra.

La misión de Balmaceda en Argentina y el convenio Fierro-Sarratea estaban destinadas a sucumbir frente al escenario que vivía Buenos Aires. Argentina, viendo esta oportunidad de emergencia y de apuro que vivía Chile frente a Bolivia y Perú, optó por lograr una mejor situación en el arreglo de su frontera en la Patagonia.

Argentina mantenía una fuerza e 5,000 hombres al mando del coronel Julio A. Roca, que garantizaba el dominio en la zona en disputa. Balmaceda lo entendía así, “se quiere, decía, transigir a costa de Chile y aprovechar del momento. Hombres y prensa no se cuidan de expresar las ventajas que les ofrece la ocasión”.

Desde el punto de vista de Gonzalo Bulnes, una de las razones para que Argentina no quiso comprometerse a apoyar a Perú con la firma del tratado de 1873, era que Argentina temía la actitud de Brasil. Brasil y Chile no tenían convenio ni tratado, mucho menos una alianza; pero, desde el punto de vista geopolítico, ambas naciones tenían intereses, por lo que era muy importante mantener una capacidad disuasiva, al no existir otra potencia que sirviera de equilibrio.

El esfuerzo de nuestro plenipotenciario Aníbal La Torre, se estrelló una y otra vez con esta indefinición del gobierno de Avellaneda, la falta de una decisión, lo que patentiza en uno de sus mensajes “Avellaneda, escribía La Torre, teme la guerra; teme las complicaciones con el Brasil”.

En otra ocasión La Torre, después de una conversación con el ministro de RREE, decía “Durante toda la conferencia he podido notar que ha aumentado la mala voluntad para Chile y que no se tiene fe en la palabra de ese gobierno y que sin el temor de futuras complicaciones con el Brasil, temor que no carece de fundamento, romperían toda negociación con el agente chileno, etc.”.

Gobernaba Brasil el Emperador Pedro II, cuya simpatía y la de la opinión pública brasileña era a favor de Chile, optando por la neutralidad. Chile acreditó como ministro plenipotenciario a José Vitorino Lastarria y Perú designó a José Antonio de Lavalle, quien luego de su infructuosa misión en Chile, llegó a Brasil a mediados del año 1879.

José Antonio Lavalle, expresa la forma cómo fue recibido y las impresiones que tuvo del Emperador, lo explica en un oficio del 4 de noviembre de 1879 al ministro de RREE, “En el curso de este relato a cada paso interrumpido por el Emperador con preguntas, objeciones y aclaraciones, observé en su majestad lo siguiente: 1° que está fuertemente prevenido en favor de Chile; 2° que cree que Bolivia obró mal en imponer el salitre que se explotaba en su territorio; 3° que juzga    que Chile estuvo en su derecho al declarar caduco su Tratado con Bolivia y ocupar el territorio en disputa, aunque no ha debido emplear la palabra reivindicación; 4° que nosotros, desde el momento que teníamos el Tratado secreto con Bolivia que podía llevarnos a la guerra, debíamos vigilado muy de cerca sus procedimientos y evitado que tomase medidas que  pudiesen producir una guerra, etc.”.

De lo expresado por nuestro Plenipotenciario en Brasil, podemos establecer que el trabajo de la diplomacia chilena había logrado su cometido de desinformar al Emperador de Brasil, sobre las verdaderas causas de la guerra y especialmente respecto de la violación de la soberanía de Bolivia sobre el territorio de Antofagasta; frente a ello, nuestro Plenipotenciario tuvo una ardua labor para cambiar esa percepción, pero, la terquedad del Emperador fue un obstáculo muy difícil.

Finalmente, la labor de José Antonio de Lavalle en Brasil, tuvo otro obstáculo en Joaquim Tomás do Amaral, 2° vizconde de Cabo Frío, de quien Lavalle expresó, “Esfinge animada, logogrifo viviente, hipócrita, falso, incapaz nunca de ir por el camino recto, meticuloso, formalista, quisquilloso, hombre que no tiene palabra ni obra buena”.

El trabajo diplomático de José Antonio Lavalle en Brasil fue infructuoso, así lo comprendió y ello le causó frustración en su misión, no logró cambiar la opinión muy particular que tenía el Emperador Pedro II, respecto de la guerra que se desarrollaba al otro lado de la cordillera de los Andes, “S.M. es sumamente terco, aferrado a sus ideas y disputador para sostenerlas”, expresaría Lavalle sobre Pedro II.

En otra oportunidad después de las batallas de Tacna y Arica, el Emperador preguntó a Lavalle sobre cuándo terminaría la guerra, el Plenipotenciario respondió “Cuando los chilenos tomen Arequipa primero. Lima después, Trujillo más tarde y el gobierno del Perú esté establecido en la frontera de vuestra majestad, recibiendo una respuesta irónica, “me gusta, me gusta, ver que usted no se desanima”.
Notas:
Bulnes, Gonzalo. Guerra del Pacífico. De Tarapacá a Lima. En 1879. Sociedad Imprenta y Litografía. Valparaíso, 1914. Política internacional de la guerra.
De Lavalle, José. Mi misión en Chile. Serie Memorias. 1979.
Las razones de sus protestas lo explican en  https://www.youtube.com/watch?v=cHzRz9YMITA

sábado, 21 de enero de 2017

La naturaleza y los huaycos de siempre


Todos los años se presentan en nuestro país, los fenómenos naturales que afectan a la flora, fauna y población en general. Desde las torrenciales lluvias en la sierra y selva, pasando por el friaje de medio año con su secuela de muerte y destrucción, que recorren como una plaga egipcia, una sombra maligna los confines de nuestro país; hasta los huaycos y deslizamientos en carreteras, destruyendo la infraestructura vial con efectos graves sobre viviendas de la población.

El 7 de noviembre 2016, se conoció la disminución de los niveles de agua en el reservorio de Poechos, debido al desequilibrio entre el ingreso y salida de agua, motivando la preocupación de agricultores y población de cinco provincias de Piura. Esta situación obligó al Comité Técnico para la operación del sistema hidráulico Chira Piura, a dictar medidas restrictivas en el uso del agua.

El 21 de noviembre 2016 un diario de la capital publicaba que “diez regiones del país han sido escenario de incendios forestales en tan solo una semana. Los departamentos afectados por el fuego son La Libertad, Pasco, Lambayeque, Áncash, Tumbes, Piura, Ayacucho, Lima, Huancavelica y Cajamarca”. Clima seco, ausencia de humedad y sequía serían las causas.

Hasta diciembre 2016, el recurso hídrico y ausencia de lluvias, así como la sequía en la parte andina y selva de nuestro país amenazaba a la flora, fauna y población de estas zonas, motivado por el retraso de lluvias, que normalmente se inician a fines de noviembre, principios de diciembre y duran hasta marzo del siguiente año. Sus efectos se empezaban a sentir en la costa peruana.

Toda esta situación, qué duda cabe, nos permite establecer que, adolecemos no solo de una política proactiva de riesgos de desastres en el país; lo que es peor, los últimos gobiernos a partir del año 2000 poco o ninguna importancia le han dado a este tema. El Estado dispone del Sistema Nacional de Gestión del riesgo de Desastres (SINAGERD), como órgano de máximo nivel de decisión política.

El SINAGERD, es presidida por el Presidente de la República y está integrado por: la Presidencia del Consejo de Ministros(PCM) como ente rector; EL Consejo Nacional de Gestión del riesgo de Desastres; El Centro Nacional de Estimación, Prevención y reducción del Riesgo de Desastres(CENEPRED); el Centro Nacional de Planeamiento Estratégico(CEPLAN) y el Instituto Nacional de Defensa Civil (INDECI) entre otros.

Después del huayco de Chosica y Chaclacayo, restablecido el tránsito vehicular de transporte y carga, y de personas en la carreta central, se dio nuevamente vuelta a la página y aunque parezca mentira, todas las autoridades del gobierno regresaron a la rutina, en que se ha convertido el caso Odebrecht y Camargo Correa con nuevas denuncias que involucrarían directamente a Alan García, Ollanta Humala y Alejandro Toledo, y algunas detenciones de funcionarios de tercera categoría o nivel, dónde están los grandazos, se pregunta la población.

Pero, sin lugar a dudas, el huayco Odebrecht que viene desde  Brasil a través de nuestra cordillera, no es un fenómeno natural común y corriente, se asemeja a un tsunami de grandes proporciones, que amenaza no solo a quienes medraron del poder, se aceitaron y recibieron honorarios de éxito; sino que el país, en lo moral, ética y valores, recibe un golpe mortal. No se podrá recuperar si es que la justicia, no se pone los pantalones y arremete como un buldócer, y no lo que siempre está acostumbrada, archivar los casos, se desaparecen los expedientes, las pruebas, se producen incendios o robos.


El miércoles pasado por la noche, un apresurado Toledo llegó de madrugada al aeropuerto y se embarcó a EEUU vía Panamá, horas antes circuló la versión de que el juez que ve el caso lava jato ordenaría su detención. Un Toledo asustado y puesto a salvo, twitteo en su cuenta que no había huido del país y se fue porque tenía compromisos en la universidad de Stanford, de EE.UU. Fue desmentido por la vocera oficial de esta universidad.

PPK no las tiene consigo, paralelamente al bajón en las encuestas y al ver que su índice de desaprobación ante la población es mayor que su aprobación, consideramos que está, seriamente preocupado. Además, PPK, siendo el presidente debería liderar la lucha contra la corrupción, tener una posición más estricta, más dura con el caso “lavajato”. La población preocupada, se pregunta por qué no es así.

Otra tanto, sucede con la presidente del Legislativo Luz Salgado, que ha hecho declaraciones muy suaves sobre el mega caso Odebrecht, que atraviesa transversalmente a los últimos gobiernos, según la denuncia llegada de la justicia estadounidense. Es cierto, se debe dejar que el poder judicial haga los suyo, por la independencia de poderes, pero ese acuerdo de 29 millones de soles firmado por la fiscalía con Odebrecht, realmente preocupa.

Como podemos apreciar, el gobierno de PPK no solo está cercado por una baja en las encuestas, sino por los fenómenos naturales que en esta época del año hacen un tremendo daño a la población de menores recursos, las protestas violentas como el de Puente piedra, su posición suave frente al caso Odebrecht, los problemas sociales, son una muestra del hartazgo de la población y de la falta de liderazgo del gobierno.


Esta situación estaría siendo aprovechada por organizaciones de extrema izquierda que buscan cualquier resquicio de debilidad del gobierno, para realizar protestas, con graves daños a la propiedad privada y pública y aprovechando para realizar ensayos de protestas contra el gobierno más violentas en el futuro, frente a la falta de liderazgo del ejecutivo. 

domingo, 15 de enero de 2017

17 de enero de 1881, corolario de “un odio viejo y pestilente”



La toma de Lima y la violación de los derechos de los ciudadanos peruanos y extranjeros, ciudades incendiadas, cupos, exacciones, robos de la propiedad privada y pública, su traslado a Chile por las huestes enemigas, durante 2 años y 10 meses.

A pocos días de la declaratoria de guerra al Perú, el 24 de marzo de 1879, en sesión secreta en el senado chileno, mientras el presidente Aníbal Pinto, compadre del presidente peruano Mariano Ignacio Prado, esperaba el momento propicio para declarar la guerra a Perú, el senador Benjamín Vicuña Mackenna lanzaba un discurso xenófobo y racista en esa cámara legislativa.

El señor Benjamín Vicuña, expresaba entre otras consideraciones lo siguiente: “Es una vieja cuestión de razas entre el manso quichua y el fiero araucano. En cuanto a la envidia que se atribuye a los peruanos, si tal pasión existe, ella nos honra, porque lo que mueve su mala voluntad hacia nosotros es el deseo vehemente de poseer ellos mismos las condiciones de orden, de trabajo, de patriotismo que nos enaltecen a los ojos de la América”.

Cuál fue el grado de resentimiento que Chile experimentó respecto de Perú. No lo podremos saber nunca, porque quienes idearon, planearon y realizaron esta guerra ya están en otra dimensión. Creemos que ni el neurólogo francés Jean-Martin Charcot, tampoco Sigmund Freud, hubieran podido determinar la patología de esa envidia y odio obsesivos, que aún subsiste al presente en su clase dirigente.

El historiador y publicista chileno Benjamín Vicuña Mackenna, fue a no dudarlo su principal propagandista. Fue quien también, en muchos de sus escritos, sacaba a relucir ese “odio viejo y pestilente por nuestro país”. Pero, siempre trató de voltear ese malévolo sentimiento y sostener que era al revés y eso se puede comprender por sus expresiones.

Decía Benjamín Vicuña Mackenna, “Pero donde está encarnada profundamente la enemistad contra el roto es en la prole de África y en todas sus mezclas y amasijo con el aborigen, el zambo, el mulato y el cholo, excluyendo de esta denominación al indio propio, porque ese es un elemento manso, primitivo y huraño que aborrece a su manera, con el silencio de las tumbas y la taima de sus llamas, el huinca y el viracocha, es decir, el blanco español”.

Quien mejor califica, el rol, el papel del publicista Benjamín Vicuña Mackenna, es el hijo de nuestro preclaro historiador Jorge Basadre, el también historiador Jorge Basadre Ayulo No le temo a la muerte ni a las enfermedades, pero sí a la mentira, a los sobones, como Vicuña Mackenna y usted, al escalador social, al ladrón, al hombre codicioso que sólo aspira a tener más dinero en su peculio, cueste lo que cueste, a las barbaridades y falsedades que salen de los labios de los mediocres, a los traidores, y como dijo mi padre “a los podridos, los menguados y los incendiarios”. Lamentablemente padece usted de una personalidad múltiple, escondida y disociada por la cobardía de sus antepasados”.

Con la entrada a Lima de las tropas chilenas el 17 de enero de 1881, su permanencia hasta octubre de 1883, la firma del tratado de Ancón. Con Francisco García Calderón-Landa, preso en Chile por no haber firmado un tratado con cesión territorial. Con Miguel Iglesias presidente títere, puesto por las huestes chilenas y con quien finalmente se firmó el lesivo tratado, es bueno recordar este episodio.

James G. Blaine, Secretario de Estado de los Estados Unidos en el año 1881 se expresó en el Senado durante el mandato del presidente James A. Garfield “Chile jamás habría entrado una sola pulgada dentro de la guerra, sino hubiera sido por el respaldo del capital inglés" agregando: "era un completo error hablar de dicho conflicto como de una guerra entre Chile y Perú… es una guerra de Inglaterra contra el Perú, con Chile como instrumento… asumo la responsabilidad de esta afirmación".

El 30 de enero de 1882, el mismo James G. Blaine, en declaraciones al diario "The Washington Post" habló sobre las relaciones de Inglaterra y Chile en la guerra del Pacífico, y declaró que esa república “consiguió de Inglaterra acorazados y material de guerra. Los soldados chilenos marcharon hacia el Perú con uniforme de tela inglesa, con fusiles ingleses sobre sus hombros, la simpatía inglesa respaldó a Chile en su conquista y los intereses comerciales ingleses reciben un tremendo impulso del engrandecimiento de Chile".

Luego del resultado adverso para nuestras fuerzas defensoras, en batallas de Lima; Chorrillos, San Juan y Miraflores. Después de una gran demostración de indisciplina, en que se mataban entre ellos, se embriagaron, violaron a las mujeres indefensas e incendiaron el balneario más hermoso de esta parte del Pacífico, luego Barranco y Miraflores, ingresaron a la bella capital del Perú.

Nicolás de Piérola el dictador de turno, el genio militar que había organizado la defensa de Lima, contra las recomendaciones de generales del ejército. El mismo que ordenó que 11 batallones de la reserva no dispararan un tiro, el mismo que almacenó en el Cuartel Santa Catalina, cañones, fusiles y munición que no entregó a las fuerzas del Sur, huía despavorido y temeroso a Canta, imitando la cobarde fuga de Mariano Ignacio Prado, y abandonando la ciudad a su suerte.

Por ser de vital importancia, en estos momentos en que el país se debate en una mega corrupción, un caso tan grave, que toca las fibras más sensibles de la moral pública y que involucra a tres presidentes y probablemente al actual mandatario, afectando la moral de nuestro sufrido pueblo, escenario en que nuestras FFAA y PNP, se ven avasalladas por la política gubernamental que afecta su institucionalidad.

Es necesario recordar estos episodios para que nunca se vuelvan a repetir, para que las autoridades competentes, asuman su responsabilidad en el campo de la defensa y seguridad nacional y así no repetir episodios dolorosos, producto de indecisiones e intereses subalternos, que caracterizaron a la clase política, responsables de los resultados de esta guerra, por su lenidad, ineptitud, desafecto y traición a la patria.

El sentir de diferentes países amigos del Perú, ha quedado para la posteridad editoriales de diferentes diarios de la época, que es muy importante conocer, para saber cuál era su percepción respecto de esta guerra. Glosaremos inicialmente cómo se expresaron los diarios chilenos al respecto.

Diarios de Chile
El Ferrocarril de Santiago de Chile, 20 enero de 1881
“Dos esplendidas victorias han abierto el camino de Lima a nuestro invicto y glorioso ejército. El numeroso ejército enemigo, arrollado i disperso, a sucumbido al empuje irresistible de nuestros valientes soldados.
En la orgullosa ciudad de los Virreyes flamea ya el tricolor chileno y nuestro himno nacional, entonado en sus calles y plazas por las vencedoras huestes de Chorrillos, Miraflores y la Palma, anuncia a la América y el mundo que ha terminado la heroica epopeya del pacífico. Honor al ilustre general Baquedano y al invencible ejército que acaba de agregar estas páginas de oro a nuestra historia.
El dictador Piérola ha buscado también la salvación en vergonzosa fuga. No ha sabido siquiera rescatar con gloriosa muerte la tremenda responsabilidad de una resistencia”.

El Heraldo, 25 de enero de 1881
“Cuando se escriba la guerra del pacífico, al mismo tiempo que la importancia de los acontecimientos, llamará la atención del pensador, el contraste de caracteres, que presentan los dos pueblos principales que han luchado, el chileno y el peruano.
Hoy hay la verdad, un contraste más notable, más permanente, una tenacidad que revele más a las claras, la condición de una y otra nacionalidad.
¿Cómo comenzó la guerra el Perú? Con una celada. ¿Cómo la terminó? Con una traición. Entre estas dos fechas, 7 de marzo de 1879 y 15 de enero de 1881; entre estos sucesos, misión Lavalle y batalla de Miraflores, está comprometida y juzgada toda la historia del Perú en los dos años de guerra”.

Diario El Mercurio, 26 de enero de 1881
“Lo que ha hecho nuestro ejercito, es no solo poner de manifiesto su superioridad indiscutible sobre el enemigo, sino también terminar la guerra en dos días de sangrientas batallas y destruir en ellos gobierno, ejercito, armada i hasta la nacionalidad peruana.
Hay quien dice que la paz con el Perú es un sueño, que ella no puede existir de hecho, es decir mientras esté ocupado por nuestras armas.
¡Es ello cierto! ¡Quién sabe! Para una nación que no ha conocido nunca la lealtad; que ha pisoteado sin rubor ni remordimiento todos los compromisos internacionales; que ha hecho alarde de burlarse cínicamente de su palabra, hasta en los asuntos que los comerciantes de mala fe respetan por interés propio, es verdaderamente casi imposible inspirar fe a nadie, y mucho menos a quien acaba de aplastar su cabeza con el tacón de su acerada bota. A los pueblos que no tienen idea del honor, de lo que vale el sentimiento de la fe pública, no les acompaña derecho ninguno a que se les crea, ni aún a que se les guarde las consideraciones que la desgracia reclama de los corazones generosos”.

Diarios de Argentina
La República de Buenos Aires, 20 de enero de 1881
“LA VICTORIA Y LA CONQUISTA”
“¡Lima ha caído! Ha luchado sola la Ciudad de los Virreyes con Grau y con Piérola, y ha sido vencida. Sí la capital se halla en poder del vencedor, lo más probable, lo más seguro es que el Callao caiga en poder de Chile, desde que existe una escuadra que lo bloquea y lo bombardea desde hace tiempo, y desde que con las victorias recientes, el ejercito de tierra de Chile, dueños de la capital y de las vías férreas, puede atacarlos por retaguardia y rendirlo.
¿Y bien que hará Chile? Chile queda dueño desde el Estrecho hasta el Ecuador por ahora, y cuando imponga la conquista y anuncie la paz, quedara como dueño hasta Camarones, es decir, con una costa marítima más extensa que la del mismo Brasil en el Atlántico. Y como el Ecuador ni Colombia tienen escuadra Chile dominará desde el Estrecho hasta el istmo de Panamá”.
La Tribuna Nacional, 22 de enero de 1881.
“LIMA HA CAIDO”
“Creemos que Chile ha de quedar escarmentado de empresas guerreras, después de la ruda campaña que acaba de terminar a orillas del Rímac. Chile habría llegado hasta declararnos la guerra hace dos años, en presencia de su plan de ensanche, pero los nuevos horizontes que su éxito en el Pacífico le han abierto, lo separan en la actualidad de sus arraigadas pretensiones hacia el Oriente de los Andes. Esta guerra le ha dado lo que no encontraría jamás persiguiendo su tendencia absorbente sobre nuestros territorios del Sur”.
La Libertad de Buenos Aires, enero de 1881
EXPRESIÓN Del diario
“Desde que el Perú es Perú, nunca había sido azotado tan crudamente por la desgracia. Después de esta serie de calamidades, debemos esperar que hará el ejército chileno en Lima. Tiene que buscar en el gobierno peruano con quien tratar. Ese gobierno tiene que ser días más o días menos”.
La Protesta de Buenos Aires, 22 de enero de 1881.
¡LIMA HA SUCUMBIDO!
“Ha sucumbido Lima en circunstancias que ponen de relieve el heroísmo peruano, al mismo tiempo que la organización, la disciplina y el arrojo del ejercito chileno, que ha dado pruebas en esta ocasión de una solidez a toda prueba. Todo en esa campaña es notable”.

Diarios de Uruguay
El Telégrafo Marítimo, 22 de enero de 1881
¡HAY DEL VENCIDO!
“Lima a ha caído en poder del ejército chileno, después de tres batallas consecutivas, que el Telégrafo en su laconismo llama sangrientas. Hay en eso dos enseñanzas y dos temas para el escritor público. Mientras unos diseñarán con los más vivos colores que encuentren, aquel cuadro de sangre y desolación, séanos permitido a nosotros recordar ahora, que hay algo que hace fecundamente funesto aquel inmenso desastre. Ese algo es que la toma de Lima afirma sin contestación las pretensiones chilenas: ahora han quedado ratificados por sí mismos los tratados que se desecharon en Arica. La espada va a trazar los límites de los pueblos y a acortar de paso el frágil hilo que guarda las fronteras de otros muchos”.
El Plata De Montevideo, 24 de enero de 1881
¡LIMA! ¡SADOWA!
“Después de la expedición Lynch que recorrió impunemente, con una división ligera, populosas provincias del Perú, era manifiesto que la fibra popular estaba muerta. Se ha fatigado en medio siglo de anarquía; se ha destemplado con la herrumbre inveterada del militarismo.
Quedaba únicamente en pie el esfuerzo supremo de la Dictadura, reconcentrando en una formidable máquina de guerra, todos los elementos y todas las voluntades de la Nación. Se recordaban antecedentes de Piérola, conspirador perpetuo, sublevando batallones, alzándose con naves de guerra, trabando los más nobles esfuerzos de regeneración civil en su país”.

El Heraldo de Montevideo, enero de 1881
“LA TOMA DE LIMA”
“La guerra está, pues, concluida, dejando al Perú a merced del vencedor. La gloria militar de Chile en esta guerra es grande, sin duda, pero no está exenta de hechos bárbaros, de violencia y de crueldad, que acompañan su fama y lo han hecho antipático a toda la América que, después de haber acompañado al Perú con sus votos platónicos y estériles, lo verá con tristeza caer postrado a los pies de su valiente vencedor”.

Diarios de Inglaterra
El Times de Londres, 22de enero de 1881
LA TOMA DE LIMA
“La guerra entre Chile y el Perú ha dado por resultado la derrota completa de los últimos y la capital peruana se encuentra ahora en manos de los chilenos. Los habitantes de Lima y Callao han hablado mucho sobre gastar su último peso y derramar su última gota de sangre en la contienda y sentirán repugnancia en reconocer, que han sido derrotados en una lucha con un país que suponían inferior en recursos.
Los chilenos son, sin embargo, gente práctica, que nunca han cometido errores tan comunes en los otros países sudamericanos. Nunca han sentido inclinaciones para hacer la guerra a sus vecinos. Se han ocupado siempre, con preferencia, de sus propios negocios y cumplido todos sus compromisos”.

23 de enero de 1881. “LA GUERRA DEL PACÍFICO”
“Al principio de las hostilidades, nada había más claro para los espectadores, suponer que el Perú con un territorio mas extenso, una población mayor y una reputación inagotable, tuviera la mejor parte. Pero no se había considerado suficientemente de que Chile es en todos respectos, un Estado mejor organizado; que sus finanzas se encontraban en situación más próspera; y que el gobierno tenía su más fuerte apoyo en los recursos de su país y en las simpatías de su pueblo”.

De El Standard de Londres, 22 de enero de 1881
LA TOMA DE LIMA
“El ejercito peruano ha sido derrotado en Miraflores, el señor Piérola ha escapado, su hermano y su ministro de guerra Iglesias han sido tomados prisioneros.
Piérola ha volado, como Prado y Daza antes y es muy posible que tratará de paliar su derrota por medio de discursos en que jure morir en el último foso. Si se mantiene en defensa, causará a Chile molestias infinitas, y es muy dudoso que esto reporte algún bien al Perú”.

La Pall Mall Gacette de Londres, enero de 1881.
LA CAIDA DE LIMA
“Pocos han dudado del desenlace del prolongado conflicto que ya parece terminar. Es indudable que durante los últimos tiempos el Gobierno del Perú ha estado en manos de hombres incompetentes y disolutos que lo han ido destrozando poco a poco.
Ha sido tan ignorante, tan tono y tan vanidoso, que se ha deleitado construyendo costosos ferrocarriles que no prestan la menor utilidad práctica, y buques de guerra que no podía manejar ni tripular, al paso que ha despreciado deberes tan imperiosos como el de proporcionarse agua para cultivar los frutos de la tierra y proveer el alimento a sus hijos”.

El Morning Post, enero de 1881
“Aunque el ejercito chileno contiene, como las levas peruanas, algunos de los más feroces e irreductibles elementos del mundo y aunque han sido muy frecuentes los combates sin dar cuartel entre las fuerzas contendientes, la disciplina férrea, que generalmente ha mantenido Chile y a la cual es debida gran parte de su éxito, ha sido, estamos seguros, muy eficaz para impedir las atrocidades de una ciudad saqueada, que en un tiempo fue la costumbre de la mayor parte de las tropas civilizadas de Europa”.

Diarios de Francia
El Fígaro de París, enero de 1881
TOMA DE LIMA POR LOS CHILENOS
“Un telegrama recibido ayer por el Representante de Chile en París, señor Blest Gana, cuenta muy lacónicamente la capitulación de Lima ante el ejército chileno. Este hecho lejano no interesa a nuestros lectores, sino en cuanto les notifica el probable fin de una lucha sangrienta, cuyos motivos e incidentes nos han interesado muy poco hasta ahora.
Y, sin embargo, curiosa analogía entre la guerra franco-alemana y la guerra del Perú. Chile puede pasar por una Alemania microscópica. Es un Estado organizado severamente, con jerarquías, disciplina y mucha autoridad. El Perú, al contrario, es presa de acontecimientos de que nuestra comedia política en Francia, no da sino una débil idea”.

Diarios de Bélgica, Gante.
La Flandre de Libérale, 26 de enero de 1881
“LA SUPERIORIDAD DE CHILE”
“La guerra entre Chile y Perú, aliado de Bolivia, toca a su fin. Las últimas derrotas de las tropas peruanas, la rendición de Lima y el Callao hacen inútil toda resistencia ulterior”.
“…Sin embargo, hay útiles lecciones que aprovechar de esos acontecimientos que han tenido lugar en países lejanos”.

“Se las encuentra en el examen de las causas que han valido su superioridad a Chile. Entre todas las repúblicas sud-americanas, Chile es la única que ha gozado siempre de los beneficios del orden y de la tranquilidad”.

domingo, 8 de enero de 2017

La captura del transporte chileno Rímac y la crisis política que desató


Fue un gran golpe, en el que se entrelazaron el temor de las autoridades chilenas a la pequeña escuadra peruana conformado por el Huáscar y la Unión, que merodeaba por aguas chilenas. La Unión fue vista el 20 de julio ingresando al puerto de Caldera, con seguridad seguido del Huáscar, información que llegó a la superioridad chilena, al despacho del señor Altamirano comandante general de marina.

La orden para que saliera el Rímac y la posterior contraorden para demorar la salida con su carga, sin lugar a dudas creó un ambiente de preocupación entre los Carabineros de Yungay, su principal carga, tan es así que el hermano del comandante Bulnes, visiblemente preocupado “propuso en su noble angustia mil medios de salvación al comandante general de marina; pero todos eran inútiles”.

En la captura del transporte chileno Rímac el 23 de julio de 1879, por las naves peruanas la Unión y el Huáscar, convergen una serie de indecisiones, imprevisión, dudas e incertidumbre por el lado chileno. No de otra manera se explica su captura que transportaba al Regimiento de caballería, “Carabineros de Yungay” al mando del comandante Manuel Bulnes, armas, uniformes, vituallas y agua a bordo.

Según el parte oficial del comandante militar Capitán de Fragata Ignacio Luis Gana el transporte Rímac partió de Valparaíso con dirección a Antofagasta, el 20 de Julio de 1879 a las 12 a.m., llevando al Escuadrón Carabineros de Yungay y 200 caballos en el entrepuente, además de 700 toneladas de carbón y 240 soldados.

Según relato de Benjamín Vicuña MacKenna, “Iba el Rímac en las peores condiciones de estiba, como tuvo que observarse en el naufragio del Tacna en 1874. Fuera de esto, registraba su conocimiento sin contar 1,000 pequeños trebejos, 300 uniformes para el batallón Valparaíso, 300 pares de botas, 100,000 tiros a bala, 300 rifles, 209 sacos de cebada y las famosas 200 cargas de odres repletas de agua dulce”.

El Rímac iba al mando del capitán alemán Pedro Lathroup, pero nominalmente al mando del capitán de Fragata Ignacio Luis Gana, quien solo debía tomar el mando del buque cuando este estuviera en inminente peligro de entrar en combate. Así estaba el contrato y fue lo primero que hizo el capitán Lathroup cuando avistaron a la Unión, apeló a su contrato.

Al amanecer del 23 de julio las condiciones atmosféricas eran adversas, la visibilidad limitada por la neblina, por lo que cuando el capitán del transporte divisó una nave, por sus características creyó que era el Cochrane, con el que estaba previsto un encuentro. Gana asumió el mando del transporte y no desconfió, porque estaba informado que el encuentro se iba a dar en esas aguas.

Al navegar en dirección de la nave desconocida, y estando a 4 millas de distancia de esta, grande fue su sorpresa y enorme su temor, al percatarse que se trataba de la Unión y no la chilena Cochrane, por lo que de inmediato maniobró buscando escapar, para proteger su carga valiosa; para aumentar más su desazón y temor, la aparición del Huáscar sin lugar a dudas causó gran temor y preocupación.

El relato del subteniente chileno Guillermo Chaparro, que proviene del libro “Testimonios y recuerdos de la guerra del Pacífico” del historiador Oscar Pinochet de la Barra, es muy expresivo, porque hace conocer cuál fue la reacción de tripulantes y tropa del Yungay, al observar que lo peor de sus pesadillas había ocurrido, encontrarse con la Unión, y luego el Huáscar, justamente antes de ingresar a su destino, Antofagasta.

“El desorden toma cada momento mayores proporciones. El escuadrón fue llamado a formar; los marineros, ya completamente insubordinados, aprovechan esos momentos de absoluta libertad y asaltan la cámara. En un abrir y cerrar de ojos destrozan los muebles y perforan a balazos cuadros y espejos; fuerzan los armarios, invaden la cantina y bodegas de víveres y licores. El saqueo fue total y rapidísimo”.

Vanas fueron las maniobras que realizó Ignacio Luis Gana para evadir la persecución de las dos naves peruanas, nos imaginamos la desesperación de la tripulación y de los Carabineros de Yungay, justamente se habían encontrado con las naves que comandaba valerosa, hábil e inteligentemente Miguel Grau, finalmente fue capturada y conducida al puerto de Arica adonde llegó el 25 de julio.

Siguiendo el relato del subteniente Guillermo Chaparro, “Sobre el Rímac, la desesperación se advertía bajo diversas manifestaciones (…). Los marineros habrían colgado gustosos al capitán Gana, pero fueron enérgicamente reprimidos por la autoridad del comandante Bulnes. Este jefe, pálido y con la cabeza inclinada sobre el pecho, luchaba contra la desesperación y el desaliento. El mayor don Wenceslao Bulnes recordaba a la Patria, se creía deshonrado y gruesas lágrimas rodaban por sus mejillas. El capitán Campos, mudo, sombrío, era sacudido a intervalos por explosiones de sollozos sin lágrimas”.

A continuación, observaron que un bote peruano con tripulantes se acercaba al Rímac, atracó al lado del transporte, y subió el capitán Melitón Carvajal, saludo atentamente al comandante Bulnes y los otros jefes; enseguida dio órdenes, el comandante Bulnes y su hermano el mayor Bulnes, fueron conducidos al Huáscar, el capitán Gana y empleados civiles a la Unión, la tropa pasó a las bodegas.

“El 25 de julio al mediodía, penetró el convoy en la bahía de Arica. Algunas horas después desembarcamos los oficiales, entre dos filas de soldados, llevando cada uno su equipaje de mano”.

Mientras estos hechos sucedían, las autoridades chilenas en todos los niveles estaban desesperados, porque no tenían noticias del transporte Rímac, especialmente por su valiosa carga. Los telegramas iban de un lado para otro con noticias nada alentadoras. El Cochrane, la nave que debía encontrarse con el Rímac, llegaba el 24 por la tarde, remolcado por el Itata al puerto de Caldera.

Los telegramas que intercambian, reflejan el sentimiento que invadía a las autoridades chilenas, presas de desesperación y temor por lo peor “Antofagasta, julio 23. Llegó Paquete de Maule. Ha navegado a 4 millas de la costa y no ha encontrado ningún buque. Supone que al Rímac le ha sucedido alguna desgracia con e motivo del cambio de maquinista. Los buques peruanos estuvieron cerca de este puerto esta mañana. Santa María”.

El telegrama despachado en Valparaíso es muy demostrativo del espíritu de ansiedad y preocupación de las autoridades chilenas “Valparaíso, julio 24 (a las 10.35 a.m.) Santa María me dice: Rímac no llega; Cochrane no vuelve. E. Altamirano”. El otro telegrama, muy ambiguo, no traía noticias alentadoras, a las desesperadas y ansiosas autoridades.

Otro telegrama despachado en Antofagasta, venía a agregar la incertidumbre que cada hora, cada minuto, crecía en las fuerzas chilenas, “Antofagasta el 25, El capitán del vapor no sabe nada. Solo refiere que en Arica lo detuvo la Pilcomayo, y que en Iquique vio a nuestros buques. Los pasajeros, que no han visto buque alguno y que nada saben del Rímac. Se dice también por los pasajeros que Daza está en Pisagua y que viene a Iquique a hacerse cargo del ejército expedicionario que ha de dirigirse al sur (…). Domingo Santa María”.

La esperanza que el Rímac no hubiera sido detenido por la escuadra al mando de Miguel Grau, se diluyó al enterarse de su captura, una grave crisis se apoderó del gobierno, “…el jueves 30 de julio por la noche se anunció en el teatro que por el vapor alemán Theben, llegado en derechura de Arica a Valparaíso, el Rímac había entrado cautivo el 25 de julio y a las nueve y media de la mañana a aquel puerto, donde la población le había recibido en triunfo con repiques y precesiones”.

La crisis en el gobierno era tan grave, que en el congreso se dio una larga sesión doble el 31 de julio y 1 de agosto. En la del 31 de julio, cuando algunos ministros se dirigían a esta, “fueron seguidos por gruesa y tumultuosa poblada (unos mil hombres), que desde temprano había estado estacionada en la Moneda y aunque se detuvo largo rato en el pórtico del Senado profiriendo hirientes denuestos contra el gobierno”.

La crisis no solo causó protestas, enfrentamientos con la población, desafíos y provocaciones a las autoridades, riñas en las que se cruzaron piedras y sables, algunos disparos de revolver, hubo heridos, entre ellos el capitán de Granaderos Julio García Videla, de guardia en palacio, que recibió una pedrada en la cabeza; sino, insultos, diatribas en el congreso chileno que, obligaron a la renuncia del ministro general Basilio Urrutia el 2 de agosto.

La agonía del gabinete se prolongó por varios días, esperando el regreso de Domingo Santa María que estaba en Antofagasta, en la sesión del congreso del 4 de agosto, el diputado por Lautaro Domingo Arteaga Alemparte, solicitó se entregara “sobre la mesa de la Cámara la correspondencia tanto telegráfica como por escrito del gobierno y el libro de actas del Consejo de Ministros sobre los asuntos de guerra…”.

En la sesión del 14 de agosto, se leyó una nota remitida por el ministro de guerra, quien solucionaba los interrogantes de la investigación encaminada por el diputado Domingo Arteaga, referente a la “marcha de los negocios públicos en lo relativo a la conducción de la guerra”.

Luego de un largo debate después de la lectura del informe del ministro de guerra, hubo un largo debate, no referente al documento, sino a la ausencia del ministro en el congreso, como lo planteó el diputado Carlos Walker Martínez “debió venir en persona a dar a la Cámara las explicaciones que se le habían pedido por el camino y el derecho constitucional de una interpelación”.

La crisis ministerial hasta ese momento solo había traído la renuncia del ministro de guerra. El diputado por Santiago Zorobabel Rodríguez, redactor en jefe del diario “El Independiente”, preocupado por la situación de crisis ministerial, tomó empeño en plantear un voto de censura para el gabinete, no se llegó a ningún acuerdo.

El 16 de agosto, continuo la discusión sobre el voto de censura, los cargos contra el gabinete fueron agravados. Los diputados Jordán y Walker Martínez, insistieron en las graves faltas respecto de las operaciones militares “como el bloqueo de Iquique, la desautorización sistemática del almirante de la escuadra, realizada por el gobierno, los dos viajes del señor Santa María al norte, la captura del Rímac y otros temas…”.

En medio de su exposición, el ministro del Interior Antonio Varas, quien lucía agobiado, estresado, fatigado y sin ánimo ni esfuerzo por seguir, optó por abandonar el Congreso, seguido por los demás ministros, un diputado le rogó que se detuviera, sea porque no quiso detenerse o porque en medio del ruido no lo escuchó, “los ministros salieron a la desfilada, encasquetándose los sombreros y como en desaire de la Cámara y de sus derechos”. 

Esta actitud asumida por el gabinete de ministros, fue tomado como una ofensa al parlamento, los diputados protestaron, se encendió la discusión, “En consecuencia de haberse ausentado el señor Varas y sus colegas, sin dar muestras de haber oído la petición anterior, algunos señores diputados interpretaron la retirada de ministerio en aquellas circunstancias como un desaire depresivo de la dignidad y fueros de la Cámara, contra el cual protestaron”.

Aunque hubo entre los diputados voces que llamaban a la concordia, como el diputado Tagle Arrate quien pidió se oficiara a los señores ministros para continuar el debate en la siguiente sesión y el diputado Ambrosio Montt proponía al presidente de la Cámara que se invitara cortésmente a los ministros a continuar el debate; pero, surgió una voz discordante, que finalmente provocaría la renuncia en masa, la del diputado Carlos Walker Martínez que expresó lo siguiente “La Cámara condena la conducta que los señores ministros han observado en esta sesión”; con lo que la crisis ministerial terminó con la dimisión en masa de los ministros”, era el 20 de agosto de 1879.

Ese mismo 20 de agosto, a casi un mes de la captura del Rímac, juramenta el nuevo gabinete ministerial se reemplaza a los ministros Varas, Urrutia y Huneeus, quienes fueron reemplazados por los señores Miguel L. Amunátegui, Rafael Sotomayor y José A. Gandarillas. El señor Sotomayor fue nombrado como ministro de la guerra en campaña, y lo reemplazaba en el despacho el señor Gandarilla.

El 4 de agosto el almirante Juan Williams Rebolledo había entrado en Antofagasta, con sus buques y sin carbón, entregando el mando, atrás quedaba el bloqueo a IquiqueEn la Armada, la pérdida del Rímac le costó la jefatura al contralmirante Rebolledo, quien fue sustituido por Galvarino Riveros. En Lima, la noticia de la captura del Rímac se conoció al día siguiente y causó un júbilo natural, que alegró las Fiestas Patrias de ese año luctuoso.

Por su parte, Gonzalo Bulnes Pinto expresa “En resumen, la desgracia que hoy lamentamos no pertenece a la categoría de esos accidentes de la guerra que no es posible evitar.  Por el contrario, se han acumulado en este hecho todas las faltas que la imprevisión puede poner al servicio de la más completa ignorancia de las cosas del mar.

El buque fue despachado, sabiéndose la presencia del enemigo en las cercanías de Antofagasta: los partes que recibidos en tiempo oportuno hubieran podido evitar la catástrofe, no llegaron a su destino sino algunas horas más tarde por un descuido incalificable, y por fin no se adoptó en el primer momento ninguna de las medidas que estaban al alcance de la comandancia general de marina para reparar el mal”.

El Comandante General de Marina Eulogio Altamirano explica lo sucedido “La salida del Rímac debió tener lugar el viernes 18 a las 3 de la tarde, pero pocos momentos antes recibí orden para suspenderla.  No hubo tiempo para comunicar esta orden por escrito; pero el mayor general señor Cabieres fue personalmente a detener los transportes.  Momentos después, el señor comandante Búlnes, acompañado del señor don Gonzalo, llegaban a mi despacho y les manifesté el telegrama que suspendía la salida del Rímac y nos separamos, diciéndole por mi parte al señor Búlnes, que era preciso esperar nuevas órdenes”.

El informe que hace el almirante Miguel Grau sobre este episodio, lo realiza a bordo del “Huáscar”, al ancla el 25 de julio de 1879, sin ápice de vanidad, ni jactancia, como corresponde a un líder trascendental, y está dirigida al Excmo. Señor General Director General de la Guerra. En este informe Miguel Grau explica en detalle la captura del transporte chileno “Rímac”.  

La persecución duró cuatro horas, finalmente el “Rímac”, se rinde al cerco de las dos naves peruanas, “Preparábame a hacerle un segundo tiro cuando el “Rímac” enarboló en su palo trinquete la bandera blanca: estaba rendido. Inmediatamente legué a su costado y mandé botes con oficiales, soldados y tripulantes para recibir el buque, nombrado al mismo tiempo como comandante provisorio al capitán de fragata graduado don Manuel Melitón Carvajal. A su bordo venía de transporte el escuadrón “Carabineros de Yungay”, fuerte de 258 plazas, inclusive 15 individuos entre jefes y oficiales. Este cuerpo viene al mando del teniente coronel Bulnes”.

Miguel Grau continua su informe y da cuenta del contenido de la carga del transporte chileno. “En el “Rímac” han venido también 215 caballos, una gran cantidad de carbón, armamento, proyectiles y otros artículos importantes de guerra, cuyo inventario se está actualmente haciendo y que remitiré oportunamente a V.E.”.

Sin lugar a dudas, este fue un triunfo moral para nuestra nación, debido a la importancia de este transporte, su valiosa carga y la crisis que tuvo que soportar el gobierno de Aníbal Pinto. De esta manera, el transporte “Rímac” cuya valiosa carga cayó en manos peruanas.

La captura del “Rímac” fue uno de los episodios, que demostró las habilidades estratégicas de Miguel Grau, para aparecer y desaparecer en medio del océano, causando no solo temor, incertidumbre en los combatientes chilenos, cuyas naves pese a ser mejor dotadas, evitaban un encuentro, sus conductores tenían un gran temor de combatir con el glorioso monitor “Huáscar”.

Miguel Grau, a lo largo de la campaña naval destacó por su valentía, caballerosidad, audacia y arrojo; pero, especialmente por sus dotes de estratega militar, marino experto y don de mando, cualidades que le permitieron ser reconocido a nivel internacional. Demoró de abril a octubre de 1879, por casi 7 meses, que la escuadra chilena logre el dominio del mar.

Foto: http://culturaehistoriadeperu.blogspot.pe/2014/08/la-rendicion-del-transporte-chileno.html
Notas:
Semanario Hildebrandt en sus trece. Moralejas. Un enemigo relata la captura del transporte “Rímac”. Semana del 10 al 16 de octubre de 2014.
Semanario Hildebrandt en sus trece. Colaboraciones forzadas. La humillante captura del transporte chileno “Rímac”. Semana del 17 al 23 de junio de 2016.
Semanario Hildebrandt en sus trece. La Máquina del tiempo. Versión directa del capitán Gana. Semana del 17 al 23 de junio de 2016.
Semanario Hildebrandt en sus trece. Colaboraciones forzadas. La crisis política que en Chile desató la captura del “Rímac”. Semana del 24 al 30 de junio de 2016.
Semanario Hildebrandt en sus trece. La Máquina del tiempo. Grau describe, sin jactancia, la captura del vapor “Rímac” y su gran botín. Semana del 2 al 8 de octubre de 2015.