Aumento de remuneraciones y cédula viva de soldados y policías, pasaron por la guillotina.

En recientes declaraciones a la prensa el presidente Alan García expresó “No podemos pedir la confianza de la sociedad si no ofrecemos resultados mayores; no podemos exigir mejores salarios y condiciones si no demostramos para qué servimos, y mal podría decir alguien, sirvo poco, porque gano poco; entonces váyase, porque el que dice eso no tiene corazón de policía ni nació para servir”, refiriéndose a la deficiente labor que actualmente cumple la policía, para proporcionar seguridad a la población.

La Constitución del Perú indica en su artículo 167 “El Presidente de la República es el Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional”. Así mismo el artículo 118, inciso 4 expresa “Corresponde al Presidente de la República (…) Velar por el orden interno y la seguridad exterior de la República”.

¿Qué responsabilidades involucra estas disposiciones constitucionales?

Por un lado, no solo proporcionar los medios, el equipamiento y material para que las FFAA y PNP cumplan con su finalidad constitucional, por otro lado, les debe proporcionar las condiciones económicas decentes a sus miembros. De tal manera que cuando se plantea el cumplimiento fiel de sus responsabilidades a las instituciones de seguridad, también el Jefe Supremo tiene la responsabilidad de proporcionar las condiciones mínimas de bienestar y protección a sus integrantes.

Lo que el Presidente García como Jefe Supremo de las FFAA y PNP, le está diciendo a la población y especialmente a todos los policías y soldados del Perú, es que primero trabajen bien, cumplan sus funciones con responsabilidad y posteriormente exijan buenos salarios.

Están los integrantes de la PNP y las FFAA en condiciones de exigir mejoras en sus remuneraciones. La respuesta es no. Las fuerzas de seguridad en actividad están sometidas a un régimen disciplinario vertical muy severo y la Constitución en su artículo 169, indica que “Las FFAA y la PNP no son deliberantes. Están subordinadas al poder constitucional”. El 28 de julio último el presidente prometió una mejora económica.

Recordemos que en Julio de 1990 el mismo presidente que hoy le pide a la policía, primero trabajar para luego ser merecedor de un salario digno. Es el que, al finalizar su primer mandato, dejó el país en ruinas, quebrado económicamente, con una inflación galopante y con las reservas en rojo.

Se han olvidado que las organizaciones terroristas de SL y MRTA estaban en su garbanzal, cercando la capital desde el campo, cumpliéndose los planes estratégicos de sus líderes subversivos. Coches bomba por doquier, derribo de torres de alta tensión a diario, interrupción del fluido eléctrico, asesinatos a mansalva, secuestros y cupos, tortura en cárceles del pueblo y un largo etc.

¿Alguien le exigió algo antes de ser elegido para este segundo mandato, pese al desastre de su primer gobierno? Nadie. En su campaña electoral apeló al olvido y la falta de información de los jóvenes. El pueblo peruano fue muy generoso, no le puso condiciones y lo eligió por segunda vez y claro está, tenía la obligación moral de reivindicarse.

Los ciudadanos más veteranos recordarán las graves denuncias de corrupción en su primer gobierno. Aviones Mirage, tren eléctrico, las coimas de las RIN colocadas en el BCCI, etc, que nunca fueron esclarecidos. Alan García se asiló en Colombia, pero vivía a cuerpo de rey en Paris con su numerosa familia. Durante toda la década del 90 estuvo fuera del Perú, no vivió las consecuencias de su gobierno, ni estuvo en los peores momentos de las violentas acciones terroristas.

Hoy, Alan García le quiere dar lecciones de responsabilidad, sacrificio y lealtad a las fuerzas de seguridad del país. A las mismas fuerzas de seguridad nacional que con gran entrega, sacrificio, compromiso y lealtad a la patria, le arrebataron una victoria a las organizaciones terroristas. Gracias a las FFAA, PNP y ronderos, el presidente García tiene la oportunidad de gobernar en un ambiente de paz y tranquilidad. No debería ser mezquino en reconocer, no solo de palabra, a soldados y policías.

El presidente y la ministra de economía saben que las remuneraciones que reciben la PNP y sus pares de las FFAA, son de hambre y tienen un retraso de 20 años con relación a otros funcionarios del estado. No les alcanza ni para llenar la canasta familiar, esa es la verdad.

No es que el policía o soldado no quieran cumplir su función porque les pagan poco, tal como asegura Alan García. La explicación está en la indiferencia, la falta de consideración y respeto que muestra este gobierno aprista con las FFAA y PNP de la nación.

Las remuneraciones les debería permitir: dedicarse exclusivamente a su función, vivir digna, decentemente, sin sobresaltos y sin distraer su atención en otra ocupación que no sea el servicio a la comunidad.

El empleo de las FFAA en el control del orden interno o en acciones de apoyo a la Policía Nacional está especificado en nuestra Constitución. El artículo 137 faculta al Presidente de la República con acuerdo del Consejo de Ministros decretar los estados de excepción, En estado de emergencia las Fuerzas Armadas asumen el control del orden interno si así lo dispone el Presidente de la República.

Frente a la ola delincuencial que azota a las principales ciudades del país y especialmente Lima. Existe consenso en la población sobre la percepción de inseguridad y la poca o nula confianza en las autoridades, para revertir esta grave situación. No se puede cometer el horror, no el error, de emplear a las FFAA en labores de la PNP, porque no están preparadas para ello, la Constitución es clara en esto.