Este 2 de mayo, celebraremos con gran sentimiento patriótico, el
sesquicentenario del glorioso combate del Callao (CL). 50 cañones que defendían
la libertad, soberanía e independencia del Perú, se enfrentaron a 300 cañones
de las naves reales que habían llegado a nuestras costas cual “caballo de
Troya”, denominado expedición científica.
Lo cierto es que, España nunca se resignó a la pérdida de sus
territorios de ultramar, por los enormes ingresos que recibía la corona de
estas tierras feraces, es que por casi 300 años, América y en particular el
Perú, como hasta hoy, fueron la caja chica de España, que atravesaba una
situación económica muy difícil, frente a Inglaterra que se erigía ya, como una
potencia en el mar.
Nadie puede dudar, que la empresa era titánica, mitológica, el Perú se
jugaba su destino, eso lo sabían los prohombres que lucharon denodadamente esa
mañana. Sabían que de perder el combate, nuestra patria volvería a sufrir
nuevamente la ignominia de vivir bajo el yugo de España.
Nuestros héroes entre ellos el Secretario de Guerra de entonces, “José
Gálvez, el ingeniero colombiano Cornelio Borda, el jefe de la torre, coronel
graduado Enrique Montes, el capitán de artillería chileno Juan Salcedo, el
coronel Toribio Zavala, hermano del ministro de Marina de España”, murieron en
el fragor del combate.
Qué nos demuestra este pequeño grupo de ciudadanos, que la
nacionalidad no importaba, que todos estaban comprometidos con esta empresa.
Frente a las limitaciones que tuvieron que vencer, se sobrepusieron, se unieron
y fueron un todo, para enfrentar a los realistas. De ser derrotados las
consecuencias hubieran sido muy graves.
José Gálvez y cientos de héroes anónimos, que entregaron su vida por
dejarnos una patria libre; si despertaran de sus tumbas en la hora presente, y
observaran el escenario político que vivimos, donde cunde un ambiente de
animadversión, de odio, de rencor, patrocinado por un grupo denominado “la
coalición del odio”, con seguridad volverían a sus tumbas defraudados, de los
rumbos que ha tomado la república por la que se sacrificaron.
Qué sucede en una nación, cuando personalidades de talla
internacional, nacional, grupos de presión o de poder de toda índole,
autoridades irresponsables y la prensa casi de manera general, coinciden como
por arte de magia, en una campaña mediática, en la que más vale la libertad de
empresa que la libertad de prensa.
Es cierto, y se permiten, por esa licencia constitucional, instalar en
el imaginario popular, en la mente de sus ciudadanos, inocentes de las mayorías
pobres y de extrema pobrezas, el odio, resentimiento, animadversión, en lugar
de crear valores en pos de una unidad nacional, al margen de nuestras grandes o
pequeñas diferencias.
Y qué hemos logrado en estos 150 años, después de haber conocido los
actos heroicos que libraron quienes defendieron el Callao, esos hombres que
entregaron su vida, por defender la libertad de un pueblo, conseguido a lo
largo de muchas batallas, principalmente de Junín y Ayacucho.
Nuestro afamado historiador Jorge Basadre Grohmann, escribió hace
mucho tiempo una definición para referirse a los diferentes comportamientos de
nuestros connacionales. En su obra “La promesa de la vida peruana” expresó con
esa sinceridad y honestidad que lo caracterizaron, una verdad de perogrullo:
“Los Podridos han prostituido y prostituyen palabras, conceptos, hechos
e instituciones al servicio exclusivo de sus medros, de sus granjerías, de sus
instintos y sus apasionamientos. Los Congelados se han encerrado dentro de
ellos mismos, no miran sino a quienes son sus iguales y a quienes son sus
dependientes, considerando que nadie más existe. Los Incendiados se han quemado
sin iluminar, se agitan sin construir”.
En este día sagrado para la nación peruana, dejo a ustedes en libertad
de reflexionar sobre lo logrado hasta la fecha en nuestra querida patria y establecer
quiénes son los enemigos verdaderos de la misma, quiénes son los que quieren seguir
manteniéndola en el atraso, la pobreza, la ignorancia y la inseguridad,
sembrando el odio, la inquina, la animadversión irreconciliable, para lograr
sus perversos intereses.
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