Australian War Memorial

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EXTERIOR DE MEMORIA DE LA GUERRA-AUSTRALIA

lunes, 2 de junio de 2008

Una pared infranqueable

En su reaparición en el denominado megajuicio, parece que el fiscal adjunto Dr. Avelino Guillén no las tiene todas consigo. Ayer en el interrogatorio al general de división Julio Salazar Monroe, intentó, pero no pudo, que inculpara al ex presidente Fujimori. Todo su interrogatorio giró en torno a demostrar la ligazón entre el ex SIN, los comandantes de las FFAA y el ex presidente Fujimori. Para ello quiso demostrar que quien realmente dirigía el SIN fue Vladimiro Montesinos.

Faltando pocos testigos para ser llamados al juicio de Fujimori, observando la forma como la fiscalía ha reorientado el interrogatorio, se puede deducir que ésta tiene innumerables obstáculos, para demostrar la culpabilidad de Alberto Fujimori. De otra forma no se entiende por qué han cambiado su línea de interrogatorio. El tema es otro, buscar hechos colaterales que puedan incidir en la sentencia final. Levantar osamentas, no dejar el descanso eterno en paz, desacreditar y responsabilizar a las FFAA.

El DR. Avelino Guillén prácticamente se topó con una valla, con un muro insalvable frente a él, que no lo dejó pasar, ni hacer y deshacer como en otras oportunidades. Nuevamente demostró impaciencia, poca correa y un gran sentimiento de animadversión contra los uniformados. El Dr. Guillén es burlón, caustico, cree que es el dueño de la verdad o la máxima autoridad del colegiado. Hubo un pasaje en que respondió de mala forma al siempre ponderado y respetuoso Dr. César San Martín.

Guillén hábilmente quiso llevar el interrogatorio a Julio Salazar hacia otros derroteros, para confirmar otros hechos ajenos al proceso, como saber qué cantidad de dinero recibió Montesinos, sobre sus conversaciones privadas con diferentes personajes, particularmente con los jefes de las FFAA, o la vida privada de éste, así como los antecedentes del Doc., su nombramiento como asesor de la alta dirección y un sinnúmero de hechos que no tienen relación lógica con los dos casos por el que se viene juzgando a Fujimori.

El general Julio Salazar en innumerables pasajes del interrogatorio al que fue sometido, dejó en claro ante tirios y troyanos, el por qué fue jefe del Servicio Nacional de Inteligencia, demostró que no fue un monigote como fue la intención de Guillén, ni tampoco que condujo en tándem con Montesinos, como trató de insinuar el fiscal.

Pese a las chanzas, burlas, insinuaciones que hizo Guillén para intentar hacer quedar mal al general Salazar no lo pudo hacer, debido a las respuestas lógicas y racionales del ex jefe del SIN. Julio Salazar dirigió al Servicio de Inteligencia Nacional con el profesionalismo y la responsabilidad que siempre lo han caracterizado. Montesinos era un subordinado más, con quien jamás conversó sobre otros temas que no sean los de trabajo.

Paso a paso, pisando tierra firme, César Nakasaki con mucha seguridad, conduce la defensa del ex presidente Alberto Fujimori, pese a los enormes obstáculos que le colocan, evidentemente interesados en hacer culpable a su defendido, como la sanción que el tribunal de ética del ilustre CAL, le ha impuesto, suspendiéndole de toda actividad profesional.

De todo esto podemos afirmar sin lugar a dudas, que el juicio a Fujimori, poco a poco viene llegando a su final. Como la vieja canción de Héctor Lavoe, “todo tiene su final, nada dura para siempre…”.

Finalmente frente a los hechos y largos interrogatorios percibidos por todos los peruanos; en la retina de cada uno de ellos, se abre paso la verdad en un caso de vendetta política y la inocencia del ex presidente saldrá a flote, y quedará demostrada ante el pueblo. Salvo que la justicia rete al destino, en una sentencia contraria a lo que todos los peruanos esperamos, salvo sus enemigos.
La justicia se revalorizará, la inocencia será el epílogo de un juicio que nunca debió ser, que nunca debió ver la luz, pero que fue urdido por sus enemigos ideológicos, los grandes derrotados por la decisión política de enfrentar a la subversión homicida y terrorista. Caso contrario la justicia perdería lo poco que le queda de honesta, de eso estamos seguros y convencidos todos los peruanos.

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