Él solo hizo la tarea de muchos hombres. Fue
como la proa de una nave que caminara aunque fuese mutilada. Los harapos de sus
soldados brillaban como una bandera al sol. Parecía este puñado de hombres
llevar la patria en brazos. Y hubo momentos en que pudo decirse que en el Perú
no relucía oro de más quilates que la espada de Cáceres.
Jorge Basadre Grohmann
En un
escenario de guerra, como la ocupación de Lima. Hasta dónde puede el ser humano
demostrar su desafecto por la patria que lo vio nacer, por su gente que había
sufrido y sufría los estragos de la violencia y que se debatía frente a un
enemigo que ocupaba, avenidas, plazas, cuarteles y palacios, manteniendo un
control férreo sobre nuestra capital.
Por qué
razones, no sabemos hoy, quizá por lealtad al amigo, antes que a su pueblo. El
tradicionalista Ricardo Palma fue muy amigo del dictador Nicolás de Piérola. En
1882, Ricardo Palma era corresponsal del diario panameño El Canal, como tal, habitualmente enviaba sus despachos que eran
publicados bajo el seudónimo de Hiram.
Son
verdades amargas, que se dieron durante la guerra con Chile. Nunca hubo el
interés de unirse para enfrentar al enemigo común. La falta de una política de
Seguridad Nacional, las ambiciones de poder entre caudillos, la fuga cobarde, para
proteger propiedades en territorio enemigo y la traición entre peruanos fue la
causa de la derrota.
En su
despacho fechado el 11 de enero de 1882, se expresa con frases muy duras del
general Andrés A. Cáceres, imputándole la comisión de una traición a Piérola, quien
según él, lo había ascendido a la clase de general. Calificar de traidor a
quien había demostrado heroísmo, valor y amor por su patria, era un
calificativo moral inaceptable.
El Taita Cáceres
merecía ese ascenso, se lo había ganado y había demostrado en el campo de
batalla, donde dejó regada su sangre, que no solo era un líder por antonomasia,
sino que había mostrado valor frente al enemigo en Tarapacá y en defensa de
Lima, un ejemplo para sus tropas, era un hombre de convicciones morales
elevadas.
Todos
conocen el episodio, después de la batalla le Chorrillos, los chilenos se
desenfrenaron y presos del alcohol, lo incendiaron y violaron mujeres
indefensas. Cáceres pidió autorización a Piérola para atacar y destrozar a las hordas
y alcoholizadas tropas enemigas.
Había una
tregua pactada entre ambos ejércitos después de la batalla de Chorrillos, para
auxiliar a los heridos, recoger y enterrar a los muertos. Chile violó la tregua,
sus tropas demostraron absoluta indisciplina e insubordinación, fueron
incontrolables para sus jefes. Piérola ególatra, se creía por encima de
generales, no autorizó. Otro hubiera sido el resultado de la batalla de Lima,
si el amigo de Palma, autorizaba el ataque.
Como
sabemos, mientras Cáceres lucho en la defensa de Lima, quedó herido y salió de
Lima subrepticiamente burlando la vigilancia chilena, Nicolás de Piérola huía
temeroso después de la batalla de Miraflores, mientras miles de heridos eran
repasados por las tropas enemigas, que se ensañaron no solo con la ciudad sino
con los heridos y sobrevivientes, finalmente impusieron la ley marcial.
Ricardo
Palma, equivocadamente hacía de propagandista del enemigo, al atacar
directamente al general Andrés A. Cáceres y las topas bajo su mando, al afirmar
que “Tan
luego como Lynch tuvo noticias de la desmoralización que cundía en las tropas
de Cáceres, se decidió a movilizar sobre ellas un cuerpo de ejército chileno.
Cáceres emprendió, el día de año nuevo, la retirada de Matucana, y al
emprenderla acabaron de dispersarse soldados. Disponía de 5,000 hombres
entusiastas antes de realizar su traición, y hoy no llegan a 800 los que le
acompañan en su fuga a través de la cordillera”.
Ricardo
Palma utilizaba la diatriba, el engaño y la difamación sobre las acciones de
Cáceres y sus tropas, haciendo mofa y burla de la situación calamitosa que sufrían,
calificando a Cáceres de títere y monigote, al sostener que “Sin
la traición de Cáceres, fruto de las maquinaciones infames de los mercaderes
calderonianos y de su socio Hurlburt, muy distinta sería hoy la situación”.
Luego en un
arranque de inspiración estratégica, narra un plan de operaciones que
presumimos le facilitó su amigo Piérola, al sostener que “Piérola con 3,000 soldados se
habría unido a los 5,000 de Cáceres para amagar a Lima, hostilizando sin
descanso al ejército chileno…”. De igual manera predice lo que habría
hecho el ejército boliviano al indicar que, “A la vez el Ejército boliviano,
que se encontraba ya reunido en Oruro, habría emprendido campaña sobre Tacna y
Tarapacá”. Todo un estratega y visionario.
Como se
sabe, Nicolás de Piérola luego de huir de la capital, gobernaba el país
itinerantemente, desde el lugar en que se encontraba. No fue reconocido como
presidente por las autoridades chilenas, quienes autorizaron la instalación del
Gobierno Provisorio del Dr. Francisco García Calderón, elegido por los notables
de Lima.
El
Contralmirante Patricio Lynch, mediante un bando publicado en el diario La Situación el 28 de setiembre de 1881,
arbitrariamente cesó el gobierno Provisorio del Dr. Francisco García Calderón,
pretextando la comisión de una serie arbitrariedades. Posteriormente detenido fue
enviado preso a Chile, nombró en su reemplazo a su Vicepresidente el
Contralmirante Lizardo Montero
Al parecer,
Ricardo Palma olvidó que su gran amigo Nicolás de Piérola, accedió al poder
mediante un golpe, defenestrando al Vicepresidente general La Puerta, tras la
huida de Mariano Ignacio Prado. Es el mismo Nicolás de Piérola que abandona al
ejército del Sur por celos profesionales y nunca apoya los pedidos del general
Buendía.
Es el mismo
Piérola que pasa por encima de las recomendaciones de los militares con
experiencia, como el general Cáceres, que le sugerían la organización del
terreno de una manera sólida y no en reductos dispersos, fácilmente rebasados
por los flancos, como se demostró durante el combate, y el retiro de batallones
de reserva, para ocupar otros emplazamientos, lejos de la zona de acción.
Es el mismo
Piérola que mantuvo almacenados en el Cuartel Santa Catalina, cañones y fusiles
sin uso, que bien pudieron entregar a las fuerzas del Sur y que las tropas
chilenas capturaron y utilizaron en contra de nuestras tropas, durante el
enfrentamiento con las tropas de Cáceres en la campaña de la Breña.
¿Quién realmente
demostraba ser un traidor? Ricardo Palma realmente exageró en esta nota, por
ayudar a su amigo Nicolás de Piérola a recuperar la confianza de la población
del interior del país y principalmente de la capital que era testigo presidencial
de cómo el dictador, los había abandonado después de la hecatombe de
Miraflores. Palma con su proceder le hacía el juego a los publicistas chilenos.
3 comentarios:
Como por conveniencia personas con gran intelecto engañan al pueblo de manera descarada, Caceres fue un heroe en todas sus campañas, sin embargo Vallejo tergiverso sus acciones para defender a los verdaderos parias del pais...que pena entererarme de este acto de Vallejo a quien siempre admire
Excelente los felicito
¿Cuáles son sus fuentes?
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