El artículo 2, inciso 17 de nuestra Constitución política indica que “Toda persona tiene derecho: (…) A participar; en forma individual o asociada en la vida política, económica y cultural de la Nación (...). En el artículo 31 se indica que “(…) Tienen también el derecho de ser elegidos y de elegir libremente a sus representantes, de acuerdo con las condiciones y procedimientos determinados por ley orgánica”.
Según Marcial Rubio Correa en su obra para conocer la Constitución, indica que “Para efectos de todas la votaciones a los que se refiere el artículo 31, se otorga el voto a los ciudadanos que gocen de su capacidad civil, es decir, a quienes tienen la capacidad de ejercitar por sí mismos los derechos”.
Señores, tengan presente que, después de cumplir los dieciocho años, se asume que todos tienen esa capacidad civil, salvo los privados judicialmente de esa capacidad.
También es pertinente hacerles conocer que, el voto que emiten los ciudadanos es personal, nadie puede reemplazar a un ciudadano para ejercer su derecho de elegir. Su voto es igual en valor al de los demás, es decir, el voto de un ministro de estado, empresario, policía o militar, tiene el mismo valor que el voto de un analfabeto. No existe ninguna diferencia.
El voto es libre, emitido sin presión alguna, nadie puede presionar para orientar o inducir la libre elección por tal o cual candidato. Indudablemente que existen excentricidades, deseos, apetencias y preferencias, por determinado(a) candidato (a) eso es harina de otro costal y no tiene cabida en un proceso electoral. Finalmente el voto es obligatorio hasta los setenta años. Los mayores de esta edad pueden o no votar de acuerdo a su voluntad.
Sin embargo, si hacemos un esfuerzo de memoria, recordaremos que durante la campaña electoral del 2001, hubo una propuesta política por el voto en blanco y viciado, esta cruzada estuvo encabezada por el escritor Álvaro Vargas Llosa y el periodista Jaime Bayly, quienes pidieron votar en blanco o viciado a la población, porque consideraban que Toledo y García, por distintas razones, estaban incapacitados moralmente para gobernar. La campaña fracasó y Toledo ganó.
El famoso escritor peruano Mario Vargas, arequipeño de nacimiento y español por adopción, indudablemente es un gran novelista, muy reconocido en el planeta por su gran creatividad y producción literaria. Recientemente ha sido galardonado con el merecido premio Nobel. Cuando se metió a la política, fracasó rotundamente frente a un candidato desconocido, Alberto Fujimori. Esa derrota política parece que ha marcado la vida del escritor.
En su discurso antes de recibir el premio nobel, al referirse al Perú expresó lo siguiente “Al Perú yo lo llevo en las entrañas porque en él nací, crecí, me formé, y viví aquellas experiencias de niñez y juventud que modelaron mi personalidad, fraguaron mi vocación, y porque allí amé, odié, gocé, sufrí y soñé. Lo que en él ocurre me afecta más, me conmueve y exaspera más que lo que sucede en otras partes (…)”.
Para Mario Vargas Llosa parece que el tiempo se hubiera estancado en 1990. Quizás no asimiló ni reconoció que, fue el pueblo que no lo eligió. No fue Fujimori. Hoy ese mismo pueblo lo recibe con los brazos abiertos y le rinde su homenaje por el premio literario más importante del planeta.
Por ello, muy lamentable sus expresiones respecto a Keiko Fujimori "Si la hija del dictador que está condenado a la cárcel por criminal y por ladrón tiene la posibilidad de ser presidente de Perú, voy a ser uno de los peruanos que saldrán a tratar de impedirlo con todos los medios legales posibles. (Su elección) sería una verdadera catástrofe para el país''.
Pero, observando sus gestos y la expresión de su rostro al momento de responder, preguntas relacionadas al ex presidente Fujimori, demuestra mucha mezquindad y rencor que guarda en su ser. Lamentable, por tratarse un gran referente literario de talla mundial.
Sin lugar a dudas, su derrota política frente a su hoy odiado rival el año 90, será una cruz pesada a lo largo de su vida. La percepción de la opinión pública al referirse a Mario Vargas, es que se trata de un brillante literato, que enorgullece a todos los peruanos y que debería seguir en ese camino, pero el rencor y el odio por Fujimori y todo lo que se refiera a su vencedor político, aún está latente y marca su agenda personal.
Gracias al “chino ladrón y asesino” como dice él, hoy tiene la oportunidad de regresar a su país sin el temor que un coche bomba lo despedace, ni atenten contra su vida y la de sus familiares, como sufrieron los residentes de la calle Tarata y de otros lugares del Perú, mientras el laureado escritor y su familia vivían en Europa.
Mario Vargas Llosa tuvo la oportunidad de integrar a toda la nación alrededor de su logro, por unos instantes la mayoría de peruanos creyeron escapar de la exclusión y sentirse dentro del logro que él ha obtenido. Un logro por el que tirios y troyanos se sintieron parte de él. Eso solo duró unos instantes, luego vino la infeliz declaración sobre la candidata de Fuerza 2011.
El famoso escritor de talla mundial, en lugar de estirar la mano, olvidar rencores del pasado, buscar la paz y la integración del país, llegó con el sable desenvainado y con un puntapié en los fondillos sembró nuevamente, la polarización en el ya saturado panorama político previo a las elecciones generales.
Pero, él escritor sabe que nosotros sabemos, que él sabe, que entre el amor y el odio hay solo un milímetro de distancia. Cuándo se terminará el rencor y se convertirá en amor, no lo sabemos.
Consideramos que es cuestión de decisión y de tiempo, quizás cuando la tormenta amaine, o las aguas se aquieten y se pierda la mezquindad en el bosque tenebroso del olvido, habrá llegado el momento de mirarnos en el espejo sin rencores y caminar todos los peruanos como una gran familia feliz, hacia el bienestar general y la seguridad integral de nuestra patria.
¿Llegará ese día feliz al paso que vamos? Ustedes tienen la palabra.
Foto: ERNESTO BENAVIDES/AFP/Getty Images.
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