“La diferencia entre la literatura y la historia no es porque se escriba en verso o no, lo que diferencia es que la historia trata de lo que pasó y la literatura de lo que podría pasar”
Aristóteles
Aristóteles
Según Umberto Eco, “los mundos posibles son estados de cosas que se describen en los términos del mismo lenguaje en que habla el texto narrativo, lo que permite confrontar diversos estados de cosas bajo una cierta descripción y de poner en claro si pueden ser mutuamente accesibles o no y de qué manera difieren”.
Un texto narrativo es una composición de signos, codificado en un sistema de escritura que forma una unidad que tiene sentido y de tamaño variable, una obra literaria cualquiera es considerada un texto. Cien años de soledad, La Caverna, Abril Rojo, Travesuras de una niña mala y Ojo por ojo, son ejemplos de textos.
Aristóteles decía “Es imposible representar el mundo real”; por ello lo posible es lo que puede pasar, así, un mundo posible, es un mundo que puede pasar, que puede suceder, en todo texto se constituyen mundos posibles, creados por el narrador.
Raymon Williams, distingue tres clases de mundos posibles: El mundo homológico, el analógico y el mundo de las incorrespondencias. Es imposible crear un mundo homológico, partiendo de ello, los escritores e historiadores no podrían relatar una situación determinada tal y como se presentó, eso es imposible.
En el caso del mundo analógico, aquel mundo cuya característica es que se identifica con lo parecido, semejante y similar con lo original, es el mundo de la literatura, donde se pueden crear mundos análogos al real, estos mundos pueden parecerse en algún grado, pueden ser muy parecidos o poco parecidos al real, pero nunca serán iguales.
Los escritores en sus obras crean mundos posibles, estos mundos no son fácticos, no se pueden palpar, pueden ser interpretados; pero tampoco son mundos homólogos al mundo real, idénticos o iguales al mundo en que habitamos, porque sería imposible crear un mundo igual en el texto.
Si leemos las obras en general y las escritas sobre la década de la violencia terrorista en nuestro país en particular, observaremos que la descripción de los hechos, nos conduce a mundos posibles creados por los autores y además, han sido construidos de manera simbólica, porque de esa manera se construyen las imágenes narrativas. Las novelas siendo textos narrativos, contienen mundos posibles simbólicos, que son producto de la imaginación del escritor.
Según Umberto Jara autor de Ojo por ojo, en toda su declaración al gran jurado, atribuye conceptos de diversa índole a Martin Rivas, así, "la inteligencia se mueve en el mundo de la verdad y la mentira", entonces, según sus propias palabras, no se podría asegurar si lo declarado por Rivas a Jara en los videos y audios que están en su poder, sean la verdad o son invenciones y embustes. A quién le creemos.
En la obra Ojo por ojo, publicado en el 2003, el autor crea mundos posibles, partiendo de algunos hechos verosímiles, calificados como “reales” relatados por Martin Rivas y Pichilingue, que interpretados por el autor y expuestos en su obra, le han facilitado establecer relaciones y deducciones que, le han permitido asegurar una serie de hechos violentos posteriores, aún no comprobados. Voy a referirme a dos de ellos someramente.
El primer mundo posible es creado alrededor del principal protagonista, el mayor Martin Rivas, a quien encumbra sobre el común denominador, infla de manera superlativa sus fortalezas como profesional de la guerra y hace creer al gran público, que Martin Rivas es un fuera de serie, que tiene una gran preparación en inteligencia, adquirido en academias extranjeras y con gran experiencia en la lucha contrasubversiva, en otras palabras un moderno “Rambo”, con el objeto de dar valor agregado a este personaje.
Cuando lo real y concreto es que, Martin Rivas es un personaje ególatra, ambicioso, soberbio, sanguinario y lengua larga, es decir viola cuantas veces le da su regalada gana la doctrina del secreto, del silencio, el de la guerra silenciosa, para terminar siendo un presunto “infidente” de marca mayor, que sazona su argumentos con falacias y verdades a medias. Como el mismo lo ha sostenido durante sus intervenciones. Por qué entonces, creerle todo lo que Jara atribuye a Martin Rivas.
El otro mundo posible que nos relata el autor es el referido a la “guerra de baja intensidad” (GBI). Según atribuye a Martin, es la guerra que ejecutó el Estado durante la década de violencia terrorista contra SL y MRTA. Para ello asegura que todos los oficiales del ejército han recibido esta doctrina en la Escuela de las Américas; lo plantea con tanta intensidad que, muchas personas le creen a pié juntillas.
Así, relaciona una serie de hechos como: el nombramiento de oficiales en puestos claves de inteligencia, la conformación del equipo de análisis para a poyar a la Dircote, la presentación del resultado de su trabajo al comando del ejército, la conformación del grupo Colina, los entrenamientos en la playa la Tiza, la ejecución de la matanza de Barrios Altos y finalmente las declaraciones de Fujimori; con todos estos datos asegura que se iniciaron las operaciones de la famosa GBI, durante el gobierno de Fujimori.
Para el narrador del libro, guerra de baja intensidad (GBI) es sinónimo de guerra sucia, con empleo de guerra sicológica y terrorismo, utilizado para causar temor en los militantes de SL y MRTA. Generaliza al afirmar que la GBI fue una política de Estado. El autor se escuda en las declaraciones de Martin Rivas para establecer una analogía entre guerra de baja intensidad, con guerra sucia, terrorismo de Estado, guerra sicológica y otros conceptos, para dar mayor énfasis a su propuesta.
Según Jara esta guerra se caracteriza porque no “hay declaratoria de guerra por parte de los contendientes. Las fuerzas en combate son clandestinas, no están uniformadas y no actúan en un territorio previamente determinado. Es un tipo de guerra que no toma en cuenta aspectos humanitarios. No se respeta a los heridos ni a los vencidos. Hay eliminaciones extrajudiciales y asesinatos a mansalva”.
Pero, qué se entiende como guerra de baja intensidad, "según el manual de campo 100-20 del Ejército de los Estados Unidos, (Military Operations in Low Intensity Conflict), la GBI es una confrontación político militar entre estados o grupos por debajo de la guerra convencional y por encima de la competencia pacífica entre naciones. La GBI involucra a menudo luchas prolongadas de principios e ideologías y se desarrolla a través de una combinación de medios políticos, económicos, de información y militares".
Este concepto ha sido adoptado o compartido, si se quiere, por otros ejércitos del mundo, en él no indica operaciones de violación de derechos humanos, guerra sucia u otro parecido, como el empleo de operaciones sicológicas o del terror, como nos quiere vender el señor Jara.
La idea de baja intensidad alude el uso limitado de la fuerza, es decir al empleo de los medios logísticos y de personal, para someter al adversario.
Puede transformarse en una guerra de mediana intensidad, en la que se emplearán mayores recursos que en la anterior. El escalón más alto de conflicto para los militares estadounidenses es la guerra de alta intensidad, una guerra abierta contra otra potencia que cuenta con capacidad para el ataque nuclear.
En los mundos posibles que plantea Umberto Jara en su obra Ojo por ojo, es posible que exista todo lo considerado en su texto, pero, lo que podemos establecer es que estos mundos posibles creados por el escritor, están en su mente y son producto de su creatividad, de su capacidad de interrelacionar hechos, desde la actualidad, en una perspectiva y en otro escenario al que sucedieron los mismos.
Así, ha tenido todo el tiempo necesario para realizar sus “investigaciones”, además todas ellas aparentan ser producto de la infidencia de los agentes de inteligencia, como es el caso de Sosa, de otros resentidos con su comando, al sentirse abandonados a su suerte, quienes además, buscaban de esta manera aminorar sus penas cuando se acogieron a la colaboración eficaz.
Los mundos posibles que nos pinta el señor Jara, no necesariamente pueden ser reales, pueden tener visos de realidad, parecerse a la realidad, ser verosímiles, pero nunca ser reales.
Desde mi perspectiva se debería tomar con pinzas lo declarado por Martin Rivas al señor Umberto Jara y narrado por éste al colegiado que preside el Dr. César San Martín. Sobre todo en el mundo posible de su particular concepción sobre la doctrina de la “guerra de baja intensidad” , que contradice los conceptos de la doctrina estadounidense y el de su aplicación en la década en que SL y MRTA le declararon la guerra a muerte al Perú.
De lo que si estamos convencidos es que, el señor Jara no ha tenido mejor auditorio para hacer promoción a su libro, estamos seguros que las ventas de su segunda edición se incrementarán, cosas del mercantilismo y, de la ley de la oferta y la demanda. Así es el libre mercado.
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