Hoy 5 de
abril de 2017 se recuerda el CXXXVIII aniversario de la declaratoria de guerra
de Chile al Perú, hecho nefasto para la historia nacional, que hasta ahora
sigue presente en la agenda nacional aunque los fenicios y otros filo chilenos
prefieren voltear a la izquierda y olvidar este tema para siempre.
Chile nunca
se atrevió a pedir disculpas por todos los abusos cometidos, por los cupos, robos
realizados, los bienes privados, particulares de ciudadanos y estatales i incautados,
que trasladaron a Chile a manos llenas y hoy exhiben algunos trofeos en sus
principales avenidas. Cuando se atreverá Chile a pedir perdón, o por lo menos
disculpas, por todas estas violaciones de derechos humanos que realizó entre 1879
y 1884.
El grupo el
Comercio que lidera una importante cantidad de medios, televisivos (canal 4 y
N), diarios y revistas, se ha dedicado hoy 5 de abril a recordar el autogolpe
del ex presidente Alberto Fujimori, como si fuera un hecho de gran
trascendencia nacional, con una orientación claramente antifujimorista. Este
hecho político, como sostienen muchos opinólogos, oportunistas y advenedizos, fue
tan nefasto para nuestra endeble democracia de esos años, en que la plata no
alcanzaba para nada, nos levantábamos con coches bomba o sin fluido eléctrico o
con asesinatos, emboscadas a las FFOO, con TAT derribadas a punta de dinamita.
Más bien
esta campaña, desde nuestra óptica y que se viene desarrollando, se estaría
utilizando como un distractor para cubrir con un manto de oscuridad el caso
Odebrecht, donde estaría involucrado un importante accionista del diario de la
Rifa.
Pero
pasemos a lo importante de esta fecha, recordar qué es lo que decían los
diarios principales que se publicaban en nuestra capital en aquellos años, sobre
la declaratoria de guerra, conozcamos la visión y observación de estos medios,
al cumplirse 138 años.
El diario La Patria de Lima, el 5 de abril de
1879 en su editorial titulado “Actitud del país- primeros resultados de la
guerra”, expresa los siguiente:
“Si ya de
suyo no fuera la guerra una calamidad lamentable, habríamos de creer que era el
mayor de los beneficios al contemplar, no diremos el entusiasmo patriótico que
bulle en todos los corazones, sino, lo que es más digno de notarse la alegría y
la satisfacción que se pinta en todos los semblantes.
A Chile le
debemos ese extraño fenómeno que es el resultado necesario de una serie de
antecedentes cuyo estudio tiene un alto interés americano. Chile nos ha lanzado
a la resolución de un problema reservado durante muchos años y puesto en el
caso de definir el eterno antagonismo que se ocultaba bajo las apariencias de
una cordialidad ficticia.
El pueblo
peruano conocía por instinto que Chile era y decía ser su émulo eterno, que sus
intereses jamás se ligarían estrechamente con lo de aquel pueblo precisamente porque
era punto menos que imposible el que marcharan ambos en el mismo nivel, ni
alcanzaran ambos igual preponderancia.
Los celos
de Chile, su vanidad jactanciosa, su tendencia a llevar la primera voz en el
concierto americano, la insoportable petulancia que forma la parte esencial del
carácter chileno y aquella solapada artería con que siempre se ha atravesado en
el camino de nuestro progreso o en el acrecentamiento en nuestro poder, no
podían menos que ahondar diariamente el abismo de separación que las doradas
apariencias de su diplomacia ocultaba y que la nobleza de nuestro carácter a
prueba de infinitas decepciones, quiso conservar en nombre de los sagrados
deberes que el americanismo impone.
La
declaratoria de guerra partiendo de Chile, era pues la montaña de cuyo peso se
libraban a nuestras conciencias; era la exhibición voluntaria que sus hombres
hacían de su moralidad política, de sus alcances, de la calidad de su táctica
de la deslealtad de su conducta, de la solapada diplomacia de cuarenta años y,
en fin era el desenmascaramiento de un enemigo eterno, y el advenimiento de una
época esperada y deseada con ansia, época de definición de poderes y época de
prueba de cuánto vale y con cuanto puede contar cada uno de los pueblos
colocados hoy frente a frente”.
Por su parte el diario oficial El Peruano, en su editorial titulado “Nuestro
Deber” de la misma fecha dice lo siguiente:
“Ha llegado
el momento en que agotados todos los medios que aconsejan el amor a la paz y el
deseo sincero de evitar un conflicto entre dos repúblicas hermanas, el Perú se
levanta lleno de abnegación y de energía para defender su bandera; ha llegado
la hora en que todos los peruanos deben agruparse alrededor de las autoridades,
de que pongan al servicio de la patria todas sus fuerzas, practiquen todas las
virtudes que el patriotismo encierra e inscriban nuevas y gloriosas páginas en
la historia nacional”.
El diario El
Comercio en su editorial sin título, se expresa en los siguientes términos:
“Chile,
después de lanzar un reto de muerte a la razón y al derecho, enviando su
ejército y su escuadra a la conquista de Antofagasta, ha comprendido que el único
poder que existe en el Pacífico, capaza de contener su quijotesca audacia, es
el Perú; y se apresura a declararle la guerra, deseoso de aniquilar su fuerza,
para levantar en el desierto de atacama, la bandera victoriosa de sus
violencias y de sus usurpaciones, sobre las ruinas del código internacional americano.
La nación
que ha despertado la inquietud y la alarma entre los pueblos de este
continente, proclamando el derecho de conquista como el mejor título de
soberanía, necesitaba destruir con presteza el obstáculo más próximo que debía
presentársele en el camino de sus iniquidades.
Le era
indispensable paralizar con rapidez la acción del Perú. Por eso, adelantándose a
los acontecimientos, el gabinete de Santiago nos hace saber hoy con cínica
franqueza, que nos declarar la guerra, porque ve temeroso, en nuestra bandera,
la amenaza permanente y terrible levantada por el derecho y la justicia contra
la monstruosa política de conquista que acaba de proclamar, como la base de las
relaciones internacionales de la nación chilena en lo futuro.
El gobierno
de Chile, ha procedido con la lógica y la previsión de los bandoleros, que
antes acometen a la policía de seguridad; que el vecindario que han de saquear.
Bolivia es su presa, pero comprende que primero necesita desarmar al Perú, para
dar buena cima a su inicua empresa”.
Por su parte el diario LA SOCIEDAD, en su editorial se expresa en los siguientes términos:
“Por fin,
el gobierno de la vecina república ha declarado al Perú, de una manera franca,
la guerra que, hace tiempo la estaba haciendo embozadamente, y de la que ha
sido exordio la ocupación del litoral boliviano,
A ningún
peruano ha sorprendido la noticia de la expresada declaración. La aguardábamos,
y nos preparábamos para contestarla, con la dignidad de un pueblo, que lleva la
frente alta, porque la conserva pura.
Sabíamos
que la reivindicación del litoral boliviano por su generosa vecina y amiga
había de parar en guerra con nosotros. Era ese acto, como decía alguno, ‘una
carta dirigida a Bolivia, pero cuyo contenido se enderezaba al Perú’.
Está bien:
no hemos provocado el conflicto, y, por tanto, no nos atormenta la
responsabilidad de los males que la guerra trae consigo. Por el contrario:
hemos tratado de terciar pacíficamente en la contienda, para evitar la efusión
de sangre y los innumerables males de que la guerra viene preñada, cual
tempestuosa nube, desde la cual se desprenderá el rayo de la divina justicia
sobre los culpables”.
Por otro lado, el diario EL NACIONAL, en su editorial titulado “Chile nos declara la guerra”
expresa su sentir:
“La noticia
de habernos declarado Chile la guerra de una manera formal, no nos sorprende ni
nos intimida.
No nos
sorprende; porque desde el 14 de febrero en que se consumó el asalto del
litoral boliviano, hemos repetido hasta el cansancio, que el puñal clavado
traidoramente a Bolivia no hería también por las espaldas; porque la política
desleal e infidente de Chile ha hecho siempre presumir que ese país escogería
el momento en que nos juzgase desprevenidos para asaltar como pirata, en las
soledades del océano, un ejército y una nave indefensos; porque, en fin,
estamos habituados a considerar a esa tierra como el foco de todos los
escándalos, de todos los fraudes, de todos los embustes, de todas las
deslealtades que han podido imputarse a la América.
No nos
intimida tampoco la balandronada chilena; porque estamos seguros de que si
ellos nos buscan no será para ponerse al frente o al alcance de nuestros
cañones, sino para cometer sus fechorías en lugares indefensos; porque no es
posible que un país que ayer corría a toda prisa del rio Santa Cruz hasta poner
sus blindados bajo las baterías de Valparaíso, piense seriamente en afrontar el
valor indomable de nuestros marinos y soldados; porque un país que lleva la
conciencia podrida por el crimen y el peso de las maldiciones de medio mundo,
no podrá, por muchos esfuerzos que haga, levantar sereno su cabeza, ante la
inmaculada majestad de una nación”.
Por su
parte el diario LA OPINIÓN NACIONAL, expresa:
“Estamos
preparados y estamos resueltos a todo: si Chile nos declara la guerra nos
encontrará, no solo con la valerosa decisión de recoger el guante, sino con los
elementos necesarios para devolvérselo en el corazón de sus metrallas.
El
patriotismo nacional es hoy un gran sentimiento y fuerza invencible: saldrá
triunfante.
Las victorias
morales, precursoras de las victorias armadas, son ya nuestras: hemos
manifestado toda la altiva firmeza, toda la culta circunspección, que exijan
nuestro deber y nuestro derecho.
Bajo esta
doble inspiración, el Perú sabrá colocar sus banderas a la altura que se
señalan sus hechos legendarios. El enemigo que lo llama al campo de batalla las
conoció en Paucarpata y huyó ante ellas despavorido, cuando se desplegaron a su
vista.
Pero aun
estos hechos, sobre los cuales ha pronunciado ya la historia su fallo
inapelable, salvando el honor del Perú, la jactancia chilena nos lo recuerda, presentándonos
una cuenta, que queremos cancelar, que cancelaremos a cañonazos.
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