Hace unos días la señora Martha fue al mercado de Julio C. Tello en
Lince, llegó donde su casera la señora Jovita quien tiene un puesto de venta de
pollos y todos los fines de semana le vende pollo fresco. Hizo su pedido y
esperó que atendieran a una señora que llegó minutos antes.
Ese día era muy especial para Martha pues tenía la reunión mensual con
amigas de toda la vida en casa, una reunión en la que darían la bienvenida a
una amiga que venía de Australia de visita a su familia. Pidió dos pechugas y
dos pollos enteros a la vendedora, pagó y se despidió de su casera hasta la
siguiente semana y se retiró volando a su casa.
Al llegar a casa y entregar el pollo a la señora Juanita encargada de
la cocina, se percató que faltaba una pechuga. Al principio se sintió engañada,
estafada, luego como el tiempo corría, adquirió otra pechuga en una bodega
cercana y dejó para el sábado el reclamo.
Efectivamente llegó ese día al puesto de Jovita con el fin de reclamar
airadamente, grande fue su sorpresa cuando la señora Jovita le pidió disculpas,
por no haber colocado la compra completa, indicando además que al darse cuenta
de ello la buscó en el mercado sin lograrlo. Asunto arreglado, las suposiciones
a priori de Martha, quedaron descartadas.
Sin embargo, en otros niveles de nuestra sociedad el comportamiento de
algunos personajes deja mucho que desear. Hace muchos años atrás, la palabra de
la persona valía como una tonelada de oro o más. Palabra de honor era una práctica habitual, un compromiso que se
asumía y se cumplía a cabalidad. Cuándo fue que esta práctica se perdió en el
sinuoso camino de nuestra vida republicana.
No solo en la política se han presentado casos que atentan contra la
ética y especialmente contra la honestidad, que deberían ser valores que los
profesionales de todos los campos deberían practicar a diario en todos su actos,
en especial los denominados “padres de la patria”, porque suponemos que son un
ejemplo para la juventud. Con qué cara pueden mirar a sus electores, quienes
los eligieron por ser “honestos”.
El eslogan del partido nacionalista fue “la honestidad hace la
diferencia” y qué sucedió a lo largo de un lustro perdido y que terminó en
medio de escándalos y sospechas de malos manejos de dineros provenientes del
exterior, agendas manchadas, compras de patrulleros y armas para la PNP y
armamento para las FFAA cuestionadas y bajo la lupa de las comisiones del
Congreso.
“El escritor Alfredo Bryce Echenique plagió 16 artículos periodísticos
de 15 autores, publicados en diversos medios de comunicación, confirmó la Sala
de Propiedad Intelectual del Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y
de la Protección de la Propiedad Intelectual (Indecopi)”, por lo que se sancionó al
escritor con una multa equivalente a 20 Unidades Impositivas Tributarias (UIT),
equivalentes a 71 mil soles.
Bryce reconoció, haber copiado los textos de Oswaldo de Rivero, quien
también lo acusó de plagio. “Ese fue un error. Le escribí, y allí sí me
disculpé e hice público mi error”, reconoció. No solo el escritor Bryce
Echenique autor de un mundo para Julius, fue denunciado por haber plagiado. La
denuncia de plagio contra el excandidato presidencial de Alianza para el Progreso,
lo sacó de la contienda electoral.
Los hermanos Acuña Peralta no se salvan de las denuncias de plagio, César
Acuña dueño de la Universidad César Vallejo, fue acusado de plagio por el
docente Otoniel Alvarado Oyarce por apropiarse de su obra “Política Educativa: conceptos,
reflexiones y propuestas”. Fue denunciado penalmente por la Segunda
Fiscalía Especializada en Delitos Aduaneros y Contra la Propiedad.
El excandidato presidencial fue multado con S/39,500 por el Instituto
Nacional de Defensa de la Competencia y de la Protección de la Propiedad
Intelectual (Indecopi) organismo que encontró culpable a César Acuña Peralta de
plagiar el libro del docente universitario Otoniel Alvarado Oyarce,
infringiendo las normas del Derecho de Autor.
Por otro lado, el ex congresista Virgilio Acuña Peralta fue acusado de
plagio, quien el año 2002 publicó como suyo el libro “El Proceso administrativo de
control interno en las gestión municipal”. Copia de una tesis que fue
sustentada el año 2000 por los profesores Gilberto León FLores y José María
Zevallos en la Universidad Federico Villareal. Virgilio trato de justificar su proceder
con mil argumentos, parece que es una práctica rutinaria entre los hermanos
Acuña.
El Congreso y la opinión pública vieron con sorpresa cómo el tercer
Vicepresidente de la mesa directiva el aprista Elías Rodríguez fue denunciado
por plagio de proyectos de ley presentados. Para defenderse no tuvo otro reparo
que echarle la culpa a su asesor, la presión de la prensa, la población y sus
mismos compañeros de bancada, hicieron
que renunciara, dejando su cargo a Luciana León.
Se despidió expresando "Por
la transparencia institucional, mi honor y mi partido, dejo el cargo de tercer
vicepresidente. Agradezco confianza brindada del Congreso de la República".
No les parece que esto es una burla a la confianza ciudadana de los pocos
apristas que votaron por él.
No creen ustedes que ya es tiempo que quienes asumen responsabilidades
en los diferentes poderes del Estado, cumplan con sus obligaciones, sus deberes
y compromisos. Ya es tiempo que cesen los engaños al pueblo para hacerse elegir
en cargos públicos. Ya es tiempo que se recupere la honestidad en los actos
públicos. Ya es tiempo de recuperar esa antigua práctica de la “palabra de
honor”.
¡Ya es tiempo! De cerrarle el paso a la deshonestidad.
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