El glorioso combate del 2 de mayo de 1866 enfrentó a la escuadra española más poderosa que había recorrido esta parte de América y los defensores peruanos que hicieron del Real Felipe la primera y última línea de fuego. Hace cientocuarentidos años de esta epopeya que escribieron a sangre y fuego de cañones los valientes defensores del Callao.
Se conoce que el conflicto de 1866 entre el Perú y España, que además amenzó la libertad de América del Sur, “se debió a causas ocultas y causas visibles” como anota nuestro gran historiador Jorge Basadre.
Entre las causas ocultas estuvieron: la esperanza de la restauración de la influencia de España en América, el deseo de apoderarse de las islas guaneras que le permitiera obtener ingentes recursos, obligar al gobierno del Perú a cancelar la deuda proveniente de la época del virreinato cuyos títulos de deuda estaban en poder de personajes españoles conocidos y de algunos peruanos, siendo esta la causa más importante.
Entre las causas visibles podemos anotar: el deseo mezquino de encontrar la paz y agravar los conflictos de algunos diplomáticos que participaban en las negociaciones previas entre España, Chile y Perú; una serie de formulismos como el concepto del honor, la dignidad nacional, los títulos de los emisarios, la reparación de agravios. Las brasas quemantes de la larga guerra por la independencia cuyos protagonistas aún estaban vivos y finalmente la falta de relaciones diplomáticas entre Perú y España.
El 10 de agosto de 1862 parte de Cádiz con dirección a América del Sur una expedición científica, cuyo objetivo oficial era realizar un acercamiento y estudios científicos, embarcados en los navíos españoles “Resolución”, “Triunfo” y “Vencedora”, la “Covadonga” se encontraba en Río de la Plata.
En esas naves que surcaron el Atlántico durante interminables días, venían profesores de geología, zoología, botánica, antropología y etnografía, al mando de la expedición estaba Luis Hernández de Pinzón.
El historiador español Pedro de Novo y Colson, en su libro sobre la guerra de 1866 apunta que “España había reconocido la independencia de las repúblicas americanas en tratados que respetaría”, sin embargo ello no era óbice para cuidar y proteger los intereses de sus súbditos, que pudieran salir lastimados en discordias internas, en cuyo caso el jefe de la escuadra daría “toda la cooperación enérgica que pudiera prestarles para una inmediata reparación”
El Perú era considerado el más hostil contra España por lo que, todas las demostraciones de fuerza que pudiera realizar la escuadra española, lo hacía en puertos peruanos para que no quedara duda de la firmeza y energía de su política, además consecuente con ello debían cortar la campaña de desprestigio que había emprendido la prensa peruana.
El 5 de mayo de 1863 llega la escuadra española a Valparaíso, después de haber pasado por Río de Janeiro, Montevideo y Buenos Aires, con Argentina Pinzón firmó un convenio que estipulaba el envío de un plenipotenciario a Madrid, en Montevideo se entrevistó con el ministro peruano Buenaventura Seoane, pero no llegó a ningún acuerdo, en Chile fue recibido con grandes agasajos.
El 10 de julio e 1863 llega al Callao la escuadra española, aquí es recibido por el presidente Juan Antonio Pezet quien conversa con Pinzón en una de las islas de Chincha el 5 de diciembre de 1864. Según el periodista de apellido Chinarro de El Comercio, Pinzón le habría manifestado “Deseoso él de no conducir los acontecimientos de una manera violenta”.
Pese a que no existían vínculos diplomáticos entre las dos naciones, el General Juan Antonio Pezet, Presidente del Perú, permitió su arribo y desembarco.
Los españoles fueron bien recibidos y hubo un trato cordial mutuo. Hubo gestiones diplomáticas por parte de los españoles para exigir el pago de la deuda de la independencia. El 27 de Julio, las naves españolas parten rumbo norte con el deseo de no presenciar las Fiestas Patrias peruanas.
El 4 de Agosto de 1863 colonos españoles que trabajaban en la Hacienda Talambo en Lambayeque de propiedad del terrateniente Manuel Salcedo entran en riña con él debido a peones chinos traídos a trabajar en sus campos. El enfrentamiento tuvo un desenlace fatal, un colono vasco resultó muerto. El español Eusebio de Salazar quien residía en Lima va en busca de la flota española y notifica al Almirante Hernández Pinzón sobre los sucesos.
El incidente sirvió de excusa para que las naves españolas regresen al Callao.Salazar viaja a España y es nombrado por la Reina de España Isabel II, "Comisario especial extraordinario en el Perú". Salazar regresa al Perú el 18 de Marzo de 1864 pidiendo ser recibido por la Cancillería. El gobierno peruano se niega a recibirlo debido a que su título era el de los funcionarios que España enviaba a sus colonias. El 14 de Abril de 1864 los españoles ocupan las Islas de Chincha.
El 2 de Mayo de 1866 siete naves de la escuadra española se aprestan a atacar al Callao. Las naves españolas eran la Villa de Madrid, la Berenguela, la Blanca, la Almanza, la Vencedora, la Resolución y el blindado Numancia, uno de los grandes barcos en la historia marítima mundial. La escuadra española era impresionante y contaba con un total de 245 cañones.
Los barcos peruanos eran cinco, el Loa, el Victoria, el Colín, el Tumbes y el Sachaca. Todos los barcos peruanos eran vapores de madera, pequeños en comparación con los barcos de guerra españoles y servirían sólo de refuerzo por lo cual se organizaron baterías, torres y fuertes que se encargarían de hacer frente a las naves españolas. Las baterías se distribuyeron desde la boca del río Rímac hasta La Punta.
Estas fueron llamadas: Independencia, Pichincha, Provisional, Maipú, Chacabuco, Abtao y Zepita. Las torres: Junín y La Merced. Los fuertes: Ayacucho y Santa Rosa. El total de cañones peruanos: cincuenta y tres. Se contaba con dos cañones Armstrong que eran los más modernos de la artillería de la época, y también con dos cañones Blackely, uno de ellos fue llamado "el cañón del pueblo".
El Combate duró aproximadamente cinco horas, al final cientos de muertos y heridos ocurrieron en los dos bandos. Fue presenciado por naves extranjeras que se mantuvieron fuera del área de combate. Relata el almirante estadounidense Pearson, testigo del combate; "Se empleó gran valor por parte de los peruanos y de los españoles. El combate ha sido glorioso para ambos; pero especialmente para los peruanos".
En 1880 finalmente, España y el Perú establecen relaciones diplomáticas y subscriben un tratado definitivo de paz y amistad que desde entonces rige inalterable y sincero.
El triunfo del Combate del Callao, demostró al mundo entero, que la unidad de esfuerzos, la comunión de ideas y el elevado sentimiento patriótico, fueron importantes para el triunfo sobre la Escuadra española; triunfó la fe, la esperanza, la unión, el sueño de libertad de un pueblo.
Esa unión que hoy reclama el pueblo para hacer frente a las amenazas externas de nuestro vecino del Sur, a quienes el Perú generoso de 1866, ayudó durante la embestida española al puerto de Valparaíso, y las amenazas internas de las organizaciones terroristas y de derechos humanos, que quieren desmembrar la integridad de nuestra nación, al orquestar una campaña de satanización contra nuestras FFAA.
No debemos permitir tamaña traición, por la fe y el sueño de libertad del pueblo, y de nuestros héroes del 2 de Mayo del Callao. En honor a los bravos defensores del Combate del 2 de Mayo y los cañoneros al pié de sus cañones, ese día se ha instituido como el día del Arma de Artillería del Ejército del Perú.
Se conoce que el conflicto de 1866 entre el Perú y España, que además amenzó la libertad de América del Sur, “se debió a causas ocultas y causas visibles” como anota nuestro gran historiador Jorge Basadre.
Entre las causas ocultas estuvieron: la esperanza de la restauración de la influencia de España en América, el deseo de apoderarse de las islas guaneras que le permitiera obtener ingentes recursos, obligar al gobierno del Perú a cancelar la deuda proveniente de la época del virreinato cuyos títulos de deuda estaban en poder de personajes españoles conocidos y de algunos peruanos, siendo esta la causa más importante.
Entre las causas visibles podemos anotar: el deseo mezquino de encontrar la paz y agravar los conflictos de algunos diplomáticos que participaban en las negociaciones previas entre España, Chile y Perú; una serie de formulismos como el concepto del honor, la dignidad nacional, los títulos de los emisarios, la reparación de agravios. Las brasas quemantes de la larga guerra por la independencia cuyos protagonistas aún estaban vivos y finalmente la falta de relaciones diplomáticas entre Perú y España.
El 10 de agosto de 1862 parte de Cádiz con dirección a América del Sur una expedición científica, cuyo objetivo oficial era realizar un acercamiento y estudios científicos, embarcados en los navíos españoles “Resolución”, “Triunfo” y “Vencedora”, la “Covadonga” se encontraba en Río de la Plata.
En esas naves que surcaron el Atlántico durante interminables días, venían profesores de geología, zoología, botánica, antropología y etnografía, al mando de la expedición estaba Luis Hernández de Pinzón.
El historiador español Pedro de Novo y Colson, en su libro sobre la guerra de 1866 apunta que “España había reconocido la independencia de las repúblicas americanas en tratados que respetaría”, sin embargo ello no era óbice para cuidar y proteger los intereses de sus súbditos, que pudieran salir lastimados en discordias internas, en cuyo caso el jefe de la escuadra daría “toda la cooperación enérgica que pudiera prestarles para una inmediata reparación”
El Perú era considerado el más hostil contra España por lo que, todas las demostraciones de fuerza que pudiera realizar la escuadra española, lo hacía en puertos peruanos para que no quedara duda de la firmeza y energía de su política, además consecuente con ello debían cortar la campaña de desprestigio que había emprendido la prensa peruana.
El 5 de mayo de 1863 llega la escuadra española a Valparaíso, después de haber pasado por Río de Janeiro, Montevideo y Buenos Aires, con Argentina Pinzón firmó un convenio que estipulaba el envío de un plenipotenciario a Madrid, en Montevideo se entrevistó con el ministro peruano Buenaventura Seoane, pero no llegó a ningún acuerdo, en Chile fue recibido con grandes agasajos.
El 10 de julio e 1863 llega al Callao la escuadra española, aquí es recibido por el presidente Juan Antonio Pezet quien conversa con Pinzón en una de las islas de Chincha el 5 de diciembre de 1864. Según el periodista de apellido Chinarro de El Comercio, Pinzón le habría manifestado “Deseoso él de no conducir los acontecimientos de una manera violenta”.
Pese a que no existían vínculos diplomáticos entre las dos naciones, el General Juan Antonio Pezet, Presidente del Perú, permitió su arribo y desembarco.
Los españoles fueron bien recibidos y hubo un trato cordial mutuo. Hubo gestiones diplomáticas por parte de los españoles para exigir el pago de la deuda de la independencia. El 27 de Julio, las naves españolas parten rumbo norte con el deseo de no presenciar las Fiestas Patrias peruanas.
El 4 de Agosto de 1863 colonos españoles que trabajaban en la Hacienda Talambo en Lambayeque de propiedad del terrateniente Manuel Salcedo entran en riña con él debido a peones chinos traídos a trabajar en sus campos. El enfrentamiento tuvo un desenlace fatal, un colono vasco resultó muerto. El español Eusebio de Salazar quien residía en Lima va en busca de la flota española y notifica al Almirante Hernández Pinzón sobre los sucesos.
El incidente sirvió de excusa para que las naves españolas regresen al Callao.Salazar viaja a España y es nombrado por la Reina de España Isabel II, "Comisario especial extraordinario en el Perú". Salazar regresa al Perú el 18 de Marzo de 1864 pidiendo ser recibido por la Cancillería. El gobierno peruano se niega a recibirlo debido a que su título era el de los funcionarios que España enviaba a sus colonias. El 14 de Abril de 1864 los españoles ocupan las Islas de Chincha.
El 2 de Mayo de 1866 siete naves de la escuadra española se aprestan a atacar al Callao. Las naves españolas eran la Villa de Madrid, la Berenguela, la Blanca, la Almanza, la Vencedora, la Resolución y el blindado Numancia, uno de los grandes barcos en la historia marítima mundial. La escuadra española era impresionante y contaba con un total de 245 cañones.
Los barcos peruanos eran cinco, el Loa, el Victoria, el Colín, el Tumbes y el Sachaca. Todos los barcos peruanos eran vapores de madera, pequeños en comparación con los barcos de guerra españoles y servirían sólo de refuerzo por lo cual se organizaron baterías, torres y fuertes que se encargarían de hacer frente a las naves españolas. Las baterías se distribuyeron desde la boca del río Rímac hasta La Punta.
Estas fueron llamadas: Independencia, Pichincha, Provisional, Maipú, Chacabuco, Abtao y Zepita. Las torres: Junín y La Merced. Los fuertes: Ayacucho y Santa Rosa. El total de cañones peruanos: cincuenta y tres. Se contaba con dos cañones Armstrong que eran los más modernos de la artillería de la época, y también con dos cañones Blackely, uno de ellos fue llamado "el cañón del pueblo".
El Combate duró aproximadamente cinco horas, al final cientos de muertos y heridos ocurrieron en los dos bandos. Fue presenciado por naves extranjeras que se mantuvieron fuera del área de combate. Relata el almirante estadounidense Pearson, testigo del combate; "Se empleó gran valor por parte de los peruanos y de los españoles. El combate ha sido glorioso para ambos; pero especialmente para los peruanos".
En 1880 finalmente, España y el Perú establecen relaciones diplomáticas y subscriben un tratado definitivo de paz y amistad que desde entonces rige inalterable y sincero.
El triunfo del Combate del Callao, demostró al mundo entero, que la unidad de esfuerzos, la comunión de ideas y el elevado sentimiento patriótico, fueron importantes para el triunfo sobre la Escuadra española; triunfó la fe, la esperanza, la unión, el sueño de libertad de un pueblo.
Esa unión que hoy reclama el pueblo para hacer frente a las amenazas externas de nuestro vecino del Sur, a quienes el Perú generoso de 1866, ayudó durante la embestida española al puerto de Valparaíso, y las amenazas internas de las organizaciones terroristas y de derechos humanos, que quieren desmembrar la integridad de nuestra nación, al orquestar una campaña de satanización contra nuestras FFAA.
No debemos permitir tamaña traición, por la fe y el sueño de libertad del pueblo, y de nuestros héroes del 2 de Mayo del Callao. En honor a los bravos defensores del Combate del 2 de Mayo y los cañoneros al pié de sus cañones, ese día se ha instituido como el día del Arma de Artillería del Ejército del Perú.
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