Australian War Memorial

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EXTERIOR DE MEMORIA DE LA GUERRA-AUSTRALIA

miércoles, 14 de julio de 2021

EL BICENTENARIO DE NUESTRA INDEPENDENCIA NACIONAL.

 



REFLEXIONES

 

POR: ARTURO CASTRO

 

Han transcurrido 200 años de la llegada del general Dn. José de San Martín a las costas peruanas, fue un 08 de setiembre de 1820, como comandante de la expedición libertadora del Perú, desembarcó en Paracas, cerca al puerto de Pisco. Al año siguiente el 28 de julio de 1821, proclamó la Independencia de nuestra patria, primero lo hizo en la plaza Mayor de Lima, después en la plazuela de la Merced, luego, en la plaza Santa Ana, frente al convento de los descalzos y finalmente en la plaza de la Inquisición (hoy plaza Bolívar).

 

Aún resuenan los ecos de su voz al pronunciar su sentencia: “desde este momento el Perú es libre e independiente por la voluntad general de los pueblos y por la justicia de su causa que Dios defiende.

¡VIVA LA PATRIA!

¡VIVA LA LIBERTAD!

¡VIVA LA INDEPENDENCIA!”.

 

A 200 años de esa proclamación nuestra amada patria vive momentos de zozobra y grave peligro, de la que depende su supervivencia como Estado-nación.

 

Como bien conocen, en lo político una grave crisis provocada por la irresponsabilidad de las autoridades electorales (JNE, ONPE Y RENIEC) que han permitido graves irregularidades en las elecciones segunda vuelta y el inminente peligro que el candidato de Perú libre sea proclamado ganador de las elecciones, con lo que nuestro país sería integrado al foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla, como parte del socialismo del S- XXI perdiendo su libertad. En lo social los efectos de la pandemia que han dejado más de 200,000 fallecidos por irresponsabilidad de las autoridades para enfrentar este flagelo y en lo económico la pérdida de empleo de miles de emprendedores peruanos, la fuga de capitales y la devaluación de la moneda, que ha provocado la subida de precios de los combustibles y alimentos de primera necesidad.

 

Sin embargo, la llegada del Bicentenario de nuestra república es también la oportunidad para reflexionar sobre el devenir histórico de nuestra patria, de los hombres que tuvieron la responsabilidad de conducir sus destinos hasta hoy, las acciones de los pueblos de nuestra nación, de los miles de obstáculos que tuvieron que vencer para legarnos esta patria incomprendida, con una nación disímil, pujante, fulgurante, arrogante por momentos, humilde en otros, pero emprendedora y luchadora como pocas.

 

Después de doscientos años de vida republicana arribamos al siglo XXI y aún tenemos mucho que superar, nuestros demonios, nuestros propios odios, superar nuestros miedos y fantasmas, hay muchísimo por hacer, metas que lograr, sueños que cumplir y en ese derrotero, todos los peruanos debemos poner el hombro, si realmente queremos una patria inclusiva, una patria digna, una madre patria para todos sus hijos, sin distinción.

 

Sin embargo, se puede afirmar sin lugar a equivocarse, que nuestra historia está plagada de hechos que lindan con el sentimiento más innoble que puede desarrollar y cultivar la persona al interior de su ser, o grupo de personas de una sociedad como la nuestra y que a la larga ha traído consecuencias nefastas para el país, la envidia y esta envidia ha dado lugar al odio inveterado, me refiero a ese odio antiguo y arraigado que subsiste hasta la actualidad.


En medio de ellos se ha enseñoreado la corrupción, desde hace siglos y atraviesa las capas que cubre el esqueleto de la nación, las ha invadido hasta causar metástasis. Los valores nacionales han sido enterrados, cubiertos con capas de hormigón. La moral nacional se desmorona ante la impávida inacción, miopía y falta de reflejos de las autoridades.

Bien sabemos que, la corrupción es una epidemia endémica, arraigada en toda la sociedad, principalmente en quienes tiene el deber de controlar e impartir justicia. Esta epidemia ha trastocado la vida de nuestra sociedad, influenciado por la presión desmesurada de los corruptos organizados y su incidencia funesta en la estructura del estado nacional difícil de combatir, sin la voluntad de los tres poderes del estado no es posible lograr nada.

En este largo camino hubo etapas sobresalientes en la vida nacional, muy buenas donde afloró la unidad nacional, pero también vivimos la etapa más negra de nuestra historia, la guerra con chile, muy dolorosa y cuyos efectos, aunque tratemos de negarlo, se sienten en el presente y son un lastre para nuestra integración como país. La etapa dolorosa de la guerra interna contra las organizaciones subversivas SL Y MRTA.

 

En estos 200 años de vida republicana, nuestra nación sigue luchando contra las fuerzas del destino y las decisiones de los hombres, algunas equivocadas por conveniencia, así, pocas o nulas, han sido las acciones orientadas a desarrollar e incrementar en la población un sentimiento de orgullo nacional, de pertenencia y autoestima como integrantes de ésta gran nación. Es como si el odio se hubiera instalado en la dermis de nuestra nación, causando estragos en la unidad nacional.

 

Es importante que encontremos en nuestros valores centrales la razón y la fuerza que impulse a actuar a los gobernantes, dirigentes, empresarios, industriales, profesionales, maestros, obreros, enfermeras, médicos, militares y policías, de manera conjunta en provecho de la ciudadanía para ayudar a solidificar real y objetivamente nuestra identidad como nación.

 

Todo lo anterior no basta, caerá en saco vació, si no estamos imbuidos del deseo, el anhelo de integrarnos, de aceptarnos y aceptar a los demás como son, ciudadanos con virtudes y defectos, con características étnicas únicas y particulares, pero deseosos de incrementar la autoestima nacional, porque nos fortalecerá como Nación.

Finalmente, en este Bicentenario pidamos al divino hacedor, ilumine la mente de los líderes del país en los diferentes campos, especialmente en el político, y enmienden el rumbo de nuestra nación hacia la consecución del bien común, y así los 33 millones de peruanos de los que nosotros formamos parte importante, llegaremos a disfrutar una mejor calidad de vida, una mejor educación para las futuras generaciones, en un ambiente de seguridad y tranquilidad, para el bienestar de nuestra gran nación.

Que la celebración del Bicentenario nacional sea la gran oportunidad para nuestra patria.

 


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