Dentro de pocos días Ollanta Humala
Tasso, abandonará palacio de gobierno y será un ciudadano más. Todo el poder
que tuvo en sus manos, de la noche a la mañana le será ajeno. Tendrá que mirar
desde el balcón cómo el Congreso en manos del fujimorismo, que tanto odio y
animadversión le mostró él y su esposa, lo despedaza políticamente.
Mientras tanto; inmutable, sigue en
compaña de inauguraciones acompañado de su esposa Nadine Heredia, recorriendo
diversos lugares del país. Inaugurando obras intrascendentes, mientras su
consorte acicateada por su presencia, toma protagonismo en cada ceremonia para,
atacar a sus enemigos, a políticos tradicionales con discursos improvisados y
sin la fuerza de antaño. Muy desmejorada físicamente.
En un artículo escrito en julio de
2011, plantee la necesidad de una reconciliación nacional, hice un llamado al
mandatario para superar las hondos desencuentros y marcadas diferencias, que
separan a los peruanos. Centré mi posición en la necesidad de superar los
rezagos de la guerra interna, que los grupos terroristas de SL y MRTA sembraron
en los últimos 20 años del siglo pasado en contra del pueblo peruano.
Ollanta era el llamado a esa
reconciliación, por varias razones. La principal, había participado en los
grados subalternos en esta guerra fratricida, quién mejor que él para
comprender esta situación; sin embargo, el pedido cayó en una sima profunda, en
una fosa de indiferencia que hoy después de 5 años, con seguridad será uno de
sus lastres.
Agravada posteriormente por la
creación de esa infeliz Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), gracias a
Valentín Paniagua, su ministro Diego García Sayán, previa coordinación con
Abimael Guzmán. Alejandro Toledo puso en funcionamiento con un presupuesto
monumental. Y qué se obtuvo de todo esto, es lamentable decirlo, nada.
La ex CVR nunca buscó la verdad ni
reconciliación, se limitó a sembrar odio azuzando una persecución y caza de
brujas, en contra de militares muchos de ellos inocentes, que dieron con sus
huesos en las cárceles. Otros siguen juicios interminables, por defender al
Estado, democracia y valores, sus vidas son una vía crucis y sus familias en el
poder judicial, creado exprofesamente para estos menesteres.
Se posicionó hasta hoy, ese
aberrante sentimiento de odio, inquina, animadversión en contra de militares.
El pueblo peruano debe dar gracias a la ex CVR y al abuso del poder judicial en
manos de caviares, por mantener esta situación. Impartiendo justicia desde su
particular manera de observar la realidad del país, son responsables que hasta
hoy no se logre la ansiada reconciliación, que pudo decidir Humala.
Durante su gobierno, Humala innecesariamente
se abrió un frente con sus colegas, con quienes habían vestido como él el
uniforme de la patria. Los veteranos de las FFAA y PNP, a quienes había
prometido durante su campaña que la pensión renovable se mantendría; sin
embargo, no cumplió, en cambio aprobó los Decretos Legislativos 1132 y 1133, congelando
las pensiones para siempre.
Este hecho no solo representa la
demostración del mayor desafecto que puede tener un oficial del Ejército con
sus camaradas de armas. Son cinco años que las promociones afectadas vieron
disminuir su poder adquisitivo, recibiendo una pensión diferente a los que
pasaron al retiro a partir de diciembre 2012. Se olvidó de los veteranos que durante
la década de los años 90 se habían fajado por defender la democracia y los
valores occidentales.
Un grave y criticado hecho que fue
calificado en su momento como una traición a los uniformados, especialmente a
los pensionistas del Ejército su Alma Mater, lo que trajo como consecuencia que
la gran familia militar, policial, viudas y discapacitados de las FFAA y PNP
perdieran todo grado de confianza en su investidura.
Hoy lo observamos, en busca de
apoyo popular que no tiene, que esa portátil que acude a sus inauguraciones y
visitas, poco a poco disminuye, esa será la dinámica hasta el 28 de julio en
que el nuevo presidente ingresará a Palacio de Gobierno y él, lamentablemente
pasará al traste de la historia, por no haber asumido la responsabilidad de
conducir el país y a la nación peruana hacia el logro del bienestar general.
Para agravar los últimos días de su
gobierno, su Vicepresidente Omar Chehade, este viernes presentará su obra La gran usurpación cuya protagonista principal es Nadine Heredia,
quien según el autor usó y abusó del poder, a tal punto que, funcionarios,
congresistas y ministros la llamaban “la jefa”, ante la anuencia de un esposo
complaciente, introvertido y débil de carácter, quien en todo momento puso el
pecho para defenderla.
Ollanta Humala pudo ser el
presidente de la reconciliación nacional; pero, le faltó carácter, decisión y
se sometió quizás por lealtad a su consorte, dama que no tardó en demostrar una
ansia de poder que Isaac Humala, su suegro, graficó con una frase en bronce “Ya no es
una loca de poder, es una loca de atar”. Hasta siempre Ollanta Humala y
suerte para Nadine que le esperan muchos juicios.
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