“El Perú será grande, el Perú será lo que deba ser, si todos los peruanos nos resolvemos virilmente a engrandecerlo”
Andrés A. Cáceres.
El gobierno aprista ha convocado para mañana 27 de noviembre a una movilización, para demostrar la férrea y monolítica unidad del pueblo peruano, frente al espionaje chileno y las destempladas declaraciones de sus principales autoridades.
No estamos en contra de esta congregación de unidad maciza de sentimiento patriótico de toda la colectividad. Simplemente no la compartimos, por el caris político que a lo lejos huele. No es un acto espontáneo de la población.
Sin embargo, la aplaudimos y deseamos que tengan éxito los organizadores. Muy importante hubiera sido que se realice estas acciones por parte del gobierno para apoyar a las FFAA que viene enfrentando al narcosenderismo en el VRAE y se viera el interés y decisión política de mejorar las alicaídas, desfasadas, atrasadas y minimizadas remuneraciones de sus integrantes, o que abogaran por una verdadera mejora de nuestra la capacidad operativa.
Nada de eso, solo chauvinismo, patrioterismo, cortinas de humo y psicosociales, etc. No queremos ser aguafiestas. Pero, consideramos que los organizadores están cometiendo un error y muy grave, por desconocer nuestra historia. Las autoridades y damas convocantes, debieron informarse bien antes de organizar este evento.
La fecha escogida coincide con el CXXX aniversario de la Batalla de Tarapacá. Un aniversario perfecto y un motivo realmente memorable. Llegado a este punto, no podemos dejar de señalar que, la amnesia se está convirtiendo en pandemia y viene haciendo estragos en el inconsciente colectivo. Como un virus letal, ataca cerebros, daña neuronas y cubre con el manto del olvido sus recuerdos, causando la omisión de hechos trascendentales de nuestra historia.
Recordemos, que este 27 de noviembre, se celebra con gran orgullo patriótico al interior del Ejército, un nuevo aniversario de la Batalla de Tarapacá, que en los anales de la historia militar, surge como una luz en medio de la oscuridad cargada de improvisación, de frustraciones que se arrastró a lo largo y ancho de lo que fue la campaña del sur en la guerra con Chile.
Digo-frustraciones- porque ayer como hoy, las decisiones trascendentales referidas a la seguridad y defensa nacional, estuvieron y están actualmente marcados por la desconfianza y rencor antimilitarista, por parte de gobernantes, la clase política, ONG´s y la izquierda caviar, así como algunos sectores económico-sociales.
Ayer como hoy el sino de nuestra historia estuvo y está cargada de mezquindades, de conveniencia política, más que de un verdadero y responsable sentimiento patriótico nacionalista.
Miremos con atención y conozcamos, cuál es la respuesta del gobierno ante el exponencial armamentismo de nuestro vecino del sur. Simplemente seguir con la cantaleta de “limitar los gastos bélicos” y asegurar que serán de carácter obligatorio para los países.
Esto indudablemente, es tan solo un buen deseo, una aspiración muy loable, noble y que merece admiración. Sabemos de antemano que, lamentablemente no tendrá acogida. Ningún país, salvo el Perú, aboga por un desarme en la Región. Todos nuestros vecinos están adquiriendo armamento moderno.
Lo que si debemos tener presente es, que el Taita Cáceres tuvo una destacada actuación en la Batalla de Tarapacá, fue el comandante de la segunda división, conformado por los batallones Zepita N° 2 y Regimiento “2 de Mayo”, unidades que el 27 de noviembre de 1879 lograron una contundente victoria frente a las tropas chilenas.
Recordando a Cáceres rendimos homenaje al héroe de Tarapacá, a sus tropas que entregaron sus vidas y a sus sabias enseñanzas, que a través del tiempo permanecen impertérritas, inamovibles y vigentes. Así “La Patria íntegra, la Patria grande, la Patria intangible”, debería ser el ideal y la visión suprema de todos los actos de nuestras autoridades y los peruanos en general.
Porque para Cáceres siempre fue ese el ideal y la visión en todos sus actos, por eso permanece como un modelo para las nuevas generaciones de connacionales. No solo fue un brillante militar paradigma de la honestidad, la tenacidad y la resistencia, sino que además fue presidente, senador y representante como embajador plenipotenciario del país en el extranjero.
Como presidente condujo los destinos de la nación, en dos oportunidades, la primera desde el 3 de junio de 1886 hasta el 10 de agosto de 1890 y luego desde el 10 de agosto de 1894 hasta el 20 de marzo de 1895. Fue nombrado como ministro plenipotenciario en Gran Bretaña y Francia (de enero de 1891 a diciembre de 1892); en Italia (1905), en Alemania y Australia (1911) y embajador en las cortes de Cádiz (1912).
Pero, lo más admirable en Cáceres es que siempre antepuso los intereses nacionales a su interés particular, hoy se conoce que, para afrontar los gastos de las campañas militares muchas veces puso de su propio peculio.
El Mariscal Cáceres es admirado y debería serlo no solo por un sector de la sociedad peruana, sino por todos y cada uno de los ciudadanos del Perú, porque Cáceres fue un líder por antonomasia.
Representa en sí mismo el sentimiento de unidad de la patria, es el prototipo del ciudadano que en su rol de militar supo aglutinar a su alrededor, todas las fuerzas vivas de la nación, en la resistencia ante el enemigo invasor en la campaña victoriosa de la Breña, y fue además un tenaz defensor de la integridad territorial.
El mensaje de unidad y unión que Cáceres dejó a las generaciones venideras, unidad que reclamó hasta el último hálito de vida y que nos ha trasmitido como una fuerza moral, debe ser el motor que incentive el deseo de todos los buenos ciudadanos de nuestro país, para lograr su integración, la unidad y no caminar a tientas cada uno por el camino que buenamente pueda escoger, pero que finalmente no lleva a ninguna parte, más bien nos conduce al despeñadero, a un destino incierto, como hasta ahora está sucediendo.
Andrés A. Cáceres.
El gobierno aprista ha convocado para mañana 27 de noviembre a una movilización, para demostrar la férrea y monolítica unidad del pueblo peruano, frente al espionaje chileno y las destempladas declaraciones de sus principales autoridades.
No estamos en contra de esta congregación de unidad maciza de sentimiento patriótico de toda la colectividad. Simplemente no la compartimos, por el caris político que a lo lejos huele. No es un acto espontáneo de la población.
Sin embargo, la aplaudimos y deseamos que tengan éxito los organizadores. Muy importante hubiera sido que se realice estas acciones por parte del gobierno para apoyar a las FFAA que viene enfrentando al narcosenderismo en el VRAE y se viera el interés y decisión política de mejorar las alicaídas, desfasadas, atrasadas y minimizadas remuneraciones de sus integrantes, o que abogaran por una verdadera mejora de nuestra la capacidad operativa.
Nada de eso, solo chauvinismo, patrioterismo, cortinas de humo y psicosociales, etc. No queremos ser aguafiestas. Pero, consideramos que los organizadores están cometiendo un error y muy grave, por desconocer nuestra historia. Las autoridades y damas convocantes, debieron informarse bien antes de organizar este evento.
La fecha escogida coincide con el CXXX aniversario de la Batalla de Tarapacá. Un aniversario perfecto y un motivo realmente memorable. Llegado a este punto, no podemos dejar de señalar que, la amnesia se está convirtiendo en pandemia y viene haciendo estragos en el inconsciente colectivo. Como un virus letal, ataca cerebros, daña neuronas y cubre con el manto del olvido sus recuerdos, causando la omisión de hechos trascendentales de nuestra historia.
Recordemos, que este 27 de noviembre, se celebra con gran orgullo patriótico al interior del Ejército, un nuevo aniversario de la Batalla de Tarapacá, que en los anales de la historia militar, surge como una luz en medio de la oscuridad cargada de improvisación, de frustraciones que se arrastró a lo largo y ancho de lo que fue la campaña del sur en la guerra con Chile.
Digo-frustraciones- porque ayer como hoy, las decisiones trascendentales referidas a la seguridad y defensa nacional, estuvieron y están actualmente marcados por la desconfianza y rencor antimilitarista, por parte de gobernantes, la clase política, ONG´s y la izquierda caviar, así como algunos sectores económico-sociales.
Ayer como hoy el sino de nuestra historia estuvo y está cargada de mezquindades, de conveniencia política, más que de un verdadero y responsable sentimiento patriótico nacionalista.
Miremos con atención y conozcamos, cuál es la respuesta del gobierno ante el exponencial armamentismo de nuestro vecino del sur. Simplemente seguir con la cantaleta de “limitar los gastos bélicos” y asegurar que serán de carácter obligatorio para los países.
Esto indudablemente, es tan solo un buen deseo, una aspiración muy loable, noble y que merece admiración. Sabemos de antemano que, lamentablemente no tendrá acogida. Ningún país, salvo el Perú, aboga por un desarme en la Región. Todos nuestros vecinos están adquiriendo armamento moderno.
Lo que si debemos tener presente es, que el Taita Cáceres tuvo una destacada actuación en la Batalla de Tarapacá, fue el comandante de la segunda división, conformado por los batallones Zepita N° 2 y Regimiento “2 de Mayo”, unidades que el 27 de noviembre de 1879 lograron una contundente victoria frente a las tropas chilenas.
Recordando a Cáceres rendimos homenaje al héroe de Tarapacá, a sus tropas que entregaron sus vidas y a sus sabias enseñanzas, que a través del tiempo permanecen impertérritas, inamovibles y vigentes. Así “La Patria íntegra, la Patria grande, la Patria intangible”, debería ser el ideal y la visión suprema de todos los actos de nuestras autoridades y los peruanos en general.
Porque para Cáceres siempre fue ese el ideal y la visión en todos sus actos, por eso permanece como un modelo para las nuevas generaciones de connacionales. No solo fue un brillante militar paradigma de la honestidad, la tenacidad y la resistencia, sino que además fue presidente, senador y representante como embajador plenipotenciario del país en el extranjero.
Como presidente condujo los destinos de la nación, en dos oportunidades, la primera desde el 3 de junio de 1886 hasta el 10 de agosto de 1890 y luego desde el 10 de agosto de 1894 hasta el 20 de marzo de 1895. Fue nombrado como ministro plenipotenciario en Gran Bretaña y Francia (de enero de 1891 a diciembre de 1892); en Italia (1905), en Alemania y Australia (1911) y embajador en las cortes de Cádiz (1912).
Pero, lo más admirable en Cáceres es que siempre antepuso los intereses nacionales a su interés particular, hoy se conoce que, para afrontar los gastos de las campañas militares muchas veces puso de su propio peculio.
El Mariscal Cáceres es admirado y debería serlo no solo por un sector de la sociedad peruana, sino por todos y cada uno de los ciudadanos del Perú, porque Cáceres fue un líder por antonomasia.
Representa en sí mismo el sentimiento de unidad de la patria, es el prototipo del ciudadano que en su rol de militar supo aglutinar a su alrededor, todas las fuerzas vivas de la nación, en la resistencia ante el enemigo invasor en la campaña victoriosa de la Breña, y fue además un tenaz defensor de la integridad territorial.
El mensaje de unidad y unión que Cáceres dejó a las generaciones venideras, unidad que reclamó hasta el último hálito de vida y que nos ha trasmitido como una fuerza moral, debe ser el motor que incentive el deseo de todos los buenos ciudadanos de nuestro país, para lograr su integración, la unidad y no caminar a tientas cada uno por el camino que buenamente pueda escoger, pero que finalmente no lleva a ninguna parte, más bien nos conduce al despeñadero, a un destino incierto, como hasta ahora está sucediendo.
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