Australian War Memorial

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EXTERIOR DE MEMORIA DE LA GUERRA-AUSTRALIA

martes, 8 de marzo de 2022

Difíciles relaciones entre Perú, Bolivia y Chile, a la luz de la historia, en Narración histórica de la guerra de Chile contra el Perú y Bolivia.

 


Los valores y principios en los que hemos sido formados en nuestro hogar han sido, son y serán el reflejo de lo que fuiste, eres y serás en tu vida- Manual del Suboficial, Ejército de los Estados Unidos.

Ensayo.

A.     Relaciones de Perú con Chile desde 1821 hasta 1878.

Las relaciones entre Perú, Chile y Bolivia siempre han sido tormentosas, difíciles y no han estado y ni están exentas hasta la actualidad, de esa desconfianza desde los inicios de nuestra vida republicana.

El santo de la espada, general Dn José de San Martín y Matorras, inmortal e ilustre prohombre de la libertad americana, aseguró primero la libertad de su patria y posteriormente la de Chile, infiriendo que, mientras el poderío español estuviera fuerte y reconcentrado en el Perú, ninguna de las nuevas repúblicas tenía asegurada su libertad y, por tanto, era imperativo y estratégico tomar el objetivo más preciado, el centro del poder español que estaba en Perú.

San Martín comprendió que todo esfuerzo sería vano, inútil e improductivo si no se liberaba al Perú y ante este desafío, el objetivo principal estratégico era asegurar el Hertland de la América española, la capital del Perú y hacia ese objetivo enrumbó todo su esfuerzo, atención y preparación de las fuerzas libertadoras, de esta manera aseguraba la libertad de las otras repúblicas sudamericanas.

El general José de San Martín de acuerdo con Bernardo O’Higgins, organizó un ejército de 4,118 hombres, compuesto de argentinos y chilenos, y con esta fuerza emprendió en setiembre de 1820 la expedición, iniciando la campaña libertadora del Perú.

En la constelación de jefes de aquella gesta memorable y de las gloriosas legiones americanas que se formaron para tan noble y solidario cometido, destacaron nítidamente: “Juan Gregorio de las Heras, Antonio Álvarez de Arenales, Bernardo Alvarado y el mitológico Necochea (Mariano Pascual)”.[1]

¿Cuál fue el objetivo de la expedición?

Sin lugar a duda, asegurar la libertad de las repúblicas Argentina y Chile por lo que era una necesidad perentoria, histórica y estratégica, la destrucción del poderío español en el Perú. “La Independencia del Perú es la independencia de Chile; mientras hubo en el Perú españoles en armas, Chile no podía considerarse libre”[2]

Deseamos fijar este punto, que a la luz del tiempo transcurrido y que nos permite ver los hechos de una manera objetiva, analizando las acciones e implicancias externas del momento y las que a través de los años transcurridos  nos hacen inferir las acciones que se ha derivado, principalmente en lo que concierne a los políticos y el ejército chileno, cuyo interés estuvo, como es comprensible en asegurar su propia libertad; por ello, es comprensible los sacrificios de todos los involucrados y de los chilenos en particular, “si no hubiera venido en su apoyo la eficaz cooperación de los patriotas peruanos”. [3]

Iniciada la campaña libertadora en nuestro territorio, se sucedieron una serie de combates como: Macacona, Moquegua y Tarata, las fuerzas chilenas sufrieron derrotas y el resto de su ejército se embarcó y regresó a Chile sin pena ni gloria. San Martín solicitó al gobierno chileno que le enviara más fuerzas, pero este se negó a tal pedido, más bien “exigió el pago de lo que había gastado en la expedición”. [4]

Indudablemente el general José de San Martín se indignó por esta respuesta que denotaba una posición hasta cierto punto egoísta y convenida, por no decir cobarde, claro Chile disfrutaba de la libertad que había costado el esfuerzo y sacrificio de argentinos que llegaron a su territorio para libertarlos, y en ese momento se negaban a prestar su apoyo para que el Perú consiguiera esa ansiada libertad.

“el Perú abonaría aquellos gastos cuando Chile practicase otro tanto con el de Buenos Aires, por lo que erogó en la expedición que, en 1817, libertó a este país”.[5]

Ante esta firme respuesta del libertador, Chile no tuvo otra alternativa que, auxiliar a la expedición libertadora, pero, oh sorpresa, sus tropas llegaron tarde, así que, no tuvieron otra decisión que regresar a su país, sin desembarcar y lógicamente sin hacer un disparo.

Pese a estas circunstancias negativas para la campaña libertadora, el Perú fiel a su compromiso de caballero, “pagó hasta el último centavo con intereses”. [6]

Los gastos de esas dos expediciones que vinieron de Chile, en nada contribuyeron a nuestra independencia, además en un acto que podría criticarse, pero que, sin embargo, en aras de la libertad americana y el espíritu americanista, el Perú dejó de lado sentimientos subalternos y colmó de honores y recompensas a los principales jefes del ejército chileno, comenzando por el presidente de la república, de entonces, Bernardo O´Higgins.

En el Perú, una vez establecido el orden interno, en el uso de sus facultades de país libre y soberano, vio la necesidad de fomentar el comercio exterior, al que tenía todo derecho, para lo cual dictó una serie de decretos, esta sabia decisión alarmó a Chile y en especial a Diego Portales “en cuyo corazón se reconcentraba el odio y la envidia al Perú, en pago del dinero que adquirió, y de la hospitalidad que recibió”, en nuestro país.[7]

Diego José Víctor Portales Palazuelos, nacido en 1793 y muerto asesinado en 1837, a la edad de 44 años fue sucesivamente ministro de Relaciones Exteriores, del Interior y de Guerra y Marina. Aunque nunca llegó a la presidencia de Chile su influencia sobre ese país fue definitivamente mucho más importante que otros que sí alcanzaron la más alta magistratura de la nación del sur. Se propuso poner fin a la anarquía y para ello estableció una política muy dura y organizó la administración para que fuese base del desarrollo.

La obra de Portales estuvo orientada a aspectos básicos y fundamentales para todo estado en formación que van entrelazados entre sí; la lucha por la paz interior frente a los intentos subversivos, la visión oceánica que deviene en el actual “sentido oceánico” y mar presencial actual, es decir proyectar su presencia en el Pacifico Sur y la lucha por establecer el Gobierno identificado con los grandes intereses de su patria.

Diego Portales, siempre le tuvo ojeriza al Perú, la decisión más recordada contra nuestro país, sin lugar a duda fue la destrucción de la Confederación Perú-boliviana a la cual consideraba como peligrosamente hostil a Chile. Para ello Portales se sirvió de cómplices en los mismos pueblos que conformaban la Confederación y de una alianza con Argentina.

El nacimiento de la Confederación Perú-boliviana despertó los recelos de Chile y Argentina. Desde hacía tiempo existía una rivalidad entre Valparaíso y el Callao, una lucha de puertos que se vivió a fines del siglo XVIII por el dominio del Pacífico, lucha que no ha finalizado tal como pueden apreciar en el presente.

Portales aprovechó para predicar la guerra entre los peruanos que se encontraban asilados en Chile por los enfrentamientos políticos en el Perú (1833-1836). Chile le declaró la guerra a la Confederación Perú-boliviana.

La victoria en la batalla de Yungay el 20 de enero de 1839, contra la Confederación, de la que tanto se jactan los chilenos, dándole a las fuerzas peruanas una mínima importancia, no hubiera sido posible porque “se debió en gran parte a los jefes peruanos que servían en el ejército de Chile, bajo la dirección del hábil y experimentado general Gamarra”. [8]

B.      Tratados del Perú con Chile

Como siempre ha sido, y es una afirmación basada en hechos reales, se sabe por antecedentes que Chile solo firma tratados que le sean sumamente favorables a sus intereses crematísticos. Como el tratado de Comercio celebrado en 1835, del que Chile estaba satisfecho, no se llegó a cumplir por la guerra contra la Confederación Perú-boliviana.

En 1846 se negoció otro que el Perú no aprobó; pero, animado nuestro país por mantener unas buenas relaciones con Chile se estipuló en 1851, el mismo que fue aprobado por el Gobierno y ratificado por el Congreso peruano; Chile no lo hizo, pese a haberse vencido el plazo para su ratificación y canje de las ratificaciones.

El Perú se mantuvo firme para allanar toda dificultad que entorpeciera las buenas relaciones, celebró otro tratado de amistad, comercio y navegación y otro de extradición el 23 de diciembre de 1876; a partir del 15 de febrero de 1877 rigieron como leyes, porque el ejecutivo se apresuró en promulgarlos; sin embargo, después de 17 meses el gobierno de Chile jamás lo aprobó, y permaneció en silencio, los chilenos justificaron por la demora de sus cámaras(legislativas) y que el tratado requería modificaciones que nunca las alcanzaron, habiendo transcurrido largo tiempo desde que Perú firmó el tratado.

Lo que llama la atención del tratado en su artículo 17° se estipulaba “en caso de que surgieran desavenencias entre ambos países, y no lograsen un arreglo amigable y satisfactorio, después de agotar los medios de avenimiento, se someterán al arbitraje de una tercera potencia, a fin de evitar un rompimiento definitivo” [9]. Lo que en buena cuenta explicaría el silencio optado por Chile.

Lo cierto es que Chile demoró todo acuerdo con nuestro país, inferimos que sus líderes políticos y su ejército ya estaban en plena preparación, para iniciar una guerra contra Bolivia y el Perú, y que esa decisión ya había tomada y en principio “tenían el firme propósito de hacer la guerra al Perú, aliándose con Bolivia; si esta se negaba hacerla a los dos bajo cualquier pretexto”[10]. Asumiendo a priori, que no aceptara el principio de arbitraje propuesto.

Hay que tener en cuenta que tan solo faltaban dos años para la invasión chilena de Antofagasta ejecutado en febrero de 1879, con lo que se inició la campaña militar chilena contra Bolivia y posteriormente contra el Perú y no querían que mediara un compromiso oficial entre nuestro país y Chile.

c.    Intrigas y preparativos de Chile contra el Perú

En 1829 las relaciones de Perú con Bolivia se pusieron tensas, se tornaron graves y estuvieron sus pendidas las relaciones hasta 1832, debido a las intrigas del gobierno de Chile. Incluso se insinuó al general Santa Cruz la idea de invadir al Perú. Se llegó al extremo de que Santa Cruz propuso a Chile como mediador. El Perú se vio obligado a aceptar el tratado que se celebró con la mediación de Chile completamente favorable a Bolivia.

Para comprender esta situación seguidamente se transcriben algunos párrafos de interés de unas misivas del coronel Antonio de la Torre y el general Agustín Gamarra gobernante del Perú, sobre los planes chilenos.[11]

Por la lectura de las cartas podemos inferir que había mucha actividad de los espías de Chile y Argentina en Bolivia y es que estaba en juego una serie de intrigas por parte de los chilenos, que se valían de todos los medios, como es usual, en las operaciones de espionaje, orientadas a buscar el apoyo de Bolivia contra el Perú.

Llegado a este punto, es importante tener en cuenta algunos datos históricos que permiten comprender la sinuosa conducta de Chile. En 1864, el almirante Pinzón se apoderó de las islas guaneras de Chincha y las tomó como una herramienta de negociación, el Perú tuvo que pagar una cantidad de dinero por indemnización, “Por el tratado conocido como Vivanco-Pareja (los apellidos de los generales firmantes), del 30 de noviembre de 1864 se alcanzó la paz. Por ella, Perú pagaba una indemnización a los españoles, que se retirarían de las islas Chincha. A continuación, se restauró la situación pacífica con el resto de los países sudamericanos implicados en la guerra”.[12]

La firma del tratado Vivanco-Pareja, no fue bien recibido por un gran sector de la población, fue rechazado por el bando peruano lo consideraron humillante al honor nacional. El entonces coronel Mariano I. Prado encabezó una revolución en contra del presidente Pezet, derrocándolo y obligando a este a embarcarse a Inglaterra.

Las relaciones de Chile con España se pusieron tensas debido a que Chile no quería vender carbón a las naves españolas, ante ello, se declaró contrabando el carbón de piedra. Ecuador se encontraba resentido con el Perú porque le atribuía protección al general ecuatoriano José María Urvina Viteri, refugiado en Paita.

En esta población, el general Urvina preparó previa coordinación con sus subordinados y amigos, una invasión a su país para hacerse del poder, la inició desde Tumbes contra el presidente García Moreno, las acciones revolucionarias de Urvina no dieron resultados, porque dividió sus escasas fuerzas en dos frentes, debilitando su acción.

La pequeña flotilla con sus tropas divididas no fueron un enemigo relevante para las tropas gubernamentales de García Moreno y fueron derrotadas, pese a que Urvina había tomado Santa Rosa el día 24 de junio de 1864; pero, audazmente García Moreno, había sorprendido al resto de la flotilla y procedió el fusilamiento de los 29 prisioneros que había tomado hasta su arribo a Guayaquil. Así terminó, luctuosamente, la famosa invasión del general Urvina a Ecuador.

Por esta acción, Ecuador infirió que el Perú había ayudado al general Urvina en su aventura militar. Chile encargó a su agente diplomático en Ecuador Nicolás Hurtado, que negociara un tratado con Ecuador en contra de España y contra el Perú, al diplomático chileno le fue muy fácil convencer a García Moreno.

Para 1865 ya se había pactado una alianza entre Perú, Chile y Bolivia contra España. Chile, por su parte, además proyectaba la desmembración de territorio peruano en beneficio de Bolivia, para arrebatarle su litoral, sin embargo, este proyecto no era nuevo, porque en 1832, ya lo había insinuado, lo afirmaba, solo faltaba decidir cómo ejecutarlo. Para 1854 sus hombres de Estado decían “para fijar los límites del desierto tendremos que afilar nuestros instrumentos de mensura, los corvos y probarlos en la lanza boliviana”[13].

El agente diplomático Aniceto Vergara Albano propuso al presidente Melgarejo en 1866 que consintiera en desprenderse de su litoral hasta el Loa o Mejillones, Chile por su parte prometía que apoyaría a Bolivia para la ocupación armada del litoral hasta el morro Sama, propuesta que fue rechazada por Melgarejo. Hasta dónde llegaba la ambición chilena por territorios bolivianos.

Esta actitud traicionera de Chile no llamó la atención, lo que sí permitió deducir, el manifiesto espíritu de odio que animaba a los líderes políticos chilenos contra el Perú, sin considerar que la victoria del 2 de mayo en el Callao, Perú peleó solo, finalmente los beneficiados fueron ellos, sin haber puesto absolutamente nada, y ni siquiera tuvieron el valor y entereza de agradecer al pueblo peruano.

Pese a existir un tácito acuerdo en que ninguna de las repúblicas aliadas podría celebrar acuerdos con España considerado enemigo, ni iniciar convenio o tratado, el gobierno chileno, por intermedio de su representante en Londres, celebró convenio con España, para el gobierno inglés le permitiera a España sacar de sus diques 2 buque blindados el Victoria y el Arapiles, a cambio de que Chile obtuviera permiso para dos corbetas de madera, la Chacabuco y la O´Higgins para Chile.

Desde esos tiempos Chile se preparaba para un conflicto, no contra España porque este país había manifestado su deseo de restablecer la armonía con las repúblicas de Sudamérica, mucho menos con Argentina con quien vivía en armonía, Bolivia o Ecuador con quienes tenía tratados ventajosos y muy buenas relaciones, por lo que, no se podía dudar que fuera contra el Perú, cuyas riquezas despertaron en chilenos los sentimientos más innobles.

Lo que llama la atención es la falta de comunicación entre los ministros de Londres y Washington, considerando que la información había sido publicada por la prensa londinense, ello causó desazón, lo que no sabemos es si el ministro en Londres informó al gobierno peruano sobre este hecho muy grave. Por lo que, el ministro del Perú en Washington, muy alarmado por esta situación, escribió al gobierno de Perú el 8 de abril de 1868[14] Incalificable hecho el acuerdo entre España y Chile para, en el caso de Chile asegurarse la entrega de dos buques y aumentar su poderío en el Pacífico sur.

“En los anales de la guerra no ofrece quizá un solo caso la historia del mundo de que un beligerante haya coadyuvado deliberadamente a mejorar la condición de su adversario en la esperanza de merecer su favor. La paz no se alcanza de esa manera y si se obtiene es seguro que no dejará ilesa la honra del que así lo mendiga, deponiendo la noble altivez con que primero se defendiera”[15]

Al momento de la entrega de los buques Victoria y Arapiles a España, poderosas máquinas de guerra, ni punto de comparación con las entregadas a Chile las corbetas de madera O´Higgins y Chacabuco, era realmente una burla, ya que lord Stanley (Edward Henry Stanley, 15 ° Conde de Derby, KG, PC, FRS (21 de julio de 1826-21 de abril de 1893; conocido como Lord Stanley de 1851 a 1869) fue un estadista británico. Se desempeñó como secretario de Estado de Relaciones Exteriores en dos ocasiones, de 1866 a 1868 y de 1874 a 1878), el mismo que aseguró en el parlamento inglés que los buques entregados a España y Chile se compensaban.

El paso dado por Chile no se encaminaba ni a la paz ni a la guerra con España y que era, desde esos tiempos, otra la intención chilena, como el tiempo se encargaría de demostrarlo.

No fue el único caso en que el interés y ocultamiento de la política exterior chilena se manifestó, Chile a fines de 1866 hizo denodados esfuerzos para comprar de manera secreta l vapor blindado americano Idaho, y debido a que el ministro chileno Asta Buruaga, no ocultó esas negociaciones como deseaba su gobierno, fue relevado por otro para que continuara las mismas.

Cuando el Perú en virtud de la gestión realizada por Chile ante el gobierno de Londres, realizó la gestión ante el gobierno americano para que cesara la neutralidad igual que en Inglaterra para que liberara los monitores Catawba y Oneoto (después Atahualpa y Manco Cápac), detenidos, el gobierno americano no aceptó.

La sinuosidad chilena, desde los albores de su república, sumado a ello, su política territorial expansionista, aplicada a su política externa los ha conducido a declarar una guerra contra nuestro país y Bolivia en 1879, cuyo resultado les ha sido menormente favorable a sus intereses, pues anexaron Antofagasta territorio boliviano y Tarapacá provincia peruana.

Estos actos calificados como traicioneros por toda América han dejado honda huella, y aún persiste actualmente una enorme desconfianza, lo que nos permite inferir, que no ha variado sus relaciones con nuestro país, por ser una política de Estado, ni variará en el futuro, tal como se desarrolla actualmente la política chilena, camino al socialismo del S XXI.

Lo que sí debería tomarse en cuenta, es cuál será la política exterior respecto de Perú, cuando se haya instalado la nueva Constitución actualmente en construcción por una Asamblea Constituyente de corte socialista. Ese escenario aun no se ha escrito, por el hermetismo de sus autoridades.

Como bien se conoce, el candidato de la izquierda Gabriel Boric Font (35) se convirtió en el presidente de la República de Chile, el mandatario más joven en la historia de su país, ya que cumplirá los 36 años el 11 de febrero. Asumirá el mando de su nación el 11 de marzo de 2022.

No debemos olvidar que, cuál será la política económica chilena respecto de nuestro país una vez en el poder un presidente socialista. Sus inversiones bordean en la actualidad los USA $20,000 millones, lo que coloca en un importante sitial del intercambio comercial, ampliamente favorable para Chile. Indudablemente dispone de un poder económico, capaz de influir en el futuro en la vida política de nuestro país. ¿Alguien dudará? Debemos estar, siempre preparados.



[1] Paz Soldán, Mariano. Narración histórica de la guerra de Chile contra el Perú y Bolivia. Pág. 6. Editorial Milla Batres. 1979.

[2] Ibid. Paz Soldán, Mariano.

[3] Ibid. Paz Soldán, Mariano.

[4] Ibid. Paz Soldán, Mariano.

[5] Ibid. Paz Soldán, Mariano.

[6] Ibid. Paz Soldán, Mariano.

[7] Ibid. Paz Soldán, Mariano.

[8] Ibid. Paz Soldán, Mariano.

[9] Ibid. Paz Soldán, Mariano.

[10] Ibid. Paz Soldán, Mariano.

[11] Señor general don Agustín Gamarra. - Chuquisaca, octubre 26 de 1832.- (…) Las sesiones secretas del congreso se repitieron en días pasados, con una frecuencia alarmante: como estoy rodeado de espías, según habrá dicho a usted. La Torre el coronel no me fue posible hacer posible de los medios ordinarios para descubrir su objetivo, al cabo he conseguido saber de un modo positivo que eran promovidos por el ejecutivo, a fin de que se le franqueasen facultades extraordinarias para salvar el país de los enemigos interiores, que de acuerdo con los exteriores, pretenden atacarlo (…). Puede ser que el plan sea incitar cuanto se pueda a los chilenos; excitar como se pueda alguna insurrección en el Perú y entonces invadir nuestros departamentos del sur con cualquier pretexto (…) P. Antonio de La Torre.

Chuquisaca, noviembre 12 de 1832.- Señor general don Agustín Gamarra. - (Refiriéndose a la renuncia que esta había hecho de la presidencia, se expresa así); ¿Qué ha hecho usted, y en qué circunstancias? Amenazados de una invasión por parte de Chile; con justos motivos de recelar que Bolivia se una a aquel estado; mal seguro el orden interior ¿cómo ha podido usted desoír los gritos de su patriotismo? P. A. de Torre.

Chuquisaca, diciembre 12 de 1832.- Señor general don Agustín Gamarra.-  (…) Si hubiera yo tenido que tratar solo con Olañeta, bien podía haber legitimado las esperanza de usted, como lo verá por la primera conferencia en que se acordó un tratado aún mejor que el de Arequipa; pero Irrizarri, Chile, Santa Cruz, y qué sé yo quienes otros, lo echaron a perder, y me fue preciso ceder, ceder, y más ceder(…) Ayer estuvo aquí Irrizarri; me dijo que antes de ocho días se iría para Chile, por Cobija, su viaje, aunque él supone que solo es por ver a la familia, puede tener un plan político; usted sabe que es de distinguidos talentos, y que maneja las intrigas, según la diplomacia europea: bueno será que Villa no se descuide con él; como tampoco con un don Facundo Zubiría, cuya fisonomía y modales son idénticos a los de Olañeta, cuyo amigo íntimo es, como también del general Santa Cruz; Zubiría es argentino, dice que va a Chile a asuntos mercantiles. P. A. de la Torre.

[12] Bru, José Antonio. Guerra del Pacífico. Islas Chincha. Valparaíso. El Callao. Méndez Núñez.

[13] Ibid. Paz Soldán, Mariano.

[14] Ibid. Paz Soldán, Mariano. “La prensa de Europa y de este país, acaba de revelar un hecho llamado a influir de un modo pernicioso en la guerra que las repúblicas aliadas sostienen con España, y es de extrañar que nuestro representante en Londres no haya creído de su deber, instruir a esta legación de ese grave suceso.

La versión que encontrará usted señor en el adjunto fragmento de un diario, manifiesta que los ministros de España y Chile en Londres, de común acuerdo, se dirigieron a lord Stanley, en enero último, en solicitud que se les permitiese extraer del Reino Unido los buques armados que sus gobiernos tenían en esa jurisdicción, ´asegurando que el Perú asentía expresamente a ese convenio; y que alcanzaron la autorización a pesar de las protestas del representante peruano´, bajo promesa de cada una de las dos partes, de que sus buques no atacarían a los de la otra en su viaje de Inglaterra a los puertos de las respectivas naciones”.

[15] Ibid. Paz Soldán, Mariano.


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