Crónicas viajeras: Sydney ciudad sorprendente.
Por: Arturo Castro F.
Deseo
compartir este relato, sucedió en la ciudad de Sydney-Australia en 2013 en nuestra primera visita. En
otras latitudes como es el presente caso, sorprende lo bien que funciona el
sistema de transportes en estos países, denominados del primer mundo, y como es
lógico sentimos cierta desazón y surge la pregunta, por qué en estos países sí
funcionan y en el nuestro es un pésimo y arcaico sistema.
Líneas
de buses con buenos paraderos, horarios de llegada y salida que cumplen, las
diferentes líneas de buses, lo confortable de vehículos y trenes, a lo largo
del recorrido de las principales avenidas amplias, existen áreas de seguridad
dónde los buses se detienen momentáneamente para cambiar de conductor, esto
como una forma de control de las autoridades de transporte.
Fue
una mañana de otoño, las hojas secas se desprendían de los árboles a lo largo de
la Busaco Rd., y de la vera de las avenidas, alamedas y jardines, parecían
alfombras persas hiladas finamente, hojas de diferentes formas y colores, así
era ese hermoso día en Sydney, sin mucho frio la temperatura marcaba 15°C.
Nos
volvimos a embarcar en el paradero del bus de la línea 292, que cubre la ruta
desde la calle Busaco Rd., ubicado en Marsfield un suburbio al norte de Sydney,
en el estado de Nueva Gales del Sur, hasta el centro de Sydney. En esta calle
está el paradero final o inicio de la ruta, según las personas que desean
partir hacia la ciudad o regresen de ella. El viaje dura aproximadamente 45
minutos, por una autopista con varios carriles, todas en buen estado y bien
señalizados.
Al lado de la Universidad, está ubicado el
paradero del tren subterráneo. Luego de esta breve visita al Shopping, el bus
ingresa a la autopista que la llevará al centro de Sydney, ingresando por el
Sydney Harbour Bridge, el famoso puente de la bahía de Sydney y parar en la
intersección de York Street, con Market Street, su paradero final, al costado
del Centro Comercial Reina Victoria.
Volvamos
a la ruta, la universidad Macquarie tiene un amplio campus con zonas de parqueo
enormes, aulas rodeadas de bosques y presencia de diversas aves: cuervos,
cacatúas, urracas, loros de todos los colores, kookaburras se mezclan en un
coro. Un paisaje verde domina el escenario y se abre a la observación de
estudiantes, profesores, peatones y visitantes. La vegetación se extiende a
ambos lados de las vías por donde se desplaza el bus.
Había
una particularidad en esta joven, observamos que subía con un perro labrador
que hacía de lazarillo. Saludó al conductor y pasó sin pagar pasaje, el perro,
la guio hasta el asiento reservado para ancianos, bebes y minusválidos y ella
tomó asiento y el perro se acomodó debajo del asiento a su lado, en actitud
alerta.
Luego,
ella sacó de su bolso un IPod, se colocó los audífonos en ambos oídos,
seleccionó al tacto su música preferida y se concentró en escuchar sus melodías
seguramente seleccionadas previamente, mientras el bus se desplazaba raudamente
por su carril y el perro permanecía quieto y atento.
Pasados
aproximadamente 20 minutos presionó el botón para bajar, que está ubicado en
uno de los ejes verticales del bus, muy cerca de los asientos, se encendió una
pizarra digital pequeña y se leyó “next stop”, un aviso para que el conductor
detenga el vehículo en el paradero, ella guardó su IPod en el bolso, se
incorporó al detenerse el bus y luego guiada por su mascota, bien entrenada,
agradeció al conductor, bajó del bus y se perdió en dirección al paradero del
tren subterráneo. No queda imagen de ella, porque respetamos su intimidad, como
debería ser en todo lugar. Así es Sydney una bella ciudad de contrastes.
Hasta
la próxima…
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