“Cada cual tiene su suerte en sus manos, como un escultor la materia que convertirá en figura. Pero con ese tipo de actividad artística es igual que con lo demás: nacimos apenas con la capacidad de realizarla. La habilidad para hacer de ese material lo que queramos debe aprenderse y cultivarse atentamente”.
Johann Wolfgang Goethe.
El poder e inteligencia del ser humano.
Por: Arturo Castro.
Richard Leakey fue paleontólogo, arqueólogo, ecologista, político y conservacionista keniano, en 1967 se involucró en la primera expedición, internacional conformada por kenianos, franceses y estadounidenses, en el valle inferior del Omo, en Etiopía.
Regresaba en vuelo de esta incursión cuando cayó una tormenta que obligó al piloto a desviar su curso, desde el aire Leakey pudo observar en la ribera del lago Turkana “una vasta área de arenisca y otros depósitos sedimentarios, material donde probablemente podrían encontrarse fósiles”.
Posteriormente visitó el área en mención y habiéndose cerciorado de ello, solicitó y obtuvo de la National Geographic Society una subvención de 25 000 dólares para una primera excavación. A lo largo de los años, el fruto del trabajo en esta zona serán los fósiles de más de 160 homínidos y la dedicación plena en los próximos años de Leakey a la paleontología.
Entre sus descubrimientos más importantes y su legado a la humanidad están los siguientes: “En 1967 en el valle del Omo, en Etiopía, llamado el hombre de Kibish (considerado el Homo sapiens más antiguo). En 1969, un cráneo de Paranthropus boisei. Luego un cráneo de Homo rudolfensis (KNM ER 1470) en 1972 y otro que se clasificó como Homo erectus (KNM ER 3733) en 1975. 4 En 1978, un cráneo intacto de Homo erectus (KNM ER 3883)”.
Leakey expresa lo siguiente: “Durante tres millones de años fuimos cazadores-recolectores; y gracias a las presiones evolutivas de ese modo de vida, con el tiempo surgió un cerebro sumamente adaptable y creativo. Hoy nos valemos de ese cerebro de los cazadores-recolectores presente en nuestra cabeza”.
Nuestros antepasados descendían de los primates que por millones de años utilizaban como hábitat las ramas y copa de los árboles, y gracias a ello, desarrollaron un sistema visual para desplazarse rápido entre las ramas, debieron desarrollar una gran coordinación ojo-músculo, además sus ojos poco a poco ocuparon la parte central de cara y eso les proporcionó visión binocular estereoscópica que ofrece al cerebro una perspectiva tridimensional muy precisa.
En la naturaleza existen animales que poseen esta visión, son predadores eficientes como los búhos y los gatos.
¿Qué sucedió cuando esos antepasados
bajaron de los árboles y se aventuraron en las grandes sabanas y praderas
africanas?
Cuando se encontraron a la intemperie, buscaron seguridad y comida y ello dependía de una observación lenta y paciente de su entorno, necesitaron captar los detalles y buscar qué significaban. Para sobrevivir, dependían de la intensidad de su observación, para distinguir entre la oportunidad y el peligro. “El sistema visual humano no se formó para explorar, como el de la vaca, sino para la profundidad de foco”.
Los antepasados de los humanos, hace 6 millones de años se aventuraban en las praderas de África oriental, median menos de metro y medio de estatura, eran escuálidos sus brazos no les brindaban mucha defensa, no disponían de garras y colmillos, o veneno para defenderse cuando se veían atacados, si bien es cierto que caminaban erguidos y utilizaban las piernas para correr; pero, no eran tan veloces como los cuadrúpedos que los perseguían para cazarlos.
En un periodo corto temporalmente de unos cuantos millones de años, considerados físicamente insignificantes se convirtieron en los cazadores, cómo se explica este cambio tan milagros. Algunos sostienen que al erguirse dejaron en libertad las manos que utilizaban para fabricar herramientas, debido a sus pulgares opuestos y su agarre de precisión; sin embargo, estas explicaciones físicas son inexactas, el predominio del ser humano no deriva de las manos sino del cerebro.
El cerebro humano, nuestra mente es el instrumento más poderoso conocido en la naturaleza, “en la raíz de esta transformación mental, están dos rasgos biológicos, el visual y el social, que los seres humanos primitivos convirtieron en poder”.
Se sostiene que existe una forma de poder e inteligencia que representa el potencial más alto del ser humano; al respecto, ese potencial es la fuente de mayores logros y descubrimientos de la historia, es esa fuerza interna que anima al ser humano a emprender acciones que luego representan y se convierten en nuevos descubrimientos y conquistas en todos los campos del saber humano.
Es una inteligencia que no se aprende en las escuelas, institutos y universidades, los docentes no lo analizan; sin embargo, todos en algún momento lo hemos experimentado, casi siempre esta forma de inteligencia suele aparecer en momentos en que vivimos algún periodo de tensión, un plazo por vencer, la necesidad perentoria de resolver un problema o una crisis de cualquier índole.
El ser humano la mayor parte del tiempo “está inmerso en un mundo interior de sueños, deseos y obsesiones”
¿Qué es la maestría?
Es aquella sensación de que tenemos un mayor dominio de la realidad, los demás y nosotros mismos, para aquellos que son maestros en su campo, es un modo de vida, su manera de ver el mundo, no todos los seres humanos tienen la capacidad de poder asimilar la realidad que nos rodea, es un poder y en su raíz está un procedimiento sencillo.
En la raíz de este poder está un procedimiento que desemboca en la maestría que se podría graficar de la siguiente manera: Supongamos que nos incorporamos a un nuevo trabajo, o iniciamos el aprendizaje de algún instrumento musical de nuestra predilección, piano, violín o guitarra por mencionar algunos.
Al principio nos parecerá extraño, quizá
sintamos cierto temor, en el caso del nuevo trabajo, poco a poco iremos
familiarizándonos con los otros trabajadores, con su modus operandi, es decir
con “el método o enfoque específico que una persona, grupo o entidad
utiliza para llevar a cabo una tarea, actividad o acción”.
En el caso de un instrumento nos familiarizamos con las cuerdas y teclados de los instrumentos, para conocer las notas del pentagrama, y por ende sacar acordes y melodías, crear música, así como las relaciones interpersonales con los otros trabajadores, reglas, funciones para lograr el éxito tanto con los instrumentos, como al conocer y relacionarnos, conocer a nuestros compañeros de trabajo demora, porque lograr interrelacionarnos con los otros trabajadores dueños de un temperamento y carácter distintos y lo mismo sucede con los instrumentos.
Conforme avanzamos en el aprendizaje y en la relación personal con los otros trabajadores, lo enfrentamos con emoción y entusiasmo de lo que aprendemos y luego qué haremos con nuestras habilidades obtenidas, si continuamos practicando, adquiriremos fluidez, rapidez y habilidad, nos permitirá continuar con nuevos retos nuevos y mucho más emocionantes.
La práctica constante nos permitirá, obtener seguridad en nuestra aptitud para resolver problemas o subsanar errores y debilidades mediante la persistencia, mediante la perseverancia.
Con el paso del tiempo, mientras cumplamos el procedimiento, utilizamos nuestro mayor conocimiento en formas más creativas, y allí es cuando se da el salto a otra etapa más avanzada del conocimiento: la maestría.
Así las cuerdas de la guitarra o violín, el teclado y dedales del piano ya no nos ajenas, la interiorizamos que se convierten parte de nuestro sistema nervioso de las yemas de nuestros dedos, por otro lado en nuestro trabajo nos volvemos más sensibles a la dinámica del grupo, al estado de las actividades, esta sensibilidad nos permite aplicara a situaciones sociales, analizar mejor a la gente, ello nos permite posteriormente tomar decisiones y muy creativas y prever las reacciones de la gente.
Robert Greene autor de la obra Maestría indica que el procedimiento para alcanzar la maestría se da en tres fases: "El primero es el aprendizaje del oficio; el segundo, la fase creativa-activa; el tercero, la maestría”.
En la primera fase tenemos una imagen parcial del campo, por tanto, nuestras facultades son limitadas. En la segunda fase, gracias a la práctica y persistencia obtenemos una mejor visión o conocimiento el interior de la maquina y ver cómo se interrelacionan entre sí, con ello se presenta otro poder, la capacidad de realizar experimentos con los elementos implicados y jugar con ellos.
En la tercera fase, nuestro grado de conocimiento, experiencia y concentración es tan profundo que tenemos acceso al corazón de la vida que es la naturaleza humana y los fenómenos naturales, ello sucede con los artistas y sus obras de arte que son el resultado de haber captado un fragmento de la esencia de la realidad, veamos el trabajo de los científicos cuando nos entregan un nuevo descubrimiento de la física o los artistas o emprendedores nos presentan algo que nadie ha imaginado nunca.
Ahora bien, todos los seres humanos nacemos con el mismo cerebro, configuración y potencial para alcanzar la maestría, la pregunta es ¿por qué en la historia solo un número limitado de personas parece haber sobresalido en verdad y realizado ese potencial? No hagamos una explicación común de Mozart y Leonardo Da Vinci, porque ellas giran en torno al talento y capacidad natural de ellos.
Lo que sucede es que no todos nacemos con ese talento y la capacidad natural, que hace destacar a algunas personas. Sabemos que miles de niños nacen con un talento y habilidad excepcional en algún campo de la realidad, sin embargo, muy pocos de ellos llegarán en el futuro a destacar; mientras por otro lado, personas con meno brillo en su juventud, llegan a destacar y alcanzar mucho más en su respectivo campo.
Veamos dos ejemplos que remarca Robert Greene en su obra: se trata de comparar la vida de dos primos sir Francis Galton y Charles Darwin. Quienes conocieron a Galton dejaron testimonio que se trataba de un supergenio, tenía un cociente intelectual muy elevado, muy superior al de su primo Darwin. Galton era un niño maravilla, muy inquieto y que debería haber destacado brillantemente como científico; pero, jamás llegó a dominar ninguno de los campos.
Por otro lado, su primo Darwin, celebrado como un científico de primera línea, y es de aquellos que han cambiado la visión del mundo sobre la vida. Darwin alguna vez admitió que era “un chico muy ordinario, más bien inferior en intelecto a la norma común, no poseo una mente ágil. Mi capacidad para seguir un razonamiento largo y puramente abstracto es muy limitada”. Sin embargo, algo los diferenciaba, Darwin debe haber tenido algo del que carecía su primo.
Darwin mostró desde niño una gran pasión por coleccionar especímenes biológicos, el padre era médico y deseaba que su hijo siguiera su misma profesión, lo inscribió en la Universidad de Edimburgo, a Darwin no le agradaba, fue un estudiante mediocre, el padre le eligió una carrera en la Iglesia, un profesor le comentó que la nave Beagle zarparía pronto necesitaban un biólogo y navegarían por el mundo.
Como es de conocimiento universal, Darwin en Sudamérica pudo reunir una increíble colección de especies, fósiles y huesos, llegando a asociar su interés por el estudio de estos especímenes con la pregunta sobre el origen de las especies, tras cinco años de navegación regresó a Inglaterra y dedicó el resto de su vida a la tarea de elaborar su teoría de la evolución.
Rescatamos los elementos básicos de esta historia y que se repiten en la vida de todos los grandes maestros de la historia: “una pasión o predilección de juventud, un encuentro casual que les permite descubrir cómo aplicar esa pasión y un aprendizaje en el que cobran vida gracias a su concentración y energía”.
Hay una cualidad genética e innata en cada ser humano, no se trata de talento tampoco de capacidad que se pueden desarrollar, sino “una inclinación firme y profunda por un tema particular”. Cada uno de nosotros es único, esa inclinación a la que nos referimos es el reflejo de una singularidad de una persona, somos únicos, nuestra composición no se repetirá, esta singularidad hace que tengamos preferencias innatas por ciertos temas de estudio particulares: música, matemáticas, deportes, reparación y construcción de cosas juego con palabras.
Finalmente, la experiencia nuestra de haber trajinado por la vida en los diferentes campos de la realidad, nos permite considerar además en todo ello la perseverancia que le ponen en todos los actos y que permite, además de lo anteriormente expuesto, como la intensidad de practicar con más ahínco, el deseo de aprender, la afinidad profunda que se tiene con el campo de estudio, sin dejar de lado “la cualidad genética e innata, no talento ni capacidad, sino una inclinación firme y profunda por un tema particular”.
Termino con esta expresión que apunta Ralph Waldo Emerson “Un hombre debe Aprender a detectar y mirar desde dentro esa chispa que brilla en su mente, más que el lustre del firmamento de bardos y sabios. Pero subestima sin chistar su pensamiento, porque es suyo. En cada obra de genio reconocemos ideas nuestras que hemos rechazado; ellas vuelven a nosotros con cierta majestad prestada”.