PRENSA AMERICANA
3. Calderón
en Rancagua.
Probablemente el modo como lo
encontré en Rancagua el mes pasado, es un ejemplo de cómo sus compañeros de
prisión han sido acomodados en Chile, durante los dos últimos años.
La ciudad está como a 60 millas
al Sur de la capital y como a 1800 pies sobre el nivel del mar, y es un lugar
expuesto a fuertes vientos, cerca de la nevada cordillera, y frío en el
invierno.
Cuenta como 5,000 pobladores
desparramados en una gran área, está en la línea del gran ferrocarril del Sur
que corre a los pies de los Andes desde Santiago hasta Angol; fue campo de un
sangriento combate con los españoles en la Guerra de la Independencia, hace 70
años; y en celebración de este episodio de su historia, cuando Chile adquirió
la independencia, fue oficialmente autorizado a titularse la “ciudad más leal y
nacional”.
Encontré al
Sr. García Calderón allí en julio ( a mediados del invierno), alojado en lo que
se llama “Club de los Bomberos”, un
edificio de adobe, de un solo piso, con un patio empedrado de piedra de río,
húmedo, mohoso, y con una caballeriza pantanosa, llena de inmundicias de
hombres y animales y con un hedor pestífero.
A un lado del patio había una cantina, un salón de billar y un
comedor para los bomberos y para el público. Al otro lado había tres
piezas, en que él y su familia estaban alojados, dos de ellos sirviendo de
dormitorio y la tercera destinada a los demás usos domésticos.
En esta tercera pieza había una
alfombra en mal estado, un sofá endeble, dos o tres sillas raquíticas y una
mesa, con los restos del almuerzo que había sido servido en una vajilla tan ordinaria
y gruesa que cada pieza de ella era un formidable proyectil.
Los vidrios de las ventanas
estaban manchados, así como las paredes. El
Presidente del Perú, vestido con un grueso sobretodo y con una gorra, estaba
tratando de calentarse, paseándose por esta pieza, no habiendo otro
modo artificial para hacerlo que un pequeño bracero con carbón vegetal, como
sucede generalmente en Chile, excepto en una u otra de las mejores casas.
Una ama
paseaba a un niño en brazos, envuelto en chales, en un lado del patio, a donde
llegaba un triste rayo de sol.
Las señoras
estaban tiritando de frío, envueltas en pesados abrigos dentro del dormitorio. Pocas veces he visto acomodos domésticos
exteriores e interiores más lúgubres y pobres para una familia de gusto refinado
y acostumbrada a todas las comodidades de la opulencia y el lujo.
Más todo
esto no quitaba nada de las maneras corteses, por la que se distinguen los
sudamericanos de las clases elevadas, y
en particular de los peruanos.
El Sr.
Calderón no posee ninguna gracia personal, exceptuando las que se derivan de
las cualidades que acabamos de mencionar; pero
estas las posee en un grado perfectamente fascinador.
Es como de
50 años de edad, fuertemente constituido, de 5 pies y 7 u 8 pulgadas de alto,
con una cabeza grande y redonda y una frente especialmente prominente, cabello
fino y castaño, con una que otra cana, poca barba y bigote poco espeso, en el
cual aparecen también algunas canas, y ojos pequeños de azul claro, en forma de
almendra, que con la poca barba, imparten a la fisonomía un vago parecido al
mongólico.
Pero además del encanto de sus
maneras, hay en él la atracción de una inteligencia aguda, que se nota
en su conversación sobre cualquier materia que se salga de los límites de lo
puramente convencional y nadie puede tratarlo familiarmente sin tener la
conciencia de que, en seguir a su jefe, el Partido Constitucional del Perú está
bajo una hábil dirección, y sin
comprender que los chilenos han cometido una gran torpeza en tenerlo tanto
tiempo en una posición en que podía justificarse ante el mundo, empleando para
ello todos los recursos de artificios para burlar las restricciones a que lo
tienen sometido.
NR: Dr. Francisco García Calderón Landa, Presidente del Gobierno Provisorio del Perú.
1 comentario:
Interesante.No tenía idea que el pdte. Garcia Cald. estuvo relegado en Rancagua.He leido la "Historia de Rancagua" de Miranda Salas , en internet, y no hay referencias.
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