Lima,
setiembre 12 de 1881.
Tengo
la honra de avisar a Ud., recibo de su comunicación fecha 23 de agosto de 1881.
En
contestación, permítame Ud. manifestar que no sería propio en mí entrar
en discusiones sobre los asuntos internos del Perú, a no ser respondiendo a una
invitación para hacerlos así.
Pero
ya que Ud. me ha abierto el camino en su carta, me propongo emitir a Ud. mi
opinión muy francamente y con toda la
benevolencia posible. Es entendido que el Perú es una República regida
por una Constitución que debe ser la ley suprema.
Apoderarse
el señor Piérola del mando supremo y arrogarse una autoridad que la
Constitución desconoce, fueron actos revolucionarios y atentatorios al acatamiento
debido a la ley. La manera violenta y compulsiva como esa revolución se llevó a
cabo, imprimió al hecho el carácter de un crimen contra la libertad. La
dictadura fue una fiera tiranía, autocrática y despótica en su plan, en su
título y en sus actos.
El pueblo del Perú abrumado por una
guerra de invasión, se sometió a esa autocracia creyendo que ella lo conduciría
a la victoria. Las naciones extranjeras la reconocieron como un gobierno de
facto, pero jamás aprobaron su origen ni su sistema.
En
lugar de llevarlo a la victoria, la dictadura condujo al Perú a desastrosas
derrotas, y el Dictador se fugó de la
capital. El
pueblo del Perú, no ha tenido desde entonces ninguna oportunidad para expresar libremente
sus deseos y sus simpatías.
La
Asamblea Nacional, no tiene, con arreglo a la Constitución, el derecho de
existir, y sus resoluciones no tienen más valor legal que el de la opinión
emitida por cualquier número igual de ciudadanos privados.
Por
tanto, su confirmación de las amplias y autocráticas facultades del ex
Dictador, bajo su nuevo título de presidente, no dá mayor validez ante la ley a
su autoridad o pretensiones.
Por
esta razón me veo, con el más grande pesar, obligado a decir a Ud. que los
recientes decretos expedidos en Ayacucho, respecto de las personas y
propiedades de los que no reconocen al señor Piérola, son inhumanos y bárbaros,
y colocan por si mismo al Gobierno que emplea tales medios fuera del palio de
la ley.
Esos decretos violentos son, a mi
juicio, pruebas concluyentes de que el Gobierno a que Ud. se halla ligado
descansa únicamente sobre la fuerza y no sobre la opinión pública.
Un
gobierno fuerte y apoyado en la afección del pueblo, jamás apela a semejantes
medios de crueldad y devastación. Tales medidas compelen a todos los gobiernos
civilizados a mirar con reprobación a las autoridades que las practican.
De
consiguiente, creo de mí deber decirlo a Ud. por lo que respecta al Gobierno
presidido por el señor Piérola.
El
Gobierno presidido por el señor García Calderón no pretende hallarse en
posesión de una perfecta regularidad. Es provisional, es decir, un modo
transitorio de ejercer las funciones del Gobierno hasta que la nación pueda
obrar directa y libremente. Está apoyado por el Congreso Nacional, cuerpo
reconocido por la Constitución, y es un esfuerzo hacia el restablecimiento en
este país, de un gobierno regular y constitucional.
Ud.
se equivoca al decir que cuenta con la simpatía de los chilenos. No hay tal.
Quiere la paz como la quiere todo el país; pero no sacrificará la honra
nacional ni cederá territorio para obtenerla. CHILE QUIERE Y PIDE TERRITORIO DE TARAPACÁ, Y RECONOCERÁ AL QUE LO
CEDA.
El Gabinete de Calderón no lo hará.
Resta por ver si el de Piérola lo hará.
Entre
tanto, bajo el régimen inaugurado en Ayacucho y practicado por los prefectos,
los peruanos son hoy para los peruanos enemigos peores que los chilenos, y los
esfuerzos de los amigos del Perú se encuentran paralizados por sus disensiones
intestinas.
Cuando los Estados Unidos pregunta a
Chile, ¿por qué no se puede ajustar la paz?, su contestación es, que en el Perú
no hay Gobierno con quien tratar.
¿No
es mejor poner término a este estado de cosas y que todos los verdaderos hijos
del Perú se unan en torno de un Jefe de la Nación a quien todos los partidos y
facciones acaten, con el fin de salvar al país de su inminente ruina, de restaurar
la paz y el ordenado y pacífico reinado de la Constitución y de las leyes?
Tengo
la honra de ser de Ud., su más obediente servidor.
A. S. Hurlbut
NR: El
representante de Estados Unidos, hace un descarnado análisis del escenario
nacional y una crítica al dictador Piérola por la forma cómo se hizo del poder
y los abusos que cometía en el interior. Hace notar que a Chile solo le interesa
negociar con quien acepte sus exigencias territoriales, asegurando que García
Calderón no la haría y respecto a Piérola tenía sus dudas. Critica el hecho que
los peruanos no se unen junto a un líder que conduzca al pueblo para evitar su
ruina.
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