Australian War Memorial

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EXTERIOR DE MEMORIA DE LA GUERRA-AUSTRALIA

martes, 1 de diciembre de 2020

REESTRUCTURACIÓN POLICIAL SOLAPADA O MAQUILLAJE.

 


Por: ARTURO CASTRO*

Durante los últimos días hemos sido testigos de un hecho gravísimo que ha removido los cimientos del orden interno con pérdidas de dos vidas humanas, y numerosos heridos entre policías y ciudadanos, así como destrucción de bienes públicos y privados, originados por el enfrentamiento de un grupo de jóvenes al parecer infiltrados y una respuesta de la policía, durante una movilización denominada “pacífica”.

Precisamente, a raíz de estos sucesos graves nuevamente no solo se ha puesto en debate el rol de la policía nacional, sino que el gobierno ha pasado al retiro al comando de la institucional policial, así como a 15 generales que les seguían en antigüedad, designando al general César Cervantes general egresado de la Escuela de la PNP, luego de la unificación en 1986, de las ex BGC, GR y PIP; como nuevo comandante general de la PNP.

La decisión del ejecutivo ha sido considerada un grave error por generalizar, en la comisión de presuntos delitos a todos los generales, afectando gravemente a la institución policial; se los responsabiliza de actos de corrupción y mala administración de recursos entregados por el gobierno para luchar contra la pandemia Covid 19.

Esta decisión considerada equivocada por numerosos ciudadanos y especialistas en el tema, además, trastoca la meritocracia institucional, el conocimiento y experiencia profesional, afectando la disciplina y la moral de toda la institución policial, poniendo bajo el control y liderazgo civil en una institución tan importante para nuestra República.

No se ha considerado en las investigaciones a la prensa que azuzó e incentivó la participación de la juventud, tampoco estarían considerados importantes líderes políticos que apoyaron la marcha, estuvieron presentes para provechar estas movilizaciones, su presencia en algunos casos enervó a los jóvenes que los repudiaron públicamente caso de Verónika Mendoza en el Cusco y Ollanta Humala en Lima, también Julio Guzmán y George Fosyth, estuvieron presentes.

Se afirma que, los ex ministros del interior Gino Costa, Carlos Basombrío con la participación del actual ministro del interior Rubén Vargas, serían las eminencias grises de esta medida. Recordar que en 2004 publicó INEP una obra escrita por ambos: LIDERAZGO CIVIL EN EL MINISTERIO DEL INTERIOR. “Testimonio de una experiencia de reforma policial y gestión democrática de la seguridad en el Perú”. Que, no habiendo dado los resultados esperados, hoy que tienen la oportunidad de participar en el gobierno de transición podrían nuevamente retomar.

El ministro del Interior, Rubén Vargas, negó cualquier irregularidad al respecto al señalar que el presidente Francisco Sagasti tiene la facultad de nombrar a un jefe para la PNP de menor rango. Sin embargo, esto no es tan cierto porque atenta contra la ley.

En las últimas horas han renunciado dos generales de la PNP, el Subcomandante General de la PNP general Edgardo garrido López y el general Oscar Gonzales Rabanal jefe de importante Dirección Contra el crimen organizado, lo que agrava la situación. El ministro del interior debería pensar seriamente su permanencia en el cargo, porque sumado a ello se avecina la amenaza que debería preocupar al gobierno, se trata de un paro policial los días 4 y 5 de diciembre. Recordar que el 5 de febrero de 1975 hubo un paro policial que causó graves hechos de violencia, incendio de locales, de diarios, muertes y heridos por intervención de las FF.AA.

Por otro lado, en una entrevista concedida en Palacio a varios programas políticos televisivos de manera simultánea Cuarto poder, Panorama, Punto final y Día D, el presidente Francisco Sagasti tocó una serie de temas importantes para la marcha de la Nación:

Nueva Constitución: Indicó que recogerían información y sentar las bases, no irán más allá, porque es un gobierno de transición y no tener la legitimidad.

Respecto de la remoción de 18 generales de la PNP indicó que la decisión era constitucional y que respaldaba al ministro del interior y primer ministro.

Se sostiene que “la defensa y la dignidad de la persona humana son el fin supremo de la sociedad y del Estado”. Sin embargo, ante los hechos que se han descrito anteriormente, al parecer este planteamiento no tendría el valor, ni la importancia que realmente debe tener en una sociedad que se precia de civilizada, por lo que las autoridades pertinentes deben impulsar una campaña, que demuestre de manera inequívoca, que realmente existe respeto por la dignidad de la persona y por otro lado la justicia debería hacer cumplir la ley estrictamente.

La actual Constitución en su artículo 163 indica “El Estado garantiza la seguridad a la nación mediante el sistema de Defensa nacional”, por otro lado, en su artículo 166 establece, “La Policía Nacional tiene por finalidad fundamental garantizar, mantener y restablecer el orden interno”. Así mismo según el artículo 118 inciso 4, es función del presidente de la República: “velar por el orden interno”, por lo tanto, las decisiones políticas sobre orden interno corresponden al Presidente de la república y la institución encargada de esta importante función es la PNP; además tal como lo prescribe el artículo 167 el Presidente de la República es el Jefe Supremo de las FFAA y PNP.

En este marco Constitucional debemos precisar que, el poder según el diccionario de la lengua española “se refiere a la autoridad, dominio, jurisdicción, facultad, al imperio de una cosa, las Fuerzas Armadas de un Estado o el instrumento con el cual se reviste de autoridad a una persona”.

Por otro lado, el Poder Social “es la facultad que tiene la sociedad para imponer reglas de conducta”, cuando se legitima el poder, se justifica el Estado porque se asienta en la soberanía que ejerce el pueblo con su voto, el pueblo delega la autoridad a los gobernantes, lo que sirve de sustento al poder del Estado.

El poder del Estado es uno sólo, es indivisible; lo que se separa son las funciones en consideración a la racionalización y división del trabajo y con el propósito de evitar la omnipotencia y el abuso del poder, las funciones legislativas, administrativas y jurisdiccionales son ejercidas por los órganos legislativos, ejecutivos y judiciales, que en la praxis reciben el nombre de Poderes.

Sobre Poder de Policía, el sociólogo BORDEAU, precisa “que el Poder de Policía es una fuerza nacida de la voluntad social, ponderadamente destinada a conducir el grupo hacia un orden que estima beneficioso y llegado el caso, capaz de imponer a los miembros los comportamientos que esta búsqueda exige”.

Yeimy Ivonne García Parra, abogado sostiene que “El poder de policía es la facultad de expedir leyes y reglamentos de policía, esto es, la facultad de regular los comportamientos cotidianos con la finalidad de preservar el orden público (…)”.

Es así que, el poder de policía presenta características singulares: es potestad originaria, porque el Estado adquiere el Poder de Policía al constituirse en el mismo momento en que se organiza política y jurídicamente; es exclusivo del Estado es decir de su exclusiva competencia; es inalienable porque no puede ser transferido por acuerdo, contrato o delegación porque es inseparable de la soberanía nacional y es razonable porque es un poder justo.

Por tanto, Poder de Policía “es la facultad que posee el Estado para establecer límites a la libertad individual con el fin de asegurar esta libertad y los derechos esenciales del hombre y la sociedad”. El Poder de Policía no es un poder nuevo y específico del Estado, es parte integrante del Poder Administrador y siempre ha existido en toda sociedad organizada.

Con relación al orden Interno debemos precisar “que es la situación de tranquilidad, sosiego y paz dentro del territorio nacional, regulado por el derecho y en ciertas circunstancias por el Poder Político, en la cual las autoridades ejercen sus atribuciones y los ciudadanos sus derechos y libertades, garantizando la existencia, estabilidad y soberanía del Estado; con la finalidad de asegurar la coexistencia pacífica en general y consecuentemente permitir el logro del fin supremo del Estado y la Sociedad”.

Cuando el Orden Interno es alterado por algunos hechos que revisten gravedad como es el caso de marchas violentas, huelgas, paros, mítines o hechos como el que se ha producido en Lima con la muerte absurda de dos jóvenes y numerosos heridos, casi siempre utilizamos la técnica de los bomberos, apagar incendios aislados sin dar una solución proactiva, coherente y permanente.

En países como el nuestro se puede encontrar una serie de causas que afectan el orden interno, estas se clasifican en causas políticas, jurídicas, económicas, policiales, militares, etc. Las causas políticas son aquellas situaciones personales de grupos o élites de poder que con fines o intereses partidarios ocasionan decisiones negativas en el ejercicio político, dentro de ellas podemos distinguir: la soberbia, arrogancia y desdén en el ejercicio del poder político, el despotismo, aprovechamiento, abuso y exceso de este poder, corrupción e inmoralidad manifiesta de las autoridades.

Por otro lado, las causas jurídicas son las disposiciones legales que se dictan con el propósito de regular la conducta social; cuando las disposiciones legales se dan con imprecisiones, contradicciones o vacíos, generan resquebrajamiento del orden Interno. Esto sucede cuando se promulgan leyes y disposiciones legales vigentes por conveniencia ideológica, partidaria y/o económica, o nombre propio.

Las causas económicas son consideradas como hechos o circunstancias negativas que se presentan en el campo económico, como la Inflación y la deflación y afectan el poder adquisitivo de la población. Dentro de las causas militar-policial, se considera lo referente al comportamiento de grupos de individuos que pueden derivarse en delitos contra el Orden Constitucional y la Seguridad del Estado; como la conspiración y propaganda incitando a levantarse en armas o revolucionar cualquier fuerza con el objeto de variar la forma de gobierno.

Por tanto, un País como el nuestro que se debate día a día entre el caos y la confusión,  que camina al filo del abismo en un escenario provocado por los graves hechos delictivos diariamente, o como es el caso las reclamaciones justificadas o no, que han movilizado a numerosos jóvenes en marchas y que grupos violentistas se han infiltrado para provocar a la policía y esta reaccione, con la consecuente secuela de la muerte de dos jóvenes, más de 100 heridos entre marchantes y policías y patrulleros destruidos por algunos vándalos que se sumaron a la protesta callejera.

Todo este marco nos permite determinar que, son estas las causas que no ayudan a mantener el Orden Interno en el nivel óptimo y por tanto ante hechos de esta naturaleza que revisten gravedad se debe asumir responsabilidades en los diferentes niveles de gobierno aplicando el Poder de Policía del Estado y buscar soluciones a los graves problemas que padece actualmente la población en general y la de menores recursos en particular como: la pandemia del Covid 19, que ha traído altas cifras de muertes y contagiados, altos niveles de desempleo, pequeñas y medianas empresas cerradas y extrema pobreza.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


miércoles, 25 de noviembre de 2020

La Grandeza de Tarapacá



Nota de Redacción:

Esta crónica fue publicada en este blog en noviembre de 2018, concitó mucha atención por estar dedicado a Andrés A. Cáceres uno de los más grandes héroes de nuestra patria, un gran líder militar, admirado no solo en el Perú sino en otras latitudes del orbe, en Europa donde se desempeñó como ministro plenipotenciario en Italia y Alemania fue motivo de reconocimiento por su genio militar.

Hoy nuevamente en el mes dedicado al gran Mariscal Andrés Avelino Cáceres a pedido de algunos dilectos amigos, volvemos a reponerlo para deleite y admiración de todos los que nos sentimos imbuidos de su espíritu de nunca doblegarse ante nada, de no aceptar jamás la derrota, de luchar hasta quemar el último cartucho como lo hizo Bolognesi en Arica.

Transcribimos un párrafo de la biografía escrita por Pedro Paz Soldán (Juan de Arona), publicado en su “Diccionario Biográfico de Peruanos Contemporáneos” Lima 1917.

“El general Cáceres es el héroe nacional, y está llamado a ser, a medida que transcurran los años, la figura legendaria del Perú. Su actuación en la guerra del Pacífico fue grandiosa. En la batalla de San Francisco mandaba una división, que en medio de la confusión de la derrota, permaneció formada y se retiró en perfecto orden. En la batalla de Tarapacá, al frente de esa misma división de la cual formó parte el famoso batallón Zepita, sostuvo una lucha titánica contra las tropas chilenas, que dominaban las alturas y a las cuales, logró vencer después de largas horas de combate tomándoles cuatro cañones; en la batalla de Tacna cargó a la bayoneta sobre las tropas chilenas, yendo al frente del batallón Zepita. Recordando aquellos instantes el general en jefe chileno, decía a su gobierno los siguiente: ´en tales instantes la suerte de Chile pendía de un hilo´”.

¡Viva Cáceres!

¡Viva Tarapacá!

La Grandeza de Tarapacá

“Cuando se conoce el sitio, se puede comprender la determinación que mostraron los hombres vencidos, agobiados en fuga. Tienen que trepar a lo largo de esa verdadera pared natural, por senderos que no lo son: tan escarpadas como estrechas”.

Claude Michel Cluny (Historiador, ensayista, editor francés)

Por: Crl. Arturo Castro

Obtenida la superioridad marítima por Chile después del combate de Angamos en que muere Miguel Grau y su heroica tripulación, y el Monitor Huáscar es capturado por las fuerzas enemigas, el océano se abre de par en par para las tropas chilenas, que además de obtener la superioridad, obtuvieron libertad de acción para desplazar a su ejército hacia territorio peruano, sin enemigos a la vista.

En Perú y Bolivia la caída del Huáscar y muerte de Miguel Grau fue una terrible y nefasta desgracia, el general Escala comandante del Ejército chileno estaba tan entusiasmado por los vaivenes de la guerra que declaró “El poder marítimo del enemigo ha desaparecido”, indicando que esto significaba, que la hora del triunfo para las fuerzas chilenas estaba cerca. “Pronto tocará su turno al Ejército”. (1)

El historiador venezolano Jacinto López nos relata el frenesí, la alegría, las celebraciones que se realizaron en Chile después de la captura del Monitor Huáscar, con ello no solo demuestran el gran temor que tenían a ese pequeño buque y a su gran comandante, sino respeto a la capacidad y experiencia del comandante Grau y su tripulación.

Escribió Rafael Sotomayor, sin ocultar su inmensa alegría, “Chile entero celebra entusiasmado tan fausto acontecimiento que viene a poner término a la contienda marítima y expedita la senda por donde nuestro ejército no tardará en marchar”, (2)

El general Augusto Pinochet en su obra Guerra del Pacífico, Campaña de Tarapacá establece algunas “Deducciones militares del desembarco en Pisagua”. Entre ellas, la que el Comando chileno había establecido respecto del lugar del desembarco, luego de conocer el informe de un reconocimiento de la costa realizada el 27 de agosto de 1879.

“…en este documento se recomendaba como lugar de un desembarco a Pisagua, porque este puerto estaba más de acuerdo con las posibilidades de las futuras operaciones chilenas hacia el interior del departamento:

·contar con línea férrea, una fuente de agua y las repercusiones de carácter estratégico que se obtendrían al separar a las fuerzas ubicadas en Arica-Tacna de las acantonadas en La Noria-Pozo Almonte”. (3)


El 2 de noviembre de 1879 casi un mes después de la caída de Miguel Grau en Angamos, fuerzas chilenas de “9, 640 hombres, 853 caballos, artillería, algunos mulares y otros implementos de campaña” (4), transportados desde Iquique en 19 embarcaciones. Inician el desembarco en Pisagua.

El bombardeo de naves enemigas contra la defensa de esta bahía fue el preludio del ataque, la defensa compuesta únicamente por dos cañones de 100 libras ubicadas al norte y sur de la bahía. Un desembarco en la playa Junín y otra en la bahía de Pisagua completaron la operación.

Las fuerzas defensoras constituidas por tropas peruanas y bolivianas escasamente ascendían a 2400 defensores. Esta operación de desembarco planeada por el comando chileno ubicaba al grueso de sus fuerzas en posición central, entre Iquique y Arica y desde este lugar podrían emprender operaciones para vencer al ejército del sur al mando del general Buendía.

“Al siguiente día desembarcamos con el general y recibí la primera impresión de los horrores de la guerra, porque nos encontramos en presencia de un cuadro verdaderamente infernal. La beodez, el incendio, la matanza, el pillaje y cuanto pueda idearse de odioso estaba allí a nuestra vista con gran escándalo mío, porque no concebía cómo los jefes y oficiales toleraban tanta licencia. Luego vi que el general en jefe era impotente para remediar el desorden, no por falta de voluntad para hacerlo sino por incapacidad para mandar”. (Memorias José Francisco Vergara)

Benjamín Vicuña Mackenna historiador y propagandista chileno, dice que las tropas de la coalición después de la batalla de Dolores o San Francisco, derrotadas por la superioridad chilena se dirigían hacia Tarapacá. Las tropas se desplazaban por el desierto sin agua, sin víveres, solo movidos por su intenso patriotismo. Según Vicuña Mackenna lo hacían “no como ejército sino como tropel”. (5)

Pero no solo fue crítico de las fuerzas de la coalición peruano-boliviana, sino de los propios jefes de su ejército, a quienes enrostraba la demora en la prosecución de las operaciones para aniquilar a las fuerzas peruano-bolivianas que fugaban en retirada según visión del historiador chileno. No podemos establecer porqué esa inmovilidad, pues tenían todo a la mano. No sabemos si fue falta de decisión o quizá temor.

“Pero ese día velaban también en el campo de los chilenos una densa sombra de índole diversa: la de torpe inacción que malograba los óptimos frutos de la sangre, de la estrategia y la fortuna. Nuestro ejército amodorrado en las calicheras no movía todavía una sola patrulla en demanda del enemigo, que se rehacía a su vista. Así pasaron los mortales días 20, 21, 22 y 23 de noviembre, dejando escaparse un ejército que fugaba a pie, teniendo nosotros montados a la puerta del cuartel general 500 magníficos jinetes. ¡Funesta inmovilidad!”. (6)

El 2 de noviembre de 1879, después del desembarco y combate con fuerzas de la coalición, los chilenos ocupan Pisagua. Esta derrota obligó a Mariano I. Prado que se encontraba en Arica a realizar una junta de guerra. Prado dispuso que el general Hilarión Daza que se hallaba en Tacna, partiera con sus fuerzas hacia el sur a encontrase con las del general Buendía.

El 14 de noviembre de 1879 las tropas bolivianas llegaron a quebrada de Camarones, se detuvieron inexplicablemente 48 horas, se dice que las tropas bolivianas se negaban a continuar la marcha hacia el sur, el general Daza no encontraba forma para hacerlos marchar, había perdido fe y liderazgo, o realmente no quería avanzar y buscaba un pretexto para esconder su falta de hombría.

El 16 Daza envió telegrama al presidente Prado “Desierto abruma: ejército se niega a pasar adelante”, disponiendo el retorno a Arica, lo que causó tremenda desazón por esta traición, entre sus oficiales. Esta noticia llegó al general Buendía el día 19 antes de la batalla de San francisco. Lo que cayó como una bomba nuclear entre las tropas peruanas.

Después de la derrota de San Francisco el ejército de la coalición realizó una marcha forzada sin detenerse. Fueron 52 horas de dura caminata, sin comida, agua y sin descansar, demostrando su temple de acero. En total caminaron 52 leguas, unos 180 kilómetros hasta Tarapacá, toda una proeza. El coronel Suarez había adelantado su llegada a este poblado para acopiar todo tipo de víveres, agua, y buscar lugares de descanso, para las tropas extenuadas y sedientas.

Una extraña dilación se apoderó de los jefes chilenos en Pisagua. Antes de la batalla de Tarapacá las tropas chilenas se encontraban en una inmovilidad que sorprendía a todos sus integrantes, adormecidos por el sol, la falta de información de sus superiores, sedientos de batalla, pero finalmente cómodos. No recibían ninguna explicación de sus jefes.

Lo más extraño de esta situación era que el general Manuel Baquedano comandante de la caballería chilena, se había quedado en Pisagua, “en las modestas tareas de mayordomo de la intendencia del ejército, en los días en que sus valientes subalternos acuchillaban en Germania, bajo las órdenes del teniente coronel de guardias nacionales José Francisco Vergara a los húsares de Junín y de Bolivia”. (7)

En la tarde del 23 de noviembre de 1879 recién se ponen en movimiento las tropas chilenas, el coronel Emilio Sotomayor Baeza partió de San Francisco al mando de 360 cazadores. Llegaron al caserío Agua Santa donde pernoctaron, con escasa comida para hombres y bestias, al día siguiente después de marcha forzada llegó a la una de la tarde a Peña Grande. 

En este lugar capturan al gendarme Abarca, asistente que trasladaba el equipaje del coronel Suarez de Iquique a Tarapacá, “El asistente Abarca entregó todas sus cargas, incluso el archivo del estado mayor, que de esa suerte vino a ser prenda valiosa de los armarios de nuestra biblioteca”. (8)

La división Ríos, descansó el 24 de noviembre en Tirana, a poca distancia el coronel Sotomayor y sus tropas descansaban en Peña Grande, el coronel Ríos había partido de Iquique (Estación Molle) dos días antes. Sus fuerzas estaban compuestas por ochocientos hombres, “Eran milicias de Iquique, de Pisco, del Loa y de Tarapacá mismo”. (9)

El núcleo de las fuerzas del coronel Miguel de los Ríos estaba conformado por el batallón cívico de Iquique al mando del coronel Alfonso Ugarte Bernales con 300 hombres. Las otras fuerzas peruano-bolivianas que iban hacia Tarapacá eran: columna Loa (200 plazas), columna Tarapacá (200 plazas) y columna Naval (200 plazas).

El día 25 las tropas de la coalición, fatigadas, sedientas y hambrientas después de una marcha forzada por el desierto, atravesó la Pampa de Isluga, descendió la quebrada de Tarapacá, por el camino de Huarasiña, su única entrada, hecha jirones el uniforme y el hambre mordiendo sus entrañas.

El historiador Benjamín Vicuña Mackenna, no lo dice explícitamente, pero reconoce el esfuerzo de las tropas nacionales, y lo expresa indicando que las tropas de la coalición: “Había recorrido no menos de 50 leguas en menos de tres días. Así andaban los peruanos, mientras nosotros dormíamos y nos desperezábamos”. (10)

El general Augusto Pinochet Ugarte en su obra “La guerra del Pacífico”, campaña de Tarapacá expresa “Santa Cruz inició la macha de su columna totalmente convencido de que se dirigía al lugar designado, pero, después de andar dos o tres horas se encontró con que lo caminado era en círculos”. Era por efecto de la camanchaca (11)

El 27 de noviembre al amanecer las fuerzas enemigas de la agrupación Santa Cruz emprendía la marcha desde Isluga cubierto por una densa camanchaca, esa neblina espesa que no permite la visión del terreno más allá de los 5 metros, lo que facilita la desorientación de las tropas.

En la versión chilena del general Pinochet, las fuerzas chilenas adoptaron la siguiente organización en tres columnas:

“1° Columna Santa Cruz: Al mando del Tte. Coronel Santa Cruz e integrada por el "Zapadores", "Granaderos a Caballo", 1 Compañía del 2º de Línea y 4 piezas Krupp, lo que en total sumaba 500 hombres. Con la Misión: Penetrar hasta Quillaguasa, ocupar la localidad para cortar desde allí toda retirada enemiga hacia el Este.

2° Columna Ramírez: Al mando del Tte. Coronel Eleuterio Ramírez; la constituían siete compañías del 2 de Línea, 1 Escuadrón de "Cazadores a Caballo" y dos piezas de artillería (cañones de bronce) de la Artillería de Marina. Con la Misión: Atacar por el fondo de la Quebrada de Tarapacá, en dirección general: Huaraciña-Tarapacá, para sobrepasar el caserío y obligar a los aliados a replegarse sobre Quillaguasa.

3° Columna Arteaga: Mandada por el propio Coronel Arteaga, estaba formada por el Regimiento de Infantería "Chacabuco", Artillería de Marina y 2 piezas de Artillería.

Misión: Avanzar por el costado Norte de la quebrada hasta la línea del pueblo de Tarapacá y desde allí atacar el flanco Norte de las tropas de Buendía, ubicadas en el caserío de Tarapacá y cortar la posible retirada de estas tropas hacia el Norte”. (12)

El general Augusto Pinochet critica esta organización de las fuerzas chilenas en su aproximación al objetivo, Tarapacá, considerando a la misma como teórica para el combate, se desconocía información vital del dispositivo, composición y fuerza de la coalición, se “elaboró sin tener ni la más remota idea o un conocimiento aproximado del dispositivo enemigo y desconocer la cantidad de sus fuerzas; además adolece de numerosos errores fundamentales, que fueron las causas principales del fracaso de los chilenos en su ataque a ciegas sobre un dispositivo desconocido y como es lógico significó un alto costo en vidas”. (13)

El general Pinochet afirma en su obra que, “El coronel Suarez cuando recibió la noticia de la proximidad de las tropas chilenas consideró que el fin llegaba para el ejército de Tarapacá”. (14) Probablemente infirió de esa manera llevado por la lectura de partes de guerra, sin embargo, le faltó precisar la capacidad de reacción de las tropas peruanas, pese a encontrarse muy agotadas al máximo de su capacidad. 

Las fuerzas enemigas iniciaron el ataque en tres columnas: la primera al mando del teniente coronel Eleuterio Ramírez conformada por  los  batallones del regimiento 2do de Línea y dos cañones de bronce, su objetivo conquistar Huarasiña, las provisiones de agua del poblado, para avanzar hacia Tarapacá; la segunda, a órdenes del coronel Arteaga, conformada por el regimiento Artillería de Marina, batallón Chacabuco, cuatro cañones de Bronce y dos cañones Krupp, atacar por las alturas que dominaban el poblado; y la tercera, dirigida por el comandante Ricardo Santa Cruz e integrada por un batallón del 2do de Línea, 260 hombres del Zapadores, 116 Granaderos a Caballo y dos secciones de artillería Krupp de montaña, para cerrar el paso de Quillaguasa y evitar la retirada de las fuerzas de la coalición hacia Arica. La encerrona planeada por el mando chileno no dio resultados.

El 27 de noviembre el entonces coronel Andrés A. Cáceres, observando el valle de Tarapacá que no tenía más de 400 metros de ancho en promedio; creyó escuchar el sonido de sables que se expandió por todo el valle, no podía ser de la caballería peruana que había partido temprano; al mismo tiempo, un vuelo de torcazas se elevó al cielo, señal que Cáceres interpretó como presencia del enemigo.

Cáceres ante esta sospecha y viendo el peligro en que encontraban sus fuerzas, dio la alarma inmediata exclamó “¡Enemigos!” “¡Que forme la división en tres columnas!” De inmediato trasmitió la orden al coronel Manuel Suárez, jefe del 2 de mayo “¡Su batallón detrás del mío! ¡En silencio, armar bayonetas y arriba!”. (15)                            

En la versión chilena, Pinochet indicó que es el coronel Suarez quien ordenó a sus fuerzas evacuaran el pueblo rápidamente, lo que hicieron de inmediato la división Cáceres y División Bolognesi, ganando las alturas que rodeaban el pueblo, “el hecho de haberse cumplido esta orden con prontitud y sin vacilaciones significó el triunfo para el Perú, pues si se hubiesen defendido habría sido ir a un sacrificio inútil”. (16)



Cáceres con su división ganaron rápidamente las alturas por el Oeste para no estar en desventaja frente al enemigo y enfrentó a las fuerzas de Santa Cruz haciéndola retroceder. La columna Ramírez logró penetrar a la quebrada por Huarasiña siendo rechazada luego de violento combate por la división del coronel Bolognesi quien combatió enfermo. Cáceres recibió refuerzos y logró poner en fuga a las fuerzas enemigas.

El combate fue heroico, violento, sin tregua nuestras tropas agotadas, cansadas hasta la inanición, extenuadas, después de haber recorrido el desierto por casi 200 kilómetros, aun así, en esas circunstancias supremas de la capacidad humana, sobreponiéndose a su propio agotamiento y limitaciones logísticas lucharon frente a una fuerza que venía de obtener victorias en Pisagua, San Francisco y Germania.

El general Augusto Pinochet describe la batalla de Tarapacá desde el lado de las fuerzas chilenas, con tanto realismo que expresa la angustia y temor que sentían las tropas enemigas ante el empuje batallador de las fuerzas de la coalición “En esta hora de angustia, todos disputaban la victoria en un esfuerzo sobrehumano; pero aquellos que captaban la situación con realismo comprendieron la gravedad del momento y la necesidad de una retirada antes de perderlo todo…”. (17)

En esas circunstancias tan adversas para las fuerzas enemigas a punto de darse a la fuga, en que el temor se venía apoderando del espíritu combativo y su moral decaía estrepitosamente frente al ataque de nuestras fuerzas, el Tte. Crl Vergara, envía un mensajero al poblado de Dibujo para comunicar al General en Jefe, la retirada de las fuerzas de Tarapacá.

El mensaje decía: "Señor General: Nos batimos hace más de tres horas con fuerzas muy superiores. Estamos en mala situación y no es improbable una retirada más o menos desastrosa. Conviene que nos mande encontrar con agua y algunos refuerzos. D. G. a Ud. José Francisco Vergara". (18)

Llamadas por el general Juan Buendía, de Pachica llegaron dos divisiones la Primera y Vanguardia llamadas por Suárez, reforzaron todos los sectores y luego las fuerzas chilenas huyeron por la Pampa de Isluga perseguidas de cerca por los peruanos. Las fuerzas peruanas perdieron 236 hombres, hubo 337 heridos; por su parte los chilenos tuvieron 758 bajas entre muertos y heridos y 56 prisioneros.

La actuación de Andrés A. Cáceres y del batallón Zepita en la batalla de Tarapacá, recibió numerosos elogios, entre ellos del coronel Belisario Suárez, jefe de estado mayor general quien anotó lo siguiente: “Zepita tomó cuatro de los cañones enemigos con sus municiones, mientras, digno émulo de su decisión y de su gloria, llevaba en trofeo el regimiento Dos de Mayo, los dos que se encontraban a su frente. Estaba cumplida, en los primeros momentos del combate, una de las más notables proezas de la infantería, y fue cuando brilló el valor y cuando se revelaron en todo su mérito la perseverancia y talento militares del comandante general de la segunda división, señor coronel Andrés Avelino Cáceres, que tuvo el acierto, tan raro en el arte, de saber utilizar la victoria sin dejarse arrastrar ciegamente por ella. Preocupado sólo del triunfo de nuestras armas, el coronel Cáceres moderó el ardor de sus soldados, organizó el mismo entusiasmo, y no pedía sino fuerzas que recordaron su plan admirablemente combinado y que redujo a la impotencia a los contrarios”. (19)



El general Juan Buendía comandante en jefe del ejército del sur, luego de la batalla de Tarapacá, emitió el parte oficial de la batalla, en ella no escatima elogios para nuestras fuerzas y los jefes y oficiales, relevando la intrepidez, valor e ímpetu del ataque que hicieron huir a la infantería y caballería enemiga, quedando la artillería en poder de nuestras fuerzas.

El general Juan Buendía relata que fue la primera división al mando del coronel Andrés A. Cáceres la primera en ocupar las alturas del poblado, recibieron fuego de artillería enemiga y gracias a su heroísmo se aproximaron hasta cercanías del enemigo, deplorando la muerte de coronel Manuel Suarez y del teniente coronel Juan Bautista Zubiaga.

“La tercera división, al mando del señor coronel comandante general don francisco Bolognesi, tiene también gran parte en la victoria; su jefe, que hasta el momento del combate se encontraba enfermo y postrado en cama, olvidó sus padecimientos y marcho a la cabeza de su división…” (20). Mariano Santos Mateo arrancó el estandarte del Regimiento 2do de línea chileno, mereció mención honrosa en el parte de su jefe de División, el coronel Francisco Bolognesi.

Las fuerzas peruanas, ejército pequeño pero valeroso emprendió la retirada hacia Arica al día siguiente de la batalla, no pudieron salvar la provincia de Tarapacá. Hizo un primer alto en la garganta de Aroma, el siguiente en Camiña aquí descansó un día “entre verdes campos de tréboles, viñas, olivos y huacas”. Atravesaron el desierto de Camarones y llegaron a Arica el 18 de diciembre.

El escritor inglés Clements Markham, describe el resultado de la batalla: “Si se considera detenidamente las mil dificultades del caso: la falta de víveres y de recursos de todo género, la carencia de todo medio de comunicación con base alguna, la imposibilidad de recibir socorros, habrá de convenir que el general Buendía tomó el partido conveniente al decidir el abandono de la provincia tras el fracaso del brillante asalto al cerro de San Francisco. Salvó así la flor de su ejército y prestó a su patria el mejor servicio posible en aquellas circunstancias; y aun para hacer eso debió no solo dar una batalla, sino ganar una victoria”. (21)

La derrota de las fuerzas enemigas en Tarapacá trajo momentos de consternación, pesadumbre y dolor en las autoridades chilenas. El presidente chileno Aníbal Pinto el 2 de diciembre de 1879, escribe una carta a Rafael Sotomayor:

“Yo atribuyo este desgraciado acontecimiento:

1.    A ligereza. Se envió una pequeña división a Tarapacá sin saber a punto fijo si había allí enemigos.

2.   A petulancia. Estamos poseídos de la idea de que un soldado chileno puede levantar la cordillera de los Andes en la punta de su bayoneta, y guiados por este sentimiento no es de extrañar que cometamos imprudencias como la de Tarapacá”. (22)

Rafael Sotomayor Baeza era ministro de guerra y marina, luego de la derrota de sus fuerzas en Tarapacá, poseído de una gran indignación, escribió a Pinto: “Los 700 u 800 hombres perdidos en Tarapacá con 7 u 8 cañones y mucho armamento se debe en gran parte a esa servil adoración de la táctica de Moltke, que falsamente se le atribuye a este capitán. Se quiso tener un Sedán, dar pruebas de estrategia militar y se encontró un sepulcro inmerecido para nuestra tropa…” (23)

El significado de Tarapacá para las generaciones de nuevos soldados de nuestro ejército ha quedado grabado en mármol. Es una luz que ilumina el firmamento, es un ejemplo que aflora de las múltiples acciones de valor y heroísmo de la lucha tenaz, en las condiciones muy desventajosas en que se encontraban, sobreponiéndose a ello, sacaron del fondo del alma el espíritu guerrero de sus ancestros.

Hoy la Batalla de Tarapacá es reconocida mundialmente como el triunfo de las fuerzas morales frente a la adversidad. El soldado peruano se sobrepuso al cansancio, la sed, las enfermedades, a la falta de apoyo, a la deserción, cobardía criticable en esa hora aciaga.

La sangre de nuestros soldados ha humedecido el valle y las arenas de esta bendita tierra, sacrificio memorable por siempre. Allí en ese suelo, en sus arenas desérticas, que espera resarcir su dolor y frustración, cayeron los heridos, quedaron los muertos, las balas y cañones, el choque de bayonetas y los ayes de dolor.

¡Tarapacá Victoria memorable!

Imagen: Óleo que representa a la Batalla de Tarapacá, del 27 de noviembre de 1879, victoria peruana sobre las fuerzas chilenas.

Notas:

·         López, Jacinto: Historia de la guerra del guano y del salitre: 1 y 2.

·       Pinochet, Augusto. Guerra del Pacífico. Campaña de Tarapacá: 3, 4, 12, 13, 14, 15, 16,17, 18.

·         Vicuña, Benjamín. La fallida ‘encerrona a los peruanos’: 5, 6, 8, 9, 10.

·         CACERES: CONDUCTOR NACIONAL. CPHE. 1984: 19

·         ISIDORO, ERRÁZURIZ. La jornada de Tarapacá, folleto, diciembre de 1879: 7

·         Buendía, Juan. Parte oficial de la batalla de Tarapacá: 20.

·         Markham, Clements. “La guerra entre Perú y Chile”. Batalla de Tarapacá: 21

·         Bulnes, Gonzalo. “Guerra del Pacífico”. Tomo 1: 22, 23.


domingo, 18 de octubre de 2020

APUNTES PARA UNA IDENTIDAD NACIONAL

 



 

ARTURO CASTRO 

En los 199 años de vida republicana que tiene nuestro País, pocas o nulas como lo viene demostrando la realidad actual, han sido las acciones orientadas a crear, desarrollar e incrementar en la población un sentimiento de orgullo nacional, de pertenencia y autoestima como integrantes de ésta gran nación.

Es más, se podría afirmar con certeza que, no existe iniciativa ni deseo de modificar y de incrementar este sentimiento por parte de las autoridades encargadas de función tan importante. Cuánta falta hace conocer los objetivos nacionales para que cada ciudadano pueda hacer su parte.

Los peruanos hemos sido capaces de crear, mantener y mejorar una identidad nacional a través de este largo periodo, cuya característica principal es su dinamismo, que nos permite afrontar con eficiencia los retos del presente, sin embargo existe la necesidad de revisar lo hecho en este largo camino, si queremos afrontar con posibilidades de éxito los retos que nos presenta el futuro, que como sabemos tiene una gran dosis de incertidumbre y de esta manera lograr la ansiada unidad nacional y dejar de ser una nación subdesarrollada.

Dentro de la escala de valores de nuestra sociedad resaltan nítidamente los símbolos patrios que nos dan identidad peruana en el contexto de las otras naciones, en ese sentido sabemos el valor que representa en el sentimiento del pueblo la bandera, el escudo y el himno nacional. Símbolos de nuestra nacionalidad.

Es muy cierto que, los símbolos patrios son la base de la identidad nacional, porque nos identifican como país, como nación, pero existen además muchas otras coincidencias fundamentales como las características étnicas, las manifestaciones religiosas y culturales.

Además, juegan un rol importante los valores, costumbres y tradiciones así como un idioma común que compartimos; aunque debemos reconocer que existen compatriotas que mantienen su lengua nativa y esperan integrarse plenamente, siempre y cuando el Estado tenga interés y no sea excluyente como hasta ahora ha sido con ellos.

Algunos estudiosos sostienen que tenemos una identidad nacional y que ésta se basa en un particular estilo de vida, en usos y costumbres de una sociedad nueva, emergente, chola, prueba de ello es el mestizaje de varias culturas con sus características propias, virtudes y defectos fundidas en una mejor cultura.

Por otro lado, muchos se preguntan si existe unidad entre lo étnico y cultural, para determinar si realmente somos integrantes de una unidad nacional, componentes de una sociedad con sentido de pertenencia, es decir con orgullo de pertenecer a ella y ser recibidos en su seno tal cual somos.

Todos los seres humanos de manera general y particularmente dentro de una sociedad tienen una misión existencial que cumplir, por tanto, se debe determinar sus fortalezas y debilidades, sus oportunidades y amenazas, para planificar el futuro estratégicamente y superar la mediocridad en que viven.

A nivel Estado debe ser una tarea del gobierno, el mismo que es el encargado de establecer las pautas de la misión existencial del propio Estado y determinar la forma de superar la mediocridad que es un lastre para la seguridad, desarrollo y bienestar general de la nación.

Este lastre esta representado de manera general por la corrupción existente, la mentira como forma de vida, el engaño como arte, las prebendas y gollerías de la burocracia dorada, así como el toma y daca del Poder Legislativo que diluyen con sus acciones u omisiones las investigaciones sobre hechos presuntamente dolosos, demorando posteriormente la aplicación de la justicia, hoy  también cuestionada.

Es importante que encontremos en nuestros valores centrales la razón y la fuerza que impulse a actuar a los gobernantes, dirigentes, empresarios, industriales, profesionales, maestros, obreros, médicos, militares y policías, de manera conjunta en provecho de la ciudadanía para ayudar a resolver la incógnita sobre nuestro sentido de pertenencia, para solidificar real y objetivamente nuestra identidad como nación.

No es importante resolver qué hacemos sino qué debemos hacer para adoptar actitudes nuevas en base a valores compartidos y rescatarlos poniendo en práctica el código inca, desde las aulas de inicial hasta la universidad con una visión de futuro revalorando el “no seas mentiroso”, “no seas ocioso” y “no seas ladrón” de una manera real, positiva y responsable.

Sabemos de la existencia en América Latina de sociedades integradas donde asumieron con mucha antelación y de manera responsable el sentido de pertenencia a su propia sociedad étnico-cultural, con ello han logrado hoy respetarse así mismos. Sobre todo, aceptarse como son, con un sentido de propiedad desarrollado y por tanto una autoestima elevada, que los integra como naciones y están encaminados al desarrollo propio, es hora de imitarlos.

Tener sentido de pertenencia y aceptarse así mismos es también parte importante de la identidad nacional, es un sentimiento de orgullo que debe sentir todo ciudadano y como tal cumplir sus obligaciones de manera positiva, porque todos los ciudadanos tenemos deberes y derechos que cumplir y el compromiso tácito de hacerlo de la mejor manera posible, “lo que haces hazlo bien”.

Todo lo anterior no basta, caerá en saco vació si no estamos imbuidos del deseo, el anhelo de integrarnos, de aceptarnos y aceptar a los demás como son, ciudadanos con virtudes y defectos, con características étnicas únicas y particulares, pero deseosos de incrementar nuestra autoestima, porque nos fortalecerá como nación.

Además, permitirá en el futuro ser conscientes de nuestros actos, ser responsables de nuestras acciones y decisiones, elegir con responsabilidad a los mejores hombres para que gobiernen el país, tener la entereza de no permitir se juegue con los intereses nacionales, con el hambre de todos, de juzgar con imparcialidad a aquellos gobernantes que defrauden la confianza de todo un pueblo.

Nunca más elegir a aquellos oportunistas que se escudan en una piel de cordero, que convencen con cantos de sirena o venden sebo de culebra y que hacen de la política un vil oficio para satisfacer sus apetitos personales burlando la confianza de toda una Nación.

Porque, valgan verdades, el dar nuestro voto consciente al mejor y noi al menos malo, fortalecerá la autoestima nacional, permitirá a los mejores hombres acceder a cargos dirigenciales de responsabilidad quienes imbuidos del espíritu solidario lucharán por lograr el bien común para nuestra Nación.

 

 

 

 

 


sábado, 10 de octubre de 2020

En Sydney buscando a nuestro héroe Miguel Grau Seminario.

 

Busto en honor a nuestro Almirante Miguel Grau Seminario. Plazuela Iberoamérica. Sydney Australia

Por: Arturo Castro.

Corría una mañana friolenta del año 2013, era invierno en Sydney sus principales calles y avenidas del centro estaban humedecidas por la lluvia y la temperatura oscilaría ese día entre 8° y 17 °C, los australianos hombres y mujeres, jóvenes y adultos, han desempolvado los abrigos, bufandas, gabanes y casacas.

Presurosos caminan por sus principales calles en el centro moderno de la ciudad hacia su centro de trabajo. Llevan en la mano el infaltable paraguas y una que otra lonchera. 

De casualidad en conversación con un connacional nos enteramos que nuestro héroe el Almirante Miguel Grau Seminario tenía un busto erigido en esta ciudad australiana e inaugurado varios años atrás en una plazuela cuya ubicación desconocía.

Al enteramos de la existencia de un busto erigido en Sydney-Australia a nuestro héroe Miguel Grau Seminario, nos propusimos encontrar el lugar de su ubicación. Nos dirigimos al Consulado de Perú en Sydney, ubicado en el 84 de Pitt Street. Los empleados del consulado peruano, nos informaron que no sabían nada al respecto, al parecer era la primera vez que escuchaban sobre la existencia de tal monumento.

Al salir del Consulado, un tanto desconcertados por la actitud indiferente de los funcionarios, nos dirigimos a Martin Place Street, un centro comercial peatonal, en el distrito central de negocios de Sydney, estuvimos indagando por varios minutos.

El centro comercial está rodeado de muchos edificios históricos, en el centro un cenotafio que rememora al ANZAC, un monumento al soldado desconocido y una fuente de agua. En este lugar nos informamos sobre la probable ubicación, nos indicaron que muy cerca a la Estación Central del metro de Sydney había una plazuela.

Plazuela Iberoamérica, vista desde el Sur. Sydney Australia. Foto colección Arturo Castro.

Caminamos un largo trecho por la Pitt Street, después de una largo caminar por calles y avenidas diferentes cruzamos el Hyde Park y llegamos a la calle CHALMERS, que bordea a la Estación por el lado Este y encontramos lo que estábamos buscando. Grande fue nuestra emoción, encontrar el busto erigido en honor a nuestro Almirante Miguel Grau para nosotros fue una emoción indescriptible.

Plazuela Iberoamérica, vista desde el Norte. Sydney Australia. Foto colección Arturo Castro.

La Plazuela Iberoamérica ubicada al lado Este y colindante con la Estación Central de Sydney, lugar que a lo largo de su extensión tiene una serie de bustos de héroes de diferentes países colocados sobre pedestales, en un espacio alargado rodeado de jardines y árboles que hace las veces de plazuela.

Allí, entre otros héroes como: José de San Martín, Simón Bolívar, José Martí, y O´Higgins; encontramos el busto de nuestro héroe Dn Miguel Grau Seminario, Patrono de nuestra Marina de Guerra. Posteriormente regresamos al Consulado e informamos a la señora Cónsul de su ubicación, ni se sorprendió, solo atinó a dar gracias. Nuestros funcionarios no estaban ni enterados sobre la existencia del busto a Miguel Grau…

 


El autor de la nota junto al busto erigido en honor al Almirante Miguel Grau Seminario.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


miércoles, 19 de agosto de 2020

El Huáscar al mando de Miguel Grau captura el transporte chileno Rímac y su valiosa carga.




Y provoca grave la crisis política en Gobierno chileno.

Por: Ángel Arturo Castro

Fue un duro golpe, en el que se entrelazaron el temor de las autoridades chilenas a la pequeña escuadra peruana conformado por el Huáscar y la Unión, que merodeaba por aguas chilenas. La Unión fue vista el 20 de julio de 1879 ingresando al puerto de Caldera, con seguridad seguido del Huáscar, información que llegó a la superioridad chilena, al despacho del señor Eulogio Altamirano comandante general de marina.

La orden para que saliera el Rímac y la posterior contraorden para demorar la salida con su carga, sin lugar a duda creó un ambiente de preocupación entre los Carabineros de Yungay su principal carga, tan es así que el hermano del comandante Manuel Bulnes, visiblemente preocupado “propuso en su noble angustia mil medios de salvación al comandante general de marina; pero todos eran inútiles”.

Dando cumplimiento a la última orden recibida en telegrama, el transporte Rímac partió acompañado del vapor Paquete de Maule, con su valiosa carga de hombres, caballos, forrajes, vestuario, pertrechos, un almacén de intendencia y armas; también eran de la partida dos hermanos del comandante Bulnes, Wenceslao y Gonzalo.

En la captura del transporte chileno Rímac el 23 de julio de 1879, por las naves peruanas la Unión y el Huáscar, convergen una serie de indecisiones, imprevisión, dudas e incertidumbre por el lado chileno. No de otra manera se explica su captura que transportaba al Regimiento de caballería, “Carabineros de Yungay” al mando del comandante Manuel Bulnes, armas, uniformes, vituallas y agua a bordo.

Según el parte oficial del comandante militar Capitán de Fragata Ignacio Luis Gana el transporte Rímac partió de Valparaíso con dirección a Antofagasta, el 20 de Julio de 1879 a las 12.20 p.m., llevando al Escuadrón Carabineros de Yungay y 200 caballos en el entrepuente, además de 700 toneladas de carbón y 240 soldados.

Según relato de Benjamín Vicuña Mackenna, “Iba el Rímac en las peores condiciones de estiba, como tuvo que observarse en el naufragio del Tacna en 1874. Fuera de esto, registraba su conocimiento sin contar 1,000 pequeños trebejos, 300 uniformes para el batallón Valparaíso, 300 pares de botas, 100,000 tiros a bala, 300 rifles, 209 sacos de cebada y las famosas 200 cargas de odres repletas de agua dulce”.

El Rímac iba al mando del capitán alemán Pedro Lathroup, pero nominalmente al mando del capitán de Fragata Ignacio Luis Gana, quien solo debía tomar el mando del buque cuando este estuviera en inminente peligro de entrar en combate. Así estaba el contrato y fue lo primero que hizo el capitán Lathroup cuando avistaron a la Unión, apeló a su contrato.

Al amanecer del 23 de julio las condiciones atmosféricas eran adversas, la visibilidad limitada por la neblina, por lo que cuando el capitán del transporte divisó una nave, por sus características creyó que era el Cochrane, con el que estaba previsto un encuentro. Gana asumió el mando del transporte y no desconfió, porque estaba informado que el encuentro se iba a dar en esas aguas.

Al navegar en dirección de la nave desconocida, y estando a 4 millas de distancia de esta, grande fue su sorpresa y enorme su temor, al percatarse que se trataba de la Unión y no la chilena Cochrane, por lo que de inmediato maniobró buscando escapar, para proteger su carga valiosa; para aumentar más su desazón y temor, la aparición del Huáscar sin lugar a duda causó gran temor y preocupación.

El relato del subteniente chileno Guillermo Chaparro, que proviene del libro “Testimonios y recuerdos de la guerra del Pacífico” del historiador Oscar Pinochet de la Barra, es muy expresivo, porque hace conocer cuál fue la reacción de tripulantes y tropa del Yungay, al observar que lo peor de sus pesadillas había ocurrido, encontrarse con la Unión, y luego el Huáscar, justamente antes de ingresar a su destino, Antofagasta.

“El desorden toma cada momento mayores proporciones. El escuadrón fue llamado a formar; los marineros, ya completamente insubordinados, aprovechan esos momentos de absoluta libertad y asaltan la cámara. En un abrir y cerrar de ojos destrozan los muebles y perforan a balazos cuadros y espejos; fuerzan los armarios, invaden la cantina y bodegas de víveres y licores. El saqueo fue total y rapidísimo”.

Vanas fueron las maniobras que realizó Ignacio Luis Gana para evadir la persecución de las dos naves peruanas, nos imaginamos la desesperación de la tripulación y de los Carabineros de Yungay, justamente se habían encontrado con las naves que comandaba valerosa, hábil e inteligentemente Miguel Grau, finalmente fue capturada y conducida al puerto de Arica adonde llegó el 25 de julio.

Siguiendo el relato del subteniente Guillermo Chaparro, “Sobre el Rímac, la desesperación se advertía bajo diversas manifestaciones (…). Los marineros habrían colgado gustosos al capitán Gana, pero fueron enérgicamente reprimidos por la autoridad del comandante Bulnes. Este jefe, pálido y con la cabeza inclinada sobre el pecho, luchaba contra la desesperación y el desaliento. El mayor don Wenceslao Bulnes recordaba a la Patria, se creía deshonrado y gruesas lágrimas rodaban por sus mejillas. El capitán Campos, mudo, sombrío, era sacudido a intervalos por explosiones de sollozos sin lágrimas”.

A continuación, observaron que un bote peruano con tripulantes se acercaba al Rímac, atracó al lado del transporte, y subió el capitán Melitón Carvajal, saludo atentamente al comandante Bulnes y los otros jefes; enseguida dio órdenes, el comandante Bulnes y su hermano el mayor Bulnes, fueron conducidos al Huáscar, el capitán Gana y empleados civiles a la Unión, la tropa pasó a las bodegas.

“El 25 de julio al mediodía, penetró el convoy en la bahía de Arica. Algunas horas después desembarcamos los oficiales, entre dos filas de soldados, llevando cada uno su equipaje de mano”.

Mientras estos hechos sucedían, las autoridades chilenas en todos los niveles estaban desesperados, porque no tenían noticias del transporte Rímac, especialmente por su valiosa carga. Los telegramas iban de un lado para otro con noticias nada alentadoras. El Cochrane, la nave que debía encontrarse con el Rímac, llegaba el 24 por la tarde, remolcado por el Itata al puerto de Caldera.

Los telegramas que intercambiaron, reflejaron el sentimiento que invadía a las autoridades chilenas, presas de desesperación y temor por lo peor “Antofagasta, julio 23. Llegó Paquete de Maule. Ha navegado a 4 millas de la costa y no ha encontrado ningún buque. Supone que al Rímac le ha sucedido alguna desgracia con el motivo del cambio de maquinista. Los buques peruanos estuvieron cerca de este puerto esta mañana. Santa María”.

El telegrama despachado en Valparaíso es muy demostrativo del espíritu de ansiedad y preocupación de las autoridades chilenas “Valparaíso, julio 24 (a las 10.35 a.m.) Santa María me dice: Rímac no llega; Cochrane no vuelve. E. Altamirano”. El otro telegrama, muy ambiguo, no traía noticias alentadoras, a las desesperadas y ansiosas autoridades.

Otro telegrama despachado en Antofagasta venía a agregar la incertidumbre que cada hora, cada minuto, crecía en las fuerzas chilenas, “Antofagasta el 25, El capitán del vapor no sabe nada. Solo refiere que en Arica lo detuvo la Pilcomayo, y que en Iquique vio a nuestros buques. Los pasajeros, que no han visto buque alguno y que nada saben del Rímac. Se dice también por los pasajeros que Daza está en Pisagua y que viene a Iquique a hacerse cargo del ejército expedicionario que ha de dirigirse al sur (…). Domingo Santa María”.

La esperanza que el Rímac no hubiera sido detenido por la escuadra al mando de Miguel Grau, se diluyó al enterarse de su captura, una grave crisis se apoderó del gobierno, “…el jueves 30 de julio por la noche se anunció en el teatro que por el vapor alemán Theben, llegado en derechura de Arica a Valparaíso, el Rímac había entrado cautivo el 25 de julio y a las nueve y media de la mañana a aquel puerto, donde la población le había recibido en triunfo con repiques y precesiones”.

La crisis en el gobierno era tan grave, que en el congreso se dio una larga sesión doble el 31 de julio y 1 de agosto. En la del 31 de julio, cuando algunos ministros se dirigían a esta, “fueron seguidos por gruesa y tumultuosa poblada (unos mil hombres), que desde temprano había estado estacionada en la Moneda y aunque se detuvo largo rato en el pórtico del Senado profiriendo hirientes denuestos contra el gobierno”.

La crisis no solo causó protestas, enfrentamientos con la población, desafíos y provocaciones a las autoridades, riñas en las que se cruzaron piedras y sables, algunos disparos de revolver, hubo heridos, entre ellos el capitán de Granaderos Julio García Videla, de guardia en palacio, que recibió una pedrada en la cabeza; sino, insultos, diatribas en el congreso chileno que, obligaron a la renuncia del ministro general Basilio Urrutia el 2 de agosto.

La agonía del gabinete se prolongó por varios días, esperando el regreso de Domingo Santa María que estaba en Antofagasta, en la sesión del congreso del 4 de agosto, el diputado por Lautaro Domingo Arteaga Alemparte, solicitó se entregara “sobre la mesa de la Cámara la correspondencia tanto telegráfica como por escrito del gobierno y el libro de actas del Consejo de Ministros sobre los asuntos de guerra…”.

En la sesión del 14 de agosto, se leyó una nota remitida por el ministro de guerra, quien solucionaba los interrogantes de la investigación encaminada por el diputado Domingo Arteaga, referente a la “marcha de los negocios públicos en lo relativo a la conducción de la guerra”.

Luego de un largo debate después de la lectura del informe del ministro de guerra, hubo un largo debate, no referente al documento, sino a la ausencia del ministro en el congreso, como lo planteó el diputado Carlos Walker Martínez “debió venir en persona a dar a la Cámara las explicaciones que se le habían pedido por el camino y el derecho constitucional de una interpelación”.

La crisis ministerial hasta ese momento solo había traído la renuncia del ministro de guerra. El diputado por Santiago Zorobabel Rodríguez, redactor en jefe del diario “El Independiente”, preocupado por la situación de crisis ministerial, tomó empeño en plantear un voto de censura para el gabinete, no se llegó a ningún acuerdo.

El 16 de agosto, continuo la discusión sobre el voto de censura, los cargos contra el gabinete fueron agravados. Los diputados Jordán y Walker Martínez, insistieron en las graves faltas respecto de las operaciones militares “como el bloqueo de Iquique, la desautorización sistemática del almirante de la escuadra, realizada por el gobierno, los dos viajes del señor Santa María al norte, la captura del Rímac y otros temas…”.

En medio de su exposición, el ministro del Interior Antonio Varas, quien lucía agobiado, estresado, fatigado y sin ánimo ni esfuerzo por seguir, optó por abandonar el Congreso, seguido por los demás ministros, un diputado le rogó que se detuviera, sea porque no quiso detenerse o porque en medio del ruido no lo escuchó, “los ministros salieron a la desfilada, encasquetándose los sombreros y como en desaire de la Cámara y de sus derechos”. 

Esta actitud asumida por el gabinete ministerial, fue tomado como una ofensa al parlamento, los diputados protestaron, se encendió la discusión, “En consecuencia de haberse ausentado el señor Varas y sus colegas, sin dar muestras de haber oído la petición anterior, algunos señores diputados interpretaron la retirada de ministerio en aquellas circunstancias como un desaire depresivo de la dignidad y fueros de la Cámara, contra el cual protestaron”.

Aunque hubo entre los diputados voces que llamaban a la concordia, como el diputado Tagle Arrate quien pidió se oficiara a los señores ministros para continuar el debate en la siguiente sesión y el diputado Ambrosio Montt proponía al presidente de la Cámara que se invitara cortésmente a los ministros a continuar el debate; pero, surgió una voz discordante, que finalmente provocaría la renuncia en masa, la del diputado Carlos Walker Martínez que expresó lo siguiente “La Cámara condena la conducta que los señores ministros han observado en esta sesión”; con lo que la crisis ministerial terminó con la dimisión en masa de los ministros”, era el 20 de agosto de 1879.

Ese mismo 20 de agosto, a casi un mes de la captura del Rímac, juramenta el nuevo gabinete ministerial se reemplaza a los ministros Varas, Urrutia y Huneeus, quienes fueron reemplazados por los señores Miguel L. Amunátegui, Rafael Sotomayor y José A. Gandarillas. El señor Sotomayor fue nombrado ministro de la guerra en campaña, y lo reemplazaba en el despacho el señor Gandarilla.

El 4 de agosto el almirante Juan Williams Rebolledo había entrado en Antofagasta, con sus buques y sin carbón, entregando el mando, atrás quedaba el bloqueo a Iquique. En la Armada, la pérdida del Rímac le costó la jefatura al contralmirante Rebolledo, quien fue sustituido por Galvarino Riveros. En Lima, la noticia de la captura del Rímac se conoció al día siguiente y causó un júbilo natural, que alegró las Fiestas Patrias de ese año luctuoso.

Por su parte, Gonzalo Bulnes Pinto expresa “En resumen, la desgracia que hoy lamentamos no pertenece a la categoría de esos accidentes de la guerra que no es posible evitar.  Por el contrario, se han acumulado en este hecho todas las faltas que la imprevisión puede poner al servicio de la más completa ignorancia de las cosas del mar.

El buque fue despachado, sabiéndose la presencia del enemigo en las cercanías de Antofagasta: los partes que recibidos en tiempo oportuno hubieran podido evitar la catástrofe, no llegaron a su destino sino algunas horas más tarde por un descuido incalificable, y por fin no se adoptó en el primer momento ninguna de las medidas que estaban al alcance de la comandancia general de marina para reparar el mal”.

El Comandante General de Marina Eulogio Altamirano explica lo sucedido “La salida del Rímac debió tener lugar el viernes 18 a las 3 de la tarde, pero pocos momentos antes recibí orden para suspenderla.  No hubo tiempo para comunicar esta orden por escrito; pero el mayor general señor Cabieres fue personalmente a detener los transportes.  Momentos después, el señor comandante Bulnes, acompañado del señor don Gonzalo, llegaban a mi despacho y les manifesté el telegrama que suspendía la salida del Rímac y nos separamos, diciéndole por mi parte al señor Bulnes, que era preciso esperar nuevas órdenes”.

El informe que hace el almirante Miguel Grau sobre este episodio, lo realiza a bordo del “Huáscar”, al ancla el 25 de julio de 1879, sin ápice de vanidad, ni jactancia, como corresponde a un líder trascendental, y está dirigida al Excmo. Señor General Director General de la Guerra. En este informe Miguel Grau explica en detalle la captura del transporte chileno “Rímac”.  


 Impresión artística de la captura del Rímac, capturado por el Huáscar y la Unión según un grabado publicado en La Ilustración Española y Americana (1879).

La persecución duró cuatro horas, finalmente el “Rímac”, se rinde al cerco de las dos naves peruanas, “Preparábame a hacerle un segundo tiro cuando el “Rímac” enarboló en su palo trinquete la bandera blanca: estaba rendido. Inmediatamente llegué a su costado y mandé botes con oficiales, soldados y tripulantes para recibir el buque, nombrado al mismo tiempo como comandante provisorio al capitán de fragata graduado don Manuel Melitón Carvajal. A su bordo venía de transporte el escuadrón “Carabineros de Yungay”, fuerte de 258 plazas, inclusive 15 individuos entre jefes y oficiales. Este cuerpo viene al mando del teniente coronel Bulnes”.

Miguel Grau continua su informe y da cuenta del contenido de la carga del transporte chileno. “En el “Rímac” han venido también 215 caballos, una gran cantidad de carbón, armamento, proyectiles y otros artículos importantes de guerra, cuyo inventario se está actualmente haciendo y que remitiré oportunamente a V.E.”.

Sin lugar a duda, este fue un triunfo moral para nuestra nación, debido a la importancia de este transporte, su valiosa carga y la crisis que tuvo que soportar el gobierno de Aníbal Pinto. De esta manera, el transporte “Rímac” cayó en manos peruanas, mansamente, al primer disparo izó bandera de parlamento.

La captura del “Rímac” fue uno de los episodios, que demostró las habilidades estratégicas de Miguel Grau, para aparecer y desaparecer en medio del océano, causando no solo temor, incertidumbre en los combatientes chilenos, cuyas naves pese a ser mejor dotadas, evitaban un encuentro, sus conductores tenían un gran temor de combatir con el glorioso monitor “Huáscar”.

Miguel Grau, a lo largo de la campaña naval destacó por su valentía, caballerosidad, audacia y arrojo; pero, especialmente por sus dotes de estratega militar, marino experto y don de mando, cualidades que le permitieron ser reconocido a nivel internacional. Demoró de abril a octubre de 1879, por casi 7 meses, que la escuadra chilena logre el dominio del mar.

Foto:
Notas:
1.      Semanario Hildebrandt en sus trece. Moralejas. Un enemigo relata la captura del transporte “Rímac”. Semana del 10 al 16 de octubre de 2014. Hemeroteca UNMSM
2.      Semanario Hildebrandt en sus trece. Colaboraciones forzadas. La humillante captura del transporte chileno “Rímac”. Semana del 17 al 23 de junio de 2016. Hemeroteca UNMSM.
3.      Semanario Hildebrandt en sus trece. La Máquina del tiempo. Versión directa del capitán Gana. Semana del 17 al 23 de junio de 2016. Hemeroteca UNMSM.
4.      Semanario Hildebrandt en sus trece. Colaboraciones forzadas. La crisis política que en Chile desató la captura del “Rímac”. Semana del 24 al 30 de junio de 2016. Hemeroteca UNMSM.
5.      Semanario Hildebrandt en sus trece. La Máquina del tiempo. Grau describe, sin jactancia, la captura del vapor “Rímac” y su gran botín. Semana del 2 al 8 de octubre de 2015. Hemeroteca UNMSM.