Australian War Memorial

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EXTERIOR DE MEMORIA DE LA GUERRA-AUSTRALIA

domingo, 6 de diciembre de 2020

REFLEXIONES SOBRE EL IMPORTANTE ROL DEL EJÉRCITO EN LA VIDA NACIONAL.

 












Por: Arturo Castro

En momentos difíciles que ha vivido y vive nuestro país, como el fenómeno el Niño de 2017 y este año la pandemia del Covid 19 el Ejército ha participado activamente, incluso con entrega de la propia vida de sus integrantes, verdaderos héroes, en ayuda y apoyo a la población afectada, con la entereza y moral que caracteriza a los hombres de uniforme, responsables del importante rol y finalidad constitucional que cumplen.

Por ello, este próximo 9 de diciembre celebraremos a lo largo y ancho de nuestro hermoso País, el CXCVI aniversario de la Batalla de Ayacucho, que, por su trascendencia histórica durante la campaña libertadora, fue establecida como día jubilar del Ejército del Perú.

Recordemos que, como Institución regular, el Ejército fue creado por Decreto del Generalísimo José de San Martín expedido el 18 de agosto de 1821.

Rememorar esta fecha importante en nuestro calendario, es traer al presente aquellos lugares memorables donde se desarrolló esta cruenta batalla. Allí se eleva el Condorcunca cual guardián pétreo, sobre la inmensa Pampa de la Quinua, mudo testigo de los resultados de aquella jornada violenta. El parte oficial habla de “1800 cadáveres y 700 heridos fue el resultado total, fruto de la temeridad y obstinación españolas”.

Convencidos que la Libertad e Independencia tenían un precio muy alto y que este era fruto de una victoria en el campo de batalla. Las fuerzas patriotas conformada por hombres de extraordinaria valentía y tesón inigualable como Sucre, Córdova, Lara, La Mar y Miller. Enfrentaron al ejército realista dirigido por La Serna, Valdez, Monet, Villalobos y Canterac. Y los vencieron.

Han transcurrido más de ciento noventa años, de aquella jornada patriótica, que puso fin a la dominación española en nuestras tierras. Los directores de la guerra firmaron en la Pampa de la Quinua la famosa Capitulación de Ayacucho. Luego de esta victoria patriota, quedó sellada la Independencia de América del Sur.

Si bien es cierto, el 9 de diciembre ha sido instituido como día del Ejército, no es menos cierto también, que nuestra noble Institución tiene su origen, en aquellas organizaciones guerreras pre-incas y que se fortaleció con el desarrollo alcanzado durante el Imperio de los Incas. Es que el Ejército fue el principal instrumento que dispuso el Inca para expandir su cultura y consolidar su hegemonía.

Así, el Ejército funda sus bases en la tradición guerrera, cuyos íconos pétreos se encuentran en el Templo de Sechín y se enriquece con el concurso de las culturas Nazca, Moche, Wari, Tiahuanaco y los Incas. Prueba de ello son los monumentos y complejos arqueológicos que existen en nuestro país y los que con seguridad se descubrirán en el futuro.

Un recorrido histórico no lleva a recordar los descubrimientos del Señor de Sicán y los siete restos óseos de personajes importantes. El Señor de Sipán y la Dama de Cao, esta última revaloriza el papel de la mujer en nuestra historia y nos muestra que también ellas supieron gobernar en el pasado. Finalmente hacemos mención a la civilización de Carál, un mundo por descubrir.

El año pasado los arqueólogos del museo Tumbas Reales de Sipán Walter Alva y Edgar Bracamonte, presentaron una muestra en el Museo de la Nación que cuenta con diversos bienes arqueológicos como: máscaras funerarias, coronas, vasijas, tejidos, armas, adornos corporales, piezas de cobre, plata y oro pertenecientes a las antiguas culturas establecidas en la región Lambayeque.

Durante el Tahuantinsuyo se consolida el desarrollo de la cultura Inca o quechua, pero también el enfrentamiento de dos hermanos por el trono real, que coincide con la llegada de los españoles y el choque final entre dos culturas. Tan solo en 95 años y gracias al genio político y militar, los gobernantes de estas tierras extendieron sus fronteras a nuevas regiones.

Recordemos que Pachacútec fue el gran organizador del Tahuantinsuyo y logró su consolidación geográfica y cultural, abarcando territorios de las actuales repúblicas de Perú, Ecuador, Colombia, Bolivia, Argentina y Chile, lugares donde aún quedan vestigios, huellas y restos arqueológicos de su grandeza militar.

Sin embargo, es necesario destacar a Túpac Inca Yupanqui, sucesor de su padre Pachacútec. Fue explorador y viajero. Según nuevas investigaciones históricas han confirmado, que exploró la Antártida y descubrió la Oceanía. De tal manera que este Inca fue quien consolidó la grandeza del Tahuantinsuyo, al incorporar el mar a su vasta heredad.

Durante la fuerte dominación española que duró tres siglos, los nativos de estas tierras opusieron resistencia a la dominación española. Allí están escritas con paginas de gloria, los levantamientos de Manco Inca, Juan Santos Atahualpa, José Gabriel Condorcanqui “Túpac Amaru II”, Francisco de Zela, los hermanos José, Gabriel y Mariano Angulo y Mateo Pumacahua, entre otros patriotas que lucharon por la libertad de nuestro país.

En la etapa correspondiente a la Campaña por la Independencia, el Ejército no tenía una partida de nacimiento oficial. Sin embargo, contribuyó con su esfuerzo y sacrificio a la consolidación de nuestra Independencia. Esta etapa termina con las célebres batallas de Junín y Ayacucho.

España jamás se resignó a la pérdida de sus dominios de ultramar, una expedición llegó a nuestro mar amenazando nuestra frágil Independencia. Entre 1825 y 1866 se consolidó nuestra República. En este lapso se llevó a cabo el glorioso combate del 2 de mayo. Expresión sublime de unidad del pueblo peruano con sus fuerzas armadas, en defensa de nuestra Soberanía e Independencia.

También vivimos una etapa negra, la Guerra del guano y el salitre 1879-1884. Periodo de triste recordación, en que la improvisación de los gobiernos, el despilfarro de los dineros del Estado y la falta de previsión, facilitaron nuestra derrota ante nuestro enemigo, Chile.

Es cierto, en este periodo hubo demostraciones de valor, patriotismo y honor en defensa de nuestra soberanía. Finalmente sucumbimos ante un enemigo artero, mejor armado, equipado y preparado con muchos años de antelación. Chile no nos ganó la guerra, nosotros la perdimos irremediablemente, por falta de una visión estratégica de los gobernantes de aquellos años. No se debe volver a repetir esta situación nunca más.  

Posteriormente, el Ejército participó en la campaña militar contra Colombia en 1933, contra Ecuador en 1941. Fueron actos valerosos enmarcados en la defensa de nuestra Soberanía e Integridad territorial. Luego vendrían las operaciones militares de la Cordillera del Cóndor en 1981, que ratificó la validez del Protocolo de Río de Janeiro, y el Alto Cenepa en 1995, que finalmente posibilitó la demarcación de los 78 kms que faltaban en la Cordillera del Cóndor.

La participación del Ejército durante el proceso de Pacificación Nacional, en el marco de la Estrategia Contrasubversiva impuesta por el gobierno priorizó la obtención de la adhesión de la población y las labores de inteligencia. En base a un trabajo coordinado con los otros institutos de las FFAA, la PNP, y los Comités de Autodefensa, se logró la derrota de las organizaciones subversivas SL-MRTA, que hoy nuevamente viene tiñendo con sangre de policías y soldados valerosos el VRAEM.

Llegado a este punto, ustedes amables lectores se preguntarán, por qué se ha realizado una síntesis de la evolución de nuestro Ejército y que abarca casi tres mil años. Cuál es el objeto.

La respuesta es muy simple, primero reflexionar sobre el importante rol que ha cumplido y cumple el Ejército en nuestra sociedad. Por otro lado, tener presente que a lo largo de estos siglos esta Institución se ha movido de manera pendular. Entre momentos de gran fortaleza en su equipamiento, preparación y entrenamiento de sus fuerzas y con una visión diferente de sus gobernantes, quienes priorizaron la real importancia de la Defensa Nacional.

A diferencia de otros periodos, en que hubo falta de una visión geopolítica, desidia, improvisación, recortes de presupuesto, malos salarios para su personal, indiferencia y apatía del poder político. Ejemplos hay muchos, la etapa anterior a la guerra con Chile y se repite los primeros años de este siglo. No debemos olvidar el concepto de Defensa y Desarrollo si se queremos lograr el Bienestar General de nuestro pueblo.

Sirva este nuevo aniversario del Ejército, para reflexionar sobre el papel que deben cumplir los integrantes de esta noble Institución, en el lugar y cargo que desempeñan. Tengamos la capacidad para reconocer que nuestro país, es hermoso, con un potencial inmenso, con regiones naturales dotadas de una gran biodiversidad, con recursos naturales como el agua, minerales y el gas, muy apetecibles por nuestros adversarios. Ello nos impele, nos exige cuidar y proteger estos recursos, para beneficio de los 32 millones de peruanos.

Por tanto, los invito a que adoptemos un cambio hacia una actitud proactiva. Irradiemos conciencia de Defensa Nacional ante la opinión pública. Con un solo pensamiento, una sola idea, pidamos al altísimo y trasmitamos nuestros deseos, para que nuestros gobernantes tengan un momento de lucidez y puedan comprender la necesidad urgente de mejorar no solo el equipamiento, entrenamiento y preparación del Ejército y de sus FFAA, sino las condiciones económicas de sus integrantes y pensionistas.

Un sincero homenaje a todos los integrantes del Ejército, sus viudas y discapacitados que se encuentran en las diferentes regiones de nuestro país. Saludo a ustedes que llevan tatuado sobre su piel los colores de nuestra Bandera Nacional y en vuestra sangre y corazones nobles, un inmenso sentimiento patriótico, que es el verdadero sustento de nuestra nacionalidad.

Este 9 de diciembre un Feliz Día para todos los integrantes del Ejército, especialmente para aquellos que combaten en el VRAEM contra el narcosenderismo homicida, en nombre de nuestra patria y los valores democráticos.

¡Feliz día del Ejército!

 

 


martes, 1 de diciembre de 2020

REESTRUCTURACIÓN POLICIAL SOLAPADA O MAQUILLAJE.

 


Por: ARTURO CASTRO*

Durante los últimos días hemos sido testigos de un hecho gravísimo que ha removido los cimientos del orden interno con pérdidas de dos vidas humanas, y numerosos heridos entre policías y ciudadanos, así como destrucción de bienes públicos y privados, originados por el enfrentamiento de un grupo de jóvenes al parecer infiltrados y una respuesta de la policía, durante una movilización denominada “pacífica”.

Precisamente, a raíz de estos sucesos graves nuevamente no solo se ha puesto en debate el rol de la policía nacional, sino que el gobierno ha pasado al retiro al comando de la institucional policial, así como a 15 generales que les seguían en antigüedad, designando al general César Cervantes general egresado de la Escuela de la PNP, luego de la unificación en 1986, de las ex BGC, GR y PIP; como nuevo comandante general de la PNP.

La decisión del ejecutivo ha sido considerada un grave error por generalizar, en la comisión de presuntos delitos a todos los generales, afectando gravemente a la institución policial; se los responsabiliza de actos de corrupción y mala administración de recursos entregados por el gobierno para luchar contra la pandemia Covid 19.

Esta decisión considerada equivocada por numerosos ciudadanos y especialistas en el tema, además, trastoca la meritocracia institucional, el conocimiento y experiencia profesional, afectando la disciplina y la moral de toda la institución policial, poniendo bajo el control y liderazgo civil en una institución tan importante para nuestra República.

No se ha considerado en las investigaciones a la prensa que azuzó e incentivó la participación de la juventud, tampoco estarían considerados importantes líderes políticos que apoyaron la marcha, estuvieron presentes para provechar estas movilizaciones, su presencia en algunos casos enervó a los jóvenes que los repudiaron públicamente caso de Verónika Mendoza en el Cusco y Ollanta Humala en Lima, también Julio Guzmán y George Fosyth, estuvieron presentes.

Se afirma que, los ex ministros del interior Gino Costa, Carlos Basombrío con la participación del actual ministro del interior Rubén Vargas, serían las eminencias grises de esta medida. Recordar que en 2004 publicó INEP una obra escrita por ambos: LIDERAZGO CIVIL EN EL MINISTERIO DEL INTERIOR. “Testimonio de una experiencia de reforma policial y gestión democrática de la seguridad en el Perú”. Que, no habiendo dado los resultados esperados, hoy que tienen la oportunidad de participar en el gobierno de transición podrían nuevamente retomar.

El ministro del Interior, Rubén Vargas, negó cualquier irregularidad al respecto al señalar que el presidente Francisco Sagasti tiene la facultad de nombrar a un jefe para la PNP de menor rango. Sin embargo, esto no es tan cierto porque atenta contra la ley.

En las últimas horas han renunciado dos generales de la PNP, el Subcomandante General de la PNP general Edgardo garrido López y el general Oscar Gonzales Rabanal jefe de importante Dirección Contra el crimen organizado, lo que agrava la situación. El ministro del interior debería pensar seriamente su permanencia en el cargo, porque sumado a ello se avecina la amenaza que debería preocupar al gobierno, se trata de un paro policial los días 4 y 5 de diciembre. Recordar que el 5 de febrero de 1975 hubo un paro policial que causó graves hechos de violencia, incendio de locales, de diarios, muertes y heridos por intervención de las FF.AA.

Por otro lado, en una entrevista concedida en Palacio a varios programas políticos televisivos de manera simultánea Cuarto poder, Panorama, Punto final y Día D, el presidente Francisco Sagasti tocó una serie de temas importantes para la marcha de la Nación:

Nueva Constitución: Indicó que recogerían información y sentar las bases, no irán más allá, porque es un gobierno de transición y no tener la legitimidad.

Respecto de la remoción de 18 generales de la PNP indicó que la decisión era constitucional y que respaldaba al ministro del interior y primer ministro.

Se sostiene que “la defensa y la dignidad de la persona humana son el fin supremo de la sociedad y del Estado”. Sin embargo, ante los hechos que se han descrito anteriormente, al parecer este planteamiento no tendría el valor, ni la importancia que realmente debe tener en una sociedad que se precia de civilizada, por lo que las autoridades pertinentes deben impulsar una campaña, que demuestre de manera inequívoca, que realmente existe respeto por la dignidad de la persona y por otro lado la justicia debería hacer cumplir la ley estrictamente.

La actual Constitución en su artículo 163 indica “El Estado garantiza la seguridad a la nación mediante el sistema de Defensa nacional”, por otro lado, en su artículo 166 establece, “La Policía Nacional tiene por finalidad fundamental garantizar, mantener y restablecer el orden interno”. Así mismo según el artículo 118 inciso 4, es función del presidente de la República: “velar por el orden interno”, por lo tanto, las decisiones políticas sobre orden interno corresponden al Presidente de la república y la institución encargada de esta importante función es la PNP; además tal como lo prescribe el artículo 167 el Presidente de la República es el Jefe Supremo de las FFAA y PNP.

En este marco Constitucional debemos precisar que, el poder según el diccionario de la lengua española “se refiere a la autoridad, dominio, jurisdicción, facultad, al imperio de una cosa, las Fuerzas Armadas de un Estado o el instrumento con el cual se reviste de autoridad a una persona”.

Por otro lado, el Poder Social “es la facultad que tiene la sociedad para imponer reglas de conducta”, cuando se legitima el poder, se justifica el Estado porque se asienta en la soberanía que ejerce el pueblo con su voto, el pueblo delega la autoridad a los gobernantes, lo que sirve de sustento al poder del Estado.

El poder del Estado es uno sólo, es indivisible; lo que se separa son las funciones en consideración a la racionalización y división del trabajo y con el propósito de evitar la omnipotencia y el abuso del poder, las funciones legislativas, administrativas y jurisdiccionales son ejercidas por los órganos legislativos, ejecutivos y judiciales, que en la praxis reciben el nombre de Poderes.

Sobre Poder de Policía, el sociólogo BORDEAU, precisa “que el Poder de Policía es una fuerza nacida de la voluntad social, ponderadamente destinada a conducir el grupo hacia un orden que estima beneficioso y llegado el caso, capaz de imponer a los miembros los comportamientos que esta búsqueda exige”.

Yeimy Ivonne García Parra, abogado sostiene que “El poder de policía es la facultad de expedir leyes y reglamentos de policía, esto es, la facultad de regular los comportamientos cotidianos con la finalidad de preservar el orden público (…)”.

Es así que, el poder de policía presenta características singulares: es potestad originaria, porque el Estado adquiere el Poder de Policía al constituirse en el mismo momento en que se organiza política y jurídicamente; es exclusivo del Estado es decir de su exclusiva competencia; es inalienable porque no puede ser transferido por acuerdo, contrato o delegación porque es inseparable de la soberanía nacional y es razonable porque es un poder justo.

Por tanto, Poder de Policía “es la facultad que posee el Estado para establecer límites a la libertad individual con el fin de asegurar esta libertad y los derechos esenciales del hombre y la sociedad”. El Poder de Policía no es un poder nuevo y específico del Estado, es parte integrante del Poder Administrador y siempre ha existido en toda sociedad organizada.

Con relación al orden Interno debemos precisar “que es la situación de tranquilidad, sosiego y paz dentro del territorio nacional, regulado por el derecho y en ciertas circunstancias por el Poder Político, en la cual las autoridades ejercen sus atribuciones y los ciudadanos sus derechos y libertades, garantizando la existencia, estabilidad y soberanía del Estado; con la finalidad de asegurar la coexistencia pacífica en general y consecuentemente permitir el logro del fin supremo del Estado y la Sociedad”.

Cuando el Orden Interno es alterado por algunos hechos que revisten gravedad como es el caso de marchas violentas, huelgas, paros, mítines o hechos como el que se ha producido en Lima con la muerte absurda de dos jóvenes y numerosos heridos, casi siempre utilizamos la técnica de los bomberos, apagar incendios aislados sin dar una solución proactiva, coherente y permanente.

En países como el nuestro se puede encontrar una serie de causas que afectan el orden interno, estas se clasifican en causas políticas, jurídicas, económicas, policiales, militares, etc. Las causas políticas son aquellas situaciones personales de grupos o élites de poder que con fines o intereses partidarios ocasionan decisiones negativas en el ejercicio político, dentro de ellas podemos distinguir: la soberbia, arrogancia y desdén en el ejercicio del poder político, el despotismo, aprovechamiento, abuso y exceso de este poder, corrupción e inmoralidad manifiesta de las autoridades.

Por otro lado, las causas jurídicas son las disposiciones legales que se dictan con el propósito de regular la conducta social; cuando las disposiciones legales se dan con imprecisiones, contradicciones o vacíos, generan resquebrajamiento del orden Interno. Esto sucede cuando se promulgan leyes y disposiciones legales vigentes por conveniencia ideológica, partidaria y/o económica, o nombre propio.

Las causas económicas son consideradas como hechos o circunstancias negativas que se presentan en el campo económico, como la Inflación y la deflación y afectan el poder adquisitivo de la población. Dentro de las causas militar-policial, se considera lo referente al comportamiento de grupos de individuos que pueden derivarse en delitos contra el Orden Constitucional y la Seguridad del Estado; como la conspiración y propaganda incitando a levantarse en armas o revolucionar cualquier fuerza con el objeto de variar la forma de gobierno.

Por tanto, un País como el nuestro que se debate día a día entre el caos y la confusión,  que camina al filo del abismo en un escenario provocado por los graves hechos delictivos diariamente, o como es el caso las reclamaciones justificadas o no, que han movilizado a numerosos jóvenes en marchas y que grupos violentistas se han infiltrado para provocar a la policía y esta reaccione, con la consecuente secuela de la muerte de dos jóvenes, más de 100 heridos entre marchantes y policías y patrulleros destruidos por algunos vándalos que se sumaron a la protesta callejera.

Todo este marco nos permite determinar que, son estas las causas que no ayudan a mantener el Orden Interno en el nivel óptimo y por tanto ante hechos de esta naturaleza que revisten gravedad se debe asumir responsabilidades en los diferentes niveles de gobierno aplicando el Poder de Policía del Estado y buscar soluciones a los graves problemas que padece actualmente la población en general y la de menores recursos en particular como: la pandemia del Covid 19, que ha traído altas cifras de muertes y contagiados, altos niveles de desempleo, pequeñas y medianas empresas cerradas y extrema pobreza.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


miércoles, 25 de noviembre de 2020

La Grandeza de Tarapacá



Nota de Redacción:

Esta crónica fue publicada en este blog en noviembre de 2018, concitó mucha atención por estar dedicado a Andrés A. Cáceres uno de los más grandes héroes de nuestra patria, un gran líder militar, admirado no solo en el Perú sino en otras latitudes del orbe, en Europa donde se desempeñó como ministro plenipotenciario en Italia y Alemania fue motivo de reconocimiento por su genio militar.

Hoy nuevamente en el mes dedicado al gran Mariscal Andrés Avelino Cáceres a pedido de algunos dilectos amigos, volvemos a reponerlo para deleite y admiración de todos los que nos sentimos imbuidos de su espíritu de nunca doblegarse ante nada, de no aceptar jamás la derrota, de luchar hasta quemar el último cartucho como lo hizo Bolognesi en Arica.

Transcribimos un párrafo de la biografía escrita por Pedro Paz Soldán (Juan de Arona), publicado en su “Diccionario Biográfico de Peruanos Contemporáneos” Lima 1917.

“El general Cáceres es el héroe nacional, y está llamado a ser, a medida que transcurran los años, la figura legendaria del Perú. Su actuación en la guerra del Pacífico fue grandiosa. En la batalla de San Francisco mandaba una división, que en medio de la confusión de la derrota, permaneció formada y se retiró en perfecto orden. En la batalla de Tarapacá, al frente de esa misma división de la cual formó parte el famoso batallón Zepita, sostuvo una lucha titánica contra las tropas chilenas, que dominaban las alturas y a las cuales, logró vencer después de largas horas de combate tomándoles cuatro cañones; en la batalla de Tacna cargó a la bayoneta sobre las tropas chilenas, yendo al frente del batallón Zepita. Recordando aquellos instantes el general en jefe chileno, decía a su gobierno los siguiente: ´en tales instantes la suerte de Chile pendía de un hilo´”.

¡Viva Cáceres!

¡Viva Tarapacá!

La Grandeza de Tarapacá

“Cuando se conoce el sitio, se puede comprender la determinación que mostraron los hombres vencidos, agobiados en fuga. Tienen que trepar a lo largo de esa verdadera pared natural, por senderos que no lo son: tan escarpadas como estrechas”.

Claude Michel Cluny (Historiador, ensayista, editor francés)

Por: Crl. Arturo Castro

Obtenida la superioridad marítima por Chile después del combate de Angamos en que muere Miguel Grau y su heroica tripulación, y el Monitor Huáscar es capturado por las fuerzas enemigas, el océano se abre de par en par para las tropas chilenas, que además de obtener la superioridad, obtuvieron libertad de acción para desplazar a su ejército hacia territorio peruano, sin enemigos a la vista.

En Perú y Bolivia la caída del Huáscar y muerte de Miguel Grau fue una terrible y nefasta desgracia, el general Escala comandante del Ejército chileno estaba tan entusiasmado por los vaivenes de la guerra que declaró “El poder marítimo del enemigo ha desaparecido”, indicando que esto significaba, que la hora del triunfo para las fuerzas chilenas estaba cerca. “Pronto tocará su turno al Ejército”. (1)

El historiador venezolano Jacinto López nos relata el frenesí, la alegría, las celebraciones que se realizaron en Chile después de la captura del Monitor Huáscar, con ello no solo demuestran el gran temor que tenían a ese pequeño buque y a su gran comandante, sino respeto a la capacidad y experiencia del comandante Grau y su tripulación.

Escribió Rafael Sotomayor, sin ocultar su inmensa alegría, “Chile entero celebra entusiasmado tan fausto acontecimiento que viene a poner término a la contienda marítima y expedita la senda por donde nuestro ejército no tardará en marchar”, (2)

El general Augusto Pinochet en su obra Guerra del Pacífico, Campaña de Tarapacá establece algunas “Deducciones militares del desembarco en Pisagua”. Entre ellas, la que el Comando chileno había establecido respecto del lugar del desembarco, luego de conocer el informe de un reconocimiento de la costa realizada el 27 de agosto de 1879.

“…en este documento se recomendaba como lugar de un desembarco a Pisagua, porque este puerto estaba más de acuerdo con las posibilidades de las futuras operaciones chilenas hacia el interior del departamento:

·contar con línea férrea, una fuente de agua y las repercusiones de carácter estratégico que se obtendrían al separar a las fuerzas ubicadas en Arica-Tacna de las acantonadas en La Noria-Pozo Almonte”. (3)


El 2 de noviembre de 1879 casi un mes después de la caída de Miguel Grau en Angamos, fuerzas chilenas de “9, 640 hombres, 853 caballos, artillería, algunos mulares y otros implementos de campaña” (4), transportados desde Iquique en 19 embarcaciones. Inician el desembarco en Pisagua.

El bombardeo de naves enemigas contra la defensa de esta bahía fue el preludio del ataque, la defensa compuesta únicamente por dos cañones de 100 libras ubicadas al norte y sur de la bahía. Un desembarco en la playa Junín y otra en la bahía de Pisagua completaron la operación.

Las fuerzas defensoras constituidas por tropas peruanas y bolivianas escasamente ascendían a 2400 defensores. Esta operación de desembarco planeada por el comando chileno ubicaba al grueso de sus fuerzas en posición central, entre Iquique y Arica y desde este lugar podrían emprender operaciones para vencer al ejército del sur al mando del general Buendía.

“Al siguiente día desembarcamos con el general y recibí la primera impresión de los horrores de la guerra, porque nos encontramos en presencia de un cuadro verdaderamente infernal. La beodez, el incendio, la matanza, el pillaje y cuanto pueda idearse de odioso estaba allí a nuestra vista con gran escándalo mío, porque no concebía cómo los jefes y oficiales toleraban tanta licencia. Luego vi que el general en jefe era impotente para remediar el desorden, no por falta de voluntad para hacerlo sino por incapacidad para mandar”. (Memorias José Francisco Vergara)

Benjamín Vicuña Mackenna historiador y propagandista chileno, dice que las tropas de la coalición después de la batalla de Dolores o San Francisco, derrotadas por la superioridad chilena se dirigían hacia Tarapacá. Las tropas se desplazaban por el desierto sin agua, sin víveres, solo movidos por su intenso patriotismo. Según Vicuña Mackenna lo hacían “no como ejército sino como tropel”. (5)

Pero no solo fue crítico de las fuerzas de la coalición peruano-boliviana, sino de los propios jefes de su ejército, a quienes enrostraba la demora en la prosecución de las operaciones para aniquilar a las fuerzas peruano-bolivianas que fugaban en retirada según visión del historiador chileno. No podemos establecer porqué esa inmovilidad, pues tenían todo a la mano. No sabemos si fue falta de decisión o quizá temor.

“Pero ese día velaban también en el campo de los chilenos una densa sombra de índole diversa: la de torpe inacción que malograba los óptimos frutos de la sangre, de la estrategia y la fortuna. Nuestro ejército amodorrado en las calicheras no movía todavía una sola patrulla en demanda del enemigo, que se rehacía a su vista. Así pasaron los mortales días 20, 21, 22 y 23 de noviembre, dejando escaparse un ejército que fugaba a pie, teniendo nosotros montados a la puerta del cuartel general 500 magníficos jinetes. ¡Funesta inmovilidad!”. (6)

El 2 de noviembre de 1879, después del desembarco y combate con fuerzas de la coalición, los chilenos ocupan Pisagua. Esta derrota obligó a Mariano I. Prado que se encontraba en Arica a realizar una junta de guerra. Prado dispuso que el general Hilarión Daza que se hallaba en Tacna, partiera con sus fuerzas hacia el sur a encontrase con las del general Buendía.

El 14 de noviembre de 1879 las tropas bolivianas llegaron a quebrada de Camarones, se detuvieron inexplicablemente 48 horas, se dice que las tropas bolivianas se negaban a continuar la marcha hacia el sur, el general Daza no encontraba forma para hacerlos marchar, había perdido fe y liderazgo, o realmente no quería avanzar y buscaba un pretexto para esconder su falta de hombría.

El 16 Daza envió telegrama al presidente Prado “Desierto abruma: ejército se niega a pasar adelante”, disponiendo el retorno a Arica, lo que causó tremenda desazón por esta traición, entre sus oficiales. Esta noticia llegó al general Buendía el día 19 antes de la batalla de San francisco. Lo que cayó como una bomba nuclear entre las tropas peruanas.

Después de la derrota de San Francisco el ejército de la coalición realizó una marcha forzada sin detenerse. Fueron 52 horas de dura caminata, sin comida, agua y sin descansar, demostrando su temple de acero. En total caminaron 52 leguas, unos 180 kilómetros hasta Tarapacá, toda una proeza. El coronel Suarez había adelantado su llegada a este poblado para acopiar todo tipo de víveres, agua, y buscar lugares de descanso, para las tropas extenuadas y sedientas.

Una extraña dilación se apoderó de los jefes chilenos en Pisagua. Antes de la batalla de Tarapacá las tropas chilenas se encontraban en una inmovilidad que sorprendía a todos sus integrantes, adormecidos por el sol, la falta de información de sus superiores, sedientos de batalla, pero finalmente cómodos. No recibían ninguna explicación de sus jefes.

Lo más extraño de esta situación era que el general Manuel Baquedano comandante de la caballería chilena, se había quedado en Pisagua, “en las modestas tareas de mayordomo de la intendencia del ejército, en los días en que sus valientes subalternos acuchillaban en Germania, bajo las órdenes del teniente coronel de guardias nacionales José Francisco Vergara a los húsares de Junín y de Bolivia”. (7)

En la tarde del 23 de noviembre de 1879 recién se ponen en movimiento las tropas chilenas, el coronel Emilio Sotomayor Baeza partió de San Francisco al mando de 360 cazadores. Llegaron al caserío Agua Santa donde pernoctaron, con escasa comida para hombres y bestias, al día siguiente después de marcha forzada llegó a la una de la tarde a Peña Grande. 

En este lugar capturan al gendarme Abarca, asistente que trasladaba el equipaje del coronel Suarez de Iquique a Tarapacá, “El asistente Abarca entregó todas sus cargas, incluso el archivo del estado mayor, que de esa suerte vino a ser prenda valiosa de los armarios de nuestra biblioteca”. (8)

La división Ríos, descansó el 24 de noviembre en Tirana, a poca distancia el coronel Sotomayor y sus tropas descansaban en Peña Grande, el coronel Ríos había partido de Iquique (Estación Molle) dos días antes. Sus fuerzas estaban compuestas por ochocientos hombres, “Eran milicias de Iquique, de Pisco, del Loa y de Tarapacá mismo”. (9)

El núcleo de las fuerzas del coronel Miguel de los Ríos estaba conformado por el batallón cívico de Iquique al mando del coronel Alfonso Ugarte Bernales con 300 hombres. Las otras fuerzas peruano-bolivianas que iban hacia Tarapacá eran: columna Loa (200 plazas), columna Tarapacá (200 plazas) y columna Naval (200 plazas).

El día 25 las tropas de la coalición, fatigadas, sedientas y hambrientas después de una marcha forzada por el desierto, atravesó la Pampa de Isluga, descendió la quebrada de Tarapacá, por el camino de Huarasiña, su única entrada, hecha jirones el uniforme y el hambre mordiendo sus entrañas.

El historiador Benjamín Vicuña Mackenna, no lo dice explícitamente, pero reconoce el esfuerzo de las tropas nacionales, y lo expresa indicando que las tropas de la coalición: “Había recorrido no menos de 50 leguas en menos de tres días. Así andaban los peruanos, mientras nosotros dormíamos y nos desperezábamos”. (10)

El general Augusto Pinochet Ugarte en su obra “La guerra del Pacífico”, campaña de Tarapacá expresa “Santa Cruz inició la macha de su columna totalmente convencido de que se dirigía al lugar designado, pero, después de andar dos o tres horas se encontró con que lo caminado era en círculos”. Era por efecto de la camanchaca (11)

El 27 de noviembre al amanecer las fuerzas enemigas de la agrupación Santa Cruz emprendía la marcha desde Isluga cubierto por una densa camanchaca, esa neblina espesa que no permite la visión del terreno más allá de los 5 metros, lo que facilita la desorientación de las tropas.

En la versión chilena del general Pinochet, las fuerzas chilenas adoptaron la siguiente organización en tres columnas:

“1° Columna Santa Cruz: Al mando del Tte. Coronel Santa Cruz e integrada por el "Zapadores", "Granaderos a Caballo", 1 Compañía del 2º de Línea y 4 piezas Krupp, lo que en total sumaba 500 hombres. Con la Misión: Penetrar hasta Quillaguasa, ocupar la localidad para cortar desde allí toda retirada enemiga hacia el Este.

2° Columna Ramírez: Al mando del Tte. Coronel Eleuterio Ramírez; la constituían siete compañías del 2 de Línea, 1 Escuadrón de "Cazadores a Caballo" y dos piezas de artillería (cañones de bronce) de la Artillería de Marina. Con la Misión: Atacar por el fondo de la Quebrada de Tarapacá, en dirección general: Huaraciña-Tarapacá, para sobrepasar el caserío y obligar a los aliados a replegarse sobre Quillaguasa.

3° Columna Arteaga: Mandada por el propio Coronel Arteaga, estaba formada por el Regimiento de Infantería "Chacabuco", Artillería de Marina y 2 piezas de Artillería.

Misión: Avanzar por el costado Norte de la quebrada hasta la línea del pueblo de Tarapacá y desde allí atacar el flanco Norte de las tropas de Buendía, ubicadas en el caserío de Tarapacá y cortar la posible retirada de estas tropas hacia el Norte”. (12)

El general Augusto Pinochet critica esta organización de las fuerzas chilenas en su aproximación al objetivo, Tarapacá, considerando a la misma como teórica para el combate, se desconocía información vital del dispositivo, composición y fuerza de la coalición, se “elaboró sin tener ni la más remota idea o un conocimiento aproximado del dispositivo enemigo y desconocer la cantidad de sus fuerzas; además adolece de numerosos errores fundamentales, que fueron las causas principales del fracaso de los chilenos en su ataque a ciegas sobre un dispositivo desconocido y como es lógico significó un alto costo en vidas”. (13)

El general Pinochet afirma en su obra que, “El coronel Suarez cuando recibió la noticia de la proximidad de las tropas chilenas consideró que el fin llegaba para el ejército de Tarapacá”. (14) Probablemente infirió de esa manera llevado por la lectura de partes de guerra, sin embargo, le faltó precisar la capacidad de reacción de las tropas peruanas, pese a encontrarse muy agotadas al máximo de su capacidad. 

Las fuerzas enemigas iniciaron el ataque en tres columnas: la primera al mando del teniente coronel Eleuterio Ramírez conformada por  los  batallones del regimiento 2do de Línea y dos cañones de bronce, su objetivo conquistar Huarasiña, las provisiones de agua del poblado, para avanzar hacia Tarapacá; la segunda, a órdenes del coronel Arteaga, conformada por el regimiento Artillería de Marina, batallón Chacabuco, cuatro cañones de Bronce y dos cañones Krupp, atacar por las alturas que dominaban el poblado; y la tercera, dirigida por el comandante Ricardo Santa Cruz e integrada por un batallón del 2do de Línea, 260 hombres del Zapadores, 116 Granaderos a Caballo y dos secciones de artillería Krupp de montaña, para cerrar el paso de Quillaguasa y evitar la retirada de las fuerzas de la coalición hacia Arica. La encerrona planeada por el mando chileno no dio resultados.

El 27 de noviembre el entonces coronel Andrés A. Cáceres, observando el valle de Tarapacá que no tenía más de 400 metros de ancho en promedio; creyó escuchar el sonido de sables que se expandió por todo el valle, no podía ser de la caballería peruana que había partido temprano; al mismo tiempo, un vuelo de torcazas se elevó al cielo, señal que Cáceres interpretó como presencia del enemigo.

Cáceres ante esta sospecha y viendo el peligro en que encontraban sus fuerzas, dio la alarma inmediata exclamó “¡Enemigos!” “¡Que forme la división en tres columnas!” De inmediato trasmitió la orden al coronel Manuel Suárez, jefe del 2 de mayo “¡Su batallón detrás del mío! ¡En silencio, armar bayonetas y arriba!”. (15)                            

En la versión chilena, Pinochet indicó que es el coronel Suarez quien ordenó a sus fuerzas evacuaran el pueblo rápidamente, lo que hicieron de inmediato la división Cáceres y División Bolognesi, ganando las alturas que rodeaban el pueblo, “el hecho de haberse cumplido esta orden con prontitud y sin vacilaciones significó el triunfo para el Perú, pues si se hubiesen defendido habría sido ir a un sacrificio inútil”. (16)



Cáceres con su división ganaron rápidamente las alturas por el Oeste para no estar en desventaja frente al enemigo y enfrentó a las fuerzas de Santa Cruz haciéndola retroceder. La columna Ramírez logró penetrar a la quebrada por Huarasiña siendo rechazada luego de violento combate por la división del coronel Bolognesi quien combatió enfermo. Cáceres recibió refuerzos y logró poner en fuga a las fuerzas enemigas.

El combate fue heroico, violento, sin tregua nuestras tropas agotadas, cansadas hasta la inanición, extenuadas, después de haber recorrido el desierto por casi 200 kilómetros, aun así, en esas circunstancias supremas de la capacidad humana, sobreponiéndose a su propio agotamiento y limitaciones logísticas lucharon frente a una fuerza que venía de obtener victorias en Pisagua, San Francisco y Germania.

El general Augusto Pinochet describe la batalla de Tarapacá desde el lado de las fuerzas chilenas, con tanto realismo que expresa la angustia y temor que sentían las tropas enemigas ante el empuje batallador de las fuerzas de la coalición “En esta hora de angustia, todos disputaban la victoria en un esfuerzo sobrehumano; pero aquellos que captaban la situación con realismo comprendieron la gravedad del momento y la necesidad de una retirada antes de perderlo todo…”. (17)

En esas circunstancias tan adversas para las fuerzas enemigas a punto de darse a la fuga, en que el temor se venía apoderando del espíritu combativo y su moral decaía estrepitosamente frente al ataque de nuestras fuerzas, el Tte. Crl Vergara, envía un mensajero al poblado de Dibujo para comunicar al General en Jefe, la retirada de las fuerzas de Tarapacá.

El mensaje decía: "Señor General: Nos batimos hace más de tres horas con fuerzas muy superiores. Estamos en mala situación y no es improbable una retirada más o menos desastrosa. Conviene que nos mande encontrar con agua y algunos refuerzos. D. G. a Ud. José Francisco Vergara". (18)

Llamadas por el general Juan Buendía, de Pachica llegaron dos divisiones la Primera y Vanguardia llamadas por Suárez, reforzaron todos los sectores y luego las fuerzas chilenas huyeron por la Pampa de Isluga perseguidas de cerca por los peruanos. Las fuerzas peruanas perdieron 236 hombres, hubo 337 heridos; por su parte los chilenos tuvieron 758 bajas entre muertos y heridos y 56 prisioneros.

La actuación de Andrés A. Cáceres y del batallón Zepita en la batalla de Tarapacá, recibió numerosos elogios, entre ellos del coronel Belisario Suárez, jefe de estado mayor general quien anotó lo siguiente: “Zepita tomó cuatro de los cañones enemigos con sus municiones, mientras, digno émulo de su decisión y de su gloria, llevaba en trofeo el regimiento Dos de Mayo, los dos que se encontraban a su frente. Estaba cumplida, en los primeros momentos del combate, una de las más notables proezas de la infantería, y fue cuando brilló el valor y cuando se revelaron en todo su mérito la perseverancia y talento militares del comandante general de la segunda división, señor coronel Andrés Avelino Cáceres, que tuvo el acierto, tan raro en el arte, de saber utilizar la victoria sin dejarse arrastrar ciegamente por ella. Preocupado sólo del triunfo de nuestras armas, el coronel Cáceres moderó el ardor de sus soldados, organizó el mismo entusiasmo, y no pedía sino fuerzas que recordaron su plan admirablemente combinado y que redujo a la impotencia a los contrarios”. (19)



El general Juan Buendía comandante en jefe del ejército del sur, luego de la batalla de Tarapacá, emitió el parte oficial de la batalla, en ella no escatima elogios para nuestras fuerzas y los jefes y oficiales, relevando la intrepidez, valor e ímpetu del ataque que hicieron huir a la infantería y caballería enemiga, quedando la artillería en poder de nuestras fuerzas.

El general Juan Buendía relata que fue la primera división al mando del coronel Andrés A. Cáceres la primera en ocupar las alturas del poblado, recibieron fuego de artillería enemiga y gracias a su heroísmo se aproximaron hasta cercanías del enemigo, deplorando la muerte de coronel Manuel Suarez y del teniente coronel Juan Bautista Zubiaga.

“La tercera división, al mando del señor coronel comandante general don francisco Bolognesi, tiene también gran parte en la victoria; su jefe, que hasta el momento del combate se encontraba enfermo y postrado en cama, olvidó sus padecimientos y marcho a la cabeza de su división…” (20). Mariano Santos Mateo arrancó el estandarte del Regimiento 2do de línea chileno, mereció mención honrosa en el parte de su jefe de División, el coronel Francisco Bolognesi.

Las fuerzas peruanas, ejército pequeño pero valeroso emprendió la retirada hacia Arica al día siguiente de la batalla, no pudieron salvar la provincia de Tarapacá. Hizo un primer alto en la garganta de Aroma, el siguiente en Camiña aquí descansó un día “entre verdes campos de tréboles, viñas, olivos y huacas”. Atravesaron el desierto de Camarones y llegaron a Arica el 18 de diciembre.

El escritor inglés Clements Markham, describe el resultado de la batalla: “Si se considera detenidamente las mil dificultades del caso: la falta de víveres y de recursos de todo género, la carencia de todo medio de comunicación con base alguna, la imposibilidad de recibir socorros, habrá de convenir que el general Buendía tomó el partido conveniente al decidir el abandono de la provincia tras el fracaso del brillante asalto al cerro de San Francisco. Salvó así la flor de su ejército y prestó a su patria el mejor servicio posible en aquellas circunstancias; y aun para hacer eso debió no solo dar una batalla, sino ganar una victoria”. (21)

La derrota de las fuerzas enemigas en Tarapacá trajo momentos de consternación, pesadumbre y dolor en las autoridades chilenas. El presidente chileno Aníbal Pinto el 2 de diciembre de 1879, escribe una carta a Rafael Sotomayor:

“Yo atribuyo este desgraciado acontecimiento:

1.    A ligereza. Se envió una pequeña división a Tarapacá sin saber a punto fijo si había allí enemigos.

2.   A petulancia. Estamos poseídos de la idea de que un soldado chileno puede levantar la cordillera de los Andes en la punta de su bayoneta, y guiados por este sentimiento no es de extrañar que cometamos imprudencias como la de Tarapacá”. (22)

Rafael Sotomayor Baeza era ministro de guerra y marina, luego de la derrota de sus fuerzas en Tarapacá, poseído de una gran indignación, escribió a Pinto: “Los 700 u 800 hombres perdidos en Tarapacá con 7 u 8 cañones y mucho armamento se debe en gran parte a esa servil adoración de la táctica de Moltke, que falsamente se le atribuye a este capitán. Se quiso tener un Sedán, dar pruebas de estrategia militar y se encontró un sepulcro inmerecido para nuestra tropa…” (23)

El significado de Tarapacá para las generaciones de nuevos soldados de nuestro ejército ha quedado grabado en mármol. Es una luz que ilumina el firmamento, es un ejemplo que aflora de las múltiples acciones de valor y heroísmo de la lucha tenaz, en las condiciones muy desventajosas en que se encontraban, sobreponiéndose a ello, sacaron del fondo del alma el espíritu guerrero de sus ancestros.

Hoy la Batalla de Tarapacá es reconocida mundialmente como el triunfo de las fuerzas morales frente a la adversidad. El soldado peruano se sobrepuso al cansancio, la sed, las enfermedades, a la falta de apoyo, a la deserción, cobardía criticable en esa hora aciaga.

La sangre de nuestros soldados ha humedecido el valle y las arenas de esta bendita tierra, sacrificio memorable por siempre. Allí en ese suelo, en sus arenas desérticas, que espera resarcir su dolor y frustración, cayeron los heridos, quedaron los muertos, las balas y cañones, el choque de bayonetas y los ayes de dolor.

¡Tarapacá Victoria memorable!

Imagen: Óleo que representa a la Batalla de Tarapacá, del 27 de noviembre de 1879, victoria peruana sobre las fuerzas chilenas.

Notas:

·         López, Jacinto: Historia de la guerra del guano y del salitre: 1 y 2.

·       Pinochet, Augusto. Guerra del Pacífico. Campaña de Tarapacá: 3, 4, 12, 13, 14, 15, 16,17, 18.

·         Vicuña, Benjamín. La fallida ‘encerrona a los peruanos’: 5, 6, 8, 9, 10.

·         CACERES: CONDUCTOR NACIONAL. CPHE. 1984: 19

·         ISIDORO, ERRÁZURIZ. La jornada de Tarapacá, folleto, diciembre de 1879: 7

·         Buendía, Juan. Parte oficial de la batalla de Tarapacá: 20.

·         Markham, Clements. “La guerra entre Perú y Chile”. Batalla de Tarapacá: 21

·         Bulnes, Gonzalo. “Guerra del Pacífico”. Tomo 1: 22, 23.


domingo, 18 de octubre de 2020

APUNTES PARA UNA IDENTIDAD NACIONAL

 



 

ARTURO CASTRO 

En los 199 años de vida republicana que tiene nuestro País, pocas o nulas como lo viene demostrando la realidad actual, han sido las acciones orientadas a crear, desarrollar e incrementar en la población un sentimiento de orgullo nacional, de pertenencia y autoestima como integrantes de ésta gran nación.

Es más, se podría afirmar con certeza que, no existe iniciativa ni deseo de modificar y de incrementar este sentimiento por parte de las autoridades encargadas de función tan importante. Cuánta falta hace conocer los objetivos nacionales para que cada ciudadano pueda hacer su parte.

Los peruanos hemos sido capaces de crear, mantener y mejorar una identidad nacional a través de este largo periodo, cuya característica principal es su dinamismo, que nos permite afrontar con eficiencia los retos del presente, sin embargo existe la necesidad de revisar lo hecho en este largo camino, si queremos afrontar con posibilidades de éxito los retos que nos presenta el futuro, que como sabemos tiene una gran dosis de incertidumbre y de esta manera lograr la ansiada unidad nacional y dejar de ser una nación subdesarrollada.

Dentro de la escala de valores de nuestra sociedad resaltan nítidamente los símbolos patrios que nos dan identidad peruana en el contexto de las otras naciones, en ese sentido sabemos el valor que representa en el sentimiento del pueblo la bandera, el escudo y el himno nacional. Símbolos de nuestra nacionalidad.

Es muy cierto que, los símbolos patrios son la base de la identidad nacional, porque nos identifican como país, como nación, pero existen además muchas otras coincidencias fundamentales como las características étnicas, las manifestaciones religiosas y culturales.

Además, juegan un rol importante los valores, costumbres y tradiciones así como un idioma común que compartimos; aunque debemos reconocer que existen compatriotas que mantienen su lengua nativa y esperan integrarse plenamente, siempre y cuando el Estado tenga interés y no sea excluyente como hasta ahora ha sido con ellos.

Algunos estudiosos sostienen que tenemos una identidad nacional y que ésta se basa en un particular estilo de vida, en usos y costumbres de una sociedad nueva, emergente, chola, prueba de ello es el mestizaje de varias culturas con sus características propias, virtudes y defectos fundidas en una mejor cultura.

Por otro lado, muchos se preguntan si existe unidad entre lo étnico y cultural, para determinar si realmente somos integrantes de una unidad nacional, componentes de una sociedad con sentido de pertenencia, es decir con orgullo de pertenecer a ella y ser recibidos en su seno tal cual somos.

Todos los seres humanos de manera general y particularmente dentro de una sociedad tienen una misión existencial que cumplir, por tanto, se debe determinar sus fortalezas y debilidades, sus oportunidades y amenazas, para planificar el futuro estratégicamente y superar la mediocridad en que viven.

A nivel Estado debe ser una tarea del gobierno, el mismo que es el encargado de establecer las pautas de la misión existencial del propio Estado y determinar la forma de superar la mediocridad que es un lastre para la seguridad, desarrollo y bienestar general de la nación.

Este lastre esta representado de manera general por la corrupción existente, la mentira como forma de vida, el engaño como arte, las prebendas y gollerías de la burocracia dorada, así como el toma y daca del Poder Legislativo que diluyen con sus acciones u omisiones las investigaciones sobre hechos presuntamente dolosos, demorando posteriormente la aplicación de la justicia, hoy  también cuestionada.

Es importante que encontremos en nuestros valores centrales la razón y la fuerza que impulse a actuar a los gobernantes, dirigentes, empresarios, industriales, profesionales, maestros, obreros, médicos, militares y policías, de manera conjunta en provecho de la ciudadanía para ayudar a resolver la incógnita sobre nuestro sentido de pertenencia, para solidificar real y objetivamente nuestra identidad como nación.

No es importante resolver qué hacemos sino qué debemos hacer para adoptar actitudes nuevas en base a valores compartidos y rescatarlos poniendo en práctica el código inca, desde las aulas de inicial hasta la universidad con una visión de futuro revalorando el “no seas mentiroso”, “no seas ocioso” y “no seas ladrón” de una manera real, positiva y responsable.

Sabemos de la existencia en América Latina de sociedades integradas donde asumieron con mucha antelación y de manera responsable el sentido de pertenencia a su propia sociedad étnico-cultural, con ello han logrado hoy respetarse así mismos. Sobre todo, aceptarse como son, con un sentido de propiedad desarrollado y por tanto una autoestima elevada, que los integra como naciones y están encaminados al desarrollo propio, es hora de imitarlos.

Tener sentido de pertenencia y aceptarse así mismos es también parte importante de la identidad nacional, es un sentimiento de orgullo que debe sentir todo ciudadano y como tal cumplir sus obligaciones de manera positiva, porque todos los ciudadanos tenemos deberes y derechos que cumplir y el compromiso tácito de hacerlo de la mejor manera posible, “lo que haces hazlo bien”.

Todo lo anterior no basta, caerá en saco vació si no estamos imbuidos del deseo, el anhelo de integrarnos, de aceptarnos y aceptar a los demás como son, ciudadanos con virtudes y defectos, con características étnicas únicas y particulares, pero deseosos de incrementar nuestra autoestima, porque nos fortalecerá como nación.

Además, permitirá en el futuro ser conscientes de nuestros actos, ser responsables de nuestras acciones y decisiones, elegir con responsabilidad a los mejores hombres para que gobiernen el país, tener la entereza de no permitir se juegue con los intereses nacionales, con el hambre de todos, de juzgar con imparcialidad a aquellos gobernantes que defrauden la confianza de todo un pueblo.

Nunca más elegir a aquellos oportunistas que se escudan en una piel de cordero, que convencen con cantos de sirena o venden sebo de culebra y que hacen de la política un vil oficio para satisfacer sus apetitos personales burlando la confianza de toda una Nación.

Porque, valgan verdades, el dar nuestro voto consciente al mejor y noi al menos malo, fortalecerá la autoestima nacional, permitirá a los mejores hombres acceder a cargos dirigenciales de responsabilidad quienes imbuidos del espíritu solidario lucharán por lograr el bien común para nuestra Nación.