Manuel guarda como un tesoro muy preciado dentro de sí, el día que descubrió la Bandera Nacional, era casi un niño pues tenía siete años, el tío Rodrigo, lo llevaba los domingos sobre sus hombros al frontis del cuartel de Pueblo Libre.
Allí sus ojos se iluminaron por primera vez con los colores de nuestra bandera y sintió una gran emoción que le embargaba el corazón, cuando al compás de la Marcha de Banderas, la gloriosa enseña bicolor surcaba los vientos y era elevada por un soldado hasta el tope del mástil.
En lo alto casi confundiéndose con el cielo eterno flameaba nuestra hermosa bandera, orgullosa, limpia, solemne, épica, señorial, heroica ante la mirada de los ciudadanos que se apretujaban a su lado. Los ojos pardos de Manuel, encendidos por las lágrimas, mientras su corazón palpitaba de una emoción imposible de describir, hoy pasados los años lo recuerda con la misma sensación.
Creció como todo joven peruano y aprendió en el Colegio que según Decreto Supremo del 28 de Mayo de 1923 se estableció el 7 de Junio como el día de la Jura de la Bandera, además de rememorarse el aniversario de la Batalla de Arica.
Dos fueron las razones para esta decisión adoptada por el gobierno de entonces, la primera debido a la importancia que toma la histórica respuesta y la otra, porque realzando la figura eterna de Bolognesi, reconfortamos el patriotismo con el recuerdo de su sacrificio.
Pero además por el holocausto de nuestros precursores y héroes que dieron y dan su vida por defender nuestra integridad no solo territorial, sino la integridad moral. Como Alfonso Ugarte nos enseñara con su sacrificio.
Manuel, tiene sesenta años, la vida le ha enseñado que un país que se sostiene en valores cívicos es un país fuerte moralmente y dueño de su identidad. Que esos valores éticos y morales pasan por el respeto que se debe tener por nuestros símbolos patrios, entre ellas nuestra bandera, hoy lamentablemente utilizada por una productora y bailarina para promocionarse.
Hoy en la madurez de su vida muy fructífera, reside en Tacna con su esposa, hijos y nietos, a quienes ha inculcado respeto y amor a nuestros símbolos patrios. En esta ciudad es testigo anualmente de un acto memorable, la gran Procesión de la Bandera, con el cual se rememora aquel 28 de julio de 1901 cuando salió por primera vez el pendón bicolor por las calles de Tacna cautiva.
No es porque él sea un chauvinista o patriotero, sino porque comprende y tiene siempre presente, que los símbolos patrios distinguen nuestra condición de peruanos y porque la Bandera Nacional ocupa un lugar preferente en la memoria de la nación peruana. La Bandera aglutina y liga el sentimiento nacional.
Frente a la confusión de los últimos días, se debe distinguir la Bandera Nacional, del Pabellón Nacional, algunos intelectuales y críticos no conocen la distinción conceptual o lo han olvidado y muy a menudo cometen errores e inducen en la población a comprender erróneamente los conceptos.
La Bandera nacional es el símbolo que identifica a la nación. El Pabellón nacional es la misma bandera pero, se le adiciona el Escudo de Armas que es el símbolo del Estado soberano. La Bandera de Guerra es la enseña nacional, de modelo único, que se otorga a las Unidades y reparticiones de las FFAA y PNP.
Existen una serie de disposiciones legales que a través del tiempo se han venido publicando oficialmente respecto a la Bandera. En ellas se ha establecido una serie de normas para su creación, modificación, sus características, uso y empleo adecuado. No se considera, muy por cierto, servir como asiento, silla de montar u otra forma de uso inadecuado, como el realizado esta semana, que fue utilizado el Pabellón Nacional sobre el lomo de un caballo y una bailarina desnuda, para promocionar su almanaque.
Allí sus ojos se iluminaron por primera vez con los colores de nuestra bandera y sintió una gran emoción que le embargaba el corazón, cuando al compás de la Marcha de Banderas, la gloriosa enseña bicolor surcaba los vientos y era elevada por un soldado hasta el tope del mástil.
En lo alto casi confundiéndose con el cielo eterno flameaba nuestra hermosa bandera, orgullosa, limpia, solemne, épica, señorial, heroica ante la mirada de los ciudadanos que se apretujaban a su lado. Los ojos pardos de Manuel, encendidos por las lágrimas, mientras su corazón palpitaba de una emoción imposible de describir, hoy pasados los años lo recuerda con la misma sensación.
Creció como todo joven peruano y aprendió en el Colegio que según Decreto Supremo del 28 de Mayo de 1923 se estableció el 7 de Junio como el día de la Jura de la Bandera, además de rememorarse el aniversario de la Batalla de Arica.
Dos fueron las razones para esta decisión adoptada por el gobierno de entonces, la primera debido a la importancia que toma la histórica respuesta y la otra, porque realzando la figura eterna de Bolognesi, reconfortamos el patriotismo con el recuerdo de su sacrificio.
Pero además por el holocausto de nuestros precursores y héroes que dieron y dan su vida por defender nuestra integridad no solo territorial, sino la integridad moral. Como Alfonso Ugarte nos enseñara con su sacrificio.
Manuel, tiene sesenta años, la vida le ha enseñado que un país que se sostiene en valores cívicos es un país fuerte moralmente y dueño de su identidad. Que esos valores éticos y morales pasan por el respeto que se debe tener por nuestros símbolos patrios, entre ellas nuestra bandera, hoy lamentablemente utilizada por una productora y bailarina para promocionarse.
Hoy en la madurez de su vida muy fructífera, reside en Tacna con su esposa, hijos y nietos, a quienes ha inculcado respeto y amor a nuestros símbolos patrios. En esta ciudad es testigo anualmente de un acto memorable, la gran Procesión de la Bandera, con el cual se rememora aquel 28 de julio de 1901 cuando salió por primera vez el pendón bicolor por las calles de Tacna cautiva.
No es porque él sea un chauvinista o patriotero, sino porque comprende y tiene siempre presente, que los símbolos patrios distinguen nuestra condición de peruanos y porque la Bandera Nacional ocupa un lugar preferente en la memoria de la nación peruana. La Bandera aglutina y liga el sentimiento nacional.
Frente a la confusión de los últimos días, se debe distinguir la Bandera Nacional, del Pabellón Nacional, algunos intelectuales y críticos no conocen la distinción conceptual o lo han olvidado y muy a menudo cometen errores e inducen en la población a comprender erróneamente los conceptos.
La Bandera nacional es el símbolo que identifica a la nación. El Pabellón nacional es la misma bandera pero, se le adiciona el Escudo de Armas que es el símbolo del Estado soberano. La Bandera de Guerra es la enseña nacional, de modelo único, que se otorga a las Unidades y reparticiones de las FFAA y PNP.
Existen una serie de disposiciones legales que a través del tiempo se han venido publicando oficialmente respecto a la Bandera. En ellas se ha establecido una serie de normas para su creación, modificación, sus características, uso y empleo adecuado. No se considera, muy por cierto, servir como asiento, silla de montar u otra forma de uso inadecuado, como el realizado esta semana, que fue utilizado el Pabellón Nacional sobre el lomo de un caballo y una bailarina desnuda, para promocionar su almanaque.
Debemos enseñar a nuestros hijos y nietos el valor de nuestros símbolos patrios y su empleo adecuado. No debemos ser irreverentes, ni jugar con los sentimientos patrióticos de nuestra población, bajo el pretexto de un modernismo mal entendido. Respetos guardan respetos. Los símbolos patrios se respetan.