Por: Arturo Castro
En momentos difíciles que ha vivido y vive nuestro
país, como el fenómeno el Niño de 2017 y este año la pandemia del Covid 19 el
Ejército ha participado activamente, incluso con entrega de la propia vida de sus integrantes, verdaderos héroes, en
ayuda y apoyo a la población afectada, con la entereza y moral que caracteriza a
los hombres de uniforme, responsables del importante rol y finalidad
constitucional que cumplen.
Por ello, este próximo 9 de diciembre celebraremos a
lo largo y ancho de nuestro hermoso País, el CXCVI aniversario de la Batalla de
Ayacucho, que, por su trascendencia histórica durante la campaña libertadora,
fue establecida como día jubilar del Ejército del Perú.
Recordemos que, como Institución regular, el Ejército
fue creado por Decreto del Generalísimo José de San Martín expedido el 18 de
agosto de 1821.
Rememorar esta fecha importante en nuestro
calendario, es traer al presente aquellos lugares memorables donde se
desarrolló esta cruenta batalla. Allí se eleva el Condorcunca cual guardián
pétreo, sobre la inmensa Pampa de la Quinua, mudo testigo de los resultados de
aquella jornada violenta. El parte oficial habla de “1800 cadáveres y 700 heridos fue el resultado total, fruto
de la temeridad y obstinación españolas”.
Convencidos que la Libertad e Independencia tenían
un precio muy alto y que este era fruto de una victoria en el campo de batalla.
Las fuerzas patriotas conformada por hombres de extraordinaria valentía y tesón
inigualable como Sucre, Córdova, Lara, La Mar y Miller. Enfrentaron al ejército
realista dirigido por La Serna, Valdez, Monet, Villalobos y Canterac. Y los
vencieron.
Han transcurrido más de ciento noventa años, de
aquella jornada patriótica, que puso fin a la dominación española en nuestras
tierras. Los directores de la guerra firmaron en la Pampa de la Quinua la
famosa Capitulación de Ayacucho. Luego de esta victoria patriota, quedó sellada
la Independencia de América del Sur.
Si bien es cierto, el 9 de diciembre ha sido
instituido como día del Ejército, no es menos cierto también, que nuestra noble
Institución tiene su origen, en aquellas organizaciones guerreras pre-incas y
que se fortaleció con el desarrollo alcanzado durante el Imperio de los Incas.
Es que el Ejército fue el principal instrumento que dispuso el Inca para
expandir su cultura y consolidar su hegemonía.
Así, el Ejército funda sus bases en la tradición
guerrera, cuyos íconos pétreos se encuentran en el Templo de Sechín y se
enriquece con el concurso de las culturas Nazca, Moche, Wari, Tiahuanaco y los
Incas. Prueba de ello son los monumentos y complejos arqueológicos que existen
en nuestro país y los que con seguridad se descubrirán en el futuro.
Un recorrido histórico no lleva a recordar los descubrimientos del Señor
de Sicán y los siete restos óseos de personajes importantes. El Señor de Sipán
y la Dama de Cao, esta última revaloriza el papel de la mujer en nuestra
historia y nos muestra que también ellas supieron gobernar en el pasado.
Finalmente hacemos mención a la civilización de Carál, un mundo por descubrir.
El año pasado los arqueólogos del museo Tumbas
Reales de Sipán Walter Alva y Edgar Bracamonte, presentaron una muestra en el
Museo de la Nación que cuenta con diversos bienes arqueológicos como: máscaras
funerarias, coronas, vasijas, tejidos, armas, adornos corporales, piezas de
cobre, plata y oro pertenecientes a las antiguas culturas establecidas en la
región Lambayeque.
Durante el Tahuantinsuyo se consolida el desarrollo
de la cultura Inca o quechua, pero también el enfrentamiento de dos hermanos
por el trono real, que coincide con la llegada de los españoles y el choque final
entre dos culturas. Tan solo en 95 años y gracias al genio político y militar,
los gobernantes de estas tierras extendieron sus fronteras a nuevas regiones.
Recordemos que Pachacútec fue el gran organizador
del Tahuantinsuyo y logró su consolidación geográfica y cultural, abarcando
territorios de las actuales repúblicas de Perú, Ecuador, Colombia, Bolivia,
Argentina y Chile, lugares donde aún quedan vestigios, huellas y restos
arqueológicos de su grandeza militar.
Sin embargo, es necesario destacar a Túpac Inca
Yupanqui, sucesor de su padre Pachacútec. Fue explorador y viajero. Según
nuevas investigaciones históricas han confirmado, que exploró la Antártida y
descubrió la Oceanía. De tal manera que este Inca fue quien consolidó la grandeza
del Tahuantinsuyo, al incorporar el mar a su vasta heredad.
Durante la fuerte dominación española que duró tres
siglos, los nativos de estas tierras opusieron resistencia a la dominación
española. Allí están escritas con paginas de gloria, los levantamientos de
Manco Inca, Juan Santos Atahualpa, José Gabriel Condorcanqui “Túpac Amaru II”,
Francisco de Zela, los hermanos José, Gabriel y Mariano Angulo y Mateo
Pumacahua, entre otros patriotas que lucharon por la libertad de nuestro país.
En la etapa correspondiente a la Campaña por la
Independencia, el Ejército no tenía una partida de nacimiento oficial. Sin
embargo, contribuyó con su esfuerzo y sacrificio a la consolidación de nuestra
Independencia. Esta etapa termina con las célebres batallas de Junín y
Ayacucho.
España jamás se resignó a la pérdida de sus dominios
de ultramar, una expedición llegó a nuestro mar amenazando nuestra frágil
Independencia. Entre 1825 y 1866 se consolidó nuestra República. En este lapso
se llevó a cabo el glorioso combate del 2 de mayo. Expresión sublime de unidad
del pueblo peruano con sus fuerzas armadas, en defensa de nuestra Soberanía e
Independencia.
También vivimos una etapa negra, la Guerra del guano
y el salitre 1879-1884. Periodo de triste recordación, en que la improvisación
de los gobiernos, el despilfarro de los dineros del Estado y la falta de
previsión, facilitaron nuestra derrota ante nuestro enemigo, Chile.
Es cierto, en este periodo hubo demostraciones de
valor, patriotismo y honor en defensa de nuestra soberanía. Finalmente sucumbimos
ante un enemigo artero, mejor armado, equipado y preparado con muchos años de
antelación. Chile no nos ganó la guerra, nosotros la perdimos
irremediablemente, por falta de una visión estratégica de los gobernantes de aquellos
años. No se debe volver a repetir esta situación nunca más.
Posteriormente, el Ejército participó en la campaña
militar contra Colombia en 1933, contra Ecuador en 1941. Fueron actos valerosos
enmarcados en la defensa de nuestra Soberanía e Integridad territorial. Luego
vendrían las operaciones militares de la Cordillera del Cóndor en 1981, que
ratificó la validez del Protocolo de Río de Janeiro, y el Alto Cenepa en 1995,
que finalmente posibilitó la demarcación de los 78 kms que faltaban en la
Cordillera del Cóndor.
La participación del Ejército durante el proceso de
Pacificación Nacional, en el marco de la Estrategia Contrasubversiva impuesta
por el gobierno priorizó la obtención de la adhesión de la población y las
labores de inteligencia. En base a un trabajo coordinado con los otros
institutos de las FFAA, la PNP, y los Comités de Autodefensa, se logró la
derrota de las organizaciones subversivas SL-MRTA, que hoy nuevamente viene
tiñendo con sangre de policías y soldados valerosos el VRAEM.
Llegado a este punto, ustedes amables lectores se
preguntarán, por qué se ha realizado una síntesis de la evolución de nuestro
Ejército y que abarca casi tres mil años. Cuál es el objeto.
La respuesta es muy simple, primero reflexionar
sobre el importante rol que ha cumplido y cumple el Ejército en nuestra
sociedad. Por otro lado, tener presente que a lo largo de estos siglos esta
Institución se ha movido de manera pendular. Entre momentos de gran fortaleza
en su equipamiento, preparación y entrenamiento de sus fuerzas y con una visión
diferente de sus gobernantes, quienes priorizaron la real importancia de la
Defensa Nacional.
A diferencia de otros periodos, en que hubo falta de
una visión geopolítica, desidia, improvisación, recortes de presupuesto, malos
salarios para su personal, indiferencia y apatía del poder político. Ejemplos
hay muchos, la etapa anterior a la guerra con Chile y se repite los primeros
años de este siglo. No debemos olvidar el concepto de Defensa y Desarrollo si
se queremos lograr el Bienestar General de nuestro pueblo.
Sirva este nuevo aniversario del Ejército, para
reflexionar sobre el papel que deben cumplir los integrantes de esta noble Institución,
en el lugar y cargo que desempeñan. Tengamos la capacidad para reconocer que
nuestro país, es hermoso, con un potencial inmenso, con regiones naturales
dotadas de una gran biodiversidad, con recursos naturales como el agua,
minerales y el gas, muy apetecibles por nuestros adversarios. Ello nos impele,
nos exige cuidar y proteger estos recursos, para beneficio de los 32 millones
de peruanos.
Por tanto, los invito a que adoptemos un cambio
hacia una actitud proactiva. Irradiemos conciencia de Defensa Nacional ante la
opinión pública. Con un solo pensamiento, una sola idea, pidamos al altísimo y
trasmitamos nuestros deseos, para que nuestros gobernantes tengan un momento de
lucidez y puedan comprender la necesidad urgente de mejorar no solo el
equipamiento, entrenamiento y preparación del Ejército y de sus FFAA, sino las
condiciones económicas de sus integrantes y pensionistas.
Un sincero homenaje a todos los integrantes del
Ejército, sus viudas y discapacitados que se encuentran en las diferentes
regiones de nuestro país. Saludo a ustedes que llevan tatuado sobre su piel los
colores de nuestra Bandera Nacional y en vuestra sangre y corazones nobles, un
inmenso sentimiento patriótico, que es el verdadero sustento de nuestra
nacionalidad.
Este 9 de diciembre un Feliz Día para todos los
integrantes del Ejército, especialmente para aquellos que combaten en el VRAEM contra
el narcosenderismo homicida, en nombre de nuestra patria y los valores
democráticos.
¡Feliz día del Ejército!