El 14 de febrero de
1879, Chile invade territorio boliviano de Antofagasta, ante esta situación
conflictiva, el gobierno del general Mariano I. Prado nombró Ministro
Plenipotenciario a José Antonio de Lavalle y Arias de Saavedra como
representante del Perú para mediar en el conflicto de Chile con Bolivia.
Cinco días después
de este hecho, quizás ignorando lo acontecido en Antofagasta, por la demora en
llegar las informaciones, o conociendo la situación de la invasión chilena, el
19 de febrero de 1879 a las 5 p.m., el diplomático y senador José Antonio de
Lavalle recibe una esquela de su amigo el ministro de RR.EE. de Perú Manuel
Yrigoyen Arias para reunirse de inmediato en su despacho y tratar un tema muy
importante.
Reunidos ambos personajes,
el ministro Manuel Yrigoyen le expresa su preocupación debido a que las
relaciones entre Chile y Bolivia se deterioraban y temía un rompimiento, una
situación en la que el Perú necesitaba realizar todo esfuerzo a fin de evitar
ese rompimiento, por las implicancias que podrían tener para nuestro país.
Por esa razón, en el
Consejo de Ministros que se había realizado ese día, asumimos por la mañana, se
decidió acreditar ante el gobierno chileno un ministro de primera clase, ya que
en Santiago el Perú solo tenía un secretario de legación encargado de negocios ad interim, el señor Pedro Paz Soldán y
Unanue, “única especie de legación que el estado financiero del país le
permitía mantener allí”. (1)
El presidente
Mariano I. Prado y el canciller Yrigoyen habían evaluado una serie de
fortalezas del señor José A. De Lavalle, entre otras: tenía muy buenas
relaciones en los niveles altos de Chile, conocía los líderes políticos y
empresariales, además su conocimiento de este país y de sus hombres públicos
era vasta, lo que era muy importante para la misión que debía cumplir.
Esta propuesta fue
muy bien acogida por el Consejo de Ministros, al consultar con De Lavalle, este
respondió que antes de aceptar, solicitaba le dieran la seguridad de que el
cargo fuera permanente, debido a que en su condición de senador de la República
y debía renunciar. Ese mismo día, la respuesta a De Lavalle llegó en una carta
que le enviaba el mismo ministro de RR.EE.
“Querido
colega. - Aceptado el secretario y su permanencia al frente de la Legación, en
caso de que el éxito de su misión extraordinaria sea satisfactorio, como
vivamente lo deseo por Ud., por mí, y sobre todo por nuestro país. – En cuanto
a lo demás, tiene Ud., que hablar Ud., esta noche en Con el Presidente; y así
me encarga que se lo diga, como igualmente que lo vea Ud., esta noche en
Chorrillos. Puede Ud., irse después de comer. - Suyo M. Yrigoyen- Febrero 19 de
1879”. (2)
De lo conversado con
el presidente Mariano I. Prado y el senador José Antonio de Lavalle en
Chorrillos, este pudo establecer: que su cargo sería permanente dependiendo del
éxito de su misión, la situación delicada de una guerra entre Chile y Bolivia,
las implicancias para nuestro país, lo peligroso del rumbo que tomaba la
política chilena y el azuzamiento mediático a la opinión pública chilena. Prado
fue muy explícito al solicitarle que no se perturbara la paz con Chile. “Parecióme
S.E. muy preocupado y desconfiado del buen éxito de la misión que me
confiaba…”. (3)
El 22 de febrero se
reunieron el ministro Manuel Yrigoyen, José Antonio de Lavalle, el ministro
plenipotenciario de Bolivia Zoilo Flores y el nuevo ministro de RR.EE. de
Bolivia Serapio Reyes Ortiz, este último llegado a Lima con el fin de solicitar
apoyo militar en la disputa, de acuerdo con el Tratado de Alianza Defensiva
(Perú-Bolivia) de 1873.
Graves silencios y
omisiones se dieron en estas conversaciones, porque todos excepto De Lavalle
conocían el tratado de Alianza secreta entre Perú y Bolivia y se dice que
ninguno de ellos, es decir, ni Prado, ni Yrigoyen, ni Flores, ni Ortiz, hicieron
durante las entrevistas mención alguna del Tratado Secreto, según Lavalle
porque suponían que él lo conocía.
El 22 de febrero el
presidente Prado y el canciller Manuel Yrigoyen recibirían la visita del Príncipe
Enrique de Prusia, previamente Lavalle se apersonó para despedirse, el
canciller le recomendó para que se hiciera un gran esfuerzo para evitar un
conflicto y finalmente le deseó éxitos en su misión.
A continuación, José
Antonio de Lavalle se despidió del presidente Prado, quien lo abrazo y
profundamente conmovido, pronunció lo siguiente: “Adiós amigo; no tango más
ordenes que darle sino que haga Ud., cuanto pueda para evitarnos una guerra,
sin que sufran en lo menor la honra, la dignidad, ni los intereses del país”. (4)
Como expresa José
Antonio de Lavalle, en Chile existía un sentimiento negativo contra el Perú,
nacido por la expropiación de las salitreras de Tarapacá, porque este acto
legal y dentro de la jurisprudencia y soberanía del Perú, había herido
gravemente los intereses comerciales de los empresarios chilenos, “y
los especiales de muchas personas de alta posición e influencia”. (5)
“El 18 de
enero de 1873, el gobierno de Pardo dio el paso de hacer un estanco legal para
el salitre de Tarapacá. Esta medida terminó afectando a varios capitalistas
chilenos y europeos, además de peruanos, y fue el origen de la leyenda del
“odio” de Pardo a Chile, que afloraría una y otra vez en los periódicos y
escritos del tiempo de la Guerra del Pacífico”. (6)
Quizás una de las
causas no difundidas, ni mencionadas de la guerra de Chile contra Perú, sea ese
resentimiento tan grande, convertido en odio hacia el Perú, nacido por la pérdida
de la posesión de las salitreras de Tarapacá, inicialmente por la creación del
Estanco del Salitre y posteriormente por la expropiación de las salitreras a
los inversionistas ingleses, franceses y empresarios chilenos.
Es bueno recordar lo
que dijo en ese entonces el prominente empresario salitrero chileno José Manuel
Balmaceda, futuro presidente de Chile, evocando esta medida de Manuel Pardo:
“El Perú
promulgó y puso en vigor las leyes expoliadoras de 1873, arrebatándonos los
capitales y el trabajo con que habíamos contribuido a la formación de la
industria salitrera […] Una violación flagrante de los fundamentos en que se
basa el derecho internacional privado, y una ofensa abierta a la fe pública, a
cuyo amparo nuestros nacionales derramaron en el yermo de Tarapacá sus tesoros
y el sudor de su frente”. (7)
La grave situación
económica dejada por José Balta cuya deuda dejaba comprometida la producción de
guano, el pago a los tenedores de la deuda llevó a Manuel Pardo a promulgar la
expropiación de las salitreras de Tarapacá: “La política salitrera peruana se
acentuó con la expropiación de las salitreras de Tarapacá, que se llevó a cabo
mediante ley del 28 de marzo de 1875. Fue un acto legal y soberano que, no
obstante, continuó acrecentando el profundo resentimiento de los salitreros
chilenos, que ya habían venido siendo afectados desde el tiempo del estanco de
1873”. (8)
El 22 de febrero, partió
José Antonio de Lavalle al mando de su delegación que además de José Antonio de
Lavalle la formaban su hijo Hernando de Lavalle, como agregado militar de la
legación y Javier Melecio Casós como secretario de la misión, se embarcaron en el
Vapor Loa, saliendo del Callao. Entre otros documentos oficiales, a Lavalle le
fue entregado un pliego rotulado "Documentos reservados" que contenía
el Tratado de Alianza con Bolivia.
Esa misma fecha, el
ministro de Relaciones Exteriores Manuel Yrigoyen le envió a Lavalle las
instrucciones a que debe sujetarse el Plenipotenciario José Antonio de Lavalle
en su misión especial en Santiago: Nombrado V. S. Enviado Extraordinario y
Ministro Plenipotenciario en misión especial del Perú en Chile, conforme me fue
grato comunicárselo en oficio de ayer, paso ahora a darle las instrucciones
necesarias para el desempeño del delicado cargo que le ha confiado el Gobierno.
V. S. conoce ya el gravísimo hecho de la ocupación por fuerzas chilenas, de
Antofagasta, Mejillones y Caracoles; así como también el origen, ostensible a
lo menos, que ha dado lugar a tan graves acontecimientos. (9)
El ministro Yrigoyen
le recordó a Lavalle que, el Gobierno del general Prado había interpuesto sus
buenos oficios por intermedio de nuestra Legación de la República en Santiago y
la Paz, mucho antes que se desarrollaran los acontecimientos. Previamente nuestro
Encargado de Negocios señor Paz Soldán y Unanue había conversado en Valparaíso
con el presidente Aníbal Pinto. “y que el Gabinete de Chile no ha tenido a
bien aceptarlos”. (10)
De lo que trataba la
gestión que debía emprender Lavalle era, mantener a toda costa la paz entre
Chile y Bolivia, porque la situación del Perú estaba seriamente comprometida
por la firma del tratado, eso lo sabían Prado y su gabinete de ministros, por
lo que, “deseando el gobierno agotar cuantos medios dignos y honrosos estén a su
alcance para evitar el escándalo y las funestas consecuencias de un Guerra tan
innecesaria, ha resuelto enviar la misión extraordinaria y especial de que ha
sido V.S. encargado, con la esperanza de que, renovándose por el órgano de un
representante de tan alta jerarquía, los buenos oficios y la mediación del Perú
sean al fin aceptados. Este es pues el objeto de la importante misión que el
Gobierno confía a la ilustración y patriotismo de V.S.”. (11)
De ser aceptada la
mediación del Perú, Lavalle propondría el restablecimiento de los hechos al
estado en que se encontraban antes del 14 de febrero, (…) esto es, la desocupación del
territorio boliviano, siempre que aquella República esté dispuesta por su parte
a suspender el mencionado decreto de rescisión y la ley porque se gravó con
diez centavos la exportación de todo quintal de salitre que haga la compañía de
Antofagasta…”. (12)
En el Ministerio de
RREE del país, tenían mucha confianza en que la mediación que propondría De
Lavalle por parte de Perú a Chile podría alcanzar éxito, para ello, prioridad
era la desocupación del litoral boliviano; sino fuera así, Bolivia consideraba la
ocupación un ultraje a su soberanía y no aceptaría, y el Gobierno peruano se
abstendría de proponerlo. Toda negativa de Chile supondría que no estaba dispuesto
a aceptar y ello, haría inútil toda gestión del Perú.
El día 26 de febrero
de 1879 ya en pleno viaje a Chile El Plenipotenciario Lavalle recibe una
comunicación del ministro Yrigoyen, en el que le reitera las instrucciones del
22 pasado, indicando como “condición principal de la mediación
ofrecida por el Gobierno del Perú al de Chile, La previa desocupación del
litoral boliviano por las tropas chilenas...”. (13)
El ministro de RR.EE.,
Manuel Yrigoyen no descartaba la posibilidad de que el gobierno chileno se
opondría alegando dos temas principales: el primero que al dejar sin fuerzas
chilenas el territorio ocupado, Chile podría temer que Bolivia no espere el
arreglo definitivo y ejerza sus actos soberanos jurisdiccionales contrarios al
tratado de 1874 y segundo, la falta de garantía para los intereses de los
chilenos habitantes al retiro de las tropas chilenas.
El 5 de marzo de
1879, el ministro de RREE Yrigoyen envía a Lavalle las instrucciones referentes
al Tratado secreto con Bolivia, en el que le advierte, que si el gobierno
chileno por medio de su ministro de Relaciones Exteriores pregunta a Lavalle
sobre la existencia de un tratado de alianza secreto entre el Perú y Bolivia,
que podría ser un grave obstáculo a la mediación ofrecida por el gobierno
peruano.
Pese a los esfuerzos
de nuestro Plenipotenciario durante su permanencia que fue más de un mes en
Santiago, donde puso de manifiesto toda su experiencia diplomática, su
conocimiento y amistades al más alto nivel en Chile, no se llegó a ningún
acuerdo debido a las exigencias del gobierno de Aníbal Pinto, para que Perú se
declare neutral en el diferendo chileno-boliviano.
Chile declaró la
guerra al Perú el 5 de abril de 1879, bajo el pretexto de que nuestro país
había firmado un pacto secreto de alianza con Bolivia, cuyo territorio ya había
sido invadido, rompiendo el tratado de límites de 1874.
Tres obstáculos
encontró Lavalle en su camino para lograr la mediación del Perú y por ende el
cese de hostilidades: “El tratado secreto de alianza firmado en
1873 entre Bolivia y Perú; la condición impuesta por el gobierno peruano en sus
instrucciones, para que Chile fuese a la desocupación previa del litoral
ocupado, sin someter la suspensión del decreto boliviano, sobre la expropiación
de los bienes de la compañía de Antofagasta, a la modificación del impuesto de
los 10 centavos, y el ímpetu expansionista de Chile” (14)
Los acontecimientos
se desarrollaron muy rápido ese mes de marzo, previo a la declaratoria de
guerra al Perú. El 11 de marzo José Antonio de Lavalle, presentó las
condiciones para una mediación peruana: Retiro de las fuerzas chilenas de la
franja ocupada; Administración neutral bajo el protectorado de Bolivia, Chile y
Perú; Arbitraje no sobre si Bolivia había obrado conforme a derecho al imponer
un impuesto sino sobre si Bolivia tenía derecho a la posesión real de la franja
y Repartición de los ingresos fiscales de la franja entre Bolivia y Chile.
El 17 de marzo en Lima, Joaquín Godoy Cruz inquirió al
ministro de RR. EE. Manuel Yrigoyen que Perú permaneciera neutral en caso de
guerra entre Chile y Bolivia. En conversación entre Mariano Ignacio Prado y el plenipotenciario
chileno Godoy, este le plantea la posibilidad de que el Perú se declare
neutral, pero Prado le responde que no puede porque Manuel Pardo lo ha dejado
amarrado a un tratado defensivo con Bolivia.
El 18 de marzo se conoció en Chile la declaración de
guerra de Bolivia a Chile del 1 de marzo. Las autoridades bolivianas conocían
perfectamente la situación deficitaria de su ejército, no disponían de buques
de guerra, y no aseguraban la forma de dar protección, por la distancia que
separaba a su capital de su litoral, casi a 15 días de marcha, por caminos
escabrosos, solo tuvo la intención de neutralizar la compra de armas por Chile
en el exterior, apelando a las leyes internacionales de neutralidad.
Así, el 21 de marzo Aníbal Pinto le comunicó a José Antonio
de Lavalle, su contraoferta para solucionar el problema chileno-boliviano: Permanecer
en el Status quo (es decir ocupación chilena) sin derivar de él derechos; Retrotraer
la discusión al estado en 1866 y Arbitraje sobre dominio real, y una
declaración peruana de neutralidad
Como si el gobierno chileno siguiera un libreto establecido
con mucha antelación, la crisis fue escalando, la situación se agravaba día a
día, entrando a un nuevo estadio, el 24 de marzo Aníbal Pinto comunicó a José
Antonio de Lavalle que, Perú era considerado por su gobierno como un mediador
armado y próximo a ser beligerante, por tanto, su propuesta tenía carácter conminatoria
y que había ordenado al ministro plenipotenciario en Lima Joaquín Godoy Cruz
exigir una declaración de neutralidad al presidente Mariano I. Prado.
La tarde del mismo día, José Victorino Lastarria, conocido hombre
público, exministro, embajador, miembro de la Corte Suprema, crítico literario,
activo promotor de la vida cultural chilena; se presentó ante José A. Lavalle,
para proponerle, un principio de arreglo que, a la propuesta de Lavalle le
cambiaba el arbitraje por una conferencia en Lima y suspendía la expulsión de
chilenos de Bolivia y los preparativos bélicos en los tres países. Lavalle se
declaró conforme. Esta propuesta fue rechazada por el gabinete de Pinto. La
suerte estaba echada.
Mientras tanto, viendo que la crisis se agravaba y que el
Perú se veía inmerso sin querer, continuaban sus aprestos militares. El 26 de
marzo Aníbal Pinto comunicó a José Antonio de Lavalle que a Joaquín Godoy ministro
plenipotenciario de Chile en Perú, el presidente Mariano I. Prado le había
confirmado la existencia un tratado secreto entre Perú y Bolivia. Luego de
tomar conocimiento de esta noticia, José Antonio de Lavalle dio por terminada
su misión en Chile.
A partir de este momento los acontecimientos se sucedieron
como en un tobogán, con una rapidez inusitada por parte de Chile, lo que desató
esta velocidad, fue conocer de manera oficial el tratado, Perú,
lamentablemente, no podía ser neutral, como lo afirmó Lavalle. El 30 de marzo Lavalle
recibió instrucciones de Lima que había solicitado el 7 de marzo sobre su
actitud frente a preguntas sobre el tratado secreto. Ese día Lavalle comunicó a
Fierro el contenido del tratado.
El Consejo de Estado de Chile aprobó el 1 de abril solicitar
al Congreso una declaración de Guerra a Perú y a Bolivia. El Congreso la aprobó
el 2 de abril. Acompañado de Patricio Lynch, Lavalle viajó a Valparaíso el 4 de
abril, donde permaneció a bordo del vapor Liguria una noche. El día 5 de abril,
se trasladó al vapor Ayacucho con el cual hizo su viaje de regreso a Perú. En
esta misma embarcación regresaban al país los pocos funcionarios de la Legación
peruana y un pasajero especial, Nicolás de Piérola y su familia.
“El intento de mediación de Lavalle enfrentó dificultades
insuperables, tanto que algunos la dieron por fallida antes de su partida: el
tratado secreto, la declaración de guerra de Bolivia, la sospecha de ser una
treta para solo ganar tiempo, la movilización popular a favor de la guerra y
los preparativos militares en los tres países”. (15)
A todo esto, cuál era el rol de la prensa chilena, de qué
manera tomaron parte en este conflicto al crear en la población chilena un
clima de animadversión contra todo lo que representara al Perú. Esto lo podemos
apreciar leyendo el principal diario de este país. El
ejemplar del 2 de abril de 1879 del diario El
Mercurio de Chile publica el editorial titulado: ¡A LA GUERRA! ¡A LA GUERRA!
De la lectura de
este ejemplar, de la manera cómo informaban a la opinión pública chilena, al
conocer la declaratoria de guerra al Perú, y expresaban abiertamente esa alegría
y regocijo, criticando a nuestro Plenipotenciario, azuzando a sus masas hasta
el extremo de atacar locales de las legaciones de Valparaíso y Santiago,
convenientemente aprobadas por sus autoridades.
Por las
manifestaciones que expresaban los distintos diarios chilenos, se trataba de
una decisión esperada por todos. Al conocerse esto, quienes propiciaban la
guerra, se dan por satisfechos y tildan de traidor a Mariano I. Prado por
enviar a José Antonio de Lavalle como intermediario.
Lo real y concreto
es que, Chile había seguido un libreto en toda esta pantomima desde que
recibieron a nuestro Plenipotenciario José Antonio de Lavalle, porque ellos
sabían de la existencia del tratado que no era tan secreto como aseguraban.
“Al saberse
ayer aquí que el honorable Consejo de Estado por unanimidad de votos había
acordado declarar inmediatamente la guerra al Perú, una emoción de gozo
indescriptible se apoderó de todos los corazones”.
“La
incertidumbre, la tardanza, lo enigmático de la situación, eran un tormento
para el patriotismo (…)”.
“El general
Prado, al enviarnos al señor Lavalle con propuestas de mediación mientras que
por otro lado maniobraba para hacernos caer en alevosa emboscada, ha procedido
como el digno jefe de un gobierno que por sus infidencias características, su
proverbial falta de honradez y carencia absoluta de todo decoro (…)”.
“El reto ha
sido alevoso, lo más aleve que puede concebirse; aceptémoslo, pues, y en nombre
de Dios y de la patria corramos a vengarnos”.
“Pero es
preciso que la venganza sea tan terrible como el insulto; que los degenerados
descendientes de los incas reciban el castigo que merecen por su traición
cobarde, por su envidia ruin, por sus odios inveterados y gratuitos contra
Chile, que generoso y magnánimo corrió por dos veces a libertarlos del ignominioso
yugo que los oprimía (…)”.
“¡Nada!
¡nada! Venceremos al Perú y Bolivia juntos, y los venceremos, primero porque
nuestra causa es justa, segundo porque nuestros blindados no llevan a su bordo
mercenarios extranjeros, sino patriotas, y porque nuestro ejército de tierra
sigue un estandarte que hasta ahora no ha sido profanado nunca en los sesenta y
tantos años que lleva de existencia”.
“¡A la
guerra! ¡a la guerra, pues! No puede asistirnos el menor escrúpulo ni sombra de
remordimiento”. (16)
¿Qué se concluyó en la
Sesión del Gabinete de la presidencia chilena el 19 de abril de 1879?
Dos semanas después de haber declarado la guerra al Perú y
Bolivia, el presidente chileno Aníbal Pinto Garmendia se reunió con su primer
gabinete ministerial de tiempos de guerra. Participaron el presidente Pinto y
los ministros Antonio Varas de la Barra (Interior), Domingo Santa María
González (Relaciones Exteriores y Colonización), Jorge Huneeus Zegers
(Justicia, Culto e Instrucción Pública), Augusto Matte Pérez (Hacienda) y el
general Basilio Urrutia (Guerra y Marina).
En dicha reunión, se acordó una serie de medidas, el acta de
la Sesión de Gabinete así lo registra:
“Aunque no ha entrado en las miras de éste [el Gobierno de
Chile] ensanchar el territorio de la República [de Chile] con adquisición del
ajeno, ni ha sido ni es su propósito asumir el carácter de conquistador, el
señor Presidente y sus Ministros fueron de opinión que ese objeto puede
modificarse sensiblemente, según el rumbo que tomen los sucesos. Así, un serio
golpe a la marina peruana, la separación de Bolivia de su alianza con el Perú a
fin de colocarla a nuestro lado… pueden ser algunas de las razones para
modificar los objetivos actuales del Gobierno [de Chile], colocándolo quizá en
la situación de buscar, como resultado de la guerra, alteraciones en los
límites del Perú que, asegurando por completo la tranquilidad de la República
[de Chile] imposibilitaren a aquella nación [el Perú] constituirse en una
amenaza contra el equilibrio sudamericano” (16)
Notas:
1. De Lavalle, José A.: Mi
misión en Chile: 1, 2, 3, 4, 5.
2.
Pereira, Hugo.
(LA POLÍTICA SALITRERA DEL PRESIDENTE MANUEL PARDO. EL TRATADO
CHILENO-BOLIVIANO DE 1874, SU VIOLACIÓN Y EL COMIENZO DE LA GUERRA DEL
PACÍFICO) http://blog.pucp.edu.pe/blog/hpereyra/2014/12/31/la-pol-tica-salitrera-del-presidente-manuel-pardo-el-tratado-chileno-boliviano-de-1874-su-violaci-n-y-el-comienzo-de-la-guerra-del-pac-fico/ : 6, 7 y 8.
3.
Ahumada,
Pascual. GUERRA DEL PACÍFICO. Tomo III. Pág. 3 las instrucciones del ministro
de RR.EE., Manuel Yrigoyen sobre la propuesta del gobierno peruano que se le encomendó
llevar a Santiago de Chile al Plenipotenciario José Antonio de Lavalle titulado
MISIÓN LAVALLE. 9, 10, 11, 12 y 13.
4. Basadre, Jorge. Historia de la República del Perú. Pág.
244: 14.
5.
Diario El Mercurio. 2 de abril de 1879.: 15.
6. Revista Chilena de Historia y Geografía, volumen
XVIII, número 22, pp. 7-8, citada en Ortega 1984, p. 45. El ministro chileno
del Interior Antonio Varas también registró la conclusión sobre el
desmembramiento territorial del Perú en Varas 1918, pp. 251-252, citado por
Burr 1965, pp. 140-141).: 16.