Australian War Memorial

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EXTERIOR DE MEMORIA DE LA GUERRA-AUSTRALIA

viernes, 5 de abril de 2019

La Misión Lavalle y la declaratoria de guerra de Chile a Perú




El 14 de febrero de 1879, Chile invade territorio boliviano de Antofagasta, ante esta situación conflictiva, el gobierno del general Mariano I. Prado nombró Ministro Plenipotenciario a José Antonio de Lavalle y Arias de Saavedra como representante del Perú para mediar en el conflicto de Chile con Bolivia.

Cinco días después de este hecho, quizás ignorando lo acontecido en Antofagasta, por la demora en llegar las informaciones, o conociendo la situación de la invasión chilena, el 19 de febrero de 1879 a las 5 p.m., el diplomático y senador José Antonio de Lavalle recibe una esquela de su amigo el ministro de RR.EE. de Perú Manuel Yrigoyen Arias para reunirse de inmediato en su despacho y tratar un tema muy importante.

Reunidos ambos personajes, el ministro Manuel Yrigoyen le expresa su preocupación debido a que las relaciones entre Chile y Bolivia se deterioraban y temía un rompimiento, una situación en la que el Perú necesitaba realizar todo esfuerzo a fin de evitar ese rompimiento, por las implicancias que podrían tener para nuestro país.

Por esa razón, en el Consejo de Ministros que se había realizado ese día, asumimos por la mañana, se decidió acreditar ante el gobierno chileno un ministro de primera clase, ya que en Santiago el Perú solo tenía un secretario de legación encargado de negocios ad interim, el señor Pedro Paz Soldán y Unanue, “única especie de legación que el estado financiero del país le permitía mantener allí”. (1) 

El presidente Mariano I. Prado y el canciller Yrigoyen habían evaluado una serie de fortalezas del señor José A. De Lavalle, entre otras: tenía muy buenas relaciones en los niveles altos de Chile, conocía los líderes políticos y empresariales, además su conocimiento de este país y de sus hombres públicos era vasta, lo que era muy importante para la misión que debía cumplir.

Esta propuesta fue muy bien acogida por el Consejo de Ministros, al consultar con De Lavalle, este respondió que antes de aceptar, solicitaba le dieran la seguridad de que el cargo fuera permanente, debido a que en su condición de senador de la República y debía renunciar. Ese mismo día, la respuesta a De Lavalle llegó en una carta que le enviaba el mismo ministro de RR.EE.

“Querido colega. - Aceptado el secretario y su permanencia al frente de la Legación, en caso de que el éxito de su misión extraordinaria sea satisfactorio, como vivamente lo deseo por Ud., por mí, y sobre todo por nuestro país. – En cuanto a lo demás, tiene Ud., que hablar Ud., esta noche en Con el Presidente; y así me encarga que se lo diga, como igualmente que lo vea Ud., esta noche en Chorrillos. Puede Ud., irse después de comer. - Suyo M. Yrigoyen- Febrero 19 de 1879”. (2)

De lo conversado con el presidente Mariano I. Prado y el senador José Antonio de Lavalle en Chorrillos, este pudo establecer: que su cargo sería permanente dependiendo del éxito de su misión, la situación delicada de una guerra entre Chile y Bolivia, las implicancias para nuestro país, lo peligroso del rumbo que tomaba la política chilena y el azuzamiento mediático a la opinión pública chilena. Prado fue muy explícito al solicitarle que no se perturbara la paz con Chile. “Parecióme S.E. muy preocupado y desconfiado del buen éxito de la misión que me confiaba…”. (3)

El 22 de febrero se reunieron el ministro Manuel Yrigoyen, José Antonio de Lavalle, el ministro plenipotenciario de Bolivia Zoilo Flores y el nuevo ministro de RR.EE. de Bolivia Serapio Reyes Ortiz, este último llegado a Lima con el fin de solicitar apoyo militar en la disputa, de acuerdo con el Tratado de Alianza Defensiva (Perú-Bolivia) de 1873.

Graves silencios y omisiones se dieron en estas conversaciones, porque todos excepto De Lavalle conocían el tratado de Alianza secreta entre Perú y Bolivia y se dice que ninguno de ellos, es decir, ni Prado, ni Yrigoyen, ni Flores, ni Ortiz, hicieron durante las entrevistas mención alguna del Tratado Secreto, según Lavalle porque suponían que él lo conocía.

El 22 de febrero el presidente Prado y el canciller Manuel Yrigoyen recibirían la visita del Príncipe Enrique de Prusia, previamente Lavalle se apersonó para despedirse, el canciller le recomendó para que se hiciera un gran esfuerzo para evitar un conflicto y finalmente le deseó éxitos en su misión.

A continuación, José Antonio de Lavalle se despidió del presidente Prado, quien lo abrazo y profundamente conmovido, pronunció lo siguiente: “Adiós amigo; no tango más ordenes que darle sino que haga Ud., cuanto pueda para evitarnos una guerra, sin que sufran en lo menor la honra, la dignidad, ni los intereses del país”. (4)

Como expresa José Antonio de Lavalle, en Chile existía un sentimiento negativo contra el Perú, nacido por la expropiación de las salitreras de Tarapacá, porque este acto legal y dentro de la jurisprudencia y soberanía del Perú, había herido gravemente los intereses comerciales de los empresarios chilenos, “y los especiales de muchas personas de alta posición e influencia”. (5)

“El 18 de enero de 1873, el gobierno de Pardo dio el paso de hacer un estanco legal para el salitre de Tarapacá. Esta medida terminó afectando a varios capitalistas chilenos y europeos, además de peruanos, y fue el origen de la leyenda del “odio” de Pardo a Chile, que afloraría una y otra vez en los periódicos y escritos del tiempo de la Guerra del Pacífico”. (6)

Quizás una de las causas no difundidas, ni mencionadas de la guerra de Chile contra Perú, sea ese resentimiento tan grande, convertido en odio hacia el Perú, nacido por la pérdida de la posesión de las salitreras de Tarapacá, inicialmente por la creación del Estanco del Salitre y posteriormente por la expropiación de las salitreras a los inversionistas ingleses, franceses y empresarios chilenos.

Es bueno recordar lo que dijo en ese entonces el prominente empresario salitrero chileno José Manuel Balmaceda, futuro presidente de Chile, evocando esta medida de Manuel Pardo:

“El Perú promulgó y puso en vigor las leyes expoliadoras de 1873, arrebatándonos los capitales y el trabajo con que habíamos contribuido a la formación de la industria salitrera […] Una violación flagrante de los fundamentos en que se basa el derecho internacional privado, y una ofensa abierta a la fe pública, a cuyo amparo nuestros nacionales derramaron en el yermo de Tarapacá sus tesoros y el sudor de su frente”. (7)

La grave situación económica dejada por José Balta cuya deuda dejaba comprometida la producción de guano, el pago a los tenedores de la deuda llevó a Manuel Pardo a promulgar la expropiación de las salitreras de Tarapacá: “La política salitrera peruana se acentuó con la expropiación de las salitreras de Tarapacá, que se llevó a cabo mediante ley del 28 de marzo de 1875. Fue un acto legal y soberano que, no obstante, continuó acrecentando el profundo resentimiento de los salitreros chilenos, que ya habían venido siendo afectados desde el tiempo del estanco de 1873”. (8)

El 22 de febrero, partió José Antonio de Lavalle al mando de su delegación que además de José Antonio de Lavalle la formaban su hijo Hernando de Lavalle, como agregado militar de la legación y Javier Melecio Casós como secretario de la misión, se embarcaron en el Vapor Loa, saliendo del Callao. Entre otros documentos oficiales, a Lavalle le fue entregado un pliego rotulado "Documentos reservados" que contenía el Tratado de Alianza con Bolivia.

Esa misma fecha, el ministro de Relaciones Exteriores Manuel Yrigoyen le envió a Lavalle las instrucciones a que debe sujetarse el Plenipotenciario José Antonio de Lavalle en su misión especial en Santiago: Nombrado V. S. Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario en misión especial del Perú en Chile, conforme me fue grato comunicárselo en oficio de ayer, paso ahora a darle las instrucciones necesarias para el desempeño del delicado cargo que le ha confiado el Gobierno. V. S. conoce ya el gravísimo hecho de la ocupación por fuerzas chilenas, de Antofagasta, Mejillones y Caracoles; así como también el origen, ostensible a lo menos, que ha dado lugar a tan graves acontecimientos. (9)

El ministro Yrigoyen le recordó a Lavalle que, el Gobierno del general Prado había interpuesto sus buenos oficios por intermedio de nuestra Legación de la República en Santiago y la Paz, mucho antes que se desarrollaran los acontecimientos. Previamente nuestro Encargado de Negocios señor Paz Soldán y Unanue había conversado en Valparaíso con el presidente Aníbal Pinto. “y que el Gabinete de Chile no ha tenido a bien aceptarlos”. (10)

De lo que trataba la gestión que debía emprender Lavalle era, mantener a toda costa la paz entre Chile y Bolivia, porque la situación del Perú estaba seriamente comprometida por la firma del tratado, eso lo sabían Prado y su gabinete de ministros, por lo que, “deseando el gobierno agotar cuantos medios dignos y honrosos estén a su alcance para evitar el escándalo y las funestas consecuencias de un Guerra tan innecesaria, ha resuelto enviar la misión extraordinaria y especial de que ha sido V.S. encargado, con la esperanza de que, renovándose por el órgano de un representante de tan alta jerarquía, los buenos oficios y la mediación del Perú sean al fin aceptados. Este es pues el objeto de la importante misión que el Gobierno confía a la ilustración y patriotismo de V.S.”. (11)

De ser aceptada la mediación del Perú, Lavalle propondría el restablecimiento de los hechos al estado en que se encontraban antes del 14 de febrero, (…) esto es, la desocupación del territorio boliviano, siempre que aquella República esté dispuesta por su parte a suspender el mencionado decreto de rescisión y la ley porque se gravó con diez centavos la exportación de todo quintal de salitre que haga la compañía de Antofagasta…”. (12)

En el Ministerio de RREE del país, tenían mucha confianza en que la mediación que propondría De Lavalle por parte de Perú a Chile podría alcanzar éxito, para ello, prioridad era la desocupación del litoral boliviano; sino fuera así, Bolivia consideraba la ocupación un ultraje a su soberanía y no aceptaría, y el Gobierno peruano se abstendría de proponerlo. Toda negativa de Chile supondría que no estaba dispuesto a aceptar y ello, haría inútil toda gestión del Perú.

El día 26 de febrero de 1879 ya en pleno viaje a Chile El Plenipotenciario Lavalle recibe una comunicación del ministro Yrigoyen, en el que le reitera las instrucciones del 22 pasado, indicando como “condición principal de la mediación ofrecida por el Gobierno del Perú al de Chile, La previa desocupación del litoral boliviano por las tropas chilenas...”. (13)

El ministro de RR.EE., Manuel Yrigoyen no descartaba la posibilidad de que el gobierno chileno se opondría alegando dos temas principales: el primero que al dejar sin fuerzas chilenas el territorio ocupado, Chile podría temer que Bolivia no espere el arreglo definitivo y ejerza sus actos soberanos jurisdiccionales contrarios al tratado de 1874 y segundo, la falta de garantía para los intereses de los chilenos habitantes al retiro de las tropas chilenas.

El 5 de marzo de 1879, el ministro de RREE Yrigoyen envía a Lavalle las instrucciones referentes al Tratado secreto con Bolivia, en el que le advierte, que si el gobierno chileno por medio de su ministro de Relaciones Exteriores pregunta a Lavalle sobre la existencia de un tratado de alianza secreto entre el Perú y Bolivia, que podría ser un grave obstáculo a la mediación ofrecida por el gobierno peruano.

Pese a los esfuerzos de nuestro Plenipotenciario durante su permanencia que fue más de un mes en Santiago, donde puso de manifiesto toda su experiencia diplomática, su conocimiento y amistades al más alto nivel en Chile, no se llegó a ningún acuerdo debido a las exigencias del gobierno de Aníbal Pinto, para que Perú se declare neutral en el diferendo chileno-boliviano.

Chile declaró la guerra al Perú el 5 de abril de 1879, bajo el pretexto de que nuestro país había firmado un pacto secreto de alianza con Bolivia, cuyo territorio ya había sido invadido, rompiendo el tratado de límites de 1874.

Tres obstáculos encontró Lavalle en su camino para lograr la mediación del Perú y por ende el cese de hostilidades: “El tratado secreto de alianza firmado en 1873 entre Bolivia y Perú; la condición impuesta por el gobierno peruano en sus instrucciones, para que Chile fuese a la desocupación previa del litoral ocupado, sin someter la suspensión del decreto boliviano, sobre la expropiación de los bienes de la compañía de Antofagasta, a la modificación del impuesto de los 10 centavos, y el ímpetu expansionista de Chile” (14)

Los acontecimientos se desarrollaron muy rápido ese mes de marzo, previo a la declaratoria de guerra al Perú. El 11 de marzo José Antonio de Lavalle, presentó las condiciones para una mediación peruana: Retiro de las fuerzas chilenas de la franja ocupada; Administración neutral bajo el protectorado de Bolivia, Chile y Perú; Arbitraje no sobre si Bolivia había obrado conforme a derecho al imponer un impuesto sino sobre si Bolivia tenía derecho a la posesión real de la franja y Repartición de los ingresos fiscales de la franja entre Bolivia y Chile.

El 17 de marzo en Lima, Joaquín Godoy Cruz inquirió al ministro de RR. EE. Manuel Yrigoyen que Perú permaneciera neutral en caso de guerra entre Chile y Bolivia. En conversación entre Mariano Ignacio Prado y el plenipotenciario chileno Godoy, este le plantea la posibilidad de que el Perú se declare neutral, pero Prado le responde que no puede porque Manuel Pardo lo ha dejado amarrado a un tratado defensivo con Bolivia.
El 18 de marzo se conoció en Chile la declaración de guerra de Bolivia a Chile del 1 de marzo. Las autoridades bolivianas conocían perfectamente la situación deficitaria de su ejército, no disponían de buques de guerra, y no aseguraban la forma de dar protección, por la distancia que separaba a su capital de su litoral, casi a 15 días de marcha, por caminos escabrosos, solo tuvo la intención de neutralizar la compra de armas por Chile en el exterior, apelando a las leyes internacionales de neutralidad.
Así, el 21 de marzo Aníbal Pinto le comunicó a José Antonio de Lavalle, su contraoferta para solucionar el problema chileno-boliviano: Permanecer en el Status quo (es decir ocupación chilena) sin derivar de él derechos; Retrotraer la discusión al estado en 1866 y Arbitraje sobre dominio real, y una declaración peruana de neutralidad
Como si el gobierno chileno siguiera un libreto establecido con mucha antelación, la crisis fue escalando, la situación se agravaba día a día, entrando a un nuevo estadio, el 24 de marzo Aníbal Pinto comunicó a José Antonio de Lavalle que, Perú era considerado por su gobierno como un mediador armado y próximo a ser beligerante, por tanto, su propuesta tenía carácter conminatoria y que había ordenado al ministro plenipotenciario en Lima Joaquín Godoy Cruz exigir una declaración de neutralidad al presidente Mariano I. Prado.
La tarde del mismo día, José Victorino Lastarria, conocido hombre público, exministro, embajador, miembro de la Corte Suprema, crítico literario, activo promotor de la vida cultural chilena; se presentó ante José A. Lavalle, para proponerle, un principio de arreglo que, a la propuesta de Lavalle le cambiaba el arbitraje por una conferencia en Lima y suspendía la expulsión de chilenos de Bolivia y los preparativos bélicos en los tres países. Lavalle se declaró conforme. Esta propuesta fue rechazada por el gabinete de Pinto. La suerte estaba echada.
Mientras tanto, viendo que la crisis se agravaba y que el Perú se veía inmerso sin querer, continuaban sus aprestos militares. El 26 de marzo Aníbal Pinto comunicó a José Antonio de Lavalle que a Joaquín Godoy ministro plenipotenciario de Chile en Perú, el presidente Mariano I. Prado le había confirmado la existencia un tratado secreto entre Perú y Bolivia. Luego de tomar conocimiento de esta noticia, José Antonio de Lavalle dio por terminada su misión en Chile.
A partir de este momento los acontecimientos se sucedieron como en un tobogán, con una rapidez inusitada por parte de Chile, lo que desató esta velocidad, fue conocer de manera oficial el tratado, Perú, lamentablemente, no podía ser neutral, como lo afirmó Lavalle. El 30 de marzo Lavalle recibió instrucciones de Lima que había solicitado el 7 de marzo sobre su actitud frente a preguntas sobre el tratado secreto. Ese día Lavalle comunicó a Fierro el contenido del tratado.
El Consejo de Estado de Chile aprobó el 1 de abril solicitar al Congreso una declaración de Guerra a Perú y a Bolivia. El Congreso la aprobó el 2 de abril. Acompañado de Patricio Lynch, Lavalle viajó a Valparaíso el 4 de abril, donde permaneció a bordo del vapor Liguria una noche. El día 5 de abril, se trasladó al vapor Ayacucho con el cual hizo su viaje de regreso a Perú. En esta misma embarcación regresaban al país los pocos funcionarios de la Legación peruana y un pasajero especial, Nicolás de Piérola y su familia.
“El intento de mediación de Lavalle enfrentó dificultades insuperables, tanto que algunos la dieron por fallida antes de su partida: el tratado secreto, la declaración de guerra de Bolivia, la sospecha de ser una treta para solo ganar tiempo, la movilización popular a favor de la guerra y los preparativos militares en los tres países”. (15)
A todo esto, cuál era el rol de la prensa chilena, de qué manera tomaron parte en este conflicto al crear en la población chilena un clima de animadversión contra todo lo que representara al Perú. Esto lo podemos apreciar leyendo el principal diario de este país. El ejemplar del 2 de abril de 1879 del diario El Mercurio de Chile publica el editorial titulado: ¡A LA GUERRA! ¡A LA GUERRA!
De la lectura de este ejemplar, de la manera cómo informaban a la opinión pública chilena, al conocer la declaratoria de guerra al Perú, y expresaban abiertamente esa alegría y regocijo, criticando a nuestro Plenipotenciario, azuzando a sus masas hasta el extremo de atacar locales de las legaciones de Valparaíso y Santiago, convenientemente aprobadas por sus autoridades.

Por las manifestaciones que expresaban los distintos diarios chilenos, se trataba de una decisión esperada por todos. Al conocerse esto, quienes propiciaban la guerra, se dan por satisfechos y tildan de traidor a Mariano I. Prado por enviar a José Antonio de Lavalle como intermediario.

Lo real y concreto es que, Chile había seguido un libreto en toda esta pantomima desde que recibieron a nuestro Plenipotenciario José Antonio de Lavalle, porque ellos sabían de la existencia del tratado que no era tan secreto como aseguraban.

“Al saberse ayer aquí que el honorable Consejo de Estado por unanimidad de votos había acordado declarar inmediatamente la guerra al Perú, una emoción de gozo indescriptible se apoderó de todos los corazones”.

“La incertidumbre, la tardanza, lo enigmático de la situación, eran un tormento para el patriotismo (…)”.

“El general Prado, al enviarnos al señor Lavalle con propuestas de mediación mientras que por otro lado maniobraba para hacernos caer en alevosa emboscada, ha procedido como el digno jefe de un gobierno que por sus infidencias características, su proverbial falta de honradez y carencia absoluta de todo decoro (…)”.

“El reto ha sido alevoso, lo más aleve que puede concebirse; aceptémoslo, pues, y en nombre de Dios y de la patria corramos a vengarnos”.

“Pero es preciso que la venganza sea tan terrible como el insulto; que los degenerados descendientes de los incas reciban el castigo que merecen por su traición cobarde, por su envidia ruin, por sus odios inveterados y gratuitos contra Chile, que generoso y magnánimo corrió por dos veces a libertarlos del ignominioso yugo que los oprimía (…)”.

“¡Nada! ¡nada! Venceremos al Perú y Bolivia juntos, y los venceremos, primero porque nuestra causa es justa, segundo porque nuestros blindados no llevan a su bordo mercenarios extranjeros, sino patriotas, y porque nuestro ejército de tierra sigue un estandarte que hasta ahora no ha sido profanado nunca en los sesenta y tantos años que lleva de existencia”.

“¡A la guerra! ¡a la guerra, pues! No puede asistirnos el menor escrúpulo ni sombra de remordimiento”.  (16)

¿Qué se concluyó en la Sesión del Gabinete de la presidencia chilena el 19 de abril de 1879?
Dos semanas después de haber declarado la guerra al Perú y Bolivia, el presidente chileno Aníbal Pinto Garmendia se reunió con su primer gabinete ministerial de tiempos de guerra. Participaron el presidente Pinto y los ministros Antonio Varas de la Barra (Interior), Domingo Santa María González (Relaciones Exteriores y Colonización), Jorge Huneeus Zegers (Justicia, Culto e Instrucción Pública), Augusto Matte Pérez (Hacienda) y el general Basilio Urrutia (Guerra y Marina).
En dicha reunión, se acordó una serie de medidas, el acta de la Sesión de Gabinete así lo registra:
“Aunque no ha entrado en las miras de éste [el Gobierno de Chile] ensanchar el territorio de la República [de Chile] con adquisición del ajeno, ni ha sido ni es su propósito asumir el carácter de conquistador, el señor Presidente y sus Ministros fueron de opinión que ese objeto puede modificarse sensiblemente, según el rumbo que tomen los sucesos. Así, un serio golpe a la marina peruana, la separación de Bolivia de su alianza con el Perú a fin de colocarla a nuestro lado… pueden ser algunas de las razones para modificar los objetivos actuales del Gobierno [de Chile], colocándolo quizá en la situación de buscar, como resultado de la guerra, alteraciones en los límites del Perú que, asegurando por completo la tranquilidad de la República [de Chile] imposibilitaren a aquella nación [el Perú] constituirse en una amenaza contra el equilibrio sudamericano” (16)
Notas:
1.      De Lavalle, José A.: Mi misión en Chile: 1, 2, 3, 4, 5.
2.      Pereira, Hugo. (LA POLÍTICA SALITRERA DEL PRESIDENTE MANUEL PARDO. EL TRATADO CHILENO-BOLIVIANO DE 1874, SU VIOLACIÓN Y EL COMIENZO DE LA GUERRA DEL PACÍFICO) http://blog.pucp.edu.pe/blog/hpereyra/2014/12/31/la-pol-tica-salitrera-del-presidente-manuel-pardo-el-tratado-chileno-boliviano-de-1874-su-violaci-n-y-el-comienzo-de-la-guerra-del-pac-fico/ :  6, 7 y 8.
3.      Ahumada, Pascual. GUERRA DEL PACÍFICO. Tomo III. Pág. 3 las instrucciones del ministro de RR.EE., Manuel Yrigoyen sobre la propuesta del gobierno peruano que se le encomendó llevar a Santiago de Chile al Plenipotenciario José Antonio de Lavalle titulado MISIÓN LAVALLE.  9, 10, 11, 12 y 13.
4.      Basadre, Jorge. Historia de la República del Perú. Pág. 244: 14.
5.      Diario El Mercurio. 2 de abril de 1879.: 15.
6.      Revista Chilena de Historia y Geografía, volumen XVIII, número 22, pp. 7-8, citada en Ortega 1984, p. 45. El ministro chileno del Interior Antonio Varas también registró la conclusión sobre el desmembramiento territorial del Perú en Varas 1918, pp. 251-252, citado por Burr 1965, pp. 140-141).: 16.