ARTURO CASTRO
En los 199 años de vida republicana que tiene nuestro País, pocas o nulas como lo viene demostrando la realidad actual, han sido las acciones orientadas a crear, desarrollar e incrementar en la población un sentimiento de orgullo nacional, de pertenencia y autoestima como integrantes de ésta gran nación.
Es más, se podría afirmar con certeza que, no existe iniciativa ni deseo de modificar y de incrementar este sentimiento por parte de las autoridades encargadas de función tan importante. Cuánta falta hace conocer los objetivos nacionales para que cada ciudadano pueda hacer su parte.
Los peruanos hemos sido capaces de crear, mantener y mejorar una identidad nacional a través de este largo periodo, cuya característica principal es su dinamismo, que nos permite afrontar con eficiencia los retos del presente, sin embargo existe la necesidad de revisar lo hecho en este largo camino, si queremos afrontar con posibilidades de éxito los retos que nos presenta el futuro, que como sabemos tiene una gran dosis de incertidumbre y de esta manera lograr la ansiada unidad nacional y dejar de ser una nación subdesarrollada.
Dentro de la escala de valores de nuestra sociedad resaltan nítidamente los símbolos patrios que nos dan identidad peruana en el contexto de las otras naciones, en ese sentido sabemos el valor que representa en el sentimiento del pueblo la bandera, el escudo y el himno nacional. Símbolos de nuestra nacionalidad.
Es muy cierto que, los símbolos patrios son la base de la identidad nacional, porque nos identifican como país, como nación, pero existen además muchas otras coincidencias fundamentales como las características étnicas, las manifestaciones religiosas y culturales.
Además, juegan un rol importante los valores, costumbres y tradiciones así como un idioma común que compartimos; aunque debemos reconocer que existen compatriotas que mantienen su lengua nativa y esperan integrarse plenamente, siempre y cuando el Estado tenga interés y no sea excluyente como hasta ahora ha sido con ellos.
Algunos estudiosos sostienen que tenemos una identidad nacional y que ésta se basa en un particular estilo de vida, en usos y costumbres de una sociedad nueva, emergente, chola, prueba de ello es el mestizaje de varias culturas con sus características propias, virtudes y defectos fundidas en una mejor cultura.
Por otro lado, muchos se preguntan si existe unidad entre lo étnico y cultural, para determinar si realmente somos integrantes de una unidad nacional, componentes de una sociedad con sentido de pertenencia, es decir con orgullo de pertenecer a ella y ser recibidos en su seno tal cual somos.
Todos los seres humanos de manera general y particularmente dentro de una sociedad tienen una misión existencial que cumplir, por tanto, se debe determinar sus fortalezas y debilidades, sus oportunidades y amenazas, para planificar el futuro estratégicamente y superar la mediocridad en que viven.
A nivel Estado debe ser una tarea del gobierno, el mismo que es el encargado de establecer las pautas de la misión existencial del propio Estado y determinar la forma de superar la mediocridad que es un lastre para la seguridad, desarrollo y bienestar general de la nación.
Este lastre esta representado de manera general por la corrupción existente, la mentira como forma de vida, el engaño como arte, las prebendas y gollerías de la burocracia dorada, así como el toma y daca del Poder Legislativo que diluyen con sus acciones u omisiones las investigaciones sobre hechos presuntamente dolosos, demorando posteriormente la aplicación de la justicia, hoy también cuestionada.
Es importante que encontremos en nuestros valores centrales la razón y la fuerza que impulse a actuar a los gobernantes, dirigentes, empresarios, industriales, profesionales, maestros, obreros, médicos, militares y policías, de manera conjunta en provecho de la ciudadanía para ayudar a resolver la incógnita sobre nuestro sentido de pertenencia, para solidificar real y objetivamente nuestra identidad como nación.
No es importante resolver qué hacemos sino qué debemos hacer para adoptar actitudes nuevas en base a valores compartidos y rescatarlos poniendo en práctica el código inca, desde las aulas de inicial hasta la universidad con una visión de futuro revalorando el “no seas mentiroso”, “no seas ocioso” y “no seas ladrón” de una manera real, positiva y responsable.
Sabemos de la existencia en América Latina de sociedades integradas donde asumieron con mucha antelación y de manera responsable el sentido de pertenencia a su propia sociedad étnico-cultural, con ello han logrado hoy respetarse así mismos. Sobre todo, aceptarse como son, con un sentido de propiedad desarrollado y por tanto una autoestima elevada, que los integra como naciones y están encaminados al desarrollo propio, es hora de imitarlos.
Tener sentido de pertenencia y aceptarse así mismos es también parte importante de la identidad nacional, es un sentimiento de orgullo que debe sentir todo ciudadano y como tal cumplir sus obligaciones de manera positiva, porque todos los ciudadanos tenemos deberes y derechos que cumplir y el compromiso tácito de hacerlo de la mejor manera posible, “lo que haces hazlo bien”.
Todo lo anterior no basta, caerá en saco vació si no estamos imbuidos del deseo, el anhelo de integrarnos, de aceptarnos y aceptar a los demás como son, ciudadanos con virtudes y defectos, con características étnicas únicas y particulares, pero deseosos de incrementar nuestra autoestima, porque nos fortalecerá como nación.
Además, permitirá en el futuro ser conscientes de nuestros actos, ser responsables de nuestras acciones y decisiones, elegir con responsabilidad a los mejores hombres para que gobiernen el país, tener la entereza de no permitir se juegue con los intereses nacionales, con el hambre de todos, de juzgar con imparcialidad a aquellos gobernantes que defrauden la confianza de todo un pueblo.
Nunca más elegir a aquellos oportunistas que se escudan en una piel de cordero, que convencen con cantos de sirena o venden sebo de culebra y que hacen de la política un vil oficio para satisfacer sus apetitos personales burlando la confianza de toda una Nación.
Porque, valgan verdades, el dar nuestro voto consciente al mejor y noi al menos malo, fortalecerá la autoestima nacional, permitirá a los mejores hombres acceder a cargos dirigenciales de responsabilidad quienes imbuidos del espíritu solidario lucharán por lograr el bien común para nuestra Nación.
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