El año 2008 quedará perennizado en la memoria de todos los peruanos, así como de los integrantes de las FFAA, PNP en retiro, sus viudas y discapacitados por enfrentar al terrorismo demencial, como el año del quiebre de la apatía y de la interminable espera en que, se había convertido el reclamo oficial y silencioso, para que papá gobierno por motu propio, decidiera solucionar el grave problema salarial que aqueja a los uniformados.
Cansados de promesas electorales incumplidas, militares y policías en situación de retiro tomaron la decisión de salir a las calles y levantar su voz de protesta. Se sintieron burlados y disminuidos, ciudadanos de segunda clase, al percatarse que existe en el gobierno y los burócratas dorados, una gran indiferencia e indolencia para solucionar la problemática salarial. Todas las gestiones han caído en saco roto, se acumularon como las dunas de un desierto.
Cansados de promesas electorales incumplidas, militares y policías en situación de retiro tomaron la decisión de salir a las calles y levantar su voz de protesta. Se sintieron burlados y disminuidos, ciudadanos de segunda clase, al percatarse que existe en el gobierno y los burócratas dorados, una gran indiferencia e indolencia para solucionar la problemática salarial. Todas las gestiones han caído en saco roto, se acumularon como las dunas de un desierto.
¿Qué había pasado para llegar a estos extremos?, simple y llanamente, los integrantes de las diversas organizaciones de militares y policías en retiro, con el concurso de sus viudas y discapacitados, comprendieron que solo movilizándose en las calles, podrán obtener el apoyo de la opinión pública nacional y los medios de comunicación, para lograr sus justos reclamos.
Al iniciarse un nuevo año, es necesario realizar una evaluación de lo logrado hasta el presente. Debemos precisar que hasta la fecha los integrantes de nuestras FFAA, PNP, sus viudas y discapacitados, han participado en tres grandes movilizaciones y una parada cívica en el Campo de Marte, cuya finalidad fue obtener una respuesta oficial, una decisión política al pedido de reivindicación de sus derechos económicos, injustamente postergados.
Cuatro movilizaciones inéditas, que nunca antes se habían realizado en nuestro país. La primera en el mes de julio. El 14 de agosto se realizó la gran Parada Cívica en el Campo de Marte. El 29 de agosto la movilización hasta el Congreso, la que fue violentamente repelida por la policía. En setiembre se realizó una marcha de sacrificio desde el Campo de Marte hasta la sede de la Presidencia del Consejo de Ministros.
Pero, en este largo vía crucis que se ha iniciado, también se han realizado gestiones de manera directa por la presidencia de la Alianza por la Reivindicación por las FFAA y PNP, para que un grupo numeroso de parlamentarios en el ejercicio de su legítimo derecho, suscribieran una carta petitoria dirigida al Dr. Luis Falla la Madrid, Presidente de la Comisión de Presupuesto y Cuenta General de La República.
El contenido de esa petición hacía mención, a la solicitud de “homologación de haberes de los miembros de las FFAA y PNP, vigentes según el D.S N° 213-90-EF(S) de fecha 19 de julio 90, firmado y ordenado su cumplimiento por el Jefe Supremo de las FFAA y PNP, Presidente de la República en actual función”
Esta gestión ejecutada de manera civilizada contando con el apoyo de parlamentarios de todas las tiendas políticas, finalmente no logró nada, no hubo respuesta. Es más durante el largo debate en el Congreso por la Ley de Presupuesto para el año 2009, no se hizo ninguna referencia a la iniciativa legislativa. La misma que buscaba iniciar por etapas la homologación de los haberes de las FFAA.
La opinión pública nacional podrá evaluar la tremenda falta de coherencia en los actos públicos de nuestros congresistas. Se constató lo que ya se sabía, que el gobierno hace y hará oídos sordos a cualquier reclamo salarial de los integrantes de las FFAA, PNP, sus viudas e innumerables discapacitados olvidados inmerecidamente.
Pero, nuestros soldados y policías en retiro hoy más que nunca, están seguros que el temor fue vencido, el miedo quedó atrás. Que se lucha y luchará por la supervivencia de sus integrantes. Se reclama también por los que están actualmente en actividad, quienes no pueden mostrar su voz de protesta, pero, saben que pronto formarán parte de la larga fila de insatisfechos.
Sí señores, está de por medio la reivindicación salarial de los uniformados, la fuerza pública que pone el pecho cuando las papas queman, o cuando de enfrentar al narcoterrorismo se trata para defender al pueblo peruano, la democracia y piden con justificada razón una solución a sus reclamos salariales.
Ellos son conscientes que sus demandas se convirtieron al final en un “arar en el mar”, que no ha tenido una respuesta de los funcionarios y del propio gobernante. Solo se ha recibido lo que el pueblo conoce como una “mecida” muy grande. Pero, de algo están seguros militares y policías, se han convencido que “quien no llora, no mama”. Han manifestado su decisión de continuar sus reclamos.
No solo levantaron su voz para reclamar lo que con justicia se les adeuda, sino que manifestaron también su rechazo a la persecución judicial contra los militares y policías que lucharon contra SL-MRTA y continúan entregando sus vidas en el Huallaga y el VRAE. Conscientes que de inmediato, en plena ejecución de las operaciones militares, son denunciados por violación de derechos humanos.
Avenidas, calles y plazas, así como los ciudadanos de a pié, fueron testigos de esta interminable protesta en que se ha convertido, las justificadas reclamaciones de soldados y policías, quienes desde hace más de veinte años han esperado y esperan pacientemente que los sucesivos gobiernos democráticos, tengan la intención y adopten la decisión política de mejorar sus remuneraciones.
Reiteramos nuevamente al Ejecutivo y el Congreso una mayor atención, para solucionar las necesidades económicas para soldados, policías, sus viudas y discapacitados.
Pedimos mayor consideración con los hombres que vistieron el informe de la patria, que han entregado su esfuerzo por nuestro país y para aquellos que regaron con su sangre el largo camino que significa la guerra interna, que aún no termina y dejaron viudas y huérfanos en la inseguridad, que significa vivir sin la figura paterna en el hogar y desarraigados en nuestra sociedad.
Peor aún, olvidados por quienes ellos entregaron sus vidas.
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