Australian War Memorial

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EXTERIOR DE MEMORIA DE LA GUERRA-AUSTRALIA

domingo, 20 de julio de 2025

Reflexiones en el mes de la patria.


Por: Ángel Arturo Castro Flores * 

El mes de julio es el período que todos los peruanos le dedicamos una mirada profunda y retrospectiva a nuestra amada patria. Es el mes que autoridades y pobladores deberían hacer un balance general de lo vivido por nuestro país y por cada uno de los ciudadanos. Nos permitiría observar lo bueno, malo y feo que ha sucedido. Este mes se conmemoran a lo largo y ancho de nuestro territorio, muchos episodios finales, patrióticos, si se quiere heroicos e importantes de nuestra vida republicana. 

Este mes rememoramos y evocamos a nuestros Héroes, Precursores, Próceres y Mártires, quienes entregaron sus vidas por un sueño, hoy hecho realidad. ¡La libertad!

Es cierto, aún tenemos enormes falencias, sin embargo, sostenidamente y con persistencia, con insistencia, sobreponiéndose a los obstáculos económicos, políticos y sociales desde el inicio de nuestra república, nuestra patria se encamina hacia el desarrollo, por el esfuerzo de la mayoría de sus hijos que han hecho del emprendimiento uno modo de vida responsable. Ojalá sea irreversible para siempre.

En este mes nuestro calendario cívico es muy rico en hechos importantes, gloriosos y memorables, pero también en acciones nefastas, dolorosas y tristes, que han marcado con huella indeleble el devenir histórico de nuestro querido Perú. 

Los primeros años del siglo XIX ocurrió un hecho trascendental para nuestra vida republicana. Previamente el 27 de junio había salido Canterac de Lima con 4,000 soldados, debía unirse con Carratalá en Jauja. El 5 de julio, abandonó Lima el virrey La Serna hacia el Cusco, buscando un escenario favorable, que les ofreciera ventaja estratégica, dejando tras de sí, anarquía y rumores de rebelión de los esclavos, abandonando la ciudad y a los ciudadanos españoles. Tal como lo haría 60 años después Nicolás de Piérola el 17 de enero de 1881, quien irresponsablemente después de perdidas las batallas de San Juan y Miraflores, abandonó a su suerte a la población limeña y extranjera, ante el ingreso y ocupación de los chilenos de Lima, terminó en Jauja. 

 Don José de San Martín recibe el pedido del marqués de Montemira para que ingrese a la capital y restablezca el orden. La noche del 12 de julio de 1821 Don José de San Martín hizo su ingreso a la ciudad de Lima de incognito, lo acompañaba un ayudante, se alojó en una posada, posteriormente en palacio de los Virreyes, recibió a personalidades de la ciudad, se entrevistó con el marqués de Montemira, durmió en Palacio y el 14 recibió la visita del arzobispo de Lima. 

Cuando San Martín se desplazó por las calles hacia el palacio arzobispal, para devolver el saludo del arzobispo, el público presente lo vitoreó, con expresiones de júbilo siendo aclamado por una población que le hizo honores, guirnaldas y abrió calle para homenajearlo, la ciudad volvió a la calma y reino la alegría, “la presencia de San Martín infundió los ánimos de la población”. 

A solicitud del conde de San Isidro, el 15 de julio se reunió con los ciudadanos de Lima en Cabildo Abierto; ese mismo día, nos lo recuerda el exministro de RREE Miguel Angel Rodríguez Mackay “15 de julio de 1821, hace 204 años, fue firmado en la ciudad de Lima, el Acta de la Declaración de la Independencia del Perú. Este fue el momento de iure más trascendente que marcó la naturaleza jurídica de nuestra Independencia de España, convirtiendo a nuestro país en Estado soberano”, fue firmada por todos los ciudadanos presentes, el Acta quedó en la secretaría para que los demás ciudadanos la firmaran. 

Durante el desarrollo del Cabildo el Dr. José de Arriz, catedrático de la Universidad de San Marcos, pidió la palabra, pronunció un breve y encendido discurso: “Ya nuestro pueblo participa del mismo entusiasmo: vuelven los que se hallaban emigrados: salen de las cavernas los otros que se hallaban escondidos para no ser arrastrados por ese ejército que abandonando la ciudad no perdonó a inválidos y enfermos, quienes veían su ruina y sacrificio en cada paso de esa incierta jornada (…) Está echada la suerte: y desde el antiguo palacio, habitación que fue de los Virreyes, nos avisa ayer el señor general que nos congreguemos para deliberar si es llegado el punto, el momento de nuestra suspirada declaración. ¿No concurriremos al voto unánime y sentimiento general de todos? ¿Lo dilataremos? ¿Lo deliberaremos? ¿Nos arredrará el terror vano o cualquiera que sea el peligro incierto de lo futuro? (…)”. 

El 28 de julio de 1821, al alba se sintió el tañido de las campanas de las iglesias bajo un sol esplendoroso, inusual en esta época del año, “San Martín en un brioso corcel, iba acompañado por el Marqués de Montemira, llevaban el estandarte patrio hasta el tabladillo de Plaza de Armas, a su izquierda iba el conde de San Isidro y otras autoridades y ciudadanos notables, el conde la Vega del Ren, el Estado Mayor, jefes del Ejército Libertador, los húsares cerraban la comitiva”. 

En la Plaza Mayor, entre el callejón de petateros y la pila de la Plaza se levantó un tabladillo, desde donde el Libertador hizo flamear el pabellón Nacional, que le entregó el Marqués de Montemira y pronunció estas palabras: “Desde este momento el Perú es libre e independiente, por la voluntad general de los pueblos y por la justicia de su causa que Dios defiende”. Los gritos de: viva la patria, viva la libertad, viva la independencia, retumbaron en la plaza mayor siendo testigos 16,000 ciudadanos reunidos. 

En la primera mitad del siglo XX, precisamente en julio de 1941 se desató el conflicto con el Ecuador. El Perú salió vencedor de esta contienda hoy felizmente solucionado. El 23 de julio es el día consagrado al Capitán FAP José Abelardo Quiñones, gran General del Aire, héroe de nuestra Fuerza Aérea quien entregó su vida estrellando su monoplaza contra las baterías enemigas en Quebrada Seca. El 24 de julio celebramos la victoria de la batalla de Zarumilla, que culminó con la ocupación por nuestras fuerzas de la provincia ecuatoriana de El Oro. 

Hay hechos dolorosos que enlutaron hogares y dejaron traumas sicológicos en muchos connacionales. El 16 de julio de 1992, un criminal atentado terrorista de SL en la tranquila calle Tarata de Miraflores, trajo como consecuencia 20 personas fallecidas, entre ellas tres turistas extranjeros y más de 250 personas heridas, algunas de gravedad. Este hecho execrable contra la población indefensa unió a todos los peruanos con sus fuerzas del orden y marcaría el inicio de una estrategia antiterrorista más agresiva con la inteligencia policial contra SL que finalmente permitiría la captura de sus cabecillas y líder. 

En el presente, nuestro país se debate entre una grave incertidumbre, con una población temerosa, frente a la gravedad de una inseguridad ciudadana en nuestra capital y las principales ciudades, bajo el ataque de bandas criminales, donde campean el sicariato, la extorsión, asesinatos y una grave descomposición del sistema judicial (PJ, MP e INPE), como lo denuncia la prensa independiente. 

Pese a ello, existen instituciones, hombres y mujeres que están dispuestos a no dejar arrastrar a nuestra querida patria, hacia los confines la oscuridad, violencia de ideologías trasnochadas y enemigas del desarrollo y bienestar que están luchando por someter a la nación peruana. 

Miremos siempre el pasado para no perder la perspectiva y cometer errores nuevamente. Valoremos el presente en su real dimensión sin perder la confianza en nosotros y nuestro país, y miremos el futuro con optimismo, afiancemos nuestros pasos y avancemos con paso seguro hacia la consolidación de nuestra patria bajo el auspicio de la seguridad y el desarrollo, que son garantía de bienestar y progreso para nuestra querida nación. 
¡Feliz 28 de julio para todos! 
*Crl. EP. Presidente del Consejo Directivo de ADOFAIP

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