Australian War Memorial

Australian War Memorial
EXTERIOR DE MEMORIA DE LA GUERRA-AUSTRALIA

jueves, 20 de noviembre de 2025

La Grandeza de Tarapacá.

 



Nota de Redacción:

Esta crónica fue publicada en este blog en noviembre de 2018, posteriormente en 2022, concitó muchísima atención por estar dedicado al Gran Mariscal Andrés A. Cáceres uno de los más grandes héroes de nuestra patria, un gran líder militar, admirado no solo en el Perú sino en otras latitudes del orbe, en Europa donde se desempeñó como ministro plenipotenciario en Italia y Alemania fue motivo de reconocimiento por su genio militar.

Ante incertidumbre en el escenario político, previo al proceso electoral, así como ante la avalancha de candidatos y observando que nuestro país está cada vez más dividido. Volvemos al pasado para extraer del ejemplo de amor a la patria que nos legó Cáceres, precisamente en este mes dedicado al memoria del gran líder de la resistencia, al brujo de los andes, a pedido de algunos dilectos amigos del Perú y el extranjero, volvemos nuevamente a publicarlo para deleite y admiración de todos los que nos sentimos imbuidos de su espíritu de nunca doblegarse ante nada, de no aceptar jamás la derrota, de luchar hasta quemar el último cartucho como lo hizo Bolognesi en Arica.

Transcribimos un párrafo de la biografía escrita por Pedro Paz Soldán (Juan de Arona), publicado en su “Diccionario Biográfico de Peruanos Contemporáneos” Lima 1917.

“El general Cáceres es el héroe nacional, y está llamado a ser, a medida que transcurran los años, la figura legendaria del Perú. Su actuación en la guerra del Pacífico fue grandiosa. En la batalla de San Francisco mandaba una división, que en medio de la confusión de la derrota, permaneció formada y se retiró en perfecto orden. En la batalla de Tarapacá, al frente de esa misma división de la cual formó parte el famoso batallón Zepita, sostuvo una lucha titánica contra las tropas chilenas, que dominaban las alturas y a las cuales, logró vencer después de largas horas de combate tomándoles cuatro cañones; en la batalla de Tacna cargó a la bayoneta sobre las tropas chilenas, yendo al frente del batallón Zepita. Recordando aquellos instantes el general en jefe chileno, decía a su gobierno los siguiente: ´en tales instantes la suerte de Chile pendía de un hilo´”.

¡Viva Cáceres!

¡Viva Tarapacá!

La Grandeza de Tarapacá.

Por: Arturo Castro

“Cuando se conoce el sitio, se puede comprender la determinación que mostraron los hombres vencidos, agobiados en fuga. Tienen que trepar a lo largo de esa verdadera pared natural, por senderos que no lo son: tan escarpadas como estrechas”.

Claude Michel Cluny (Historiador, ensayista, editor francés)

Obtenida la superioridad marítima por Chile después del combate de Angamos en que muere Miguel Grau y su heroica tripulación, y el Monitor Huáscar es capturado por las fuerzas enemigas, el océano se abre de par en par para las tropas chilenas, que además de obtener la superioridad, obtuvieron libertad de acción para desplazar a su ejército hacia territorio peruano, sin enemigos a la vista.

En Perú y Bolivia la caída del Huáscar y muerte de Miguel Grau fue una terrible y nefasta desgracia, el general Escala comandante del Ejército chileno estaba tan entusiasmado por los vaivenes de la guerra que declaró “El poder marítimo del enemigo ha desaparecido”, indicando que esto significaba, que la hora del triunfo para las fuerzas chilenas estaba cerca. “Pronto tocará su turno al Ejército”. (1)

El historiador venezolano Jacinto López nos relata el frenesí, la alegría, las celebraciones que se realizaron en Chile después de la captura del Monitor Huáscar, con ello no solo demuestran el gran temor que tenían a ese pequeño buque y a su gran comandante, sino respeto a la capacidad y experiencia del comandante Grau y su tripulación.

Escribió Rafael Sotomayor, sin ocultar su inmensa alegría, “Chile entero celebra entusiasmado tan fausto acontecimiento que viene a poner término a la contienda marítima y expedita la senda por donde nuestro ejército no tardará en marchar”, (2)

El general Augusto Pinochet en su obra Guerra del Pacífico, Campaña de Tarapacá establece algunas “Deducciones militares del desembarco en Pisagua”. Entre ellas, la que el Comando chileno había establecido respecto del lugar del desembarco, luego de conocer el informe de un reconocimiento de la costa realizada el 27 de agosto de 1879.

“…en este documento se recomendaba como lugar de un desembarco a Pisagua, porque este puerto estaba más de acuerdo con las posibilidades de las futuras operaciones chilenas hacia el interior del departamento: contar con línea férrea, una fuente de agua y las repercusiones de carácter estratégico que se obtendrían al separar a las fuerzas ubicadas en Arica-Tacna de las acantonadas en La Noria-Pozo Almonte”. (3)

El 2 de noviembre de 1879 casi un mes después de la caída de Miguel Grau en Angamos, fuerzas chilenas de “9, 640 hombres, 853 caballos, artillería, algunos mulares y otros implementos de campaña” (4), transportados desde Iquique en 19 embarcaciones. Inician el desembarco en Pisagua.

El bombardeo de naves enemigas contra la defensa de esta bahía fue el preludio del ataque, la defensa compuesta únicamente por dos cañones de 100 libras ubicadas al norte y sur de la bahía. Un desembarco en la playa Junín y otra en la bahía de Pisagua completaron la operación.

Las fuerzas defensoras constituidas por tropas peruanas y bolivianas escasamente ascendían a 2400 defensores. Esta operación de desembarco planeada por el comando chileno ubicaba al grueso de sus fuerzas en posición central, entre Iquique y Arica y desde este lugar podrían emprender operaciones para vencer al ejército del sur al mando del general Buendía.

“Al siguiente día desembarcamos con el general y recibí la primera impresión de los horrores de la guerra, porque nos encontramos en presencia de un cuadro verdaderamente infernal. La beodez, el incendio, la matanza, el pillaje y cuanto pueda idearse de odioso estaba allí a nuestra vista con gran escándalo mío, porque no concebía cómo los jefes y oficiales toleraban tanta licencia. Luego vi que el general en jefe era impotente para remediar el desorden, no por falta de voluntad para hacerlo sino por incapacidad para mandar”. (Memorias José Francisco Vergara)

Benjamín Vicuña Mackenna historiador y propagandista chileno, dice que las tropas de la coalición después de la batalla de Dolores o San Francisco, derrotadas por la superioridad chilena se dirigían hacia Tarapacá. Las tropas se desplazaban por el desierto sin agua, sin víveres, solo movidos por su intenso patriotismo. Según Vicuña Mackenna lo hacían “no como ejército sino como tropel”. (5)

Pero no solo fue crítico de las fuerzas de la coalición peruano-boliviana, sino de los propios jefes de su ejército, a quienes enrostraba la demora en la prosecución de las operaciones para aniquilar a las fuerzas peruano-bolivianas que fugaban en retirada según visión del historiador chileno. No podemos establecer porqué esa inmovilidad, pues tenían todo a la mano. No sabemos si fue falta de decisión o quizá temor.

“Pero ese día velaban también en el campo de los chilenos una densa sombra de índole diversa: la de torpe inacción que malograba los óptimos frutos de la sangre, de la estrategia y la fortuna. Nuestro ejército amodorrado en las calicheras no movía todavía una sola patrulla en demanda del enemigo, que se rehacía a su vista. Así pasaron los mortales días 20, 21, 22 y 23 de noviembre, dejando escaparse un ejército que fugaba a pie, teniendo nosotros montados a la puerta del cuartel general 500 magníficos jinetes. ¡Funesta inmovilidad!”. (6)

El 2 de noviembre de 1879, después del desembarco y combate con fuerzas de la coalición, los chilenos ocuparon Pisagua. Esta derrota obligó a Mariano I. Prado que se encontraba en Arica a realizar una junta de guerra. Prado dispuso que el general Hilarión Daza que se hallaba en Tacna, partiera con sus fuerzas hacia el sur a encontrase con las del general Buendía.

El 14 de noviembre de 1879 las tropas bolivianas llegaron a quebrada de Camarones, se detuvieron por 48 horas inexplicablemente, se dice que las tropas bolivianas se negaban a continuar la marcha hacia el sur, el general Daza no encontraba forma para hacerlos marchar, había perdido fe y liderazgo, o realmente no quería avanzar y buscaba un pretexto para esconder su falta de hombría.

El 16 Daza envió telegrama al presidente Prado “Desierto abruma: ejército se niega a pasar adelante”, disponiendo el retorno a Arica, lo que causó tremenda desazón por esta traición, entre sus oficiales. Esta noticia llegó al general Buendía el día 19 antes de la batalla de San Francisco. Lo que cayó como una bomba nuclear entre las tropas peruanas.

Después de la derrota de San Francisco el ejército de la coalición realizó una marcha forzada sin detenerse. Fueron 52 horas de dura caminata, sin comida, agua y sin descansar, demostrando su temple de acero. En total caminaron 52 leguas, unos 180 kilómetros hasta Tarapacá, toda una proeza. El coronel Suarez había adelantado su llegada a este poblado para acopiar todo tipo de víveres, agua, y buscar lugares de descanso, para las tropas extenuadas y sedientas.

Una extraña dilación se apoderó de los jefes chilenos en Pisagua. Antes de la batalla de Tarapacá las tropas chilenas se encontraban en una inmovilidad que sorprendía a todos sus integrantes, adormecidos por el sol, la falta de información de sus superiores, sedientos de batalla, pero finalmente cómodos. No recibían ninguna explicación de sus jefes.

Lo más extraño de esta situación era que el general Manuel Baquedano comandante de la caballería chilena, se había quedado en Pisagua, “en las modestas tareas de mayordomo de la intendencia del ejército, en los días en que sus valientes subalternos acuchillaban en Germania, bajo las órdenes del teniente coronel de guardias nacionales José Francisco Vergara a los húsares de Junín y de Bolivia”. (7)

En la tarde del 23 de noviembre de 1879 recién se ponen en movimiento las tropas chilenas, el coronel Emilio Sotomayor Baeza partió de San Francisco al mando de 360 cazadores. Llegaron al caserío Agua Santa donde pernoctaron, con escasa comida para hombres y bestias, al día siguiente después de marcha forzada llegó a la una de la tarde a Peña Grande.

En este lugar capturan al gendarme Abarca, asistente que trasladaba el equipaje del coronel Suarez de Iquique a Tarapacá, “El asistente Abarca entregó todas sus cargas, incluso el archivo del estado mayor, que de esa suerte vino a ser prenda valiosa de los armarios de nuestra biblioteca”. (8)

La división Ríos, descansó el 24 de noviembre en Tirana, a poca distancia el coronel Sotomayor y sus tropas descansaban en Peña Grande, el coronel Ríos había partido de Iquique (Estación Molle) dos días antes. Sus fuerzas estaban compuestas por ochocientos hombres, “Eran milicias de Iquique, de Pisco, del Loa y de Tarapacá mismo”. (9)

El núcleo de las fuerzas del coronel Miguel de los Ríos estaba conformado por el batallón cívico de Iquique al mando del coronel Alfonso Ugarte Bernales con 300 hombres. Las otras fuerzas peruano-bolivianas que iban hacia Tarapacá eran: columna Loa (200 plazas), columna Tarapacá (200 plazas) y columna Naval (200 plazas).

El día 25 las tropas de la coalición, fatigadas, sedientas y hambrientas después de una marcha forzada por el desierto, atravesó la Pampa de Isluga, descendió la quebrada de Tarapacá, por el camino de Huarasiña, su única entrada, hecha jirones el uniforme y el hambre mordiendo sus entrañas.

El historiador Benjamín Vicuña Mackenna, no lo dice explícitamente, pero reconoce el esfuerzo de las tropas nacionales, y lo expresa indicando que las tropas de la coalición: “Había recorrido no menos de 50 leguas en menos de tres días. Así andaban los peruanos, mientras nosotros dormíamos y nos desperezábamos”. (10)

El general Augusto Pinochet Ugarte en su obra “La guerra del Pacífico”, campaña de Tarapacá expresa “Santa Cruz inició la macha de su columna totalmente convencido de que se dirigía al lugar designado, pero, después de andar dos o tres horas se encontró con que lo caminado era en círculos”. Era por efecto de la camanchaca (11)

El 27 de noviembre al amanecer las fuerzas enemigas de la agrupación Santa Cruz emprendía la marcha desde Isluga cubierto por una densa camanchaca, esa neblina espesa que no permite la visión del terreno más allá de los 5 metros, lo que facilita la desorientación de las tropas.

En la versión chilena del general Pinochet, las fuerzas chilenas adoptaron la siguiente organización en tres columnas:

“1° Columna Santa Cruz: Al mando del Tte. Coronel Santa Cruz e integrada por el "Zapadores", "Granaderos a Caballo", 1 Compañía del 2º de Línea y 4 piezas Krupp, lo que en total sumaba 500 hombres. Con la Misión: Penetrar hasta Quillaguasa, ocupar la localidad para cortar desde allí toda retirada enemiga hacia el Este. 

2° Columna Ramírez: Al mando del Tte. Coronel Eleuterio Ramírez; la constituían siete compañías del 2 de Línea, 1 Escuadrón de "Cazadores a Caballo" y dos piezas de artillería (cañones de bronce) de la Artillería de Marina. Con la Misión: Atacar por el fondo de la Quebrada de Tarapacá, en dirección general: Huaraciña-Tarapacá, para sobrepasar el caserío y obligar a los aliados a replegarse sobre Quillaguasa.

3° Columna Arteaga: Mandada por el propio Coronel Arteaga, estaba formada por el Regimiento de Infantería "Chacabuco", Artillería de Marina y 2 piezas de Artillería.

Misión: Avanzar por el costado Norte de la quebrada hasta la línea del pueblo de Tarapacá y desde allí atacar el flanco Norte de las tropas de Buendía, ubicadas en el caserío de Tarapacá y cortar la posible retirada de estas tropas hacia el Norte”. (12)

El general Augusto Pinochet critica esta organización de las fuerzas chilenas en su aproximación al objetivo, Tarapacá, considerando a la misma como teórica para el combate, se desconocía información vital del dispositivo, composición y fuerza de la coalición, se “elaboró sin tener ni la más remota idea o un conocimiento aproximado del dispositivo enemigo y desconocer la cantidad de sus fuerzas; además adolece de numerosos errores fundamentales, que fueron las causas principales del fracaso de los chilenos en su ataque a ciegas sobre un dispositivo desconocido y como es lógico significó un alto costo en vidas”. (13)

El general Pinochet afirma en su obra que, “El coronel Suarez cuando recibió la noticia de la proximidad de las tropas chilenas consideró que el fin llegaba para el ejército de Tarapacá”. (14) Probablemente infirió de esa manera llevado por la lectura de partes de guerra, sin embargo, le faltó precisar la capacidad de reacción de las tropas peruanas, pese a encontrarse muy agotadas al máximo de su capacidad.

Las fuerzas enemigas iniciaron el ataque en tres columnas: la primera al mando del teniente coronel Eleuterio Ramírez conformada por  los  batallones del regimiento 2do de Línea y dos cañones de bronce, su objetivo conquistar Huarasiña, las provisiones de agua del poblado, para avanzar hacia Tarapacá; la segunda, a órdenes del coronel Arteaga, conformada por el regimiento Artillería de Marina, batallón Chacabuco, cuatro cañones de Bronce y dos cañones Krupp, atacar por las alturas que dominaban el poblado; y la tercera, dirigida por el comandante Ricardo Santa Cruz e integrada por un batallón del 2do de Línea, 260 hombres del Zapadores, 116 Granaderos a Caballo y dos secciones de artillería Krupp de montaña, para cerrar el paso de Quillaguasa y evitar la retirada de las fuerzas de la coalición hacia Arica. La encerrona planeada por el mando chileno no dio resultados.

El 27 de noviembre el entonces coronel Andrés A. Cáceres, observando el valle de Tarapacá que no tenía más de 400 metros de ancho en promedio; creyó escuchar el sonido de sables que se expandió por todo el valle, no podía ser de la caballería peruana que había partido temprano; al mismo tiempo, un vuelo de torcazas se elevó al cielo, señal que Cáceres interpretó como presencia del enemigo.

Cáceres ante esta sospecha y viendo el peligro en que encontraban sus fuerzas, dio la alarma inmediata exclamó “¡Enemigos!” “¡Que forme la división en tres columnas!” De inmediato trasmitió la orden al coronel Manuel Suárez, jefe del 2 de mayo “¡Su batallón detrás del mío! ¡En silencio, armar bayonetas y arriba!”. (15)                           

En la versión chilena, Pinochet indicó que es el coronel Suarez quien ordenó a sus fuerzas evacuaran el pueblo rápidamente, lo que hicieron de inmediato la división Cáceres y División Bolognesi, ganando las alturas que rodeaban el pueblo, “el hecho de haberse cumplido esta orden con prontitud y sin vacilaciones significó el triunfo para el Perú, pues si se hubiesen defendido habría sido ir a un sacrificio inútil”. (16)

Cáceres con su división ganaron rápidamente las alturas por el Oeste para no estar en desventaja frente al enemigo y enfrentó a las fuerzas de Santa Cruz haciéndola retroceder. La columna Ramírez logró penetrar a la quebrada por Huarasiña siendo rechazada luego de violento combate por la división del coronel Bolognesi quien combatió enfermo. Cáceres recibió refuerzos y logró poner en fuga a las fuerzas enemigas.

Imagen que contiene persona, uniforme militar, foto, mujer

El contenido generado por IA puede ser incorrecto.

El combate fue heroico, violento, sin tregua nuestras tropas agotadas, cansadas hasta la inanición, extenuadas, después de haber recorrido el desierto por casi 200 kilómetros, aun así, en esas circunstancias supremas de la capacidad humana, sobreponiéndose a su propio agotamiento y limitaciones logísticas lucharon frente a una fuerza que venía de obtener victorias en Pisagua, San Francisco y Germania.

El general Augusto Pinochet describe la batalla de Tarapacá desde el lado de las fuerzas chilenas, con tanto realismo que expresa la angustia y temor que sentían las tropas enemigas ante el empuje batallador de las fuerzas de la coalición “En esta hora de angustia, todos disputaban la victoria en un esfuerzo sobrehumano; pero aquellos que captaban la situación con realismo comprendieron la gravedad del momento y la necesidad de una retirada antes de perderlo todo…”. (17)

En esas circunstancias tan adversas para las fuerzas enemigas a punto de darse a la fuga, en que el temor se venía apoderando del espíritu combativo y su moral decaía estrepitosamente frente al ataque de nuestras fuerzas, el Tte. Crl Vergara, envía un mensajero al poblado de Dibujo para comunicar al General en Jefe, la retirada de las fuerzas de Tarapacá.

El mensaje decía: "Señor General: Nos batimos hace más de tres horas con fuerzas muy superiores. Estamos en mala situación y no es improbable una retirada más o menos desastrosa. Conviene que nos mande encontrar con agua y algunos refuerzos. D. G. a Ud. José Francisco Vergara". (18)

Llamadas por el general Juan Buendía, de Pachica llegaron dos divisiones la Primera y Vanguardia llamadas por Suárez, reforzaron todos los sectores y luego las fuerzas chilenas huyeron por la Pampa de Isluga perseguidas de cerca por los peruanos. Las fuerzas peruanas perdieron 236 hombres, hubo 337 heridos; por su parte los chilenos tuvieron 758 bajas entre muertos y heridos y 56 prisioneros.

La actuación de Andrés A. Cáceres y del batallón Zepita en la batalla de Tarapacá, recibió numerosos elogios, entre ellos del coronel Belisario Suárez, jefe de estado mayor general quien anotó lo siguiente: “Zepita tomó cuatro de los cañones enemigos con sus municiones, mientras, digno émulo de su decisión y de su gloria, llevaba en trofeo el regimiento Dos de Mayo, los dos que se encontraban a su frente. Estaba cumplida, en los primeros momentos del combate, una de las más notables proezas de la infantería, y fue cuando brilló el valor y cuando se revelaron en todo su mérito la perseverancia y talento militares del comandante general de la segunda división, señor coronel Andrés Avelino Cáceres, que tuvo el acierto, tan raro en el arte, de saber utilizar la victoria sin dejarse arrastrar ciegamente por ella. Preocupado sólo del triunfo de nuestras armas, el coronel Cáceres moderó el ardor de sus soldados, organizó el mismo entusiasmo, y no pedía sino fuerzas que recordaron su plan admirablemente combinado y que redujo a la impotencia a los contrarios”. (19)

El general Juan Buendía comandante en jefe del ejército del sur, luego de la batalla de Tarapacá, emitió el parte oficial de la batalla, en ella no escatima elogios para nuestras fuerzas y los jefes y oficiales, relevando la intrepidez, valor e ímpetu del ataque que hicieron huir a la infantería y caballería enemiga, quedando la artillería en poder de nuestras fuerzas.

El general Juan Buendía relata que fue la primera división al mando del coronel Andrés A. Cáceres la primera en ocupar las alturas del poblado, recibieron fuego de artillería enemiga y gracias a su heroísmo se aproximaron hasta cercanías del enemigo, deplorando la muerte de coronel Manuel Suarez y del teniente coronel Juan Bautista Zubiaga.

“La tercera división, al mando del señor coronel comandante general don Francisco Bolognesi, tiene también gran parte en la victoria; su jefe, que hasta el momento del combate se encontraba enfermo y postrado en cama, olvidó sus padecimientos y marcho a la cabeza de su división…” (20). Mariano Santos Mateo arrancó el estandarte del Regimiento 2do de línea chileno, mereció mención honrosa en el parte de su jefe de División, el coronel Francisco Bolognesi.

Las fuerzas peruanas, ejército pequeño pero valeroso emprendió la retirada hacia Arica al día siguiente de la batalla, no pudieron salvar la provincia de Tarapacá. Hizo un primer alto en la garganta de Aroma, el siguiente en Camiña aquí descansó un día “entre verdes campos de tréboles, viñas, olivos y huacas”. Atravesaron el desierto de Camarones y llegaron a Arica el 18 de diciembre.

El escritor inglés Clements Markham, describe el resultado de la batalla: “Si se considera detenidamente las mil dificultades del caso: la falta de víveres y de recursos de todo género, la carencia de todo medio de comunicación con base alguna, la imposibilidad de recibir socorros habrá de convenir que el general Buendía tomó el partido conveniente al decidir el abandono de la provincia tras el fracaso del brillante asalto al cerro de San Francisco. Salvó así la flor de su ejército y prestó a su patria el mejor servicio posible en aquellas circunstancias; y aun para hacer eso debió no solo dar una batalla, sino ganar una victoria”. (21)

La derrota de las fuerzas enemigas en Tarapacá trajo momentos de consternación, pesadumbre y dolor en las autoridades chilenas. El presidente chileno Aníbal Pinto el 2 de diciembre de 1879, escribe una carta a Rafael Sotomayor:

“Yo atribuyo este desgraciado acontecimiento:

1.    A ligereza. Se envió una pequeña división a Tarapacá sin saber a punto fijo si había allí enemigos.

2.   A petulancia. Estamos poseídos de la idea de que un soldado chileno puede levantar la cordillera de los Andes en la punta de su bayoneta, y guiados por este sentimiento no es de extrañar que cometamos imprudencias como la de Tarapacá”. (22)

Rafael Sotomayor Baeza era ministro de guerra y marina, luego de la derrota de sus fuerzas en Tarapacá, poseído de una gran indignación, escribió a Pinto: “Los 700 u 800 hombres perdidos en Tarapacá con 7 u 8 cañones y mucho armamento se debe en gran parte a esa servil adoración de la táctica de Moltke, que falsamente se le atribuye a este capitán. Se quiso tener un Sedán, dar pruebas de estrategia militar y se encontró un sepulcro inmerecido para nuestra tropa…” (23)

El significado de Tarapacá para las generaciones de nuevos soldados de nuestro ejército ha quedado grabado en piedra. Es una luz que ilumina el firmamento, es un ejemplo que aflora de las múltiples acciones de valor y heroísmo de la lucha tenaz, en las condiciones muy desventajosas en que se encontraban, sobreponiéndose a ello, sacaron del fondo del alma el espíritu guerrero de sus ancestros.

Hoy la Batalla de Tarapacá es reconocida mundialmente como el triunfo de las fuerzas morales frente a la adversidad. El soldado peruano se sobrepuso al cansancio, la sed, las enfermedades, a la falta de apoyo, a la deserción, cobardía criticable en esa hora aciaga.

La sangre de nuestros soldados ha humedecido el valle y las arenas de esta bendita tierra, sacrificio memorable por siempre. Allí en ese suelo, en sus arenas desérticas, que espera resarcir su dolor y frustración, cayeron los heridos, quedaron los muertos, las balas y cañones, el choque de bayonetas y los ayes de dolor.

¡Tarapacá Victoria memorable!

 

Imagen que contiene interior, tabla, edificio, pastel

El contenido generado por IA puede ser incorrecto.




Un grupo de personas en uniforme

El contenido generado por IA puede ser incorrecto.

Homenaje por la OLMC al Gran Mariscal Andrés A. Cáceres 10 de Noviembre de 2022.

Imagen de portada: Óleo que representa a la Batalla de Tarapacá, del 27 de noviembre de 1879, victoria peruana sobre las fuerzas chilenas.

Notas:

·       López, Jacinto: Historia de la guerra del guano y del salitre: 1 y 2.

·       Pinochet, Augusto. Guerra del Pacífico. Campaña de Tarapacá: 3, 4, 12, 13, 14, 15, 16,17, 18.

·         Vicuña, Benjamín. La fallida ‘encerrona a los peruanos’: 5, 6, 8, 9, 10.

·         CACERES: CONDUCTOR NACIONAL. CPHE. 1984: 19

·         ISIDORO, ERRÁZURIZ. La jornada de Tarapacá, folleto, diciembre de 1879: 7

·         Buendía, Juan. Parte oficial de la batalla de Tarapacá: 20.

·         Markham, Clements. “La guerra entre Perú y Chile”. Batalla de Tarapacá: 21

·         Bulnes, Gonzalo. “Guerra del Pacífico”. Tomo 1: 22, 23.

 

 


lunes, 10 de noviembre de 2025

Recuerdos inolvidables.

 


Recuerdos inolvidables.

Por: Arturo Castro.

Cuando me remonto al pasado y llegan a mi mente recuerdos de vivencias que llenaron mi niñez, me solazo tiernamente y vuelve a despertar al niño que vive muy dentro de mí, retomo a mi infancia llena de alegrías, también de tristezas y necesidades, quién no las tuvo de niño; pero en el fondo feliz por el amor que me profesaban mis tías y abuela, el amor que por mí sentía mi querida mamá así le decía a mi abuela, fue grande, inconmensurable, no tiene espacio ni tiempo, ni modo de expresar, solo de sentir, con el correr de los años se ha fortalecido con los recuerdos gratos que guardo de ella, cuyo amor me profesó hasta el último hálito de vida, su último pensamiento fue para su hijo ausente y muy lejos geográficamente por razones de trabajo, pero muy cerca espiritualmente.

Como todos, quisiera mantener siempre hasta el final de mis días el niño que llevo dentro, ese niño que ríe con las cosas simples de la vida, el niño feliz que jugaba con su camioncito de madera y su patinete azul, que se apartaba del mundo cuando realizaba una actividad sencilla, simple y humilde, como ayudar a los ancianos o a los amigos; el niño que sufría con las miserias humanas, que lloraba desgarradamente por quienes no tienen acceso a una mejor calidad de vida; ese niño que gozaba con alegría desbordante sus íntimos sueños humanos y que de alguna manera se convirtieron en realidad palpable en sus años maduros, gracias al esfuerzo y perseverancia que le pusimos a nuestras acciones.

Frases que pueden parecer muy trilladas para algunos y muy nuevas para aquellos que viven contando las monedas de a cincuenta céntimos pensando si al día siguiente esas monedas les alcanzará para poder dar de comer a sus hijos, personas que viven en la extrema pobreza en lugares distantes del país, lugares donde no tienen acceso a la modernidad; pero, que tienen el espíritu de superación y que solo esperan la gran oportunidad para despegar y no perderse en los surcos y campos roturados, de obstáculos que la misma vida se encarga de colocar, quizás como una prueba para ver de qué madera están hechos esos seres y cuáles son sus fortalezas.

De aquellos inolvidables momentos que llenaron los días de mi infancia, los más nítidos, transparentes y que se quedaron grabados en el fondo de mi mente, son aquellos pasados al lado de mi querida y adorada abuela, aquella agradable, cariñosa y buena mujer, que me enseñó de qué tamaño es la bondad humana demostrado por los esfuerzos que hacía por amor a sus hijos lejos del lugar donde ella vivíamos. Algunos hechos se relacionan con las actividades programadas en el almanaque agrícola que manejaban los agricultores de la zona, como era la siembra y cultivo en algunas pequeñas parcelas que tenía y que las dedicaba a la agricultura, en la modalidad de partición con los jornaleros y que a su vez eran los cuidadores de estas.

Rayando el sol salíamos de la casa, ella enfundada en ropa de trabajo de campo gruesa con una pequeña carga sobre sus hombros envuelto en una manta de colores propios de la zona, protegida contra el frío y el sol llevando el paraguas negro, ataviada con su sombrero blanco que llevaba un listón oscuro, una banda colocada debajo de la copa del sombrero, muy característico y usado por las mujeres del campo.

Caminábamos los 5 kilómetros que nos separaban de la chacra como ella decía, atravesando primero las principales calles que nos llevaban a los extramuros de la ciudad donde se iniciaban las tierras de cultivo de diversos propietarios pequeños, medianos y grandes, caminábamos y conversábamos del amanecer, de los gentiles o apariciones, fantasmas, pishtacos que era la creencia popular y de sus actividades y esa carrozable que en épocas de lluvias se convertía en un lodazal y hacía más difícil el trasporte y caminata de las personas que la utilizaban, en ambos bordes tenía tierras de cultivo de gran tamaño y sus propietarios eran los gamonales de la zona.

Mientras el sol se elevaba sobre las alturas que circundaban la ciudad por el Este, muy lejos, detrás de la laguna de Paca estaban los cerros de Pancán, Chunan, y Huala, ambos caminábamos a paso regular, saludando a las personas que se dirigían en dirección contraria, al ingresar a un sector nos percatamos que era un sembrío de eucaliptos por su olor penetrante y aromático, que tenía un cerco perimétrico de adobe, luego seguíamos la ruta entre construcciones de adobe que protegían una serie de parcelas, los burros cargaban las garrafas de leche que trasladaban a la ciudad unas chicas que conducían a las acémilas a velocidad moderada para llegar temprano al mercado.

Transcurrido casi una hora y media de camino, que a mi edad era una eternidad, acompañados por un pastor que llevaba sus ovejas para tomar agua cerca de la orilla de la laguna de Paca, avistábamos las primeras parcelas que eran familiares porque pertenecían a los hermanos de mi abuela y que por las dimensiones eran las más grandes y fértiles, en esa zona le había tocado dos trozos de media hectárea, la más hermosa para mí por su paisaje, era la que le había tocado una cercana a la laguna de Paca, según sus hermanos esa era una gran ventaja por tener agua todo el año, pero lo que no decían es que la mayor parte del tiempo, un tercio del terreno estaba anegada, llena de agua, por lo que era muy difícil sembrar y lo es hasta hoy.

Mi abuela era una mujer respetuosa, callada y dócil, y confiaba, al igual que sus dos hermanas, en lo que sus hermanos les aseguraban, ellos eran los líderes, casi siempre los dos eran muy aprovechados, no eran justos en todos las actividades comunes que debían cumplir cada año  los hermanos para las épocas de siembra y cosecha, mi abuela era muy  activa, amorosa y trabajadora para su edad, edad en la que debería estar descansando y gozando quizás de una pensión como tantas mujeres de su edad, viudas como ella, hoy que han pasado los años desde su partida, miles de vivencias con ella hacen que me pregunte siempre, para poder entender sus sentimientos más profundos, su mundo éramos nosotros, su familia que tanto añoraba.

Entonces, en mi madurez no es difícil entender de cómo estaba compuesto ese universo de sentimientos llamado amor, que ella profesaba a sus hijos y de qué confines está hecha la ternura con que me acariciaba o me consolaba cuando las penas y tristezas invadían mi ser, especialmente en la navidad, solo sus queridas y entrañables manos ajadas por el tiempo, podían morigerar un llanto enorme, una enfermedad pasajera o una caída estrepitosa, porque me amaba en medio de su tristeza sin fin y la limitada riqueza material en que debatía los días de su vida senil, asistida por uno de sus hijos cuya esposa mostraba su cariño de una manera particularmente utilitaria; así, ella acompañada por mí vivíamos en medio de un enjambre de personas, preocupados por sus propios problemas y necesidades, especialmente los más cercanos quienes habían olvidado la palabra solidaridad y no conocían el concepto de bondad en su real dimensión, vivíamos acorralados en medio de la vorágine de la vida provinciana.

Otros pasajes singulares que vivimos por aquellos días eran los preámbulos a los viajes a Lima, especialmente la primera vez que viajé, un gran trajín, compra de dulces y panes característicos de nuestra querida tierra, la gran aventura de viajar en tren, inolvidables días durante varios años, en que la acompañaba en sus interminables viajes de visita a sus hijos, mis recordados y queridos tíos residentes en Lima. El día del viaje, nos levantábamos de madrugada para preparar y empacar nuestras pertenecías, que no eran muchas, mas era la carga de costalillos de maíz y de papa que mi abuela llevaba como parte del bagaje para repartir a sus hijos.

Muy temprano acompañado de un estibador especialista en la materia conocido como “lorito” Rodriguez por su nariz característica, llegaba a casa muy temprano con su carretilla de madera y trasladaba costales, maletas y canasta de dulces, así, mi abuela y yo caminábamos al paso del estibador encaminándonos hacia la estación del tren, distante aproximadamente 1.5 kms de la casa donde vivíamos y aunque el frio a esa hora molestaba sobremanera no perdíamos el entusiasmo, ese día amaneció con cielo despejado y el sol brillaba en el cielo azul, pero,  algunos días el cielo amanecía nublado y en otras con una lluvia torrencial que obligaba a caminar con paraguas y un protector para evitar mojarse y así no pescar un resfriado casual.

El ferrocarril central como ya dijimos, lo abordábamos en la estación central de Jauja a los 7 de la mañana, allí mientras los pasajeros subían para ocupar sus lugares en los coches y los vendedores ambulantes ofrecían manzanas acarameladas, gaseosas, chicha y los riquísimos bizcochuelos calientes, yo contemplaba la inmensa mole de fierro semejante a un gran dragón asiático que resoplaba  con su sonido característico y como un viejo  toro de lidia, expulsando vapor por sus inmensas fauces, mientras el pito sonaba apurando a pasajeros, vendedores, brequeros y mirones, anunciando su partida, esa enorme mole de fierros, jalada por locomotoras que hacían un ruido enorme y característico, creado y levantado por el ingenio humano, iniciaba su movimiento lentamente sincronizando bielas, barras de conexión o acoplamiento, y poco a poco agarraba velocidad que no sobrepasaba los 50 kilómetros por hora y un movimiento acompasado que desprendía un sonido monótono, llevando a sus pasajeros y carga en una largo trayecto, plagado de curvas, puentes y túneles, Para alcanzar y trasponer la cordillera de los Andes hacia el lado occidental el tren debía superar y atravesar 58 puentes, 69 túneles, y alrededor de 6 zigzags,  hasta arribar a la estación de Desamparados en Lima. 

El viaje al principio era novedoso, la velocidad del tren era moderada ni muy rápido ni muy lento, a la vera del río Mantaro que acompañaba al ferrocarril en todo su recorrido, como dijimos líneas arriba, las casas y las parcelas de sembríos pasaban a mi vista rápidamente, el tiempo de viaje total sumado a las paradas obligatorias en las estaciones a lo largo de su recorrido sumaban casi 10 horas, diez largas horas de estar sentados en una bancas de madera, de movimiento y sonido monótono del tren que debíamos aguantar pacientemente, teníamos la libertad de pararnos y caminar dentro del coche, lo que me llenaba de alegría eran los innumerables paisajes que se descubrían a mi vista eran indescriptibles, dignos de pintarse en grandes cuadros y el recorrido en la mayor parte a la vera del majestuoso rio Mantaro en cuyo recorrido hacia la Oroya se estrechaba, sus aguas torrentosas bajaban de las alturas más pronunciadas, desde el Lago Junín y durante su recorrido estrecho bajando alimentaba a las tierras aledañas cuyos sembríos florecían, luego se abría ingresando al  amplio valle de Jauja y Huancayo regando y alimentando las tierras fértiles del incontratable valle que se abría a sus anchas.

El tren seguía su camino y estaba tan cercano a la carretera y a la orilla del río que permitía oler el irresistible perfume de las flores que bordeaban sus orillas, el verdor del paisaje lleno de eucaliptos y sembríos, y las flores amarillas de la retama bordeaban la vía del ferrocarril que se desplazaba como una gran boa, abriendo sus fauces y expulsando el vapor y el humo del carbón que hacía funcionar la locomotora, el olor era más penetrante cuando se atravesaban los innumerables túneles de esta vía. Nuestra parada en la Oroya, la ciudad sumergida en una niebla de humos tóxicos producidos por la refinería de cobre, la población niños y adultos con ropa gruesa, allí la parada obligada para que bajen y suban pasajeros, los mineros pululaban en la ciudad con sus cascos característicos, los vendedores ambulantes ofreciendo sus choclos con queso y dulces, muchos viajeros compraban o bajaban a comerse un caldo de ranas y luego de unos minutos nuevamente se reanudaba el viaje subiendo la pendiente andina hasta llegar el paso obligado de Ticllio.

Tramontada la cordillera el tren iniciaba el descenso, se detenía en la estación de Casapalca, centro minero en cuya maestranza trabajaba mi padre, quien subía por momentos a saludarnos y abrazar a su madre con especial cariño, seguía el viaje y después de dos horas, sentía que el tren disminuía la velocidad, es que ingresábamos a la zona de los zig-zag, proseguía el viaje y pasábamos momentos de gran tensión cuando llegábamos al denominado puente infiernillo, una maravilla de la ingeniería de aquellos tiempos. Luego el descenso en zigzag, no había otra forma de desplazamiento del tren hasta llegar al nivel de Chosica y de aquí hacia Lima era solo escasamente una hora y media o quizás dos, a las 5 de la tarde llegábamos a la estación Desamparados de Lima, allí nos esperaban mis tías que habían ido a recibirnos, después de los abrazos y besos cariñosos de bienvenida, subíamos las escaleras de la gran Estación de trenes de Lima, cargando nuestras bártulos hasta llegar al nivel de la calle, tomar un taxi que nos llevaría a la casa de una de mis tías donde permaneceríamos casi un mes, el taxi enrumbaba hacia el distrito de Lince, atrás quedaban los recuerdos de un novedoso y sorprendente viaje a Lima, el taxi siguió su rumbo y se perdió en el atardecer limeño, yo iba sorprendido sentado en la parte de atrás, pegado al regazo de mi madre quien me miraba con amor y mi mirada se posó en las vías de esta ciudad llenas de personas que caminaban apuradas, encantado de conocer una gran urbe de la que tanto había escuchado hablar y contar a mis mayores en mi querida Jauja. Lima nos dio la bienvenida.


Imagen: gettyimages. Glowimages

 

 

lunes, 13 de octubre de 2025

2026: LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL (IA) Y EL PROCESO ELECTORAL

 


2026: LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL (IA) Y EL PROCESO ELECTORAL

Por: Arturo Castro

El 8 de octubre día dedicado a recordar el sacrificio heroico del almirante Miguel Grau en punta Angamos, día de la Armada peruana, la ceremonia tradicional que se realizó en la plaza Grau del Callao, fue presidida por la presidenta Dina Boluarte, hasta ese momento nadie presagiaba lo que vendría el día 10, la vacancia y los días sucesivos, la incertidumbre de conocer el gabinete ministerial.

Mucha tinta ha corrido en los diarios impresos, programas de TV y radio que se han ocupado de la vacancia presidencial, un hecho político muy preocupante, nos demuestra lo frágil y débil que es nuestra democracia y acentúa el grado de incertidumbre porque estamos en plena campaña electoral y la población no tiene la confianza y seguridad en sus autoridades electorales, hay antecedentes pésimos sobre la conducción del proceso.

Qué sucedió en las altas esferas del poder entre el 8 y 10 de octubre, fue el atentado a la orquesta Agua marina el detonante, fue la grave situación de violencia urbana, extorsión, chantaje y asesinatos y la pasividad de Boluarte para enfrentarla, o como dicen algunos analistas, esta vacancia ya estaba bien conversada, un cambio de gobierno a escasos 9 meses para que termine. La permanencia de mesa directiva lo demuestra.

Creen ustedes que el presidente José Jeri, tendrá la voluntad y capacidad para solucionará los graves problemas de inseguridad que vivimos, durante estos siete meses se revertirá la inseguridad y por arte de birlibirloque todo se solucionará, llegará la paz, tranquilidad, concomitancia. Ojalá sea así, para tranquilidad de la Nación.

Stephen Hawking físico británico ya había advertido sobre el peligro de la Inteligencia Artificial (IA), realmente mostró su preocupación afirmando que "Podemos enfrentarnos a una explosión de inteligencia que, en última instancia, resulte en máquinas cuya inteligencia supere a la nuestra en más de lo que la nuestra supera a la de los caracoles".  Las maquinas podrían superar al hombre.

Han pasado varios años de su fallecimiento en 2018 y la IA ha invadido todas las actividades que realiza el ser humano, pero qué es la IA, “la inteligencia artificial (IA) es una tecnología que permite a las computadoras y máquinas simular el aprendizaje humano, la comprensión, la resolución de problemas, la toma de decisiones, la creatividad y la autonomía”.

No ha sorprendido la noticia publicada en medios digitales, la forma cómo la inteligencia artificial está redefiniendo la educación en la escuela privada Alpha School en Austin Texas, al incorporar la inteligencia artificial (IA) como pilar central del aprendizaje.

“Durante dos horas por la mañana, los estudiantes aprenden materias como matemáticas, lectura y ciencias mediante programas personalizados impulsados con IA que adaptan el ritmo y nivel de dificultad según su desempeño”.

Por otro lado, la guerra Rusia-Ucrania, convertido a su vez en un gran laboratorio bélico por la aplicación de nuevos artefactos tecnológicos, es un conflicto plagado “por una de las tecnologías de guerra más devastadoras del planeta: los drones impulsados por inteligencia artificial para perseguir objetivos militares”.

Como se conoce, inicialmente los drones han sido utilizados principalmente para labores de rescate o humanitarias, con el paso del avance tecnológico, en la actualidad esta tecnología también se ha convertido en un arma de doble filo y, por ende, ya ha sido más que probada en el campo de batalla, no solo en tierras ucranianas.

Como es de conocimiento general, la actual división política del Perú considera 24 Regiones y una Región autónoma. En la práctica es la misma antigua demarcación que consideraba 24 departamentos y la Provincia Constitucional del Callao, a mi juicio no ha cambiado nada. Algunos analistas coinciden en afirmar que esta organización no favorece la unidad, desarrollo e identidad del país.

Durante el primer gobierno del fallecido presidente Alan García Pérez, el Plan Nacional de Regionalización, fijó como máximo 12 regiones. Durante el gobierno del fallecido Alberto Fujimori, estando el organizado en 12 regiones, Fujimori   dividió al Perú en 25 regiones, que en la realidad eran los departamentos convertidos en regiones, adoptando el nombre de Consejo Transitorio de Administración Regional (CTAR).

El 12 de abril se cumplió la fecha límite para que los partidos logren la condición de inscritos ante el Registro de Organizaciones Políticas (ROP) del Jurado Nacional de Elecciones (JNE); así, un total de 43 partidos políticos lograron inscribirse, lo cual es todo un récord, digno del libro de Guinness. Tantos candidatos, qué los mueve, será el interés común, lograr el bienestar general, varios de esos candidatos con conocidos desde hace 50 años son dinosaurios de la política. A diferencia de Chile que en las elecciones de este año competirán 8 candidatos.

Sin embargo, el hecho de que en el próximo proceso electoral participarán 43 partidos, ya nos demuestra lo precaria que es la crisis política que vivimos, no sé si exista algún país donde participen tantos candidatos, lo único que se va a lograr será la atomización del Congreso y será la torre de babel, 5 años más perdidos por el parlamento que no estará a la altura de las necesidades del país.

Quisiéramos tener la confianza y fe, en que los candidatos disponen de un diagnóstico real y objetivo de la situación del país, producto del trabajo sesudo de tecnócratas que, desde un cómodo sillón y una oficina con aire acondicionado o calefacción en la capital ya tienen listo su plan de gobierno.

Asistimos todos los peruanos a una demostración de lo débil que son las instituciones y organizaciones políticas por su propia irresponsabilidad e indiferencia; por ello no sorprende la desazón y desconfianza en esta clase y se justifica la necesidad de la población en buscar una nueva alternativa, aunque eso signifique tirar por la borda todo lo avanzado hasta la fecha.

La desconfianza popular se traduce en recordar cómo ha sido siempre, una vieja costumbre democrática, a la vuelta de la esquina olvidarán como siempre las promesas que se llevó el viento, porque allí donde el hambre muerde el estómago y la pobreza espanta al miedo, no quieren promesas, quieren realidades, no quieren palabras sino obras. ¡Hechos y no palabras!

Nos preguntamos cómo serán recibidos los candidatos que se desplacen al interior del país, caminarán los viejos caminos del Perú cuando la campaña electoral caliente y en cada Asentamiento Humano, poblado alejado, donde la sed y el hambre son sinónimo de vida o muerte, en cada carretera afirmada, que esperan aún ser pavimentadas, colegios derruidos sin carpetas, postas médicas sin medicinas, enfermeras, ni médicos, olvidados por siempre.

Con tantos años de promesas incumplidas, cómo harán los candidatos para recuperar la confianza y credibilidad de la ciudadanía. Hay mucho trabaja por realizar para recuperar la confianza de la población, solo se logrará cuando apliquen la ley y pongan orden en el país.

¿Cuál será el rol de la IA en el proceso electoral?

Los avances logrados en IA como: ChatGPT (OpenAI) y Copilot (Microsoft), Gemini-2.5 Pro: 1,446, OpenAI o3: 1,409, DeepSeek V3: 1,368, etc. Según los expertos podrían tener un impacto mayúsculo en los procesos electorales. Expertos aseguran que, la IA podría influenciar en la toma de decisiones de los votantes aprovechando los macrodatos.

“Los macrodatos son colecciones extremadamente grandes y diversas de datos estructurados, no estructurados y semiestructurados que continúan creciendo exponencialmente con el tiempo”. Son   tan enormes y complejos en volumen, velocidad y variedad, no pueden ser almacenados, procesados ni analizados con los sistemas tradicionales.

Otra posibilidad de la IA es lanzar ciberataques, un ciberataque es el esfuerzo intencional para robar, exponer, alterar, deshabilitar o destruir datos, aplicaciones u otros activos a través del acceso no autorizado a una red, sistema informático o dispositivo digital.

La IA también puede producir deepfakes (imágenes, videos o grabaciones de audio falsos) y difundir desinformación podría desestabilizar los procesos democráticos, amenazar la integridad del discurso político y erosionar la confianza de la población.

Pensemos bien con madurez, antes reflexionemos, aún queda mucho pan por rebanar, no desperdiciemos nuestros votos, no les entreguemos fácilmente una carta en blanco; porque “promete y promete hasta…”, luego “olvida lo prometido”, somos un “bocato di cardinale” para los políticos en esta lid electoral, por eso nos enamoran, luego de obtenido nuestros votos, nos darán una patada y todo seguirá igual. No seamos tontos útiles ni convidados de piedra.

El sistema electoral (JNE, ONPE y Reniec) deben mantenerse fuera de la influencia de la IA, tienen una gran responsabilidad muy grande ante la Nación peruana, administran mucha información de los ciudadanos del país, además de, borrar la pésima imagen que aún se conserva en la retina de los ciudadanos, al haber manejado de manera deficiente, negativa y en contra de los procedimientos, el anterior proceso electoral de 2021. 

Transparencia en el cumplimiento de su alta responsabilidad, firmeza en su accionar coercitivo, así se evitará la sospecha de fraude.


viernes, 19 de septiembre de 2025

Crónicas viajeras: Sydney ciudad sorprendente.

 


Crónicas viajeras: Sydney ciudad sorprendente.

Por: Arturo Castro F.

Deseo compartir este relato, sucedió en la ciudad de Sydney-Australia en 2013 en nuestra primera visita. En otras latitudes como es el presente caso, sorprende lo bien que funciona el sistema de transportes en estos países, denominados del primer mundo, y como es lógico sentimos cierta desazón y surge la pregunta, por qué en estos países sí funcionan y en el nuestro es un pésimo y arcaico sistema.

Líneas de buses con buenos paraderos, horarios de llegada y salida que cumplen, las diferentes líneas de buses, lo confortable de vehículos y trenes, a lo largo del recorrido de las principales avenidas amplias, existen áreas de seguridad dónde los buses se detienen momentáneamente para cambiar de conductor, esto como una forma de control de las autoridades de transporte.

Fue una mañana de otoño, las hojas secas se desprendían de los árboles a lo largo de la Busaco Rd., y de la vera de las avenidas, alamedas y jardines, parecían alfombras persas hiladas finamente, hojas de diferentes formas y colores, así era ese hermoso día en Sydney, sin mucho frio la temperatura marcaba 15°C.

Nos volvimos a embarcar en el paradero del bus de la línea 292, que cubre la ruta desde la calle Busaco Rd., ubicado en Marsfield un suburbio al norte de Sydney, en el estado de Nueva Gales del Sur, hasta el centro de Sydney. En esta calle está el paradero final o inicio de la ruta, según las personas que desean partir hacia la ciudad o regresen de ella. El viaje dura aproximadamente 45 minutos, por una autopista con varios carriles, todas en buen estado y bien señalizados.

En su recorrido hacia la ciudad el bus se desplaza por el carril que está asignado para este tipo de transporte, en las horas punta ningún otro vehículo puede utilizar ese carril de tal manera que, el desplazamiento de los buses en general es rápido por las avenidas y calles bien conservadas, la ruta de esta línea bordea la Universidad Macquarie, ingresa a su gran campus, para recoger estudiantes, pasajeros y enrumbar luego hacia el Macquarie Shopping Centre, se detiene en el paradero, el mismo que es utilizado por varias  líneas de transporte, aquí los usuarios encuentra toda la información sobre horarios de llegada y partida de los diferentes buses, los que cumplen escrupulosamente y las rutas que cubren a lo largo de su recorrido, no fallan.

Al lado de la Universidad, está ubicado el paradero del tren subterráneo. Luego de esta breve visita al Shopping, el bus ingresa a la autopista que la llevará al centro de Sydney, ingresando por el Sydney Harbour Bridge, el famoso puente de la bahía de Sydney y parar en la intersección de York Street, con Market Street, su paradero final, al costado del Centro Comercial Reina Victoria.

Volvamos a la ruta, la universidad Macquarie tiene un amplio campus con zonas de parqueo enormes, aulas rodeadas de bosques y presencia de diversas aves: cuervos, cacatúas, urracas, loros de todos los colores, kookaburras se mezclan en un coro. Un paisaje verde domina el escenario y se abre a la observación de estudiantes, profesores, peatones y visitantes. La vegetación se extiende a ambos lados de las vías por donde se desplaza el bus.

En uno de los paraderos intermedios, antes de llegar al Shopping Centre descrito líneas arriba, subió una joven rubia de aproximadamente 30 años, simpática, con un atuendo que reflejaba su buen gusto y juventud, zapatos de tacón color negro, pantalón del mismo color, una blusa de color rosa manga larga y una chaqueta crema, manga tres cuartos, completaba su atuendo.

Había una particularidad en esta joven, observamos que subía con un perro labrador que hacía de lazarillo. Saludó al conductor y pasó sin pagar pasaje, el perro, la guio hasta el asiento reservado para ancianos, bebes y minusválidos y ella tomó asiento y el perro se acomodó debajo del asiento a su lado, en actitud alerta.  

Luego, ella sacó de su bolso un IPod, se colocó los audífonos en ambos oídos, seleccionó al tacto su música preferida y se concentró en escuchar sus melodías seguramente seleccionadas previamente, mientras el bus se desplazaba raudamente por su carril y el perro permanecía quieto y atento.

Pasados aproximadamente 20 minutos presionó el botón para bajar, que está ubicado en uno de los ejes verticales del bus, muy cerca de los asientos, se encendió una pizarra digital pequeña y se leyó “next stop”, un aviso para que el conductor detenga el vehículo en el paradero, ella guardó su IPod en el bolso, se incorporó al detenerse el bus y luego guiada por su mascota, bien entrenada, agradeció al conductor, bajó del bus y se perdió en dirección al paradero del tren subterráneo. No queda imagen de ella, porque respetamos su intimidad, como debería ser en todo lugar. Así es Sydney una bella ciudad de contrastes.

Hasta la próxima…


lunes, 15 de septiembre de 2025

El profe

 


Vivencias inolvidables

El profe

Por: Arturo Castro

Eran los últimos días de marzo de 1966, Aquiles un adolescente de recién cumplidos 17 años, había terminado  el 5to de secundaria en la GUE Mariano Melgar en el populoso distrito Breña, se había presentado a una escuela de las Fuerzas Armadas y no pudo continuar los exámenes de ingreso, porque había desaprobado Matemática en un examen de subsanación a fines de enero, así que haciendo de tripas corazón tuvo que retirar sus documentos de la oficina de admisión y despedirse de su sueño de ingresar ese año, de cómo regresó a casa y qué dijo a sus padres, es otra historia que será narrada en otro momento.

Pero, volvamos al inicio del relato, era el 24 un día después de su cumpleaños él se encontraba saliendo del hospital de enfermedades neoplásicas que funcionaba en la Av. Alfonso Ugarte casi frente al Hospital Loayza y se encontró con el profesor Ugartiza que impartía el curso de Lenguaje y Literatura en su colegio; luego del saludo protocolar conversaron sobre sus respectivas actividades y él profe le comentó que estaba como director de un colegio particular, por su parte él le comentó que no había podido completar los exámenes de admisión a un Instituto Armado porque tenía un curso desaprobado y no le podían expedir el certificado de estudios correspondiente a 5to de secundaria y de acuerdo a normas y disposiciones de la época, debía esperar hasta noviembre de ese año para dar un nuevo examen de subsanación.

Aquiles se quedó sorprendido cuando el profe Ugartiza, así de sopetón le dijo si quieres te vendo un certificado de 5to año que necesitas y puedas aprovechar el tiempo y presentarte a la Universidad estás a tiempo y no estar esperando hasta noviembre, le pedía algo de 150 soles de la época, una suma exorbitante para él en aquellos tiempos, Aquiles escuchó y calló, interiormente se preguntaba,  cómo haría el profe para conseguir el certificado, al parecer el profe se había dedicado a actividades no muy santas, Aquiles se despidió pensativo.

El profesor Ugartiza era un personaje especial, llegaba a clases siempre bien vestido, impecable terno, una buena corbata chillona, camisa blanca, con la sonrisa a flor de labios, optimista, bonachón y bromista, llevaba bajo el brazo su diario preferido El Comercio, ingresaba al aula y después de saludar ordenaba a sus alumnos abrir el libro de lectura en una pagina indicada, normalmente era una lectura selecta, indicándoles que verificaría detalles de lo escrito, para asegurarse que los alumnos leyeran.

Luego disponía silencio absoluto y prohibía molestarlo, procedía a sentarse, mientras el aula permanecía en sepulcral silencio, los alumnos concentrados en la lectura; él procedía a una lectura rápida del diario y luego de la sección deportes pasaba a la sección hípica en la que se publicaban las carreras de caballos y se concentraba en elegir los favoritos de cada carrera, normalmente eran 10 carreras y así dedicado a esos menesteres no docentes, permanecía hasta que tocaba la campana y luego raudamente se despedía de todos y nunca verificó lo aprendido en la lectura, dejaba un halo de misterio e incertidumbre en el aula y la verdad es, que no impartía clases del curso, venía a cumplir el horario de clase, nunca lo vimos preocuparse por sus alumnos, dejó un mal ejemplo, porque  los alumnos deficientemente preparados en su curso por la poca exigencia, los resultados al final de año en los exámenes finales, había desaprobados.

El resultado deficiente obtenido por sus alumnos en los exámenes finales era la demostración más palpable y el corolario del comportamiento antiético de un pésimo docente que no había comprendido su responsabilidad de maestro y guía de adolescentes alumnos de colegio. Pese a ello, me he preguntado cuántos certificados de estudios habrá vendido el profesor y cuántos de esos alumnos que le compraron, luego ingresaron a la Universidad o instituto armado y se graduaron como profesionales.