"Él general o simple capitán, que emplea a todos en el asalto de una posición puede estar seguro de verla retomada por un contraataque organizado de cuatro hombres y un cabo". Ardant du Pic.
¿Durante la Defensa de Lima en 1881, se consideró el contrataque
como parte de la maniobra defensiva?
Robert Green autor de la obra “Las 33
estrategias de la Guerra”, nos trae referencias sobre la historia militar y las
estrategias utilizadas por las diferentes culturas, y de cómo percibieron algo
muy peculiar durante la batalla: “el bando que estaba a la defensiva solía
ganar al final”. Según su observación parecía haber varias razones para
ello: “Primero, una vez que el agresor pasaba al ataque, no tenía más
sorpresa en reserva; el defensor podía ver claramente su estrategia y emprender
acciones de protección. Segundo, si por cualquier motivo el defensor podía
repeler este ataque inicial, el agresor quedaba en posición débil; su ejército
estaba desorganizado y exhausto. Si los defensores aprovechaban esa debilidad
para dar un contragolpe, a menudo podían forzar al agresor a retirarse”. [1]
La última batalla de la campaña del sur fue la batalla de
Arica en 7 de junio de 1880, Bolognesi y sus bravos combatientes entregaron lo
más preciado, su vida, en aras de la dignidad y honor nacional. Luego de la
defensa heroica de Arica, los directores generales de la Guerra chilenos
tuvieron casi seis meses para preparar la última ofensiva sobre la capital,
Lima. Lima era como hoy, el Heartland nacional, centro del poder político y
económico del Perú.
Qué hicieron las autoridades políticas y militares en este
lapso, casi 7 meses, para preparar la defensa de Lima, a qué se dedicaron; porque
valgan verdades, el desembarco de las tropas chilenas en Curayacu en 22 de
diciembre de 1880, no encontró ninguna oposición nacional, salvo dos
escuadrones nacionales que los hostigaron.
Seis batallones de infantería, un escuadrón de caballería, y
artillería chilenos desembarcó sin ninguna molestia. Esto demuestra que el
dictador Piérola y sus asesores militares, que eran de su círculo cercano de
amistad, no habían tomado ninguna previsión, para enfrentar estas fuerzas de
desembarco que luego se reforzó con las fuerzas al mando de Patricio Lynch que
desembarcaron en Pisco.
Ante tanta pasividad peruana, el general del ejército ecuatoriano
Salazar, afirmaba: “Semejante desembarco, ejecutado a cuatro pasos de
nuestro ejército, que por hallarse en el centro de sus recursos debía estar
bien provisto de los medios necesarios para su inmediata movilidad, fue en
extremo aventurado; por lo cual es de creerse que el cuartel general chileno no
se resolvió a practicarlo sino obligado a ello por la dura ley de una imperiosa
necesidad, y contando, probablemente, con que los peruanos se encerrarían de
nuevo en la defensiva pasiva, como lo habían hecho no sabemos porque razones,
en la campaña de Tacna, a pesar de que su ejército del sur, era más maniobrero
y movible que el destinado a la defensa de Lima”. [2]
Otra historia hubiera sido, si el ejército peruano situado en
Chorrillos se hubiera desplazado en masa el 24 de diciembre sobre Lurín y
Chilca, para atacar las tropas desembarcadas el día anterior.
Dentro de las operaciones defensivas y como parte del
planeamiento de la defensa, también se conciben operaciones de contrataque,
cuyo planeamiento debe ser meticulosamente realizado, especialmente en la
decisión del momento oportuno, adecuado y sorpresivo de su ejecución, que
permita lograr la conquista de un objetivo estratégico o táctico.
Las enseñanzas de la historia militar respecto de una
operación defensiva; entendiendo que, el bando que opte por defenderse elegirá
una zona de operaciones (Z/O) que le permita obstaculizar el avance enemigo y
que el esfuerzo que realice en un terreno convenientemente preparado desgastará
y afectará su moral e ímpetu de ataque.
El ataque chileno obedecería a un plan de batalla concebido
por el general en jefe chileno y su estado mayor, quienes habían realizado
reconocimientos generales y de detalle a partir de la línea de Chorrillos, que
domina el terreno por sus alturas ligadas entre sí a lo largo, se observaba la
tierra removida, la construcción de obstáculos, guarnecida por cañones, minas y
bayonetas.
Ante semejante organización defensiva del terreno, inferimos
que fue un gran dilema para los jefes militares chilenos el empleo de un ataque
frontal a semejante posición defendida por una buena organización del terreno y
tropas armadas con rifles de retrocarga.
El comandante en jefe del ejército chileno informó a su
gobierno el 19 de febrero de 1881
“siguiendo el camino de Manchay y se
llega a atacar al enemigo por su flanco menos defendido y era posible
interponerse entre la ciudad de Lima y el ejército que la defendía”. [3]
Esta Forma de Acción (F/A) tenía algunas limitaciones como: el camino
por recorrer era demasiado largo, exigía mayor movilidad que los chilenos no
tenían; lo peor, los alejaba de la costa, del apoyo de los cañones de sus
buques, esta acción hubiera permitido a las fuerzas peruanas
tomar Lurín y hostilizar la retaguardia chilena.
Otra F/A consideraba atacar por la línea de la costa, es
cierto se enfrentaba a posiciones peruanas mejor organizadas y defendidas en un
terreno que los favorecía; sin embargo, contaban a su favor, que la distancia
al enemigo era más corta y lo más importante, en ningún momento perdían el
apoyo de sus buques y mantenían su retaguardia segura, asegurando su línea de comunicaciones.
El enemigo consideró, además, otra F/A, que consistía en amenazar
Chorrillos con una división, mientras las otras dos divisiones atacaban por la
línea Monterrico; sin embargo, no tenían las fuerzas suficientes, consideraron
ilusorio atacar una posición enemiga más fuerte, con la limitación que sus
fuerzas deberían dividirse, lo cual debilitaría su ataque y no podrían apoyarse
en caso necesario. Al parecer no tuvieron tiempo para hacer un reconocimiento
de detalle de esta dirección de aproximación
Finalmente, después de este análisis, el comandante en jefe
de chileno se decidió atacar por Villa. Con todo su ejército.
Indudablemente que el terreno elegido para la defensa de la
capital entre San Juan y Chorrillos inicialmente, y posteriormente la línea
defensiva en Miraflores, un sector de la defensa estaba sobreextendida, no se
respetó la distancia de apoyo y carecía de cubiertas y abrigos, de alguna
manera el terreno no favorecía la defensa, salvo en el sector del Morro Solar
hasta Chorrillos por las construcciones de los diferentes ranchos.
Sin embargo, sabemos también que Nicolás de Piérola, - dictador
desde diciembre de 1879, cuando Mariano Ignacio Prado deserta y abandonó
nuestro país, pretextando gestionar compra de armas en Europa, lo que en
realidad fue una catastrófica deserción,
para preservar sus inversiones y propiedades en Chile- durante el planeamiento
de la defensa debió tomar en cuenta y pedir recomendaciones a los militares, Nicolás
de Piérola inexplicablemente prescindió del asesoramiento de los generales con
experiencia, dejó de lado a los militares profesionales.
No existe indicaciones, tampoco indicios
de cómo se ejecutó la conducción de la defensa en San Juan y Miraflores, tampoco
se sabe si como parte de la defensa habían planeado realizar una operación
ofensiva, un contrataque frente a las fuerzas enemigas con la reserva como es
usual. Una operación defensiva, no es decisiva en una guerra, aunque puede ser
más difícil de vencer que la ofensiva; por tanto, se debe asumir una posición
defensiva antes de pasar a la fase ofensiva.
Por otro lado, habría que considerar que salvo el Crl. Iglesias quien realizó un contraataque en su sector defensivo con los batallones Libres de Trujillo del coronel Justiniano Borgoño y el batallón Zepita N.º 29 del Crl. Suárez que atacaron a las tropas chilenas, haciendo retroceder al enemigo y recuperando las posiciones, no se conoce de otras acciones similares en el frente de batalla.
“Existen ciertas circunstancias
que por lo general favorecen al defensor, inclusive la disponibilidad de abrigo
y encubrimiento, la colocación de las armas antes del combate, la menor
longitud de las líneas de comunicación y el conocimiento del terreno y los
habitantes de la región. Las ventajas para el atacante son la libertad de
decidir cuándo y dónde atacar y cuándo y dónde concentrarse; esto le da la
iniciativa. La principal dificultad del defensor estriba en que debe superar
estas ventajas iniciales del atacante y buscar la forma de crear alternativas
que le permitan hacer la transición a la ofensiva”. [4]
Se entiende un contrataque.
En base a las razones expresadas por Robert Greene líneas arriba, para el empleo del contrataque, dentro de sus preceptos básicos se considera: “permitir que el enemigo dé el primer paso, inducirlo activamente a un ataque agresivo que agote su energía y desequilibre sus líneas y luego aprovechar su debilidad y desorganización”. [5]
Si el defensor repele el ataque inicial del enemigo, el
agresor quedaría en posición difícil, con sus tropas cansadas y desorganizadas,
“se requiere más energía para tomar un territorio (objetivo) que para
preservarlo”. [6]
Si el defensor aprovechaba este momento débil del atacante, podía bien
contratacar y forzar el retiro de las tropas atacantes.
Como afirma Robert Greene: “El contrataque es, de
hecho, el origen de la estrategia moderna. Primer ejemplo real de método bélico
indirecto representa un gran adelanto intelectual: en vez de ser brutal y
directo, el contrataque es sutil y engañoso, usando la energía y agresión del
enemigo para causar su ruina”. [7]
Nunca quedará claro, si durante la defensa planteada frente a
las tropas chilenas en San Juan y Miraflores, en algún momento se planeó un
contrataque, lo que sí sabemos es que el General Andrés A. Cáceres, con amplia
experiencia de haber enfrentado al enemigo en la campaña del Sur, debió ser escuchado y consultado.
[2] Las
Batallas de Chorrillos y Miraflores y el Arte de la Guerra. Francisco J.
Salazar, general ecuatoriano. Lima 1882.
[3] Ibid.
Las Batallas de Chorrillos y Miraflores y el Arte de la Guerra.
[4] Las
Batallas de Chorrillos y Miraflores y el Arte de la Guerra. Francisco J.
Salazar, general ecuatoriano. Lima 1882.
[5] Robert
Greene. Las 33 estrategias de la guerra. Abril 2022. Cuarta edición.
[6] Ibid.
Robert Greene. Las 33 estrategias de la guerra.
[7] Ibid. Robert Greene. Las 33
estrategias de la guerra.
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