Los valores y principios en los que hemos sido formados en nuestro hogar han sido, son y serán el reflejo de lo que fuiste, eres y serás en tu vida- Manual del Suboficial, Ejército de los Estados Unidos.
Ensayo.
A. Relaciones
de Perú con Chile desde 1821 hasta 1878.
Las relaciones
entre Perú, Chile y Bolivia siempre han sido tormentosas, difíciles y no han
estado y ni están exentas hasta la actualidad, de esa desconfianza desde los
inicios de nuestra vida republicana.
El santo de la
espada, general Dn José de San Martín y Matorras, inmortal e ilustre prohombre
de la libertad americana, aseguró primero la libertad de su patria y
posteriormente la de Chile, infiriendo que, mientras el poderío español
estuviera fuerte y reconcentrado en el Perú, ninguna de las nuevas repúblicas
tenía asegurada su libertad y, por tanto, era imperativo y estratégico tomar el
objetivo más preciado, el centro del poder español que estaba en Perú.
San Martín comprendió
que todo esfuerzo sería vano, inútil e improductivo si no se liberaba al Perú y
ante este desafío, el objetivo principal estratégico era asegurar el Hertland
de la América española, la capital del Perú y hacia ese objetivo enrumbó todo
su esfuerzo, atención y preparación de las fuerzas libertadoras, de esta manera
aseguraba la libertad de las otras repúblicas sudamericanas.
El general José
de San Martín de acuerdo con Bernardo O’Higgins, organizó un ejército de 4,118
hombres, compuesto de argentinos y chilenos, y con esta fuerza emprendió en
setiembre de 1820 la expedición, iniciando la campaña libertadora del Perú.
En la
constelación de jefes de aquella gesta memorable y de las gloriosas legiones
americanas que se formaron para tan noble y solidario cometido, destacaron
nítidamente: “Juan Gregorio de las Heras, Antonio Álvarez de Arenales, Bernardo
Alvarado y el mitológico Necochea (Mariano Pascual)”.[1]
¿Cuál fue el
objetivo de la expedición?
Sin lugar a
duda, asegurar la libertad de las repúblicas Argentina y Chile por lo que era
una necesidad perentoria, histórica y estratégica, la destrucción del poderío
español en el Perú. “La Independencia del Perú es la independencia de Chile;
mientras hubo en el Perú españoles en armas, Chile no podía considerarse libre”[2]
Deseamos fijar
este punto, que a la luz del tiempo transcurrido y que nos permite ver los
hechos de una manera objetiva, analizando las acciones e implicancias externas
del momento y las que a través de los años transcurridos nos hacen inferir las acciones que se ha
derivado, principalmente en lo que concierne a los políticos y el ejército
chileno, cuyo interés estuvo, como es comprensible en asegurar su propia
libertad; por ello, es comprensible los sacrificios de todos los involucrados y
de los chilenos en particular, “si no hubiera venido en su apoyo la eficaz
cooperación de los patriotas peruanos”. [3]
Iniciada la
campaña libertadora en nuestro territorio, se sucedieron una serie de combates
como: Macacona, Moquegua y Tarata, las fuerzas chilenas sufrieron derrotas y el
resto de su ejército se embarcó y regresó a Chile sin pena ni gloria. San Martín
solicitó al gobierno chileno que le enviara más fuerzas, pero este se negó a
tal pedido, más bien “exigió el pago de lo que había gastado en la expedición”.
[4]
Indudablemente
el general José de San Martín se indignó por esta respuesta que denotaba una
posición hasta cierto punto egoísta y convenida, por no decir cobarde, claro
Chile disfrutaba de la libertad que había costado el esfuerzo y sacrificio de
argentinos que llegaron a su territorio para libertarlos, y en ese momento se
negaban a prestar su apoyo para que el Perú consiguiera esa ansiada libertad.
“el Perú
abonaría aquellos gastos cuando Chile practicase otro tanto con el de Buenos
Aires, por lo que erogó en la expedición que, en 1817, libertó a este país”.[5]
Ante esta firme
respuesta del libertador, Chile no tuvo otra alternativa que, auxiliar a la
expedición libertadora, pero, oh sorpresa, sus tropas llegaron tarde, así que,
no tuvieron otra decisión que regresar a su país, sin desembarcar y lógicamente
sin hacer un disparo.
Pese a estas
circunstancias negativas para la campaña libertadora, el Perú fiel a su
compromiso de caballero, “pagó hasta el último centavo con intereses”. [6]
Los gastos de
esas dos expediciones que vinieron de Chile, en nada contribuyeron a nuestra independencia,
además en un acto que podría criticarse, pero que, sin embargo, en aras de la
libertad americana y el espíritu americanista, el Perú dejó de lado
sentimientos subalternos y colmó de honores y recompensas a los principales
jefes del ejército chileno, comenzando por el presidente de la república, de
entonces, Bernardo O´Higgins.
En el Perú, una
vez establecido el orden interno, en el uso de sus facultades de país libre y
soberano, vio la necesidad de fomentar el comercio exterior, al que tenía todo
derecho, para lo cual dictó una serie de decretos, esta sabia decisión alarmó a
Chile y en especial a Diego Portales “en cuyo corazón se reconcentraba el odio
y la envidia al Perú, en pago del dinero que adquirió, y de la hospitalidad que
recibió”, en nuestro país.[7]
Diego José
Víctor Portales Palazuelos, nacido en 1793 y muerto asesinado en 1837, a la
edad de 44 años fue sucesivamente ministro de Relaciones Exteriores, del
Interior y de Guerra y Marina. Aunque nunca llegó a la presidencia de Chile su
influencia sobre ese país fue definitivamente mucho más importante que otros
que sí alcanzaron la más alta magistratura de la nación del sur. Se propuso
poner fin a la anarquía y para ello estableció una política muy dura y organizó
la administración para que fuese base del desarrollo.
La obra de
Portales estuvo orientada a aspectos básicos y fundamentales para todo estado
en formación que van entrelazados entre sí; la lucha por la paz interior frente
a los intentos subversivos, la visión oceánica que deviene en el actual
“sentido oceánico” y mar presencial actual, es decir proyectar su presencia en
el Pacifico Sur y la lucha por establecer el Gobierno identificado con los
grandes intereses de su patria.
Diego Portales,
siempre le tuvo ojeriza al Perú, la decisión más recordada contra nuestro país,
sin lugar a duda fue la destrucción de la Confederación Perú-boliviana a la
cual consideraba como peligrosamente hostil a Chile. Para ello Portales se
sirvió de cómplices en los mismos pueblos que conformaban la Confederación y de
una alianza con Argentina.
El nacimiento de
la Confederación Perú-boliviana despertó los recelos de Chile y Argentina.
Desde hacía tiempo existía una rivalidad entre Valparaíso y el Callao, una
lucha de puertos que se vivió a fines del siglo XVIII por el dominio del
Pacífico, lucha que no ha finalizado tal como pueden apreciar en el presente.
Portales
aprovechó para predicar la guerra entre los peruanos que se encontraban
asilados en Chile por los enfrentamientos políticos en el Perú (1833-1836).
Chile le declaró la guerra a la Confederación Perú-boliviana.
La victoria en
la batalla de Yungay el 20 de enero de 1839, contra la Confederación, de la que
tanto se jactan los chilenos, dándole a las fuerzas peruanas una mínima
importancia, no hubiera sido posible porque “se debió en gran parte a los jefes
peruanos que servían en el ejército de Chile, bajo la dirección del hábil y
experimentado general Gamarra”. [8]
B.
Tratados del Perú con Chile
Como siempre ha
sido, y es una afirmación basada en hechos reales, se sabe por antecedentes que
Chile solo firma tratados que le sean sumamente favorables a sus intereses
crematísticos. Como el tratado de Comercio celebrado en 1835, del que Chile
estaba satisfecho, no se llegó a cumplir por la guerra contra la Confederación
Perú-boliviana.
En 1846 se
negoció otro que el Perú no aprobó; pero, animado nuestro país por mantener
unas buenas relaciones con Chile se estipuló en 1851, el mismo que fue aprobado
por el Gobierno y ratificado por el Congreso peruano; Chile no lo hizo, pese a
haberse vencido el plazo para su ratificación y canje de las ratificaciones.
El Perú se mantuvo
firme para allanar toda dificultad que entorpeciera las buenas relaciones,
celebró otro tratado de amistad, comercio y navegación y otro de extradición el
23 de diciembre de 1876; a partir del 15 de febrero de 1877 rigieron como
leyes, porque el ejecutivo se apresuró en promulgarlos; sin embargo, después de
17 meses el gobierno de Chile jamás lo aprobó, y permaneció en silencio, los
chilenos justificaron por la demora de sus cámaras(legislativas) y que el
tratado requería modificaciones que nunca las alcanzaron, habiendo transcurrido
largo tiempo desde que Perú firmó el tratado.
Lo que llama la
atención del tratado en su artículo 17° se estipulaba “en caso de que surgieran
desavenencias entre ambos países, y no lograsen un arreglo amigable y satisfactorio,
después de agotar los medios de avenimiento, se someterán al arbitraje de una
tercera potencia, a fin de evitar un rompimiento definitivo” [9].
Lo que en buena cuenta explicaría el silencio optado por Chile.
Lo cierto es que
Chile demoró todo acuerdo con nuestro país, inferimos que sus líderes políticos
y su ejército ya estaban en plena preparación, para iniciar una guerra contra
Bolivia y el Perú, y que esa decisión ya había tomada y en principio “tenían el
firme propósito de hacer la guerra al Perú, aliándose con Bolivia; si esta se
negaba hacerla a los dos bajo cualquier pretexto”[10].
Asumiendo a priori, que no aceptara el principio de arbitraje propuesto.
Hay que tener en
cuenta que tan solo faltaban dos años para la invasión chilena de Antofagasta ejecutado
en febrero de 1879, con lo que se inició la campaña militar chilena contra
Bolivia y posteriormente contra el Perú y no querían que mediara un compromiso
oficial entre nuestro país y Chile.
c. Intrigas y preparativos de Chile
contra el Perú
En 1829 las
relaciones de Perú con Bolivia se pusieron tensas, se tornaron graves y
estuvieron sus pendidas las relaciones hasta 1832, debido a las intrigas del
gobierno de Chile. Incluso se insinuó al general Santa Cruz la idea de invadir
al Perú. Se llegó al extremo de que Santa Cruz propuso a Chile como mediador.
El Perú se vio obligado a aceptar el tratado que se celebró con la mediación de
Chile completamente favorable a Bolivia.
Para comprender
esta situación seguidamente se transcriben algunos párrafos de interés de unas
misivas del coronel Antonio de la Torre y el general Agustín Gamarra gobernante
del Perú, sobre los planes chilenos.[11]
Por la lectura
de las cartas podemos inferir que había mucha actividad de los espías de Chile
y Argentina en Bolivia y es que estaba en juego una serie de intrigas por parte
de los chilenos, que se valían de todos los medios, como es usual, en las
operaciones de espionaje, orientadas a buscar el apoyo de Bolivia contra el
Perú.
Llegado a este
punto, es importante tener en cuenta algunos datos históricos que permiten
comprender la sinuosa conducta de Chile. En 1864, el almirante Pinzón se
apoderó de las islas guaneras de Chincha y las tomó como una herramienta de
negociación, el Perú tuvo que pagar una cantidad de dinero por indemnización, “Por
el tratado conocido como Vivanco-Pareja (los apellidos de los generales
firmantes), del 30 de noviembre de 1864 se alcanzó la paz. Por ella, Perú
pagaba una indemnización a los españoles, que se retirarían de las islas
Chincha. A continuación, se restauró la situación pacífica con el resto de los
países sudamericanos implicados en la guerra”.[12]
La firma del
tratado Vivanco-Pareja, no fue bien recibido por un gran sector de la
población, fue rechazado por el bando peruano lo consideraron humillante al
honor nacional. El entonces coronel Mariano I. Prado encabezó una revolución en
contra del presidente Pezet, derrocándolo y obligando a este a embarcarse a Inglaterra.
Las relaciones
de Chile con España se pusieron tensas debido a que Chile no quería vender
carbón a las naves españolas, ante ello, se declaró contrabando el carbón de
piedra. Ecuador se encontraba resentido con el Perú porque le atribuía
protección al general ecuatoriano José María Urvina Viteri, refugiado en Paita.
En esta
población, el general Urvina preparó previa coordinación con sus subordinados y
amigos, una invasión a su país para hacerse del poder, la inició desde Tumbes
contra el presidente García Moreno, las acciones revolucionarias de Urvina no
dieron resultados, porque dividió sus escasas fuerzas en dos frentes,
debilitando su acción.
La pequeña
flotilla con sus tropas divididas no fueron un enemigo relevante para las
tropas gubernamentales de García Moreno y fueron derrotadas, pese a que Urvina
había tomado Santa Rosa el día 24 de junio de 1864; pero, audazmente García
Moreno, había sorprendido al resto de la flotilla y procedió el fusilamiento de
los 29 prisioneros que había tomado hasta su arribo a Guayaquil. Así terminó,
luctuosamente, la famosa invasión del general Urvina a Ecuador.
Por esta acción,
Ecuador infirió que el Perú había ayudado al general Urvina en su aventura
militar. Chile encargó a su agente diplomático en Ecuador Nicolás Hurtado, que
negociara un tratado con Ecuador en contra de España y contra el Perú, al
diplomático chileno le fue muy fácil convencer a García Moreno.
Para 1865 ya se
había pactado una alianza entre Perú, Chile y Bolivia contra España. Chile, por
su parte, además proyectaba la desmembración de territorio peruano en beneficio
de Bolivia, para arrebatarle su litoral, sin embargo, este proyecto no era nuevo,
porque en 1832, ya lo había insinuado, lo afirmaba, solo faltaba decidir cómo
ejecutarlo. Para 1854 sus hombres de Estado decían “para fijar los límites del desierto
tendremos que afilar nuestros instrumentos de mensura, los corvos y probarlos
en la lanza boliviana”[13].
El agente
diplomático Aniceto Vergara Albano propuso al presidente Melgarejo en 1866 que consintiera
en desprenderse de su litoral hasta el Loa o Mejillones, Chile por su parte
prometía que apoyaría a Bolivia para la ocupación armada del litoral hasta el
morro Sama, propuesta que fue rechazada por Melgarejo. Hasta dónde llegaba la
ambición chilena por territorios bolivianos.
Esta actitud
traicionera de Chile no llamó la atención, lo que sí permitió deducir, el
manifiesto espíritu de odio que animaba a los líderes políticos chilenos contra
el Perú, sin considerar que la victoria del 2 de mayo en el Callao, Perú peleó
solo, finalmente los beneficiados fueron ellos, sin haber puesto absolutamente
nada, y ni siquiera tuvieron el valor y entereza de agradecer al pueblo peruano.
Pese a existir
un tácito acuerdo en que ninguna de las repúblicas aliadas podría celebrar
acuerdos con España considerado enemigo, ni iniciar convenio o tratado, el
gobierno chileno, por intermedio de su representante en Londres, celebró
convenio con España, para el gobierno inglés le permitiera a España sacar de
sus diques 2 buque blindados el Victoria y el Arapiles, a cambio
de que Chile obtuviera permiso para dos corbetas de madera, la Chacabuco
y la O´Higgins para Chile.
Desde esos
tiempos Chile se preparaba para un conflicto, no contra España porque este país
había manifestado su deseo de restablecer la armonía con las repúblicas de Sudamérica,
mucho menos con Argentina con quien vivía en armonía, Bolivia o Ecuador con
quienes tenía tratados ventajosos y muy buenas relaciones, por lo que, no se
podía dudar que fuera contra el Perú, cuyas riquezas despertaron en chilenos los
sentimientos más innobles.
Lo que llama la
atención es la falta de comunicación entre los ministros de Londres y
Washington, considerando que la información había sido publicada por la prensa
londinense, ello causó desazón, lo que no sabemos es si el ministro en Londres
informó al gobierno peruano sobre este hecho muy grave. Por lo que, el ministro
del Perú en Washington, muy alarmado por esta situación, escribió al gobierno
de Perú el 8 de abril de 1868[14]
Incalificable hecho el acuerdo entre España y Chile para, en el caso de Chile
asegurarse la entrega de dos buques y aumentar su poderío en el Pacífico sur.
“En los anales
de la guerra no ofrece quizá un solo caso la historia del mundo de que un
beligerante haya coadyuvado deliberadamente a mejorar la condición de su
adversario en la esperanza de merecer su favor. La paz no se alcanza de esa manera
y si se obtiene es seguro que no dejará ilesa la honra del que así lo mendiga,
deponiendo la noble altivez con que primero se defendiera”[15]
Al momento de la
entrega de los buques Victoria y Arapiles a España, poderosas
máquinas de guerra, ni punto de comparación con las entregadas a Chile las
corbetas de madera O´Higgins y Chacabuco, era realmente una burla, ya que lord
Stanley (Edward Henry Stanley, 15 ° Conde de Derby, KG, PC, FRS (21 de julio de
1826-21 de abril de 1893; conocido como Lord Stanley de 1851 a 1869) fue un
estadista británico. Se desempeñó como secretario de Estado de Relaciones
Exteriores en dos ocasiones, de 1866 a 1868 y de 1874 a 1878), el mismo que aseguró
en el parlamento inglés que los buques entregados a España y Chile se
compensaban.
El paso dado por
Chile no se encaminaba ni a la paz ni a la guerra con España y que era, desde
esos tiempos, otra la intención chilena, como el tiempo se encargaría de
demostrarlo.
No fue el único
caso en que el interés y ocultamiento de la política exterior chilena se
manifestó, Chile a fines de 1866 hizo denodados esfuerzos para comprar de
manera secreta l vapor blindado americano Idaho, y debido a que el ministro
chileno Asta Buruaga, no ocultó esas negociaciones como deseaba su gobierno,
fue relevado por otro para que continuara las mismas.
Cuando el Perú en
virtud de la gestión realizada por Chile ante el gobierno de Londres, realizó
la gestión ante el gobierno americano para que cesara la neutralidad igual que
en Inglaterra para que liberara los monitores Catawba y Oneoto (después
Atahualpa y Manco Cápac), detenidos, el gobierno americano no aceptó.
La sinuosidad chilena, desde los
albores de su república, sumado a ello, su política territorial expansionista,
aplicada a su política externa los ha conducido a declarar una guerra contra
nuestro país y Bolivia en 1879, cuyo resultado les ha sido menormente favorable
a sus intereses, pues anexaron Antofagasta territorio boliviano y Tarapacá provincia
peruana.
Estos actos calificados como
traicioneros por toda América han dejado honda huella, y aún persiste
actualmente una enorme desconfianza, lo que nos permite inferir, que no ha
variado sus relaciones con nuestro país, por ser una política de Estado, ni
variará en el futuro, tal como se desarrolla actualmente la política chilena,
camino al socialismo del S XXI.
Lo que sí debería tomarse en
cuenta, es cuál será la política exterior respecto de Perú, cuando se haya
instalado la nueva Constitución actualmente en construcción por una Asamblea
Constituyente de corte socialista. Ese escenario aun no se ha escrito, por el
hermetismo de sus autoridades.
Como bien se conoce, el candidato
de la izquierda Gabriel Boric Font (35) se convirtió en el presidente de la
República de Chile, el mandatario más joven en la historia de su país, ya que cumplirá
los 36 años el 11 de febrero. Asumirá el mando de su nación el 11 de marzo de
2022.
No debemos olvidar que, cuál será la política económica chilena respecto de nuestro país una vez en el poder un presidente socialista. Sus inversiones bordean en la actualidad los USA $20,000 millones, lo que coloca en un importante sitial del intercambio comercial, ampliamente favorable para Chile. Indudablemente dispone de un poder económico, capaz de influir en el futuro en la vida política de nuestro país. ¿Alguien dudará? Debemos estar, siempre preparados.
[1] Paz
Soldán, Mariano. Narración histórica de la guerra de
Chile contra el Perú y Bolivia. Pág. 6. Editorial Milla Batres. 1979.
[2] Ibid. Paz Soldán, Mariano.
[3] Ibid. Paz Soldán, Mariano.
[4] Ibid. Paz Soldán, Mariano.
[5] Ibid. Paz Soldán, Mariano.
[6] Ibid. Paz Soldán, Mariano.
[7] Ibid. Paz Soldán, Mariano.
[8] Ibid.
Paz Soldán, Mariano.
[9] Ibid. Paz Soldán, Mariano.
[10] Ibid. Paz Soldán, Mariano.
[11] Señor general don Agustín
Gamarra. - Chuquisaca, octubre 26 de 1832.- (…) Las sesiones secretas del
congreso se repitieron en días pasados, con una frecuencia alarmante: como
estoy rodeado de espías, según habrá dicho a usted. La Torre el coronel no me
fue posible hacer posible de los medios ordinarios para descubrir su objetivo,
al cabo he conseguido saber de un modo positivo que eran promovidos por el
ejecutivo, a fin de que se le franqueasen facultades extraordinarias para
salvar el país de los enemigos interiores, que de acuerdo con los exteriores,
pretenden atacarlo (…). Puede ser que el plan sea incitar cuanto se pueda a los
chilenos; excitar como se pueda alguna insurrección en el Perú y entonces
invadir nuestros departamentos del sur con cualquier pretexto (…) P. Antonio de
La Torre.
Chuquisaca, noviembre 12 de 1832.- Señor general don Agustín Gamarra. -
(Refiriéndose a la renuncia que esta había hecho de la presidencia, se expresa
así); ¿Qué ha hecho usted, y en qué circunstancias? Amenazados de una invasión
por parte de Chile; con justos motivos de recelar que Bolivia se una a aquel
estado; mal seguro el orden interior ¿cómo ha podido usted desoír los gritos de
su patriotismo? P. A. de Torre.
Chuquisaca, diciembre 12 de 1832.- Señor general don Agustín Gamarra.- (…) Si hubiera yo tenido que tratar solo con
Olañeta, bien podía haber legitimado las esperanza de usted, como lo verá por
la primera conferencia en que se acordó un tratado aún mejor que el de
Arequipa; pero Irrizarri, Chile, Santa Cruz, y qué sé yo quienes otros, lo
echaron a perder, y me fue preciso ceder, ceder, y más ceder(…) Ayer estuvo
aquí Irrizarri; me dijo que antes de ocho días se iría para Chile, por Cobija,
su viaje, aunque él supone que solo es por ver a la familia, puede tener un
plan político; usted sabe que es de distinguidos talentos, y que maneja las
intrigas, según la diplomacia europea: bueno será que Villa no se descuide con
él; como tampoco con un don Facundo Zubiría, cuya fisonomía y modales son idénticos
a los de Olañeta, cuyo amigo íntimo es, como también del general Santa Cruz;
Zubiría es argentino, dice que va a Chile a asuntos mercantiles. P. A. de la
Torre.
[12] Bru, José Antonio. Guerra del Pacífico.
Islas Chincha. Valparaíso. El Callao. Méndez Núñez.
[13]
Ibid. Paz Soldán, Mariano.
[14] Ibid.
Paz Soldán, Mariano. “La prensa de Europa y de este país, acaba de revelar un
hecho llamado a influir de un modo pernicioso en la guerra que las repúblicas
aliadas sostienen con España, y es de extrañar que nuestro representante en
Londres no haya creído de su deber, instruir a esta legación de ese grave
suceso.
La versión que encontrará usted señor en el adjunto
fragmento de un diario, manifiesta que los ministros de España y Chile en
Londres, de común acuerdo, se dirigieron a lord Stanley, en enero último, en
solicitud que se les permitiese extraer del Reino Unido los buques armados que
sus gobiernos tenían en esa jurisdicción, ´asegurando que el Perú asentía
expresamente a ese convenio; y que alcanzaron la autorización a pesar de las
protestas del representante peruano´, bajo promesa de cada una de las dos
partes, de que sus buques no atacarían a los de la otra en su viaje de
Inglaterra a los puertos de las respectivas naciones”.
[15]
Ibid. Paz Soldán, Mariano.
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