Por: Arturo Castro
Flores.
Sun Tzu dice: “la guerra es de vital importancia para el
Estado; es el dominio de la vida o de la muerte, el camino hacia la
supervivencia o la pérdida del Imperio…”.
Nos preguntamos, y cómo
fue que, en el último cuarto del siglo XIX, llegamos a esa situación caótica tan
grave en lo político, social y militar, que movió los cimientos de nuestro
país, no hubo obstáculo para que, fuerzas enemigas chilenas llegaran a poner la
planta de sus zapatos en nuestra capital.
Hagamos un imaginario retorno
al siglo XIX, que fue catastrófico para nuestro país, porque todos los males y
enfermedades que afectaban a la política desde el inicio de la vida republicana
hicieron metástasis, se diseminaron en el cuerpo enfermo de la república y
salieron relucir nuestras debilidades como Estado-Nación.
La incapacidad política
de su clase dominante, las falencias de sus élites, la debilidad del Estado y
la Nación peruana, la profunda desunión de los distintos grupos sociales,
mezquinas rivalidades entre caudillos civiles y militares, la imprevisión en la
Defensa Nacional, la falta de patriotismo. Nos pasó la factura.
El 16 de enero de 1881
las tropas enemigas se aprestaban a ingresar a la bella ciudad de Lima, con
toda su maquinaria logística y militar disponible. Así, se prepararon para
tomar el botín más rico, corolario de una guerra fratricida que grupos de poder
económico de Inglaterra y sus cómplices chilenos armaron contra nuestro país.
El 17 de enero las
fuerzas chilenas al mando del general Manuel Baquedano ingresaron a Lima,
capital de Perú. Aún en Chorrillos, Barranco y Miraflores, estaban humeantes
los incendios producidos por las hordas enemigas y las pavesas se elevaban al
cielo por el viento entristecido que, llevaba al firmamento el dolor, tristeza
y llanto de mujeres y niños, abusados por la soldadesca chilena.
Nicolás de Piérola,
dictador, director de la guerra y responsable de la debacle de San Juan y
Miraflores, del bombardeo, incendio y destrucción de Chorrillos, el más hermoso
de los balnearios de esta parte del Continente y ante el inminente ingreso de
las tropas enemigas, huyó de Lima en dirección a Canta, luego a Tarma, Jauja, y
finalmente a Ayacucho.
Un pueblo acongojado,
avasallado, desguarnecido y abandonado por sus autoridades, abría las puertas
de la ciudad y se organizaba para recibir a los invasores. La tristeza, incertidumbre
y preocupación ante lo desconocido; el temor y la impotencia, dominaban el
espíritu de la población de Lima.
El entonces coronel
Andrés A. Cáceres fue herido en una pierna durante la batalla de Miraflores. Durante
el combate vio caer a cuatro de sus seis ayudantes. El teniente Reginal Carey
Brenton del navío Triumph (Triunfo) agregado al Estado Mayor del Ejército
durante las batallas de San Juan y Miraflores en su informe expresó sobre Cáceres:
“cabalgando sobre su tercer caballo con su guardapolvo atravesado por un
disparo, la vaina de su espada mutilada por otro disparo, y la parte carnosa de
su pierna atravesada por un tercer disparo”.
Después de ver caer
heroicamente a sus tropas en Miraflores, Cáceres emprendió la retirada a Lima,
en el camino el comandante Zamudio vendó su herida con un pañuelo y le hizo
beber agua, durante su marcha vio a numerosos soldados que regresaban, había
perdido contacto con sus oficiales.
Llegó a la ciudad, en
la estación del ferrocarril de Lima a los balnearios del sur recibió órdenes
del coronel Belisario Suarez y del coronel Francisco de Paula Secada para licenciar
a sus tropas. Llegó a la vieja casa de la Universidad Nacional de San Marcos,
donde recibió atención esmerada de los estudiantes de medicina.
Aquí se entera que el
dictador Piérola había ordenado el licenciamiento de las tropas, de la reserva
y la entrega de armas, Cáceres intuyó que sería buscado intensamente por las
tropas chilenas, eventualmente detenido, prisionero y conservado como trofeo
por la derrota que les infringió en Tarapacá, ante esta situación peligrosa,
ayudado por el capitán José Miguel Pérez, se trasladó al convento de San Pedro.
Las medidas adoptadas
por el gobierno de ocupación alcanzaban a un control total de la población y
destacaron a oficiales chilenos para ubicar a Cáceres. En el convento San
Pedro, el superior lo escondió en su celda no pudieron ubicarlo, viendo su vida
en peligro se trasladó al hogar hospitalario del Dr. Gregorio N. del Real.
Finalmente se refugia
en su hogar, donde el apoyo del Dr. Belisario Soza y el amor de su familia le
permitieron avanzar en su recuperación. Incluso cuando pudo caminar se dio el
lujo de salir a pasear a las calles de Lima vestido de levita y anteojos
oscuros, burlando la vigilancia chilena.
El entonces coronel
Andrés A. Cáceres fue herido en una pierna durante la batalla de Miraflores. Después
de ver caer heroicamente a sus tropas en Miraflores, Cáceres emprendió la
retirada a Lima.
El dictador Piérola
antes de fugar, ordenó el licenciamiento de las tropas, de la reserva y la entrega
de armas. Cáceres intuyó que sería buscado intensamente por las tropas enemigas,
eventualmente capturado, hecho prisionero por la derrota que les infringió en
Tarapacá, ante esta situación, ayudado por el capitán José Miguel Pérez, se
trasladó al convento de San Pedro.
En este lugar el
superior lo escondió en su celda, pasó por el hogar hospitalario del Dr. Gregorio N. del Real. Finalmente fue a su
hogar, donde el apoyo del Dr. Belisario Soza y amor de su familia le permitieron
avanzar en su recuperación. Incluso cuando pudo caminar se dio el lujo de salir
a pasear a las calles de Lima vestido de levita y anteojos oscuros, burlando la
vigilancia chilena.
El 19 de enero, Baquedano
nombra a sus autoridades: al general de brigada Cornelio Saavedra como jefe
político del departamento de Lima y al capitán de navío Patricio Lynch como jefe
político y militar del Callao. Esa misma fecha se publica una serie de bandos y
decretos. Entre ellos: “El Bando para la entrega de armas y presentación
de los jefes y oficiales del Ejército peruano”.
El 20 de enero de 1881,
a tres días de la ocupación de Lima, las fuerzas enemigas publican el primer
ejemplar del diario La Actualidad, como parte de su plan estratégico de
propaganda, se imprimió en la imprenta del diario El Peruano, imprenta
que robaron y llevaron a Chile, luego el diario La Situación, que reemplazó
al anterior, El Comercio, conocido por apócrifo y El Diario Oficial.
A instancias de las fuerzas
de ocupación y requiriendo estos un representante del gobierno para iniciar las
tratativas de paz, los ciudadanos notables de Lima se reunieron para elegir un
nuevo gobierno, que se encargue de las negociaciones de paz con el enemigo. El
12 de marzo de 1881, 114 notables de Lima y Callao eligen presidente provisorio
al Dr. Francisco García Calderón Landa.
A media cuadra de su
casa quedaba la estación Viterbo del ferrocarril de Lima a Chosica y Chilca, el
15 de abril de 1881, Andrés A. Cáceres se embarcó con todas las precauciones
del caso, por la presencia y control chileno en la estación con dirección a
Chilca y después a Jauja acompañado de su fiel ayudante el capitán José Miguel
Pérez.
Ese mismo día en un
tren especial se embarcaba los batallones chilenos “Esmeralda” y “Santiago” al
mando del teniente coronel Ambrosio Letelier, estos se sumaban a los batallones
“Buin” y “Carabineros de Yungay” enviados al mando de comandante José Miguel
Alcérreca el 9 de abril de 1881 a la quebrada de Santa Eulalia.
Cáceres llegó a Chilca
y aquí ayudado por el gobernador que le proporcionó dos cabalgaduras, de
inmediato parte a Jauja adonde llega el día 16 de abril, fue hospedado por
Manuel María del Valle, se entrevista con Aurelio García y García secretario
general del dictador Piérola. En tempranas horas del día 17 se entrevistó con
Nicolás de Piérola.
La conversación al
inicio fue de mucha rigidez, aunque el dictador lo recibió con amabilidad.
Cáceres ofreció sus servicios para organizar un ejército de resistencia, Piérola
aceptó y le ofreció nombrarlo Jefe Superior político y militar de los
departamentos del centro. El l 30 de abril Piérola se trasladó a Ayacucho y
dejó en entera libertad a Cáceres.
Pese a ser nombrado
Jefe Superior político y militar de los departamentos del centro, no tenía
ningún soldado a su disposición. Cáceres en Jauja tuvo que iniciar de cero la
organización del ejército de resistencia, nombró prefecto de Junín al coronel
Máximo Tafur y para la jefatura de Estado Mayor Manuel Tafur hijo de Máximo,
quien acudió al llamado de Cáceres con un grupo de oficiales, fueron 16
gendarmes convalecientes sus primeros soldados.
El 30 de abril se
incorporan 25 jóvenes de Huancayo, al mando del mayor Osambella, subvencionados
por comerciantes de esta ciudad. Se crea el batallón Jauja, primera unidad con
16 soldados convalecientes, designa como jefe a Miguel Luna.
Las fuerzas enemigas
tenían el control de las direcciones de aproximación hacia la capital. Sus
fuerzas estaban distribuidas por el norte ocupaban Chancay, Lima, en el Callao
existían fuerzas de las tres armas, con avanzadas en Ancón y Chosica. Respecto
de Ica estaban ocupados los principales puertos.
Pero, no estaban solas,
controlando estos lugares y manteniendo la distancia de seguridad, las fuerzas voluntarias
organizadas en guerrillas vigilaban, observaban y actuaban.
El reclutamiento de
tropa para el ejército del centro inicialmente llegó hasta 294 efectivos, en
mayo Cáceres se trasladó a Huancayo, para continuar con su prédica patriota y
convencer a las poblaciones, para que se incorporen al ejército de la Breña,
ofició a los prefectos de Huancavelica y Ayacucho, demandando apoyo, pronto
llegaron nuevos contingentes de voluntarios y guerrilleros.
Cáceres quería
organizar sus fuerzas, prepararlas, entrenarlas antes de lanzarlas al combate,
proyectó replegarse hasta Izcuchaca en caso necesario del avance enemigo, para
resistir cualquier ataque en una posición estratégica que les permita organizar
su defensa.
Las fuerzas enemigas
habían iniciado operaciones en la sierra de Lima, los guerrilleros que las
hostilizaban estaban al mando del coronel José Agustín Bedoya, tenía bajo su
control Huarochirí, Canta y Chancay. Estas fuerzas alcanzaron una victoria en
San Jerónimo, cerca de Santa Eulalia el 10 de abril de 1881. Bedoya fue
asesinado en Sayán el 10 de octubre de 1881.
El coronel Gregorio
Albarracín Lanchipa patriota tacneño actuó con sus guerrillas entre Chosica y
Chicla, posteriormente Albarracín regresó a su tierra natal donde organizó la
resistencia juntamente con el coronel cubano Luis Pacheco de Céspedes.
El general Andrés A,
Cáceres encontrándose en Huancayo, recibió noticias de la presencia del
comandante chileno Ambrosio Letelier quien había incursionado en Cerro de Pasco
y Huánuco, se hizo dueño de un rico botín, producto de sus fechorías: violaciones,
cupos, robos, saqueos, asesinatos. Fue sometido a consejo de guerra por ladrón
y haber presentado informes falsos sobre enfrentamiento con nuestras fuerzas,
distorsionando los hechos.
El 16 de junio se
recibió una amenaza del enemigo para que las fuerzas patriotas abandonaran la
ciudad de Huancayo, el pago de un cupo de 100, 000 mil soles, y entrega de
caballos, víveres. Los adinerados de la ciudad de inmediato iniciaron acopio de
lo solicitado, Cáceres confiscó lo reunido y lo utilizó en gastos de campaña.
Cáceres ante la
cercanía de las fuerzas enemigas, ordena traslado de armamento, munición y
víveres a Pucará, planeando retroceder hasta Izcuchaca en caso necesario. Las
fuerzas enemigas llegaron a Apata, el coronel Tafur protege el flanco de las
fuerzas en Quebrada Honda, Cáceres realiza un reconocimiento de las posiciones
enemigas, chilenos engañados creen que Cáceres tiene fuerzas superiores, los
chilenos retroceden hasta el Rímac.
El 26 de junio de 1881,
fuerzas chilenas del comandante Ambrosio Letelier, se enfrentan a fuerzas
peruanas en Sangrar, victoria nacional. Las
fuerzas chilenas al mando del Capitán Araneda con 83 efectivos. Las fuerzas
peruanas del Batallón Canta N°1, al mando del coronel Encarnación Vento y un
grupo de guerrilleros al mando del subprefecto Emilio Fuentes.
El general Cáceres
tenía un profundo conocimiento del terreno, de la Zona de Operaciones, un
factor importante para las operaciones. Las características de terreno
montañoso, con profundas quebradas, amplios valles, desfiladeros y hondonadas,
y grietas rocosas tuvo mucho cuidado en no caer en emboscadas y protegerse al
atravesar cursos de agua.
En cada Villorio, Aldea
y comunidad de nuestra zona andina, Cáceres recibía el apoyo de las
poblaciones, eso le permitió mantener un conjunto articulado de informantes y
colaboradores, mensajeros, ya con caballo o utilizando el sistema chasqui de
sus ancestros, tomaba conocimiento de los movimientos de las tropas enemigas.
Supo llegar al alma de
sus soldados, empleo el lenguaje de sus mayores, el quechua y así logró el
apoyo de todas las comunidades quechua hablantes, una gran ventaja en su
comunicación con los pobladores, los comprometió en una gran lucha de
resistencia hasta expulsar de tierras peruanas a las fuerzas enemigas. Comando
con el ejemplo, atacó y hostigó a las fuerzas enemigas, como una serpiente
embravecida.
El general Cáceres a lo
largo de la campaña de la Breña siempre supo en qué momento avanzar o
retroceder en cada una de sus acciones de combate, tomando en cuenta las
diversas situaciones que se le podrían presentar.
Para julio de 1881 ante
el retiro de las fuerzas enemigas, Cáceres creyó conveniente iniciar sus
operaciones con el pequeño ejército que había conformado, apoyado con las
poblaciones organizadas en guerrillas. Entre julio y diciembre de 1881, las
tropas de Cáceres realizarán una serie de desplazamientos a lo largo de la Zona
de Operaciones, llegará hasta la Oroya, luego a Chilca, aquí establece su
Cuartel General, despliegue a sus fuerzas.
Cáceres recibe a Daniel
Zapatel comisionado del Congreso de Chorrillos que le lleva la propuesta del
presidente provisorio Francisco García Calderón, le ofrece la vicepresidencia y
la comandancia del ejército, Cáceres no acepta. Visitará Huánuco. Crea
nuevamente el Batallón Zepita en base al Batallón Junín y recibe al coronel
Remigio Morales Bermúdez que llega de Arequipa con 400 efectivos. En Matucana
organiza el ejército en 4 divisiones y un escuadrón de caballería.
En la capital un
temeroso Patricio Lynch establece un cerco de hierro para protegerse, con 3,000
hombres, ocupan un dispositivo escalonado y a distancia de apoyo. Distribuye
sus fuerzas de la siguiente manera: El Batallón Buin N° 1 en el valle de
Lurigancho, ribera norte del río Rímac controlando direcciones a Chosica y
Canta. En la ribera sur están escalonados los batallones “Maule”, a su derecha
el “Aconcagua” en la Encalada; el “Santiago” en Montero, se uniría luego el
“Chacabuco”. El 3 de línea en Vásquez, protegiendo la Artillería chilena en
Bartolomé.
El 19 de agosto, Andrés
A. Cáceres dispone el despliegue del batallón Zepita para controlar la quebrada
de Huarochirí. El hostigamiento permanente de las fuerzas peruanas en varios frentes
hizo que las acciones de las fuerzas enemigas fueran infructuosas, además los
efectos de la epidemia del tifus obligaron a las tropas chilenas evacuar Chosica
el 22 de agosto.
Las fuerzas enemigas,
carentes de información fidedigna respecto del dispositivo, composición y
fuerza de las fuerzas de Cáceres; ante la incertidumbre y temor a lo
desconocido, replegaron sus fuerzas hasta la chacra de Quirós, a escasa
distancia de una legua de Lima.
El ejército de Cáceres
ocupaba con sus tropas y guerrillas, los principales puntos críticos y
direcciones de aproximación, vigilando las quebradas aledañas a la quebrada de
Huarochirí, desde Chaclacayo hasta Chicla. Esto permitía a Cáceres controlar,
direcciones desde y hacia: por el Norte Canta; el Este la actual Región Junín;
por el Sur provincias Yauyos y Cañete; y Oeste con la provincia de Lima.
Lizardo Montero acepta
la presidencia el 23 de octubre de 1881, el 8 de noviembre es tomado prisionero
el Dr. Francisco García Calderón, presidente provisorio y conducido preso a
Chile, confinado en Angol. El 24 de noviembre Cáceres aprueba derrocar a Piérola
y Cáceres acepta como presidente a Lizardo Montero el 24 de enero de 1882.
Los religiosos no
estuvieron ajenos a las acciones de resistencia. El cura Ríos en Lurín, con las
guerrillas de Cieneguilla hostilizó permanentemente a las fuerzas chilenas. El
cura Cabrera en Santa Eulalia y el cura Aparicio en Sayán, cumplieron igual
tarea.
Cáceres avanzó hasta
Chosica para los primeros días de noviembre, Lynch puso fin al gobierno del Dr.
Francisco García Calderón, y dispuso el traslado del defenestrado presidente
provisorio a Chile en calidad de prisionero y confinado en Angol.
Nicolás de Piérola fiel
a su conducta sinuosa, no se quedará tranquilo, pese a que el general Cáceres
facilitó el salvoconducto para que Piérola pasara sin molestias hacia Lima,
Piérola de inmediato envió comunicación a sus seguidores, a sus fieles amigos,
para que abandonaran a Cáceres.
El 01 de enero de 1882,
el contralmirante Patricio Lynch jefe de las fuerzas de ocupación preocupado
por el crecimiento de la resistencia nacional, parte de Lima con 3,000 hombres,
se desplaza por la ruta hacia Canta, su objetivo caer sobre Chilca, para cortar
la retirada del general Andrés A. Cáceres y sus tropas.
El 04 de enero el
general Cáceres que se encontraba en Chosica inicia maniobra de retroceso hacia
la Oroya, al día siguiente el 05 de enero, quizás dando tiempo para que Lynch
se desplace, el Coronel Gana con 2, 000 hombres, inicia su ofensiva con
dirección a Chicla.
Lynch llega a Chilca y
se encuentra con Gana, aquí decide Lynch retornar a Lima con 2, 000 hombres y
delega el mando disponiendo el 17 de enero que el Coronel Gana persiga a
Cáceres con 3,000 hombres. El coronel Tafur que se encontraba en Yauyos
refuerza a Cáceres en la Oroya.
Aquí Cáceres ordena que
se destruya el puente para retrasar a las fuerzas enemigas y se dirige a Tarma,
luego a Jauja, mientras tanto las fuerzas enemigas siguiendo la ruta del Taita
Cáceres, llegan a Jauja y en esta ciudad Gana divide sus fuerzas en dos
columnas y cede el mando a Del Canto. Una columna al mando de este por la
margen izquierda del río Mantaro y Robles por la margen derecha, ambos en
persecución de Cáceres, se repliega hasta Huancayo, Robles es retrasado porque
una Guerrilla peruana destruye el Puente de Muquiyauyo.
El 01 de febrero
Cáceres se encontraba Huancayo ordena una incursión sobre San Jerónimo atacando
a las avanzadas chilenas. Las fuerzas peruanas continúan su repliegue y llegan
el 04 de febrero a Pucará donde acampan, mientras las fuerzas chilenas llegan a
Huancayo.
En Pucará, las fuerzas
enemigas sorprenden a fuerzas de Cáceres y las vencen, es el primer combate de
Pucará. Cáceres prosigue su marcha, sobrepasa Marcavalle, luego Izcuchaca,
cruza el Mantaro, pasa por Huancavelica, el 18 de febrero alcanza Acobamba, desea
llegar al poblado de Julcamarca en las alturas andinas.
Para llegar a
Julcamarca, se debe marchar sobre una pendiente por un camino al borde del
precipicio, aquí se produce el mayor desastre por efectos de la naturaleza. Una
tempestad cayó sobre las tropas de Cáceres la noche del 18 al 19 de febrero, en
este desolado y frio paraje andino Cáceres pierde la mitad de su ejército, fueron
412 soldados, bestias de silla y de carga con parte del material que llevaban. El
19 se pasó lista en la plaza de Julcamarca sólo quedaron 400 soldados, muchos
cayeron al precipicio, otros se perdieron o dispersaron en la oscuridad,
quedaron extenuados, cansados, descalzos.
La población ayudó, el
señor Quevedo gobernador de esta localidad acudió presto con su esposa para
ayudar con abrigo, se confeccionó ojotas de piel de res para los descalzos. Su
marcha continuó hacia Ayacucho su cuna natal.
Así, extenuados
enfrentaron el 22 de febrero a las fuerzas del coronel Arnaldo Panizo quien
contaba con 1, 700 hombres. Panizo no acudió al llamado urgente de su jefe,
desobedeció sus órdenes hasta el final. Cáceres, con sus tropas hambrientas,
descalzas y disminuidas vencieron al traidor en la batalla de Acuchimay el 22
de febrero, se capturó a los coroneles Arnaldo Panizo, Enrique Bonifaz y Juan
Vargas Quintanilla. Luego el 23 ordenó consejo de guerra contra ellos.
El 23 de febrero Andrés
A. Cáceres ingresa a su tierra natal el recibimiento fue apoteósico y triunfal
fueron recibidos con gran alegría y asombrados veían que sus tropas siendo
inferiores a las de Panizo las habían vencido.
Entre febrero y junio
de 1882, las fuerzas de Cáceres se organizan, entrenan y equipan entre Ayacucho
y Huancavelica con el objetivo de expulsar del país a las fuerzas enemigas. Sus
fuerzas ocupaban las principales direcciones de aproximación y puntos críticos,
los ojos y oídos del Taita Cáceres, estaban en todos los poblados de la sierra
y la información que recibía del enemigo le permitía planear sus operaciones.
Para el mes de julio de
1882, las tropas chilenas ocupaban los poblados y valles interandinos de la
sierra del centro, y como en cada acción vejatoria contra las poblaciones: violación,
robo de bienes y ganado, joyas, saqueo, asesinato a mansalva de ancianos,
mujeres y niños, era práctica habitual del ejército enemigo.
Era julio de 1882, el
general Cáceres decide iniciar la contraofensiva contra el enemigo que ocupaba
el Valle del Mantaro. El plan consistió en un ataque simultáneo, los días 9 y
10 de julio sobre las posiciones enemigas de Pucará, Marcavalle y Concepción, tres
objetivos importantes: el primero al mando del coronel Tafur, para cortar el
puente de La Oroya, impedir la retirada del enemigo, esta acción fracasó por
descoordinación, los guerrilleros de Chacapalpa atacaron antes del día fijado y
fueron rechazados, quedando las fuerzas enemigas a salvo.
El segundo ataque al
mando del coronel Juan Gastó, se desplazó por el flanco oriental del valle, se
unió con el contingente de Comas y atacó la guarnición chilena en Concepción. Y
la tercera columna formada por el grueso del Ejército al mando del propio
general Cáceres, que atacó las posiciones de Marcavalle y Pucará empujando a
las fuerzas chilenas hacia el norte, con apoyo de las guerrillas del valle del
Mantaro.
El ataque se inició tal
como estaba planeado, el general Cáceres. En la madrugada. El batallón Tarapacá
inició las acciones, trabó combate con las avanzadas chilenas de Marcavalle,
estas se replegaron a Pucará, de donde también fueron desalojados, huyendo a
Sapallanga y luego a Huancayo. El triunfo del Ejército del Centro resultó
contundente e indiscutible.
Ese mismo 9 de julio
por la tarde, la columna del coronel Juan Gastó y las fuerzas de Ambrosio
Salazar, que comandaba el contingente de Comas y Andamarca, atacaron al
destacamento chileno acuartelado en Concepción y luego de un feroz combate que
duró 17 horas, hasta la mañana del 10 de julio, dieron muerte a todos los
integrantes del destacamento chileno.
En Concepción se
encontraba la cuarta compañía del escuadrón Chacabuco, al mando del teniente
Ignacio Carrera Pinto sobrino del presidente Aníbal Pinto, Julio Montt Salamanca
era hijo del ministro de Guerra y Arturo Pérez Canto era sobrino del coronel
Estanislao Del Canto.
César Angeles Caballero
crítico literario, historiador y periodista expresa:
“Cáceres fue la
conjunción ideal del Cid, de Leonidas, de Pachacútec, Tupac Amaru y Vilcapaza;
paradigma del auténtico guerrero, del militar intachable, modelo, camino y
estela que seguir. Cáceres, el coloso andino, hermano épicamente en un solo
haz: valor, arrojo, astucia, patriotismo, suma estrategia y depurada táctica
militar, con el abnegado esfuerzo de guerrilleros andinos que lo siguieron
impertérritos imbuidos de una sola idea: arrojar al prepotente invasor”.
El escritor Jorge
Bacacorzo, reflexiona sobre la importancia de la resistencia en las breñas
andinas y el rol importante que cumplió Andrés A. Cáceres dice: “(…) La
Breña es la dignidad, el honor nacional combatiendo al conquistador que así
queda en las trampas de MARCAVALLE, PUCARÁ y Concepción”.
El historiador Félix
Denegri Luna, resalta la fe inquebrantable del pueblo peruano, la voluntad
férrea que nunca se rindió al enemigo, aún en estado inerme como se encontraba,
dice: “La resistencia de la Breña fue la resistencia de un pueblo
empobrecido y desarmado que no quiere perder su ser nacional”.
Cáceres, supo llegar al
alma de sus soldados, empleo el lenguaje de sus mayores, el quechua y así logró
el apoyo de todas las comunidades quechua hablantes, una gran ventaja en su
comunicación directa, los comprometió en una gran lucha de resistencia. Estimuló
su valentía, audacia, aprovechando el conocimiento del terreno y su gran
movilidad.
El Taita Cáceres ha
encarnado y encarna, no solo admiración sino veneración, supo sacar a nuestra
nación de la noche oscura. De la tristeza inmensa de un pueblo frustrado y
adolorido. De la nada y de todo el sentimiento patriótico adormecido, que supo
despertar, creció la resistencia al invasor araucano. Su gran capacidad de
organización y convencimiento le permitió conformar un ejército de la nada.
Deseo destacar el rol
fundamental que cumplió la mujer a lo largo de la campaña de resistencia en la
persona de Antonia Moreno, esposa de Andrés Avelino Cáceres. Las mujeres constituyeron
el apoyo logístico de nuestras fuerzas, realizaron tareas de intendencia,
comunicación y sanidad.
Desde el silencio de
los parajes andinos por donde se desplazó y consiguió sus mayores proezas,
conquistando el sentimiento de los pobladores andinos, que a su llamado
acudieron presurosos y se apretujaron a su alrededor como un puño, para cumplir
al pie de la letra sus órdenes. ¡Cáceres el brujo de los Andes! Vive en la memoria de todos los peruanos.
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