Desde un mundo globalizado en
todo sentido, no solo en lo económico, sino también en otras disciplinas humanas.
La tecnología, su evolución y desarrollo esta llevando a la humanidad a
linderos que nunca imaginó, ni el más conspicuo de los futurólogos adivinaría
el salto que está dando la humanidad.
A tal punto que el fallecido
científico-físico Stephen Hawking vaticinó una serie de descubrimientos como la inteligencia
artificial, que traerá la guerra contra las maquinas, la presencia de
extraterrestres y la humanidad en un futuro no lejano debería buscar otros
planetas para poder preservar y asegurar su existencia.
Desde este siglo, denominado
del conocimiento, realizamos un retroceso en el tiempo y nos ubicamos en último
cuarto del siglo XIX. España se debatía en una crisis económica. Inglaterra estaba
reemplazando al otrora Imperio Español y EE. UU, asomaba lo que en el futuro
será una potencia mundial de envergadura.
El glorioso combate del 2 de
mayo de 1866 enfrentó a la escuadra española más poderosa que había recorrido
esta parte de América, frente a los defensores peruanos que hicieron del Real
Felipe la primera y última línea de defensa. Hace 153 años de esta victoriosa
epopeya que se escribió a sangre y fuego de cañones, y el concurso de los
valientes defensores del Callao.
Nuestro gran historiador Jorge
Basadre en su magnífica obra Historia de la República, nos recuerda que el
germen de este conflicto se debía “a causas ocultas y causas visibles”.
Entre las causas ocultas
estuvieron: la esperanza de la restauración de la influencia de España en
América, el deseo de apoderarse de las islas guaneras que le permitiera obtener
ingentes recursos, obligar al gobierno del Perú a cancelar la deuda proveniente
de la época del Virreinato, cuyos títulos de deuda estaban en poder de
personajes españoles conocidos y de algunos peruanos, siendo esta la causa más
importante.
Entre las causas visibles
podemos anotar: el deseo mezquino de encontrar la paz y agravar los conflictos
de algunos diplomáticos, que participaban en las negociaciones previas entre
España, Chile y Perú; además de una serie de formulismos como el concepto del
honor, dignidad nacional, los títulos de los emisarios, la reparación de
agravios, también las chispas quemantes de la larga guerra por la
Independencia, cuyos protagonistas aún estaban vivos y finalmente la falta de
relaciones diplomáticas entre Perú y España.
El 10 de agosto de 1862 parte
de Cádiz con dirección a América del Sur una expedición científica, cuyo
objetivo oficial era realizar un acercamiento y estudios científicos,
embarcados en los navíos españoles “Resolución”, “Triunfo” y “Vencedora”. La
“Covadonga” se encontraba en Río de la Plata.
En esas naves que surcaron el
Atlántico durante interminables días, venían profesores de geología, zoología,
botánica, antropología y etnografía, al mando de la expedición estaba Luis
Hernández de Pinzón.
El historiador español Pedro
de Novo y Colson, en su libro sobre la guerra de 1866 apunta que “España había
reconocido la independencia de las repúblicas americanas en tratados que
respetaría”, sin embargo ello no era óbice para cuidar y proteger los intereses
de sus súbditos, que pudieran salir lastimados en discordias internas, en cuyo
caso el jefe de la escuadra daría “toda la cooperación enérgica que pudiera
prestarles para una inmediata reparación”.
El Perú era considerado el más
hostil contra España por lo que, todas las demostraciones de fuerza que pudiera
realizar la escuadra española, lo hacía en puertos peruanos, para que no
quedara duda de la firmeza y energía de su política, además consecuente con
ello debían cortar la campaña de desprestigio que había emprendido la prensa
peruana.
El 5 de junio de 1863 llega la
escuadra española a Valparaíso, después de haber pasado por Río de Janeiro,
Montevideo y Buenos Aires, con la República de Argentina Hernández de Pinzón
firmó un convenio que estipulaba el envío de un plenipotenciario a Madrid, en
Montevideo se entrevistó con el ministro peruano Buenaventura Seoane, pero no
llegó a ningún acuerdo, en Chile fue recibido con grandes agasajos.
El incidente de la hacienda
Talambo (Pacasmayo) en el que resultó muerto un ciudadano español, fue la
chispa que originó un reclamo altanero e inapropiado de la diplomacia española,
reclamo que fue considerado impropio e inadecuado por el gobierno peruano.
El 14 de abril de 1864 la
escuadra española se apoderó de las islas guaneras de Chincha, este hecho
demostró que las intenciones españolas no iban por el camino de la ciencia y el
estudio, sino que tenían otros intereses mercantilistas y el retorno al statu
quo anterior a 1821.
El presidente Juan Antonio
Pezet conversó con Hernández de Pinzón en una de las islas de Chincha el 5 de
diciembre de 1864. Según el periodista de apellido Chinarro de El Comercio,
Hernández de Pinzón le habría manifestado “Deseoso él de no conducir los
acontecimientos de una manera violenta”.
Un mensaje con un contenido
belicista de diáfana amenaza contra una nación, que había conquistado su
Independencia en una guerra fratricida y que no estaba dispuesto a aceptar
imposiciones de ningún tipo, ni el retorno a la situación político-social y
económica anterior a 1821.
El presidente Pezet quiso
solucionar este incidente por la vía pacífica, pero, no descuidó la defensa
nacional, envió en comisión de servicio a Europa, para adquirir buques para la
Marina al mando del Capitán de Corbeta Aurelio García y del Teniente 1° Miguel
Grau y otra comisión al mando del Coronel Francisco Bolognesi para adquirir
fusiles y cañones para el Ejército.
El presidente Pezet aceptó la
firma del tratado Vivanco-Pareja que contenía acuerdos lesivos a los intereses
nacionales, entre otras imposiciones exigían: un pago a España de 3 millones de
pesos por concepto de indemnización y el envío a Lima de un funcionario regio,
que España acostumbraba a enviar a sus colonias, lo que era inaceptable dada
las circunstancias.
El tratado en mención fue
rechazado unánimemente por todos los peruanos, el presidente Pezet fue
destituido y el Coronel Mariano Ignacio Prado se encargó del poder ejecutivo,
asumió la responsabilidad de Defender a la Nación y declaró la guerra a España
en 1866. De inmediato formalizó la alianza defensiva con Chile, Ecuador y
Bolivia. Formó un gabinete de emergencia, entregando la Secretaría de Guerra al
político liberal José Gálvez. En enero de 1866 llegaron al Callao las corbetas
“América y “Unión” y vísperas del 2 de mayo las armas y cañones que Bolognesi
adquirió en Europa.
El 7 de febrero de 1866 la
poderosa escuadra española recibe su primera derrota en aguas peruanas, que
sería el preámbulo y advertencia de su futura derrota final en el Callao.
Ese día se enfrentaron las
escuadras peruanas y chilenas al mando de Capitán de Navío peruano Manuel
Villar en el combate de Abtao. La escuadra española en venganza bombardeó
cobardemente a la población civil de Valparaíso. El Perú noble y generoso
acudió a defender a los chilenos, trece años después nuestra patria recibiría
una puñalada por la espalda.
El combate del 2 de mayo
denominado “El combate de los cañones”, enfrentó a 50 cañones peruanos
diestramente manejados frente a 300 bocas de fuego de la escuadra española. El
combate se inició a las 11:45 de la mañana del 2 de Mayo de 1866, la escuadra
española inició el bombardeo del puerto y de las baterías del Callo.
Antes de la batalla las
arengas de patriotas y peninsulares se escucharon y han quedado para la
posteridad, para que las nuevas generaciones puedan a través de su lectura,
conocer el sentimiento patriótico que embargaba a ambos contendientes, que combatían
por un objetivo.
“Peruanos: Hace cuarenta años
flameaba en las fortalezas del Callao la bandera española. Nuestros padres la
hundieron en los mares después de haberla humillado en los campos de Junín y
Ayacucho. Hoy nuestros enemigos la enarbolan de nuevo en esas mismas playas que
han contemplado dos veces su derrota y nuestro triunfo. Mañana les probaremos
por tercera vez que es invencible el pueblo que combate por su honra y por su
libertad. Cincuenta cañones defienden contra trescientos el honor nacional.
Ellos tienen la fuerza; nosotros la Justicia.
Peruanos: nuestros más
fervientes votos van a cumplirse. Váis a vengar el ultraje del 14 de abril. La
hora de la lucha se acerca. ¡Cada hombre a su puesto! Al fuego de nuestros
cañones hagamos sentir, a los incendiarios de Valparaíso, la virilidad de un
pueblo que prefiere la honra a la vida.
Soldados y Marinos: nuestra
causa es la causa de toda América, Defendemos el honor y la libertad de un
continente. ¡Viva el Perú!"
General Mariano Ignacio
Prado. Baterías del Callao, 1ro de mayo de 1866
"Marinos y soldados:
Después de una larga y cruda campaña, hoy se nos presenta la ocasión de
cerrarla dignamente, castigando cual se merece la osadía y perfidia de un
enemigo que nada ha dejado de poner en práctica para vilipendiar a nuestra
querida España; a España que hoy espera de nosotros que la venguemos
dignamente. Un mismo deseo nos anima a todos, y yo no puedo dudar de que con
vuestro valor, decisión y entusiasmo, lo veréis satisfecho, volviendo al seno
de vuestras familias después de consignar una página de gloria en la historia
de la marina moderna, dejando su honra a la altura que nuestra Patria tiene
derecho a esperar. ¡Viva la Reina!"
Almirante Casto Méndez
Núñez. Cabezo de la isla San Lorenzo, 2 de mayo de 1866.
Nuestros artilleros
respondieron enérgicamente con la eficacia y precisión, apuntando sus cañones
sobre los buques españoles, a las 17:00 horas (5 pm) la flota española estaba
seriamente dañada y averiada se retiró a l isla San Lorenzo.
El Glorioso Combate del 2 de
Mayo en el Callo, demostró al mundo entero la fibra del soldado peruano, la
unidad de propósitos, la comunión de ideales en torno a la Libertad y el deseo
ferviente de una nación para mantener esa Libertad e Independencia de nuestra
patria, que tantas vidas a lo largo de nuestra heredad había costado.
Esta inobjetable victoria
peruana, puso fin a las pretensiones de España cuya finalidad era recuperar sus
antiguas colonias. Con el concurso generoso de todos los peruanos que lucharon
en el Callao, se selló definitivamente la Independencia no solo del Perú, sino
de toda América.
Es cierto, el Perú tuvo que
pagar un alto costo social y económico para lograr su libertad e independencia.
Cualquier precio era insignificante frente al hecho histórico de ser libres e
independientes.
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