Se necesitaría la pluma
poética de Virgilio para describir el estado en que se encontró la antigua
Ciudad de los Reyes el día nefasto del 17 de enero de 1881.
Mariano Felipe Paz Soldán
El 15 de enero de 1881, las tropas chilenas vencieron a las nacionales en la batalla de San Juan y Miraflores, la defensa de Lima fue organizada en base a todos los varones disponibles citadinos y provincianos, que se reunieron para defender la capital, sucumbió ante la superioridad numérica de las tropas sureñas. Miraflores fue incendiado como Chorrillos.
Dos días después de esta sangrienta batalla, el 17 de enero, las huestes chilenas ingresaron
y ocuparon Lima, la sede del poder nacional. Las autoridades gubernamentales
con el dictador Nicolás de Piérola a la cabeza desde el 15 por la tarde,
prepararon su huida de manera despavorida, abandonaron la capital y a nuestros
compatriotas. Los sureños consolidaron
su poder, para permanecer 2 años 10 meses.
Dos años después, los ejemplares del periódico de ocupación El Diario Oficial, correspondientes a esas fechas de enero de 1883, son muy elocuentes y nos muestran la visión retrospectiva
del enemigo sobre estas fechas aciagas, ensalzando y glorificando sus heroicos
sacrificios y olvidando el salvajismo de su ejército.
El hecho más doloroso, qué duda cabe, fue la ocupación de Lima, el
historiador peruano Mariano Felipe Paz Soldán, al realizar una descripción de
lo que sucedía en la capital, indica que, la noche del 15 al 16 de enero,
numerosas familias pudientes fueron reducidas a la miseria, sus propiedades
sufrieron por la depreciación del billete fiscal, muchos ciudadanos muertos en ambas
batallas dejaron familias en la orfandad y los artículos de primera necesidad
escaseaban y tenían precios altos.
“Tales eran las cosas en la mañana del 17 de enero cuando el alcalde
municipal acompañado de algunos miembros del cuerpo diplomático, pasó al
campamento del ejército chileno a manifestar que la ciudad estaba rendida. Solo
en ese momento (las doce del día) creyó el general en jefe, Baquedano, que su
victoria era completa y que ya no encontraría resistencia, pues suponía que
Piérola hubiera reunido a los dispersos…”.
El general Baquedano luego de recibir la rendición de Lima de boca
del alcalde, tan
codiciada por su ambición, estaba listo para marchar sobre ella. Dispuso que la división del
general Cornelio Saavedra sea la vanguardia, porque era “la que menos desconfianza
inspirara por su disciplina”. Cómo sería la conducta de las otras
tropas.
Para evitar críticas a sus tropas, Baquedano recomendó a sus
tropas guardar la compostura y disciplina del caso, debido a la presencia de representantes
diplomáticos extranjeros, y los almirantes y jefes de las escuadras extranjeras,
quienes conocían perfectamente la conducta inmoral del soldado chileno.
DIARIO OFICIAL
15 de enero de
1883.
“Hace apenas dos días que recordamos el gran triunfo que nos hizo
dueños, el día trece de enero de 1881, del formidable baluarte de Chorrillos
denominado “Morro Solar”, después de vencer la primera línea de resistencia que
nos opuso el ejército peruano, compuesto de veinticinco mil combatientes
atrincherados en las más ventajosas posiciones que sea posible de imaginar”.
“Al traer a la memoria ese gran episodio de la guerra del Pacífico
denominada batalla de Miraflores, siéntese con razón enorgullecido el amor
propio nacional, al recordar cuántos y cuán heroicos sacrificios fue necesario
emplear al denodado ejército de Chile, para triunfar, no ya del valor, cuanto
de la perfidia de nuestros desleales enemigos”.
”La disciplina del ejército de Chile vino a probar, en esta vez,
que ella vale tanto o más que el valor mismo y que, sin esa ayuda, todas sus
glorias habrían quedado quizás eclipsadas”,
Con esta acción tan brillante como decisiva, por las
circunstancias con que fue iniciada, quedó, de hecho, concluida la lucha de
casi dos años, que tuvo su comienzo el 14 de febrero en Antofagasta, y su
coronación en Lima el 15 de enero de 1881”.
“Desde entonces, el mundo entero sabe, y principalmente nuestros
enemigos, cuánto ha hecho Chile por poner término razonable a la contienda, por
medio de un tratado. Ellos lo han rehusado, y es, por tanto, de ellos
exclusivamente la responsabilidad de los males que hoy pesan sobre este
desventurado país”.
17 de enero de
1883, “17 DE ENERO”.
“Hace dos años contados día por día que, después de dos cruentas y
reñidísimas batallas, y de las victorias consiguientes sobre las huestes
enemigas, nuestro ejército cien veces vencedor hacía su entrada triunfal en la
capital de Perú, una vez rendida esta a discreción e incondicionalmente”.
“Había para esto, además, un pretexto por parte del soldado
chileno, pues llegaba a las puertas de Lima, precisamente cuando sus mismos
defensores derrotados de la víspera, la saqueaban e incendiaban”.
“Sin embargo, cosa ciertamente increíble y rara aun en los anales
de las guerras de los pueblos europeos, el ejército de Chile, al poner su
planta victoriosa en la capital peruana; al clavar su glorioso tricolor en las
torres y en el capitolio de la soberbia ciudad de los virreyes, hízole sin
jactancia, con tal mesura, y con un lujo de hidalguía digna tan solo del fuerte
que tiene conciencia de su poder que, arrancóles espontáneamente- acaso sin
quererlo, un grito de aplauso a sus propios enemigos”.
“Si otra nación que no fuera el Perú, hubiese recibido como esta,
de su adversario, golpes tan rudos, tan repetidos y decisivos como los que
vienen encadenando la gloria de Chile desde Pisagua hasta Lima, habría
apresurándose a pactar la paz, confesando su impotencia y su derrota, a fin de
salvar sus últimos recursos y poder reconstituirse con ellos”.
“Esto hizo Francia, la altiva Francia del último imperio, después
de sus desastres de Sedan”.
“En esta equivoca actitud, nos ha sorprendido el segundo
aniversario de la toma de esta capital; y si no siguen, de hoy más, otro rumbo
los acontecimientos, posible es que otra vez, u otra más, tengamos que enviar,
como hoy lo hacemos, un saludo a nuestros bravos batallones que montan la
guardia a Lima, como un recuerdo de la fecha en que su heroico valor puso en
nuestras manos el último baluarte del poder del Perú”.
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