La población observa con
desconfianza y con cautela, cómo los partidos políticos, se unen para
disputarse el poder y dividirse la torta para los siguientes 5 años. Se han
formado las alianzas políticas porque solos no llegan a ninguna parte. El Apra
y Partido Popular Cristiano, también Alianza
para el Progreso (APP) se alió con Somos Perú y Restauración Nacional, y finalmente,
el partido que lidera Luis Castañeda, Solidaridad Nacional firmó alianza con
Unión por el Perú. Bien organizados están.
Ahora resulta que, estas Alianzas
políticas que se han negociado con miras a las elecciones del próximo año, se
convierten por obra y gracia de birlibirloque, en una especie de panacea política,
maná caído del cielo y la solución a todos los males de la República; pero,
cómo creerles si son los mismos líderes de siempre, con sus propias
limitaciones y debilidades. Peor, con las mismas malas costumbres.
La población poco informada, estará
a merced nuevamente de los encantadores de culebras, los de verbo florido y los
fariseos políticos, quienes no han encontrado mejor motivación que hablar de
intereses nacionales, bienestar general, lucha contra la corrupción y solucionar
el grave problema de inseguridad. Solo para conseguir los votos necesarios y
superar la valla electoral y no quedar en la estacada.
El problema más grave es el de la
inseguridad ciudadana, que demostrado está a estas alturas del gobierno y
faltando unos meses para su despedida, no es una percepción, como un ex
ministro de este régimen argumentó en algún momento y ahora presta importantes
servicios al país en el extranjero, bien remunerado y con todas las gollerías
que involucran estos puestos políticos en las legaciones fuera del país.
Las actuales Alianzas, son pactos
de intereses, simples acuerdos pragmáticos, políticos, sin coincidencias
ideológicas, movilizados por el temor a quedar en ridículo y perder la categoría
de partidos políticos y preservar sus intereses fenicios. No interesa con quién,
ni con qué partido se firman estas Alianzas, quién garantiza a la nación que se
cumplirán y no se romperán a la vuelta de la esquina.
El acuerdo que más ha llamado la
atención es el de APRA-PPC. Dos partidos políticos que no tienen ninguna
coincidencia ideológica ni programática. Ambos se dicen salvadores del país, una
posición mesiánica increíble, al creerse los únicos que pueden hacer que el Perú
retorne al crecimiento. Dos partidos que fueron siempre enemigos, adversarios que
han intercambiado insultos, agravios, puyas entre Alan y Lourdes.
Los voceros Javier Velásquez
Quesquén del Apra y Javier Bedoya del
PPC, buscaron muchos argumentos para demostrar que esta Alianza es lo mejor, que
ha nacido, para asegurar la estabilidad y gobernabilidad del país, quieren que
el país confíe en ellos y le den el voto. En el PPC hay una crisis, que no han
solucionado, porque convenientemente lo han dejado para ver después de las
elecciones. ¿No les parece muy conveniente?
La percepción que tiene la
población de esta Alianza en particular, es que a priori han agarrado la torta del
Estado y la han partido a su conveniencia, una vulgar repartija. Sin ninguna vergüenza
afirman que el PPC tendrá el 30% de esta torta para el Congreso. Aseguran que
lo están haciendo por todos los peruanos, porque primero están los intereses
nacionales, o sea, los intereses de las grandes mayorías pobres y de extrema
pobreza.
Recuerden que en el PPC hay dos grupos, liderados uno por
Lourdes Flores Nano y el otro por Raúl Castro Stagnaro. Un partido con una
severa crisis en el que está en juego su supervivencia y está realmente partido.
Hay dos cabezas, dos equipos, dos grupos diferentes que están en pugna, cómo
harán con las encuestas donde Alan aparece con 8% y el PPC ni siquiera aparece en
las encuestas.
¿La Alianza que se ha formado
alzará vuelo en las encuestas?
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