Según voceros de las diferentes organizaciones de
las FFAA y PNP en situación de retiro, considerando además a los de actividad,
agregando a sus familiares, los discapacitados, licenciados de las FFAA y
viudas, fácilmente se llega al millón y medio de ciudadanos, en capacidad de
ejercer libremente su derecho a elegir.
Entonces,
lo que se tiene es realmente algo grande, una fuerza que no se deba entregar
fácilmente a quienes irán zalameramente con seguridad a la caza y en busca de
los valiosos votos de los uniformados y que por más de veinte años los han
estado meciendo.
En
el caso especial de los miembros de las FFAA y PNP en situación de retiro, sus
posibilidades son mayores, porque pueden participar en la contienda electoral y
poder ser elegidos, puesto que la
Constitución los ampara. Por tanto, nada
les impide, todo les favorece. Es más, tienen el apoyo de ese millón y medio de
potenciales votantes y que gustosos le darán sus votos. Con plena seguridad las
FFAA y PNP cuentan con excelentes cuadros, debidamente preparados y
especializados en las mejores universidades, quenes bien podrán legislar con
altura, calidad y gran nivel.
Señores,
antes de darles sus votos a políticos que incumplen sus ofrecimientos y que a
la vuelta de la esquina se olvidan de sus promesas, será mejor darlas al
hermano, que con confianza sabrá responder a las necesidades y expectativas de
ese millón y medio de votantes cautivos.
Porque
valgan verdades, quiénes mejor que militares y policías que conocen no solo de
Seguridad Integral y Bienestar General, sino que saben y tiene experiencia en
la problemática militar-policial, porque la han vivido, frente al nulo
conocimiento de la mayoría de congresistas. Por otro lado, conocen la situación
económica del sector mejor, que Luis Carranza, Valdivieso y Meche Aráoz quienes
lo han visto de lejos. Muy lejos diríamos.
Por
esa razón, las organizaciones que agrupan al personal de las FFAA y PNP deben
esperar las propuestas de los políticos e integrar las listas y participar
activamente para llegar al Congreso. Solo siendo parte del Legislativo se podrá
buscar el cumplimiento de la Constitución en lo referente a la Defensa Nacional
muy venida a menos estos últimos años y evitar que siga desprotegido nuestro
país. Además, se buscará la solución al problema de remuneraciones y pensiones
de los uniformados. ¡Basta de mecidas!
En
el presente proceso electoral todos los ciudadanos de nuestro país asistimos
como convidados de piedra y observamos cómo los líderes de diferentes organizaciones,
agrupaciones, partidos políticos, chicos, medianos y grandes, dicen que se
reúnen en busca de una visión, de acuerdos programáticos, coincidencias en
sus planes de gobierno, consensos en sus
objetivos, etc.
Hay
organizaciones tan pequeñas, ridículas –diríamos-que no sobrepasan los 100,000
integrantes o militantes, sin embargo sus
líderes se dan el lujo de solicitar su parte de la torta y ocupar una plaza en
el congreso, con otras organizaciones de su mismo nivel. Esos partidos no
tienen forma de llegar solos al Congreso, por ello se reúnen y forman una
agrupación mayor.
Y
qué hacen en esos acuerdos y conversaciones largas como bostezo de una anaconda.
Pues buscan ponerse de acuerdo para integrar las listas parlamentarias de tal o
cual agrupación.
Alguien
inocentemente, ingenuamente podría pensar que se reúnen para solucionar los
grandes problemas nacionales, buscar solución al problema de la educación, el
hambre, la extrema pobreza, diseñar sus planes de gobierno. No señores, se
reúnen para negociar su participación y cuántos cupos les dan para las listas
al parlamento. Recuerden se elegirán a 130 congresistas.
Para
cada proceso electoral los políticos tocan las puertas de militares y policías,
buscan acercamientos, concertan exposiciones, prometen el oro y el moro. Así
como Alan García se acercó a la ADOGEN y prometió que en 180 días solucionaba
el problema económico de las FFAA y PNP.
Han
pasado casi cinco años de esas promesas y Alan García no cumplió, fue una gran
mecida, la gran mecedora alanista. En otras palabras se burló de los soldados y
policías y en esa promesa incumplida, los corifeos, los amigos de García
también le siguieron el juego y finalmente se alinearon con el pensamiento de
su jefe de partido.
Uno
de sus últimos exabruptos, según denuncia un diario de la capital ha sido no
considerar los ascensos al grado de Vicealmirantes en la Marina de Grau, porque
no pudo ascender a un contralmirante amigo de sus amigos. Si Miguel Grau
viviera y viera las condiciones en que el gobierno trata a los miembros de
nuestra Armada, con seguridad pensaría que su sacrificio fue vano y estéril.
El
rol o cargo constitucional de “Jefe Supremo de las FFAA y PNP” no es solo para
imponer ascensos en las fuerzas de seguridad, como ha ocurrido en el Ejército
con el ascenso del general Jefe de la casa militar y lo aceptó claudicantemente el Comandante General
del Ejército. Quizás porque este general tiene otra visión muy personal, que es
más importante que los de su organización.
Esto
no ha sucedido con el Comandante General de la Marina, el Vicealmirante Rolando Navarrete Salomón tal
como lo denuncia el semanario “Hildebrandt en sus trece” quien junto al Consejo
de Almirantes ha defendido y hecho respetar el proceso de calificación de
ascensos en la Armada, como debiera ser en las otras instituciones.
El
ser Jefe Supremo conlleva
responsabilidades mayores. Esas responsabilidades en primer lugar están con la
seguridad y bienestar de los 28 millones de peruanos. Velar por su seguridad y
bienestar. Decidir unilateralmente el desarme de nuestro país, no es la mejor
manera de preservar la seguridad de los peruanos. Ser Jefe Supremo también lo impele a buscar la forma inteligente y
consensuada para solucionare el álgido problema de las remuneraciones de este
sector olvidado desde hace 20 años.
Los
militares y policías invocan un trato, correcto, justo y honesto de las autoridades
que gobiernan el país. No es posible que los gobernantes sigan mirando con
indiferencia la sacrificada marcha de sus veteranos, familiares y minusválidos
por calles y plazas de la capital, bajo
el calor sofocante, mendigando para un aumento.
Frente
a la inseguridad que se vive, la apatía, indiferencia y olvido del gobierno,
los activistas de SL siguen secuestrando niños en el VRAE, para integrarlos a
sus grupos demenciales, paralelo a ello vivimos el aumento exponencial de la
delincuencia común, pese al esfuerzo de la PNP.
Qué
manera es esa de preservar el futuro de nuestra nación, cuando el gobierno se
olvida de esa niñez que vive en lugares alejados y no tienen seguridad ni quien
los proteja de las malsanas acciones nocivas
y violentas que ejecuta el senderismo homicida. Qué le espera a nuestra patria
en el futuro, lo que es peor qué le espera a las familias pobres del Perú que
son mudos testigos del secuestro de sus hijos.
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