Nuevamente
nuestra patria, la nación peruana, observa estupefacta cómo los políticos tradicionales
y gestores profesionales, se hunden en su propio cieno, en su propio lodo, en
su propio légamo, creado y construido con sus propias acciones y conducta
desleal con la nación, con una gran falta de transparencia, honestidad, decencia,
ética y moral.
Cuando
aparecieron las primeras imágenes presentadas por los congresistas Salaverry y
Mamani, vocero el primero y denunciante el segundo, ambos de Fuerza Popular(FP),
la población nacional, mostró su repugnancia, asco y aversión ante el gobierno,
que se hundía en sus propias arenas movedizas, con el lodo hasta el cuello.
Entonces,
de manera espontánea, muchos pobladores dejaron escuchar sus voces de amargura,
de desilusión y tristeza, al ver que el país nuevamente estaba atenazado por
las garras de la corrupción, jalada al abismo por peruanos irresponsables quienes,
por ansias desmedidas de poder, ofrecen el oro y el moro para comprar
voluntades.
Toda la
población nacional quedó estupefacta, al observar una acción ilegal, negada reiteradamente
por el primer mandatario, se mostraba la compra de votos a favor de la no
vacancia, con ofrecimientos de toda índole, entre ellas obras y ganancias del 5%
del total del valor de la obra, “sin mover un dedo”. Realmente asquearon a
todos los peruanos.
Tres
congresistas avengers con Kenji Fujimori
a la cabeza, Guillermo Bocángel y Bienvenido Ramírez, fueron videograbados
ofreciendo obras en sus regiones, con su respectiva comisión del 5%, al parlamentario
Moisés Mamani para que vote en contra del pedido de vacancia, que hasta ayer pendía
como una espada de Damocles en la testa de Pedro Pablo Kuczynski (PPK).
Nuevamente fuimos retrotraídos al pasado, con claras imágenes de un Vladimiro Montesinos,
entregando dinero al excongresista Alberto Kouri. De inmediato recordamos con
nitidez, cómo estalló en mil pedazos el gobierno de Alberto Fujimori, precisamente
por ese vladivideo. 17 años después, vimos la misma película, con otros actores,
con otra trama, pero con las mismas malas costumbres.
Hoy en el
congreso se debate la aceptación de la carta de renuncia presentada por el
presidente Pedro Pablo Kuczynski. Todos los congresistas, de todas las bancadas
en sus intervenciones, abogan por un debate alturado, respetuoso, piden
serenidad; sin embargo, sus argumentos los desmienten, han olido sangre y
quieren más sangre.
Ahora todos
coinciden en la necesidad de construir un consenso para la gobernabilidad del
país, establecer nuevas reglas electorales, solicitan un gobierno de ancha base;
pero, además se escucharon muchas críticas a su gestión, a su falta de humildad
para pedir perdón y reconocer sus errores se escucharon muchas críticas a la
gestión del mandatario saliente.
Con una
carta de renuncia en la que responsabiliza a los congresistas de no haberlo
dejado gobernar, para todos se ha victimizado, en ningún momento reconoce sus
errores, su evidente falta de respeto a la diferencia entre lo público y
privado, el conflicto de intereses en que se ha movido durante toda su vida, violando
leyes y normas.
Abundaron
los pedidos al Ministerio Público abogando por una investigación imparcial, no
filtrar información reservada que llega a los medios. Cómo luchar contra la
corrupción, se debe construir una lucha desde la educación con valores, una reforma
política, democratizar los partidos que no sean cúpulas cerradas y se integren
peruanos de buena voluntad.
El nuevo
presidente debe enrumbar la política económica, lograr la paz social, con
reglas claras, construir consensos, tender puentes con todas las fuerzas política;
pero, tiene un grave problema, está huérfano de apoyo político, no tiene un
partido, no tiene una base partidaria; por tanto, está obligado a establecer
negociaciones con las fuerzas políticas por el bien del país.
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