Nada podrá
ser como antes, hace cincuenta años atrás José Marcial Castro Mendoza, a punto
de cumplir 35 años, en la flor de la juventud y a la postre padre de siete
hijos, partió a la eternidad en ese viaje sin retorno, que en algún momento
emprenderemos todos, es el sino de la vida que se cumple impostergablemente y no
lo podemos eludir.
En el
momento de su partida, causado por un choque frontal de dos buses, antes de
llegar a la Oroya, todo se nubló en casa, el cielo se oscureció de pronto y el
dolor atenazó los corazones de la familia, desde nuestra querida abuela
Petronila, su madre adorada, sus hermanos, hijos, cuñados y amigos, que los
tenía muchos y en todas partes.
Nuestro
padre, deportista a carta cabal tenía extraordinaria habilidad para el futbol,
era zurdo y jugaba de puntero izquierdo. Destacó también en básquet, hizo de
torero, peleador callejero, no se libró de las broncas deportivas. Por su
extraordinaria dote, era llamado por distintos equipos de futbol, de Jauja,
Huancayo, para defender sus sedas.
Defensor de
amigos indefensos, soldador extraordinario en la maestranza de Casapalca, capaz
de realizar tareas tan difíciles para otros, por lo que sus jefes lo requerían
para los trabajos de mayor precisión. Quienes lo recuerdan, indican que era un
amigo extraordinario, capaz de sacarse la camisa para darla a quien la necesitaba.
Cincuenta
años después, hizo que sus hijos y familiares nos congregáramos alrededor de su
esposa Teresa Vivanco, madre extraordinaria que supo luchar con la adversidad
para sacar adelante a sus hijos. Hoy, frisa los 80 años, disfruta de la
compañía de sus nietos y bisnietos, lleva una vida muy modesta, pero honesta,
un ejemplo para todos.
Iniciamos
este extraordinario homenaje y recuerdo a nuestro padre, con una misa en la
Iglesia Matriz de Jauja, posteriormente fuimos en romería hacia el cementerio y
visitar la tumba donde descansan sus restos mortales, colocamos flores, oramos.
También visitamos la tumba del abuelo Atanacio Castro Manyari, colocamos flores
en su homenaje.
Finalmente,
compartimos un almuerzo familiar, brindamos en su nombre, recordando algunas anécdotas
propias y relatadas por los presentes. Fue una corta visita que hice a mi
querida tierra, de la que me alejé definitivamente a los 12 años y regresé esporádicamente
a visitar a la familia. Vivimos un día memorable en familia, recordando a
nuestro querido padre, quien goza al lado de nuestro señor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario