La campaña mediática contra el gobierno de Ollanta Humala no da tregua. Hace escasamente menos de un mes que el Presidente juramentó el cargo y los medios de comunicación enemigos de su régimen, están a la caza de las contradicciones en sus decisiones. Quieren marcar la agenda presidencial, tal como lo hicieron con Alan García, quien sucumbió a la presión de los medios.
Ollanta ha tomado decisiones políticas y está recibiendo de todo. Bombas molotov, minas antitanque y coches bomba, mediáticas de diferentes direcciones, tamaños y potencia, para detener su determinación y decisión de cambiar las enormes diferencias que existe en un país tan rico en recursos naturales como el Perú.
Quieren que se solucione el problema de la pobreza, educación y de la inseguridad ciudadana, cuando los regímenes de Toledo y García no hicieron nada. Recordemos que Toledo decía siempre “No tengo las manos manchadas de sangre”, era temor lo que exudaba por su dermis, frente a su deficiente política de Estado frente al terrorismo y terminar como Alberto Fujimori.
García no movió un dedo para luchar contra el terrorismo, es más abandonó a las FFAA a su suerte y a la PNP frente la delincuencia común, cuyos hechos sanguinarios agravados se han vuelto cada vez más irracionales y crecieron exponencialmente, igual que la desconfianza de la población en su gobierno.
Debemos reconocer sí, que aumentaron las escuelas de formación de la policía subalterna y los resultados no se han visto favorecidos, quizás por una deficiente formación académica, en un año de estudios es poco lo que se puede lograr. Peor, si son sietemesinos como expreso Ollanta Humala.
Por otro lado, se cuestiona toda decisión del mandatario, así, todos los oficiales del ejército en retiro que está designando en los diferentes cargos importantes, son satanizados, demonizados y atacados. No les interesa denigrar, desinformar sobre sus antecedentes y cualidades, al fin, no les reconocen ninguna cualidad. Tampoco les importa crear una atmosfera de animadversión contra los uniformados especialmente del Ejército.
Muchos analistas políticos salen a realizar sus críticas, movidos más por el celo profesional, el apetito personal y la sed de poder, que por un deseo racional de meter el hombro para ayudar al régimen actual. Algunos han desempeñado el cargo y se sirvieron de sus suculentos archivos y hoy fungen de grandes analistas de inteligencia.
Otros, como Toledo, quien se cree un predestinado, un mesías y que tiene la llave para solucionar los problemas del país, cada vez que regresa al Perú es solo para hablar con esa voz engolada, como si estuviera en un pulpito, hablando un montón de incoherencias. El pueblo ya no le cree. Debería dedicarse a solucionar los problemas internos graves de Perú Posible, si realmente tiene interés en postular el 2016.
El gobierno de Ollanta Humala no necesita que los medios marquen la agenda de su administración. El Presidente Humala necesita el apoyo de todas las fuerzas vivas del país, confianza en sus decisiones y que no le pongan obstáculos y paredes en su camino.
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